Llegaron al sĂłtano, seguidos de Katerina y los hombres, Amaia sentĂa la satisfacciĂłn de que al menos Ă©l no se habĂa burlado de ella y habĂa ignorado su reto, sin embargo estaba evidentemente preocupada ya que querĂa demostrarle que era una mujer que merecĂa su respeto y que se estaba esforzando mucho por dar la talla y llegar a ser la esposa que Ă©l querĂa, por si fuese poco estaba en juego la posibilidad de ver a Aimara o de tenerla con ella, asĂ que iba a esforzarse aunque tuviese todo en contra,ñ iba a esforzarse, iba a dar lo mejor de sĂ, y si sucedĂa como todo apuntaba y Nikolay le ganaba, al menos podĂa sentirse satisfecha de saber que habĂa dado todo en la pelea. Al llegar se subiĂł al cuadrilátero, fue directamente a una de las esquinas en donde habĂa un par de guantes azules y una careta del mismo color, tal y como habĂa hecho muchas veces con Katerina tomĂł unas largas vendas con las cuales cubriĂł sus manos y sus dedos para despuĂ©s ponerse los guantes. Katerina caminĂł haci
Amaia observĂł como Nikolay se acercĂł con una sonrisa victoriosa y no pudo evitar mirarlo con una mezcla de rabia y deseo, sabiendo que habĂa perdido la apuesta y quĂ© ahora estaba a su merced. Cuando sus labios se encontraron en aquel ardiente beso, Amaia sintiĂł la fuerza y la adrenalina del momento, la pasiĂłn encendiĂł su ser con la misma fuerza que la sed de venganza. Llevando las manos al cabello de Ă©l, tirĂł de la liga y el cabello castaño y sedoso cayĂł suavemente, ella tomĂł con fuerza un puño de sus cabellos al tiempo que se abrĂa paso en su boca con la lengua. Una danza erĂłtica cargada de anhelo y deseo. Nikolay la tomĂł de la mano y la llevĂł al centro del ring, donde la luz del gimnasio se reflejaba en sus cuerpos sudorosos. —La recompensa de la victoria— susurrĂł Nikolay, mientras comenzaba a despojarla de sus prendas. Amaia lo mirĂł con desafĂo, pero no se resistiĂł cuando Nikolay comenzĂł a besarla nuevamente con pasiĂłn. Sus labios se movieron con intensidad, explorando cada
Amaia y Nikolay tomaron un baño juntos, estaban muy agotados y aunque deseaban meterse bajo las sábanas y dormir, Nikolay le habĂa prometido que hablarĂa con Aimara, asĂ que despuĂ©s de darle el celular para que llamara, se marchĂł por un trago. Amaia tomo el telĂ©fono y le marco a Aimara quiĂ©n respondiĂł rápidamente. —¿Si?—Aimara cariño, soy Amaia. —Que felicidad poder escucharte, me alegra saber de ti. ÂżEstás bien?—Estoy muy bien. He estado muy preocupada por ti, Nikolay me comentĂł que padre volviĂł a jugar. PensĂ© que entrarĂa en razĂłn. —Tambien ha vuelto a beber, Pero trato de que eso no me afecte, estoy muy enfocada en mis estudios en obtener las mejores calificaciones asistir a las actividades extracurriculares para obtener la mejor de las notas te lo prometĂ voy a cumplirte. las cosas con padre no están muy bien especialmente porque parece que algo le atormentara aunque claramente No sĂ© lo que es Ă©l no está dispuesto a compartirlo con nadie. —En ocasiones llego a pensar que nu
—Te juro que no tenemos que hacer esto, Nikolay. La lecciĂłn ha quedado clara aunque no sĂ© si deba incumplirla en algĂşn momento. —¿Estás asustada?— le preguntĂł con burla. —Por supuestamente que no, te recuerdo que ya sobrevivĂ a esta caĂda y por lo que has dicho, tu tambiĂ©n, entonces no tiene sentido. —Quizas no tenga sentido, pero es parte de mi recompensa y vamos a cumplir con Ă©sto, además como te dije siempre me causĂł un profundo placer poder saltar desde este acantilado por mucho tiempo cuando estaba sumergiĂ©ndome en una especie de tristeza este acantilado fue mi salvaciĂłn venir acá arriba y contemplar desde aquĂ la inmensidad del mar, ver los hermosos atardeceres que no hacĂan más que llenarme de profundo dolor, eran momentos en los que sentĂa que mi cabeza me jugaba una mala pasada y que seguramente lo mejor serĂa rendirme a la oscuridad de mis pensamientos y sentimientos para despedirme de Ă©ste mundo, sin embargo, a la vez era demasiado egoĂsta como para renunciar a la
—¿Estás seguro que quieres hacer esto Nikolay?—le preguntĂł Amaia mientras caminaba con Ă©l tomado de la mano, Nikolay se girĂł y la mirĂł con una enorme sonrisa, como.quien esta a punto de cometer una travesura. —Por supuesto que quiero hacerlo, Âż acaso vas a decirme que te vas a acobardar precisamente ahora?— le dijo en tono burlĂłn, como retandola, sabiendo que no se echarĂa atrás. —Por supuesto que no— dijo ella con una sonrisa de autosuficiencia— Âżacaso se te olvida que ayer caĂ desde esta misma altura y que logrĂ© sobrevivir?, lo que me sorprende es que quieras que lo hagamos juntos. Parece una especie de iniciaciĂłn. —Ya te lo dije Amaia, estaba plenamente consciente de que estarĂas bien. Eres buena nadadora y yo mismo he saltado de aquĂ muchas veces, es una descarga de adrenalina que te recuerda que sigues vivo, pero que te hace acariciar muy de cerca la muerte. Creo que estar precisamente en esa delgada lĂnea entre la vida y la muerte, es lo que te hace apreciar más cada dĂa
El dĂa de la fiesta habĂa llegado Amaia se observĂł en el espejo, el precioso vestido ajustándose a cada una de sus curvas, resaltando indudablemente todos sus atributos, su cabello largo, negro y lacio estaba peinado en un perfecto moño, coronado por unas ondas que se volvĂan unos rizos perfectos, que caĂan enmarcando su rostro, sus bellos ojos azules tan azules, intensos como el mismo color del vestido que portaba estaban maquillados con una sombra negra, mucha pestañina lo cual le daba una mirada más profunda y felina sus ojos se veĂan almendrados y resaltados, sus mejillas cubiertas por un ligero rubor y sus labios con una apariencia jugosa y carnosa estaban cubiertos por un labial. —Estás preciosa— exclamĂł Nikolay saliendo del vestidor y encaminandose hacia ella, se colocĂł justo detrás y sus grandes manos le cubrieron la estrecha cintura tirando de su cuerpo esbelto la abrazĂł, recargandola contra Ă©l —Sin duda serĂ© la Ăşnica de todos — ella observĂł lo guapo que estaba su esposo,
—Kira, que gusto verte. — le dijo en tono amable. —Comenzaba a creer que serĂa todo lo contrario, ya que pareces haber olvidado mi nĂşmero — le dijo mirándolo fijamente a los ojos mientras elevaba su copa de champagne y tomaba de ella con sensualidad, Pero con una frialdad en los ojos que era una clara muestra de lo molesta que estaba. —Bien sabes que las cosas no son como antes...— habĂa una clara advertencia en sus palabras, sin duda alguna instandole a mantenerse lejos. —¡Oh, por supuesto!— le dijo con un brillo malicioso en los ojos—¡Si ha quedado claro para todos que ahora eres un hombre que posee un compromiso matrimonial. —En efecto— le dijo sonriendo, Pero siendo parco en sus palabras y actitudes. —Bien, creo que deberĂa marcharme y dejarles un poco de espacio para que tengan está incĂłmoda conversaciĂłn. —No tienes por quĂ© irte, O'Farrell. — le dijo Nikolay. —Aunque yo lo agradecerĂa— asegurĂł Kira, con determinaciĂłn — sin lugar a dudas hay cosas que debo trat
—Y dime Amaia. ÂżCĂłmo llevas tu vida de casada?, no es fácil ser la mujer de un hombre como Nikolay... ÂżAmaia, está todo bien? Amaia parpadeĂł un par de veces y se girĂł nuevamente hacia Grace, quien la miraba con sus ojos verdes puesto en ella como mostrando inquietud por su ausencia de respuesta, Grace siguiĂł con la mirada del lugar hacia donde Amaia habĂa estado mirando y se encontrĂł con Nikolay en compañĂa de una hermosa rubia que a decir verdad parecĂa algo molesta... no pudo evitar preguntarse si es que acaso la reciĂ©n casada sentĂa celos, de aquella mujer que estaba cerca de su esposo. —Lo siento Grace, discĂşlpame, por un momento me entretuve. ÂżQuĂ© me decĂas? —Te preguntaba cĂłmo llevas tu vida de casada, ya que supongo que no es fácil convivir con un hombre como Nikolay. —Estoy prĂłxima a mi primer mes de matrimonio y la verdad es un poco dificil adaptar dos carácteres, porque como lo has dicho Nikolay es un hombre especial y yo... tengo mi carácter — sonriĂł —pero no me quej