—Sé que eres tú, Robert.—volvió a decir para alivio de Robert. Con sus dedos trazó su rostro y él sonreía cerca de sus labios.—También te hice daño, nunca te he pedido perdón, Robert.—él dejó unos dedos en los labios de ella, impidiéndole seguir.—Empecemos desde cero, los tres. Un nuevo comienzo. Dime que sí.—Quiero decirte que sí, pero…—¿Qué te lo impide, Alice? Si me das tu mano, jamás te soltaré otra vez.—Es muy complicado.—Prometo enamorarte.—No está siendo muy difícil eso.—confesó, encogiéndose de hombros.—Conocerte y…quererte me está resultando sencillo, me quedo mirando por esa puerta cada vez que sales y el corazón me hace fiesta en mi pecho cuando llegas y ahora…cuando me besaste…sentí que era la primera vez que lo hacías. Hazlo de nuevo.—despacio, se acercó más a su boca y se esmeró en ese beso como en ningún otro en toda su vida, dejó a la joven Alice jadeando, queriendo más de su boca y yendo hacia los labios de Robert para obtener más de esos besos, él la complació
Olía un poco a humo, ¡¿cómo es que un simple pan en la tostadora podía quemársele?!No lo entendía.Cuando Ethan despertó, sin llorar, solo haciendo ciertos sonidos, Alice acudió a su llamada, dejando a Robert en la cama.Preparó a Ethan, se fueron a la cocina, dejándole el día libre a la señora de la comida y la limpieza, luego de recoger todo lo de la noche anterior.¡Había dormido en la cama de Robert!Se sentía muy bien luego de aquella noche de sexo, y aquel había sido un magnífico cumpleaños. Sobre su cama había llevado el tercer regalo, aún sin tener tiempo de abrirlo, porque quería prepararle el desayuno a Robert.Ahora se daba cuenta de la mala idea que eso fue, debió dejar que la señora prepara el desayuno antes de irse.¡Ahora se encontraba en un apuro!Sacó a Ethan de la cocina y comenzó a esparcir el humo, antes de que aquello activara la alarma, un pequeño trozo de pan se había quedado dentro de la tostadora, eso fue lo que provocó todo aquel humo.Exhausta, Alice vio qu
El chofer lo recogió en el aeropuerto.La última vez que lo vio fue el día de su boda con Alice Taylor y de todos modos no se quedó toda la noche, a ella acudió él y su esposa, Noelia Mills.Hacía una tarde maravillo y Robert iba con las ventanillas bajadas, ya estaban entrando al lugar donde vivía su hermano, se respiraba paz, demasiada, además de lujos, de estos lugares a los que entras y ya sabes que los de dentro tienen mucho dinero.El camino estaba rodeado de enormes jardines, todo era muy verde, el olor a pino inundaba su nariz, llenándolo de frescor, se escuchaba el canto de las aves y aquella residencia parecía como de un cuento o algo parecido, demasiado grande, demasiado perfecta.Los perros salieron a recibir el coche y Robert comenzó a tensarse. No era secreto que su hermano no sentía ningún tipo de amor hacia él, pero…lo necesitaba y Robert no se podía dar el lujo de no acudir a él, pues ya no contaba con el apoyo de su padre, había tenido una vida llena de lujos y derro
Pasó junto a Noelia que estaba a solo unos metros del despacho de su esposo.—Espera, Robert.—miró las cosas que él tenía en sus manos cuando Robert se detuvo. Tuvo que acercarse a él, porque Robert no retrocedió hasta donde estaba ella.—¿Cuánto tiempo tenemos sin verte?—su voz dulce mostraba toda su falsedad, además del tono tan bajo que mantenía para no ser escuchada por su esposo. Noelia era de una buena familia y conoció a Cedric mientras este impartía unas clases en la universidad, gracias a un trabajo de medio tiempo que tenía, al mismo tiempo que estaba por graduarse, ella apenas entraba a la universidad. Y enamorarse de aquel hombre fue tan normal como respirar, porque Cedric era muy atractivo, inteligente, atento, aunque con algunos secretos, recio a abrirse con alguien más, y prácticamente solo confiaba en su madre, ni siquiera mantenía un estrecho contacto con el señor Graham, su padre, dado que aquel divorcio entre él y su madre ocurrió cuando él era muy joven y su padre d
Casualmente coincidieron.Estaban los dos en el salón de la casa de Robert mientras Mark se movió incómodo.Conoció a Mary Jane cuando Loren se casó con su hermano, más tarde volvió a coincidir con ella, cuando la mujer secretamente contactó con él para solicitar sus servicios y comenzar un trámite de divorcio, asesorarse sobre todo lo que eso implicaba y qué podía pasar con su hijo, mismo que luego dejó en nada por las amenazas de su padre, retractándose de todo y entonces yéndose a vivir a otro lado con su hijo, en otra casa que no compartiera con su esposo, aunque de todos modos él veía a su hijo, pero Mary Jane sentía algo de libertad al no vivir bajo el mismo techo que él.—¿Estás bien?—Le preguntó sin mirarla. A aquel hombre le gustaba locamente Mary, más ella parecía ignorarlo. O no darse cuenta de lo que él sentía hacia ella.Habían coincidido una que otras veces gracias a Loren, donde indirectamente Mark le pedía que invitara a Mary. Poco a poco fue quedando flechado por ella
Para variar, estaban borrachos, luego de la cena los dos se fueron a charlar al despacho, pero Cedric comenzó a servir un trago, tras otro, hasta que las risas comenzaron, al igual que las charlas sinceras.—¿Dónde…está la madre Connor?—preguntó, arrojado en ese sofá, retiró sus zapatos y también sus medias, girando su cuerpo en dirección a su hermano. Cedric estaba en su silla, con los pies sobre el escritorio retirándose sus zapatos también.—Me dijo Connor que aún estaba en rehabilitación, pero si mal no recuerdo…—Robert…—lo detuvo, sin dejar que su hermano continuara.—Sé que te preocupas por Connor, pero como ya te dije, las cosas aquí pueden ser un poco difíciles para él, pero es que él tampoco pone de su parte.—Eso no responde a mi pregunta.—De vez en cuando Robert no sabía cuándo o cómo callarse y la mayoría de esas ocasiones era cuando estaba ebrio o porque le interesaba mucho un tema. Como en aquel momento.—Dime…¿qué pasó con la señorita Silver?La puerta del despacho se abr
La luz del fondo estaba encendida, podía ver completamente el aspecto de Alice, su desnudez, aquella corbata debajo de sus senos o la reciente mermelada que ahora tenía en ellos.Soltó lentamente las cosas que tenía en sus manos, cerró la puerta y le dio un beso a su novia. Tomó la corbata y la desató de la espalda de ella, manteniéndola debajo de sus senos, pero atándola a su nuca, de lado atrás, levantando de manera exagerada los enormes pechos de Alice Taylor.Tomó el frasco de mermelada y lamió con un dedo lo que tomó del pezón de Alice, procedió a entrar tres dedos en aquel frasco y lo esparció por ambos pechos, no dejando ni un solo espacio sin mermelada y dejando el frasco vacío. Todo lo dejó en ella.Aquel recipiente lo dejó en el suelo, tomó a la mujer entre sus brazo y la llevó hasta la habitación, cerrando la puerta.Cuando la dejó en la cama, Robert encendió la luz de la mesa de noche comenzó a desnudarse con toda la paciencia del mundo, sin dejar de observa a Alice, quien
Sintió un peso sobre la cama y abrió los ojos, lo siguiente en sentir en su cara fue la mano de su hijo estamparse con fuerza en su mejilla y luego la risotada de Ethan como si se burlara de su soñoliento padre, a un lado lo miraba Alice, todavía en pijama, pero Ethan estaba fresco, cambiado, incluso peinado, llevaba unos lindos zapatos y tenía un juego en su mano izquierda, misma que arrojó a la cara de su padre, pero Alice lo detuvo antes de que lo hiriera.Parecía una silenciosa venganza de parte de su hijo.—¿Pretendes hacerme daño?—Le preguntó, tomándolo en sus brazos e incorporándose.—Buenos días, Alice. ¿Llevan rato aquí?—Estaba muy cansado y no los escuchó entrar.—Quiero que lleves a Ethan a dar un paseo, al parque o de compras, lo que se te ocurra. Hace días que no sale, no tiene porqué estar encerrado.—¿No puede ser más tarde?—Parecía que ella quería que salieron de inmediato y él apenas sí estaba abriendo sus ojos a aquel nuevo día. Ellos dos sí que parecían haber llevado