Capítulo 1

Las vistas nocturnas siempre han sido de mis favoritas. La paz y la calma de la oscuridad siempre han sido un consuelo en medio de mi caótica y deslumbrante vida, además de que me encanta apreciar los pequeños destellos de luz en medio de la noche.

A las malas aprendí que no todo lo que está en la luz es bueno, y que no todo lo que está en la oscuridad es malo y ya que la noche es lo único que nunca me ha lastimado prefiero refugiarme en ella antes que en cualquier luz brillante que promete hacer el bien en vano para luego apuñalarte por la espalda cuando te sientes muy cómodo con ella y su falsa seguridad.

Cualquiera creería que en un lugar como este habrá más seguridad para proteger a los inestables residentes de causarse daño, causarlo a otros residentes, o incluso a los mismos cuidadores. Sin embargo, después de un tiempo aprendes a escabullirte porque te das cuenta de que el guardia de duerme una hora después de que todos se van a la cama, que el encargado del pasillo va por café 5 veces antes de la medianoche y que, en general, la gente aquí en realidad no se interesa por nosotros sino por su muy bien remunerado trabajo y mientras no causes problemas no les interesa andar tras una adolescente escurridiza.

Las vistas son tan increíbles con las luces de la ciudad a la distancia y los kilómetros de bosque y naturaleza que nos dividen, que casi olvido esas terribles pesadillas recurrentes que me atormentan por las noches y me impiden descansar apropiadamente, a veces quisiera poder simplemente borrar esa horrorosa parte de mi vida que siempre me hacen recordar y tan solo seguir adelante.

«Si fuera tan fácil no te encontrarías aquí» —me recuerdan desde aquella esquina donde la luz del edificio no logra ni siquiera reflejarse.

Como siempre tienen razón, y como siempre vuelvo a ignorarlas, no puedo negar su existencia pero aplicarles la ley del hielo suele bastar para que me dejen en paz cuando no quiero hablarles —que es casi siempre—. Siempre saben lo que pienso, lo que siento y lo que quiero, pero aún así no me ayudan a salir de este horrible lugar. Pero lo que más me molesta soy yo misma, porque a pesar de todo soy muy dependiente de ellas en mis sueños, desafortunadamente son las únicas a las que me puedo aferrar cuando la oscuridad de mi mente amenaza con consumirme desde adentro.

Las sombras se revuelven en la oscuridad tratando de llamar mi atención, puedo sentir como tratan de acercarse desesperadamente pero las luces del edificio las retienen, suspiro intentando relajarme, siempre me pongo un poco en alerta cuando se comunican conmigo directamente.

Aun siento la incomodidad de aquella tenebrosa mirada de mis sueños sobre mí, me persigue a todas horas sin parar y aunque el dolor ya no se siente igual aun lo recuerdo a la perfección y la sangre que siguió después. Me habría encantado que las sombras se hubieran deshecho de él y así yo no tendría que cargar con este peso en mi conciencia.

Será un amanecer de lo más lento.

Y lo confirmo cuando un día completamente nublado es lo único que recibo, coincide con mi humor y el del resto de las personas en este aburrido y deprimente lugar que se hace llamar orfanato, o mejor dicho "institución especializada para la atención de menores sin hogar" cuanta palabrería se inventan para un lugar donde ni los huérfanos ni los empleados quieren estar.

Nos obligan a asistir a la "escuela" como cualquier otro menor para tener buenas notas, ir a la universidad, tener un título y ser productivos en esta sociedad. Luego están las actividades recreativas —obligatorias por supuesto— que puedes escoger para realizar, según los especialistas son necesarias y nos ayudan a mejorar nuestra condición emocional. No estoy segura de qué tan cierta o efectiva sea su teoría, pero definitivamente me gusta llevar algo de sol y aire fresco todos los días sin ser forzada a hablar con nadie.

 Básicamente es como un centro psiquiátrico para adolescentes huérfanos donde los contribuyentes intentan dar buena imagen ante la sociedad mientras siguen sin resolver los problemas que nos trajeron aquí en primer lugar.  

Con tantas personalidades conflictivas es de esperarse que el ambiente siempre sea extraño y la gente haga cosas raras, pero por alguna razón hoy en particular se siente más extraño de lo normal.

En algún punto después del mediodía el ambiente comenzó a tornarse tenso y pesado, la niebla afuera del edificio se volvió más espesa y la luz del sol, antes oculta por las nubes, ahora se había oscurecido como si una tormenta estuviera a punto de desatarse. Solo que las tormentas se sienten diferente, como algo natural, incontenible, eléctrico y poderoso; este ambiente era mucho más... macabro y oscuro, como una película de terror a punto de dar un giro siniestro.

La oscuridad no se dirigió a mí en todo el día lo cual era extraño, sin embargo, el ambiente demostraba de su parte el aviso de algo malo a punto de ocurrir, ellas siempre lo sabían, y el que no intentaran explicarme de qué se trataba me mantenía más alerta de lo debido, pero cuando intentaba averiguar qué querían advertirme simplemente me ignoraban.

Todo permanecía en relativa calma, el ruido de la autopista se escucha a la distancia y nadie más parecía perturbado de la misma forma que yo —como siempre porque nadie más que yo parece ver la oscuridad de la misma forma—, algunos incluso ríen y corretean, pero la incomodidad permanece en mí y me encuentro tan paranoica que comienzo a sentirme observada y vigilada desde alguna parte.

El patio principal tiene una grama especial que no crece mucho y de alguna forma es acolchada, en un día despejado suele ser agradable sentarse en ella y sentir el sol, pero hoy parece la grama de un cementerio olvidado donde de repente saldrá algún animal mutante proveniente de otra dimensión a través de la niebla a devorarme.

Por suerte solo hay personas, ocho para ser exactos. Desde esta distancia no puedo ver mayor detalle porque mi pobre visión no colabora, pero a medida que se acercan noto que uno de ellos es director de la institución quien los guía mostrándoles el lugar y aunque desde esta perspectiva sólo hay grama baldía y un edificio de 2 pisos cubierto de neblina fantasmal, ellos parecen muy interesados en lo que sea que el hombre les esté diciendo.

De alguna forma su sola presencia me causa muchísima intranquilidad, como si la sensación que he tenido toda la tarde se hubiera incrementado 10 veces solo con verlos y estar a un par de metros de ellos. Un presentimiento terrible me llena causando escalofríos en todo mi cuerpo y ahora tengo la certeza de que ellos están relacionados a eso, de alguna forma que no puedo explicar, lo sé.

Y me espanto como nunca, porque siempre que tengo esta sensación efectivamente algo desastroso está a punto de pasar, quizá por la luz del día no puedo ver la oscuridad pero imagino a las sombras gritándome desde la oscuridad que huya y busque algún lugar seguro.

Si las cosas fueran diferentes tal vez las sombras se molestaran en cuidarme.

Creo que palidezco porque el corazón me comienza a latir rapidísimo y siento las manos heladas, la voz dentro de mi me grita que salga de allí cuanto antes y que ponga tanta distancia entre ellos y yo como sea posible, pero mi cuerpo no responde a los gritos que le doy en mi cabeza y antes de poder evitarlo el director se acerca con la aparente familia en mi dirección. No hallo la fuerza para apartar la mirada de ellos y aunque siento mi temor como irracional nadie más ve y siente lo que yo, así que tal vez el director no sabe lo que hace.

Me siento aterrada y de alguna forma atraída hacía su presencia, como si... alguna fuerza contraria me dijera que debo estar aquí, es muy contradictorio así que aprieto los ojos tratando de ignorar esa última sensación, debo huir ¿sería demasiado raro considerando que ya están frente a mi?

—Buenas tardes Alyssa ¿qué haces aquí a solas? —pregunta el director viéndome con una ceja alzada.

Ignoro deliberadamente la insistente y curiosa mirada de los otros siete pares de ojos y me concentro en la calmada y amable voz del director.

—Estaba dando un paseo, me pareció que el clima es bastante fresco como para eso —me las arreglo para responder sin tartamudear aún con el nudo en la garganta, pero la voz me sale estrangulada.

—¿Te gustaría acompañarnos? Le estoy mostrando las instalaciones a la familia Black.

No.

—Claro… —respondo reticente sabiendo que soy incapaz de negarle algo.

Quiero gritar y llorar y decirle que no quiero ir con él, pero ahora que le dije que si no puedo decirle que no, así que lo único que me queda es mirar al resto del grupo para al menos tratar de prepararme psicológicamente. De las 7 personas solo hay una mujer y todos visten ropas que aunque sencillas, transpiran el olor a dinero, que es seguramente la razón por la que el director les está dando un tour tan amable.

—Mucho gusto —saluda uno de ellos con una sonrisa encantadora.

Me quedo tontamente embelesada por un instante, no por su apariencia que es muy atractiva, sino por la calidez que siento de repente, calidez que mengua la helada inquietud en mi pecho, por algún motivo se siente familiar y me siento tan segura por un instante que me alarmo al siguiente porque esto no es natural, a menos que él sea alguna clase de brujo, lo que siento no tiene ningún sentido.

—Alyssa —respondo cuando se me queda viendo y estrecho flojamente la mano que me ofrece.

—Alexander —responde sin quitar la sonrisa. Muy imperceptiblemente algo cambia en su expresión, y aunque no puedo decir qué es, su sonrisa no parece tan sincera como un momento atrás.

Los demás se presentan brevemente —y descubro que la mujer y uno de los hombres son los padres de los demás— y el tour continúa sin percance alguno, son realmente personas muy amables, así que después de la inquietud inicial comienzo a no sentirme en peligro inminente e incluso cuando mi temor escalaba bastaba con mirar a Alexander para que su aura mágica me hiciera sentir en calma de nuevo.

—Oye —me llama el director un poco lejos del grupo mientras están distraídos— ¿Estás bien? Te noto algo distraída y también los miras mucho, especialmente al chico, Alexander, si te hacen sentir incómoda puedes retirarte, no tienes que seguir acompañándonos.

Aprecio su preocupación pero es algo tarde para ofrecer esa salida, señor.

—Estoy bien… —niego con un suspiro— Es solo que… No sé, se me hace familiar, siento que ya lo he visto antes, solo que no sé dónde, son ideas mías, quizá salió en algún video que vi —me encojo de hombros restándole importancia.

—¿Por qué no le preguntas? —aconseja.

No puedo evitar el horror que se plasma en mi cara ante su sugerencia ¿Cómo se le ocurre sugerir semejante cosa? He hecho todo lo posible por evitarlos y no participar en su conversación ¿y ahora él espera que vaya voluntariamente a preguntarle una ridiculez como esa? No gracias, normalmente no preguntaría absolutamente nada, menos aún algo tan raro como “¿nos conocemos de antes?” porque mi vida anterior es algo que no quiero recordar y ya sé cómo terminan este tipo de preguntas que la gente considera “extrañas”.

—Comprendo… —asiente cuando mi cara le dice todo— Bueno, si a él tampoco le incomoda entonces supongo que no hay problema ¿cierto?

Sin comentar nada más conmigo el tour se reanuda y ahora soy tan consciente de las palabras del director que me encuentro incapaz de darle una mirada a ninguno de los acompañantes, porque si él se dio cuenta posiblemente los demás también y no quiero tener que enfrentar esa vergüenza con un montón de desconocidos.

Cuando el paseo eterno acabó, nos sentamos en el patio con unas bebidas que mandaron a traer de no sé dónde que estaban deliciosas y eran la única razón por la que me había quedado aquí, pero claro que me hubiera ido de saber que uno de los gemelos que estaba en el grupo se me iba a sentar al lado para entablar conversación conmigo.

—¿Sabes? Mis papás están buscando adoptar a una chica —suelta de repente, sin filtro.

—Bien por ellos —respondo cortante centrándome en mi bebida, no quiero hablar con él, ni interesarme por sus asuntos ni los de su familia.

—Pero qué seca, termínate ese batido a ver si te hidratas un poco —refunfuña tomándose el propio.

Quedo tan anonadada por sus palabras que ni me da chance de ofenderme porque considero el insulto tan genial —aunque un tanto patético— que quisiera usarlo alguna vez.

Además de que tampoco es mi intención discutir con él y armar una escena, todos se ven bastante centrados en sus asuntos, lo cual es genial, y yo también estaba centrada en mis asuntos, lo cual era genial hasta que este vino a hablarme.

—Les pareces una buena candidata —comenta después de un rato en silencio—, así que tal vez en un futuro cercano seamos hermanos.

—Ok.

—¿Ok? —cuestiona confundido— ¿Cómo que ok? ¿No vas a decir más nada? ¿Tal vez un “estaría genial” o un “por nada en el universo me quiero ir con ustedes”? ¿No? ¿Nada?

Lo observo un tanto nerviosa ¿Qué quiere que diga? No es como si me importara ni como si tuviera mucha elección, si sus padres quieren llevarme con ellos entonces la institución les dará mis papeles y yo tendré que mudarme con ellos, fin del asunto.

—Sí, solo ok —me encojo de hombros terminándome el batido, y antes de que pueda decirme algo más dejo el envase en la basura y me voy sin despedirme ni del director.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo