Presentación

Mi nombre es Lunara Nocturne. Tengo diez mil años en el mundo humano tengo 18 años

Nací bajo la luna llena, en un mundo donde la magia palpita en cada rincón y la fantasía se entrelaza con la realidad.

Mis primeros recuerdos están teñidos de oscuridad, no por la noche que me cobijaba, sino por la sombra de unos padres que nunca entendieron el don que corría por mis venas.

Desde pequeña, supe que era diferente; mis ojos, un misterioso café grisáceo, reflejaban la profundidad de los bosques encantados, y mi cabello negro como la noche caía en cascada hasta la cintura, tan suave y brillante como las alas de un cuervo bajo la luz de la luna.

Mi piel, blanca como la porcelana, nunca conoció la marca del sol, pues siempre me sentí más en casa bajo el manto estrellado.

Mi figura, aunque frágil a primera vista, esconde la fuerza de los antiguos espíritus del bosque, una silueta perfecta esculpida por los susurros de la naturaleza.

Soy alta y esbelta, como los árboles que me vieron crecer, y mis movimientos son tan gráciles como los de una hoja danzando en el viento.

La soledad se convirtió en mi única compañera, una loba solitaria que encontró refugio en los campos abiertos y en el susurro de las plantas.

 Las flores, con sus colores vibrantes y sus secretos ocultos, se convirtieron en mis amigas, y de ellas aprendí el lenguaje de la vida.

Mi curiosidad es insaciable, siempre buscando entender el porqué de las cosas, aunque mi temperamento a veces se enciende como un fuego salvaje, rápido y furioso, pero también fugaz.

Mi personalidad es un reflejo de la dualidad de mi ser: por un lado, soy amable y gentil, con una inocencia que brilla en mis ojos y una sonrisa que puede iluminar la noche más oscura.

Soy adorable en mi forma de interactuar con el mundo, siempre dispuesta a ayudar a aquellos que lo necesitan, y mi bondad es tan profunda como las raíces de los árboles milenarios.

Sin embargo, tengo mis disgustos.

No soporto la crueldad ni la injusticia, y mi corazón se llena de tristeza ante el dolor de los demás.

Lo que quiero en la vida es simple: encontrar un lugar donde mi magia sea aceptada, donde pueda ser yo misma sin miedo al rechazo o al maltrato.

Mi magia, de un color gris como la niebla de la mañana, es un reflejo de mi alma.

 Con ella, puedo hacer brotar la vida en un desierto, sanar las heridas de la tierra y comunicarme con los seres que habitan en las sombras.

Aunque mi poder es considerado de rango bajo, sé que su verdadero valor no reside en la fuerza, sino en la intención con la que se usa.

Esta soy yo, Lunara Nocturne, una criatura de la noche, una hija de la luna.

Mi viaje apenas comienza, y aunque el camino esté lleno de incertidumbre, mi espíritu es indomable.

 Con cada paso que doy, la magia fluye a través de mí, y sé que, en algún lugar, hay un hogar para mi corazón errante, un lugar donde la luz y la oscuridad conviven en armonía, y donde el amor sea posible.

Y así, entre susurros de viento y murmullos de hojas, continúo mi andar, siempre adelante, siempre buscando, siempre soñando.

Porque en un mundo donde lo imposible se hace realidad, incluso una loba solitaria como yo puede encontrar su destino.

Soy Kael Emberfall. tengo 10,000 años de edad. Para los ojos humanos tengo 19 años

Nací de la unión prohibida entre la sombra y la llama, soy un joven diablo mitad licántropo cuya existencia desafía las leyes de la naturaleza.

Mi cabello es la viva imagen del fuego, rojo como las llamas que consumen sin piedad.

 Mis ojos, dos gemas anaranjadas, destellan con la ferocidad de un volcán a punto de estallar, y mi piel, blanca como la nieve en la cima de una montaña, contrasta con la oscuridad que habita en mi ser.

Mi cuerpo es una obra maestra de contradicciones, perfecto en su diseño, cada músculo y cada curva esculpidos con la precisión de un artesano divino.

Alto y robusto, mi presencia impone respeto y mi silueta se recorta contra el cielo nocturno como un presagio de tormenta.

Mi personalidad es un reflejo de mi linaje: Un ser de profundidades insondables y misterios sin resolver.

Poseo una determinación férrea y una voluntad que no conoce límites, forjada en el fuego de mil batallas.

Mi corazón, oculto tras una coraza de indiferencia, late con la intensidad de un tambor de guerra, resonando con un eco que atraviesa las eras.

Mis gustos son tan oscuros como la noche que me vio nacer.

Encuentro placer en la soledad de los bosques antiguos, en el canto de los lobos y en la danza de las sombras que juegan entre los árboles.

La música de una espada desenvainándose, el aroma de la tierra mojada y el sabor de la victoria son las sinfonías que componen la banda sonora de mi existencia.

Mis disgustos son tan fieros como mi espíritu.

Desprecio la debilidad y la traición, y mi ira ante la injusticia es tan devastadora como la tormenta que arrasa con todo a su paso.

 No tolero la mediocridad ni la conformidad, y mi desdén por la cobardía es tan intenso como el fuego que arde en mi alma.

Lo que quiero es tan claro como el cristal y tan complejo como el laberinto del destino.

Anhelo el poder, no por la dominación, sino por la libertad que conlleva.

 Deseo un mundo donde mi fuerza sea la llave que abra las puertas de un futuro mejor, donde mi nombre sea sinónimo de honor y respeto.

Pero, por encima de todo, busco a alguien que pueda ver más allá de la fachada del guerrero, que entienda la pasión que arde en mi alma y que comparta el calor de mi fuego.

Mi magia es un espectáculo de luces y sombras, un torbellino de chispas y cenizas que danza al compás de mi voluntad.

Con ella, puedo invocar dragones de fuego, forjar armas indestructibles y transformar la noche en día.

Aunque algunos puedan considerar mi poder destructivo, yo sé que es la esencia de la creación, la fuerza que da vida a la esperanza y que moldea el mundo a su antojo.

Esta soy yo, Kael Emberfall, un hijo del fuego y la ceniza.

Mi camino está plagado de desafíos y peligros, pero mi espíritu es inextinguible.

 Con cada paso que doy, la magia fluye a través de mí, y sé que, en algún lugar, hay un destino que me espera, un lugar donde la luz y la oscuridad se funden en un abrazo eterno, y donde el amor sea más que un sueño.

Y así, entre el rugir de las llamas y el eco de las batallas, continúo mi marcha, siempre adelante, siempre luchando, siempre ardiendo.

 Porque en un mundo donde lo imposible se hace realidad, incluso un guerrero solitario como yo puede encontrar su lugar.

En este mapa, se presentan cuatro territorios distintos, cada uno habitado por seres únicos y maravillosos:

Kranad: Este es el territorio de los ángeles. Un lugar donde la luz y la armonía reinan, y las criaturas aladas velan por el equilibrio del mundo desde sus majestuosas ciudades en las nubes.

Ilezar: Aquí se encuentra el reino de los humanos. Es una tierra de diversidad y contrastes, donde la voluntad y el ingenio humano han dado forma a civilizaciones llenas de historia y cultura

Sizulux: Este es el dominio de los demonios. Un territorio envuelto en misterio y poder, donde los seres de la oscuridad forjan sus propios destinos lejos de la luz del sol.

Soulenad: El territorio de los licántropos En estas tierras salvajes y llenas de vida, las manadas de licántropos corren libres, guiados por la luna y unidos por un fuerte sentido de la manada y la familia.

Cada territorio es único y esencial para el equilibrio del mundo representado en este mapa. Los límites entre ellos son más que simples fronteras; son la representación de la coexistencia de diferentes formas de vida y poderes en un mismo mundo.

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