En poco tiempo todo estuvo arreglado, el amigo de Aiden había vuelto y luego de darle un resumen de lo hablado entre Isabella y el abogado de Ricardo y Héctor, Bruno comprendió lo que la joven pretendía y redactó un contrato informal.—Esto servirá por el momento… — Le extendió la hoja a la joven. — Pero luego debes hacer un contrato formal, de preferencia más específico.—Entiendo, pero… ¿Con esto ellos…?—No podrán encerrarla, solo eso, pero no se puede hacer nada con respecto a la herencia, ellos seguirán el proceso legal, se convertirán en los tutores y tomarán el poder de la fortuna como los cabecillas de los Sinclair… — Explicó.Isabella bajó la vista hacia el pedazo de papel que tenía entre las manos, detallándolo, pensativa.¿Le quitarán todo a Margaret? A Isabella no le importaba el dinero, ella siempre había vivido con poco y hasta en la calle, pero… ¿Su abuela estaría de acuerdo?Ella no sabía qué hacer, pero, ¿qué otra opción tenía? De hecho, ahora que ella no era
Máximo llamó a Aiden, quien se acercó extrañado.—¿Sí?—¿No es esta una de las clínicas de la familia Sinclair? — Le preguntó Máximo a Aiden.—Por supuesto. — Respondió el primo de Isabella, confundido.—Pues, cómo la heredera, Isabella, es la legítima dueña de esta clínica y si no me equivoco, como dueña, creo que ella tiene el derecho de decidir quién se queda en la clínica y quién no lo hace. — Máximo se irguió, orgulloso y altivo.—Eso no significa que mi madre pueda irse con ustedes… — Gruñó Ricardo con la mandíbula apretada. — Somos sus hijos y nosotros decidimos, no nos pueden obligar a nada…—¿Ah, no? — Máximo chasqueo los dedos y otro de los hombres que lo seguía le acercó un abultado sobre. — Si quieres enfrentarme, te reto… — Máximo saco un montón de papeles que estampó en el pecho de Ricardo. — Estás son las copias de todas las inconsistencias que se han encontrado en los registros de la familia Sinclair durante la administración de ustedes dos… Cabe destacar q
Máximo apretó la mandíbula con incomodidad, ese sujeto, Aiden Sinclair, seguía sin agradarle, aunque había intentado ayudar a Isabella y eso le sumaba un punto.No obstante, a Máximo no le gustaba lo cercano y sospechosamente amigable que era con su esposa, una punzaba lo quemaba cada vez que los veía cerca.Al mismo tiempo, Aiden notó la molestia de Máximo y aunque en cualquier otro momento eso le hubiera causado satisfacción, ese día, Collins se había ganado algo de su respeto.Él había ayudado a su abuela y a Isabella, supo mover sus fichas sin hacer un escándalo y no solo eso, había puesto a raya a Ricardo y Héctor, por lo que no deberían volver a preocuparse por otra artimaña de ese par.Aiden no estaba acostumbrado a deberle nada a nadie y por sobre todo, había sido educado como un cabello, así que, en un acto que dejó a todos boquiabiertos, estiró su mano hacia Máximo, con mucha seriedad.—Oye, Collins… — Lo llamó Aiden. Máximo arrugó el entrecejo, confundido al ver la ma
Isabella y Máximo salieron hacia la mansión principal de los Collins, ella estaba nerviosa y su esposo lo había notado.—¿Estás bien? — Máximo interrumpió sus pensamientos. Isabella solo asintió.Él miró sus manos, la joven se apretaba los dedos, se removía, inclusive podía notar cierto temblor, Máximo estiró su mano hacia la de Isabella, apretándola con firmeza, en un intento por calmarla.Ella lo observó con algo de sorpresa, pero ya Máximo había volteado la mirada hacia la ventanilla, como si no estuviera haciendo nada.Al llegar, un efusivo saludo de Maximiliano sorprendió a Isabella, mientras que Máximo se mantuvo atento y serio a las acciones de su padre.—¡Oh, querida nuera, estás hermosa! Te sentó muy bien tu luna de miel. — Maximiliano la detalló de arriba para abajo, con una brillante sonrisa.—Gracias, señor. — Asintió Isabella, con timidez, acercándose nuevamente a su esposo para aferrarse a su brazo, sintiéndose algo incómoda con la actitud de su suegro.—Sean
Los ojos de Emily lo inspeccionaban fijamente, sus cuerpos estaban bastante cercanos, Aiden se puso rígido, intentando mostrarse serio.—¿Qué haces aquí?, ¿qué pretendes? — Murmuró Emily mirándolo con sospecha en la tenue oscuridad.—¿Qué?, ¿de qué hablas? — Aiden intentó apartarse, dando un paso hacia atrás, hasta donde el espacio se lo permitía.—No te hagas, sé que seguramente tienes algo planeado… Para empezar dime, ¿qué haces aquí? — Susurró Emily, cruzándose de brazos y acercándose instintivamente a él.—Estoy aquí para cenar… No tengo nada planeado, de hecho, me gustaría hacer las paces. — Intentó aclarar Aiden, levantando ambas manos como un gesto de rendición y buena voluntad, al tiempo que la miraba con mucha seriedad.—¿Las paces? No te creo, ¿crees que no me he dado cuenta? Has estado ignorándome durante toda la velada… Algo planeas. — Susurro, Emily, evidentemente molesta.—Solo pretendo evitar molestarte… ¿O es que eso no te gusta? ¿Qué te ignoré? — Aiden ele
La cena se había servido, Isabella comenzó a detallar una excesiva cantidad de cubiertos y platos que estaban acomodados simétricamente frente a la joven.Ella había recibido algunas clases de protocolo, pero lo básico y definitivamente, esto estaba a otro nivel, por lo que, no sabía muy bien por dónde empezar.La joven repasaba las lecciones recibidas mentalmente, los cubiertos se toman de afuera hacia adentro, le había explicado la instructora, pero ¿y la cubertería que estaba por arriba?, ¿qué se suponía que debía hacer con eso?Máximo seguía concentrado en sus pensamientos, sin siquiera notar el momento de confusión y dudas de su esposa, inclusive su padre le hablaba, pero él no podía concentrarse más que en la expresión triste que había visto en Isabella, eso era lo único que le preocupaba en ese momento.Mientras tanto, aunque Emily tenía planeada una pequeña broma para la indigente, ahora, en lo que menos pensaba, era en eso.Emily se removía en su asiento, nerviosa, Aiden
Emily estaba furiosa, se sentía traicionada y sobre todo, indignada. Aiden acababa de decirle que sentía algo por ella y, sin embargo, él la había humillado haciéndole tirar la copa.Y no contento con eso, se paseaba por el salón, muy campante, sonriendo y charlando con la indigente.Era tanta la rabia, que Emily contenía las lágrimas y apretaba los puños, mientras refunfuñaba desde un rincón apartado del salón.Isabella regresó con su marido, Aiden se acercó al bar para pedir un trago, en el camino, le dirigió una mirada a Emily y le guiñó un ojo.Ella ya no pudo soportarlo más, quería marcharse de ese lugar. Aprovechó que su padre estaba descuidado conversando con los invitados e intento escapar de esa estúpida reunión, caminando a paso rápido hacia la puerta.—¡Emily! ¡¿A dónde crees que vas?! — Voceo Maximiliano con autoridad, cuando ella ya estuvo a punto de salir, todos voltearon al escuchar la voz del anfitrión.—Me voy a mi habitación… — Se giró ella, sintiendo algo
La puerta de la habitación se había cerrado con un fuerte golpe, Aiden se acercó con mucho sigilo para luego girar la perilla en un movimiento rápido, entrando en la habitación sin ser visto.Emily estaba de espaldas, con el brazo hacia atrás, sosteniendo la cremallera de su vestido, la cual acababa de bajar, ella volteó rápidamente la mirada, apenas escuchó el sonido de la puerta, para quedarse pasmada.—¿Qué…? ¿Qué haces aquí? — Giró el cuerpo, quedando de frente a él.—Lo siento… — Aiden volteó la mirada. — No quise entrar así, es que…—¿Qué haces aquí? — Repitió Emily con algo más de fuerza.—Vine a ver cómo estabas…—¿Qué como estaba? ¿Esa es tu excusa? Acosador depravado. — Gruñó Emily.—¡Oye! Yo no soy ningún acosador, ni mucho menos un depravado, solo me sentí mal por como te fuiste y te seguí. — Replicó Aiden volteándose nuevamente hacia Emily, con el entrecejo arrugado.—¿Te sentiste mal? — Ella apretó los labios con disgusto. — Tú fuiste el culpable, tú me hu