Isabella y Máximo salieron hacia la mansión principal de los Collins, ella estaba nerviosa y su esposo lo había notado.—¿Estás bien? — Máximo interrumpió sus pensamientos. Isabella solo asintió.Él miró sus manos, la joven se apretaba los dedos, se removía, inclusive podía notar cierto temblor, Máximo estiró su mano hacia la de Isabella, apretándola con firmeza, en un intento por calmarla.Ella lo observó con algo de sorpresa, pero ya Máximo había volteado la mirada hacia la ventanilla, como si no estuviera haciendo nada.Al llegar, un efusivo saludo de Maximiliano sorprendió a Isabella, mientras que Máximo se mantuvo atento y serio a las acciones de su padre.—¡Oh, querida nuera, estás hermosa! Te sentó muy bien tu luna de miel. — Maximiliano la detalló de arriba para abajo, con una brillante sonrisa.—Gracias, señor. — Asintió Isabella, con timidez, acercándose nuevamente a su esposo para aferrarse a su brazo, sintiéndose algo incómoda con la actitud de su suegro.—Sean
Los ojos de Emily lo inspeccionaban fijamente, sus cuerpos estaban bastante cercanos, Aiden se puso rígido, intentando mostrarse serio.—¿Qué haces aquí?, ¿qué pretendes? — Murmuró Emily mirándolo con sospecha en la tenue oscuridad.—¿Qué?, ¿de qué hablas? — Aiden intentó apartarse, dando un paso hacia atrás, hasta donde el espacio se lo permitía.—No te hagas, sé que seguramente tienes algo planeado… Para empezar dime, ¿qué haces aquí? — Susurró Emily, cruzándose de brazos y acercándose instintivamente a él.—Estoy aquí para cenar… No tengo nada planeado, de hecho, me gustaría hacer las paces. — Intentó aclarar Aiden, levantando ambas manos como un gesto de rendición y buena voluntad, al tiempo que la miraba con mucha seriedad.—¿Las paces? No te creo, ¿crees que no me he dado cuenta? Has estado ignorándome durante toda la velada… Algo planeas. — Susurro, Emily, evidentemente molesta.—Solo pretendo evitar molestarte… ¿O es que eso no te gusta? ¿Qué te ignoré? — Aiden ele
La cena se había servido, Isabella comenzó a detallar una excesiva cantidad de cubiertos y platos que estaban acomodados simétricamente frente a la joven.Ella había recibido algunas clases de protocolo, pero lo básico y definitivamente, esto estaba a otro nivel, por lo que, no sabía muy bien por dónde empezar.La joven repasaba las lecciones recibidas mentalmente, los cubiertos se toman de afuera hacia adentro, le había explicado la instructora, pero ¿y la cubertería que estaba por arriba?, ¿qué se suponía que debía hacer con eso?Máximo seguía concentrado en sus pensamientos, sin siquiera notar el momento de confusión y dudas de su esposa, inclusive su padre le hablaba, pero él no podía concentrarse más que en la expresión triste que había visto en Isabella, eso era lo único que le preocupaba en ese momento.Mientras tanto, aunque Emily tenía planeada una pequeña broma para la indigente, ahora, en lo que menos pensaba, era en eso.Emily se removía en su asiento, nerviosa, Aiden
Emily estaba furiosa, se sentía traicionada y sobre todo, indignada. Aiden acababa de decirle que sentía algo por ella y, sin embargo, él la había humillado haciéndole tirar la copa.Y no contento con eso, se paseaba por el salón, muy campante, sonriendo y charlando con la indigente.Era tanta la rabia, que Emily contenía las lágrimas y apretaba los puños, mientras refunfuñaba desde un rincón apartado del salón.Isabella regresó con su marido, Aiden se acercó al bar para pedir un trago, en el camino, le dirigió una mirada a Emily y le guiñó un ojo.Ella ya no pudo soportarlo más, quería marcharse de ese lugar. Aprovechó que su padre estaba descuidado conversando con los invitados e intento escapar de esa estúpida reunión, caminando a paso rápido hacia la puerta.—¡Emily! ¡¿A dónde crees que vas?! — Voceo Maximiliano con autoridad, cuando ella ya estuvo a punto de salir, todos voltearon al escuchar la voz del anfitrión.—Me voy a mi habitación… — Se giró ella, sintiendo algo
La puerta de la habitación se había cerrado con un fuerte golpe, Aiden se acercó con mucho sigilo para luego girar la perilla en un movimiento rápido, entrando en la habitación sin ser visto.Emily estaba de espaldas, con el brazo hacia atrás, sosteniendo la cremallera de su vestido, la cual acababa de bajar, ella volteó rápidamente la mirada, apenas escuchó el sonido de la puerta, para quedarse pasmada.—¿Qué…? ¿Qué haces aquí? — Giró el cuerpo, quedando de frente a él.—Lo siento… — Aiden volteó la mirada. — No quise entrar así, es que…—¿Qué haces aquí? — Repitió Emily con algo más de fuerza.—Vine a ver cómo estabas…—¿Qué como estaba? ¿Esa es tu excusa? Acosador depravado. — Gruñó Emily.—¡Oye! Yo no soy ningún acosador, ni mucho menos un depravado, solo me sentí mal por como te fuiste y te seguí. — Replicó Aiden volteándose nuevamente hacia Emily, con el entrecejo arrugado.—¿Te sentiste mal? — Ella apretó los labios con disgusto. — Tú fuiste el culpable, tú me hu
Máximo siguió tocándola, besándola, aferrándose a los brazos y la piel de Isabella, como nunca antes lo había hecho, él parecía querer grabar y probar cada centímetro del cuerpo de su esposa y fundirse a ella.Acomodándose sobre Isabella y tomando sus labios con ardor, Máximo entró en el centro de su esposa, embistiéndola lentamente.Las pequeñas uñas de Isabella se aferraron a sus hombros y espalda, los gemidos llenaron sus oídos, el poco control que le quedaba a Máximo, se fue esfumando provocando en él, movimientos se hicieron más rápidos y rítmicos.En un gruñido gutural que hizo eco en la habitación, Máximo estalló en el interior de Isabella, arrancándole un fuerte gemido de placer a su esposa.Un momento después, solo se escuchaban sus respiraciones, ellos intentaban recuperar el aliento, con los ojos fijos el uno en el otro, con el corazón latiendo en un rápido movimiento.Máximo le dio un beso más a Isabella, pero este se sentía diferente, era muy pausado, suave, ligero y
Todo cambió, un nuevo mundo lleno de felicidad y posibilidades se abrió para Isabella, la joven era completa y absolutamente feliz.Tan feliz que, ocasionalmente, tenía miedo.Ella tenía miedo de despertar en una realidad diferente y que todo se hubiera tratado de un mágico sueño.¿Este era su final feliz? Lo que le había dicho su madre, era cierto, a las buenas personas le ocurren cosas buenas y aunque había perdido a sus padres, ahora tenía a su abuela, Margaret, y su primo, Aiden, quienes la cuidaban y estaban al pendiente de ella.Además, tenía un esposo que la trataba como a una reina, llenándola de atenciones, amor y cariño.Ella sentía que todo lo que había perdido, se le había devuelto por multiplicado y aunque sabía que era imposible, muchas veces se imaginaba que dirían sus padres si vieran el cambio que dio su vida.Esa era su forma de recordarlos.Isabella comenzó a conocer nuevos lugares, personas importantes, lujos que no se imaginaba, entre cenas, fiestas, actos
Máximo avanzó hacia Margaret, mientras la sala se mantuvo en silencio, era obvio para todos la ira que emanaba el sucesor de los Collins.Una vez que Máximo se detuvo junto a Margaret, se escuchó la voz algo balbuceante de Ricardo, quien recordaba claramente el último encuentro que tuvo con Collins en la clínica y la amenaza que le hizo.Por lo que, obviamente, no quería hacerlo enojar de nuevo.—Madre… Ya te lo dije, nosotros no lo hicimos…—Ya lo veremos… — Gruñó Margaret en respuesta, para luego dirigirse a Máximo. — ¿Me trajo lo que le pedí, señor Collins?—Así es. — Máximo estiró un sobre hacia la mujer, el cual ella revisó ansiosa y al sacar las páginas de su interior, abrió los ojos con una expresión de sorpresa.—Bien… — Margaret apretó los labios en una línea, su faz estaba marcada por la decepción. — ¿Cree usted que haya alguna manera de hacer mermar este escándalo?—Por supuesto, señora Sinclair, un escándalo siempre es opacado por otro más grande, aunque me tem