Capítulo 38 — Eres exquisita

— Esto funcionaría mejor si compartiéramos algo de calor corporal juntos. — Murmuró Máximo, logrando ver en la tenue oscuridad, como Isabella abrió los ojos de par en par. — Ven, acércate un poco.

Máximo se deslizó hacia Isabella, por debajo de las sábanas, y pasó su brazo bajo el cuello de ella, quien apenas se movió, levantando ligeramente la cabeza al notar su intención.

Él se quedó boca arriba para no asustarla con lo que pudiera sentir en medio de sus piernas, Máximo la apretó con su brazo, obligando a Isabella para que se acercara más a su cuerpo.

Ella quedó recostada de medio lado sobre el cuerpo desnudo de Máximo, sus pechos estaban prácticamente sobre él, pero por suerte, ella pudo recoger sus piernas para evitar afincarlas en los muslos de él.

Isabella cerró los ojos con fuerza, en un principio incómoda con la situación, pero no pudo poner ninguna objeción, él era su esposo, él la había rescatado y él la estaba ayudando a calentarse.

— Lo ves, estamos mucho mejor. — Con
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