Capítulo 1: Dios del pecado.

Madrid.

Diez años después.

Nerea entró al club saludando a los porteros a toda prisa, rápidamente mientras que ellos se reían viendo como la chica entraba intentando no llamar mucho la atención.

Ella llevaba por lo menos dos años trabajando en el club nocturno Opium, que era conocido en toda Madrid por ser un lugar frecuentado por las altas esferas de la capital. Políticos, artistas, nobles, jugadores de futbol. Aquel club era la sensación para todos, pero para Nerea era su pan de cada día.

Era la cuarta… no, la quinta… no tampoco… bueno, era como la décima vez que Nerea llegaba tarde en aquel mes, y su jefe ya estaba harto de sus constantes retrasos.

La chica iba corriendo por el pasillo, que daba a los baños de los empleados, quitándose algunas prendas de ropa para ganar tiempo. Tenía que cambiar rápidamente los jeans y la sudadera azul por su típico vestido corto rojo y zapatos de tacón antes de ocupar su puesto detrás de la barra. Se sentía como un trozo de carne vestida de aquella manera, pero era trabajo y no estaba tan bien económicamente para andar eligiendo empleo, había que ganar dinero y ya.

Cuando entró al baño se sobresaltó dando grito al toparse con alguien.

—¡¡JESÚS!! —gritó Nerea llevándose una mano al pecho por el susto que le había dado su jefe.- Madre mía Jesús, hijo mío, ¿pretendes matarme y quedarte sin la mejor camarera del club?

—¡Adivinas mis pensamientos, porque ni con ese nombre me respetas Nerea Cortés! —contestó Jesús molesto mirándola de arriba abajo, viendo cómo iba medio vestida y todavía despeinada. —Llegas tarde otra vez y te dije que ya no iba a permitir más faltas de tu parte.

—Jesusito de mi vida, cosita hermosa de mi corazón, déjame explicarte lo que sucedió. —pidió la chica poniendo una cara inocente que su jefe no tragaba más. —Tuve que hacer horas extras en el restaurante, por eso…

—¡¡No me interesa tus excusas Nerea!! —exclamó Jesús furioso. —¡¡Estoy cansado de que me veas la cara de tonto!!

—No te estoy mintiendo Jesús, de verdad tuve que hacer horas extras y por eso he llegado tarde. Ya sabes que por estas fechas suele haber mucho movimiento en los restaurantes con las cenas de empresas, reuniones de amigos y…

—Pues si no puedes con dos trabajos te hago el favor de quitarte uno. —soltó Jesús y ella lo miró con ansiedad. —¡Estás despedida señorita Cortés!

—Jesús por favor no me hagas esto, sabes que necesito este trabajo para complementar el dinero que necesito para pagar mi alquiler y ayudar a mi tía. —suplicó Nerea desesperada por qué no podía darse el lujo de perder el empleo.-Por favor, Jesús no me hagas esto, te lo suplico.

—Habértelo pensado antes de llegar tarde, Nereita. Tu descaro ya me tiene harto. —espetó.—Hoy es tu última noche aquí, así que cámbiate rápido y ve a la barra con una bonita sonrisa.

—¿Me acabas de despedir y quieres que trabaje esta noche? —preguntó indignada y su jefe asintió con impaciencia.

—Ya es demasiado tarde y a estas horas no puedo buscar a nadie para sustituirte. Por lo tanto, tendrás que trabajar esta noche si quieres cobrar todos tus derechos. Porque no sé si lo sabes querida, pero con todo el dolor de cabeza que me has dado desde que has empezado a trabajar aquí, tengo suficiente para echarte a la calle sin pagarte ni un solo céntimo. Y olvídate de las horas extras, porque con eso me pagas todos tus retrasos. —respondió Jesús y la chica lo encaró.

—¡Eres un cretino Jesús! —exclamó Nerea con indignación. —Yo me dejo la piel en este trabajo cada noche, ¿y ahora me echas a la calle como un perro y encima quieres que siga trabajando como una esclava solamente porque no quieres capaz de encontrar a alguien para sustituirme?

—Así es la vida nena, ya deberías estar acostumbrada. —dijo Jesús encogiéndose de hombros y Nerea tiró su bolso al suelo con rabia. —Cuando termines tu turno largarte de mi Club y no regreses.

—¡Este Club es de Áyax De Oliveira maldito aprovechado! —replicó mirándolo con asco y Jesús se río con sorna.-Él es el único que puede hacer y deshacer en esta m****a de lugar.

—¿Lo has visto por aquí alguna vez? …No, ¿verdad?-preguntó con un tono burlón. -Pues eso significa que aquí quien manda soy yo, y te lo vuelvo a repetir. Termina tu puto turno y no vuelvas a aparecer por aquí. —demandó y salió del baño dejando a la chica sola con su ira mal controlada y con una sola idea en la cabeza, cobrar sus horas extras como mejor se le daba.

Una hora más tarde Nerea estaba sola detrás de la barra del bar. Ella veía como sus compañeros se movían por la sala sirviendo en las mesas… bueno, por lo menos intentaba verlos porque ya estaba mareada después de haberse tomado unas cuantas copas gratis para celebrar su despido y varios chupitos de Tequila para hacer más grande el desmadre.

Nerea ya estaba chupando el borde de la copa cuando se dio cuenta de que estaba vacía y resopló con fastidio. La chica hipó mientras mirada el fondo de la copa y después se dio la vuelta para prepararse otro drink bien cargado de alcohol.

Nerea no sabía ni lo que estaba mezclando y poco le importaba, igual no era ella la que iba a pagar. Así que solo quería aprovechar al máximo su “exclusiva barra libre”.

—¿No se supone que deberías estar vendiendo y no bebiendo el alcohol, rubita? —preguntó un hombre detrás de ella, pero la chica estaba tan centrada en preparar su cubata improvisado que no se molestó en darse la vuelta para contestar.

—¡¿Quién ha dicho que no estoy vendiendo?!—soltó Nerea riéndose porque el alcohol le había provocado hipo y cuando se giró para ver al tipo se quedó boquiabierta. Mirada sexy y unos músculos que gritaban “macho alfa empotrador”.—¡Wow menudo semental! -exclamó un poco mareada.- ¿Eres real o fruto de la borrachera que llevo encima?

Nerea tenía delante a un hombre de unos treinta y pocos años, muy elegante, con una sonrisa de cabrón “mojabragas”, cabellos y ojos castaños oscuros, labios carnosos, fornido….bueno, que era extremadamente atractivo el muy condenado. Parecía un dios…el dios del pecado. Aunque también era su mayor enemigo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo