Todo estaba en un silencio aterrador. Ninguno de los dos hablaba. Desde el momento en que llegaron a la casa, están así; sin cruzarse miradas, manteniendo distancia, como si con ello, solo evitaran una gran discusión.Holly se sentía traicionada, estaba cansada de mentiras, pero aun así seguían ocultándole la verdad. Una verdad, que, pese a que está mal, también podría estar bien. Es contradictorio e hipócrita, porque la justicia debería ser la encargada de velar por la seguridad de aquellos niños, jóvenes y mujeres; sin embargo, es su esposo quien lo hace, a su espalda.— ¿Seguirás ignorándome? Sé que quieres hacerme la pregunta, así que hazlo — dijo Ezekiel, parado justo en el marco de la puerta.Parecía un adonis, con el reflejo de la luz a su espalda, un Dios de la oscuridad.— No tengo ganas de hablar, ahora. Tengo muchas preguntas, claro que sí, pero estoy demasiado molesta en estos momentos — respondió la joven médica, cubriéndose con su manta, hasta la cabeza.— Cuando era niñ
Éste era un día diferente, Holly presentía que sería un buen día. Debía serlo, pues no todo podía ser tan malo en la vida de ellos. Su hermano, por fin pudo sentar cabeza, o eso es lo que lo hace pensar; y su amiga, se ve realmente feliz. Paulo ha aprobado sus exámenes, lo cual, lo hace estar a prueba para ser un titular ejemplar.No obstante, hay un inconveniente. Su ex novio ha iniciado su residencia en ese mismo hospital, y ahora su mejor ex mejor amiga, no para de insinuarse ante ella; como si realmente creyera que le afecta el hecho de que ella se haya quedado con Fernando.— Deja de mirarlo. ¿Acaso aun te afecta? — La voz de Paulo, hizo eco en su mente, y la piel se le erizo repentinamente de tan solo imaginarse con su ex y no con Ezekiel.» Definitivamente no. «pensó.— Solo me molesta que haya solicitado hacer justamente aquí, su residencia y no en otro lugar — responde, volteando y enfrentando a su compañero —. Y me molesta ella, porque también se le ha insinuado a mi esposo.
Esa conversación fue prometedora. Dos hombres luchando codo a codo, por proteger a la mujer que aman, porque un tercero, desquiciado anhela secuestrarla, para también poder amarla.» ¡Esto es una maldita locura de telenovela! «pensó en ese momento Ezekiel.No podía darse el lujo de confiar nada más en el hombre que tenía en frente, porque simplemente, no era su trabajo hacerlo. Fernando, sin esperárselo, cayó al suelo cuando recibió un golpe de parte del Ezekiel.— ¿Qué te pasa? — preguntó consternado, desde el suelo —. Pensé que ya estábamos bien.— Por lastimar a mi esposa — escupió el hombre. Una vez que Fernando se puso de pie nuevamente, y se limpiaba la sangre de los labios, Ezekiel, le volvió a propinarle otro golpe.— ¿Y ese?— Porque se me dio la gana — respondió, mientras caminaba fuera del lugar.— ¿Acaso te has vuelto loco? No puedes andar por la vida, golpeando a la gente nada más porque se te da la gana — refuta el joven médico.Ezekiel detiene sus pasos.— Puedo y lo ac
Holly sentía que el piso donde estaba parada, se abría y que caería en cualquier momento. No podía simplemente, de un momento a otro, ser dueña de un hospital. Fue entonces que comprendió, por qué no le recriminaban nada, respecto a sus faltas; que pese a estar bien documentadas, no era motivo para no estar atrasada en muchas cosas.Eligió ese hospital, por ser el mejor y el más serio del país. Porque creyó que allí, la tratarían igual que a los demás, pero, ¿cómo lograr eso si eres dueña?» Debes dejar de pensar en lo que pensarán los demás. «Se repitió mentalmente.La verdad era, que ella debía dejar de sentirse insegura y agradecer la vida que tenía; pero no lograba hacerlo cuando le daba ciertos beneficios que no eran necesarios. Ser dueña del hospital no era sano, no era un beneficio que necesitaba, y todos lo sabían, menos ella.Continuó con su trabajo, con la mente hecho un desastre, y cuando la media noche llegó, y el cambio de turno pasó, ella caminó hasta afuera, ignorando a
Holly seguía con el corazón desbaratado, especialmente, mientras observaba a lo lejos a la mujer que le dio aquella noticia; sin embargo, ya eso había pasado en segundo plano. Por su inconsciencia, su esposo estaba ahora luchando entre la vida y la muerte, por una segunda vez. La culpa le trabajaba en la mente, y la idea de ir a enfrentarse con ese malnacido le picaba bastante, pues estaba tan cansada de vivir de esa forma, corriendo del peligro, con su familia en ese mismo estado, con miedo a que les pase algo. Estaba claro que ella era la solución de todos esos problemas que sentía, estaban acabando con su patética vida, y si debía entregarse para que dejaran en paz a los suyos, lo haría sin ningún problema. Corrió hacia Fernando, cuando lo vio aparecer en el pasillo, y suplicó con la mirada, de que todo estuviera bien. El médico la miró con añoranza y se dio cuenta de que él, nunca podría volverla a recuperar, pero si trataría de que vuelva a tener esa sonrisa en su rostro. — Es
— ¿Y Holly? — preguntó Kerianne, la madre de Raúl, al notarlo con un vaso de café en las manos —. No la he visto desde que salió.— Está sentada afuera. Le estoy llevando café — responde él, muy seguro.— Te acompañaré. Su mente está un poco revuelta y dejarla sola no es seguro.— ¿Por qué lo dices, má? —consultó, con el ceño levemente fruncido.— Por la culpa. Sé lo que se siente que las personas que amas, estén en peligro por alguien obsesionado. Tú estuviste en peligro, y ahora su esposo, dos veces. La culpa la puede obligar de formas inexplicables — respondió.— No creo que Holly sea tan estúpida.— Y no lo es, pero por amor, hacemos muchas cosas. — Esa respuesta era muy cierta, especialmente cuando levantó la vista y observó a la mujer que ahora le roba los suspiros.Recordó como ella se enfrentó a esos hombres, solo para salvarlo.— Tienes razón. A veces cometen tal locura que no sabes si reprenderla o — La seriedad volvió a su rostro —. Ella ya lo hizo y lo volvería a hacer.—
En el momento en que dijo que se sentía culpable, y su forma de ser tan cariñosa, Ezekiel supo que su esposa se entregaría. Quizas tenía sus sospechas, y no pensó que lo haría ese mismo día; por eso ordenó que la cuiden, y no lo hicieron. » ¡Por un Demonio, no lo hicieron! «maldecía a cada tanto. Cuando se enteró de la noticia, todo su cuerpo fue incapaz de moverse; pero, cuando le mostraron el video, y vio el miedo y la duda en los ojos de su esposa, el corazón se le afligió. — Ella no tenía por qué hacerlo. No debió entregarse — mascullaba, mientras caminaba de un lado a otro. — ¿Cómo sabes que se entregó, y no fue por cuenta propia? — susurró la enfermera, recibiendo la mirada de todos los presentes. — ¿Qué estás queriendo decir? — masculló Dankworth. — Se entregó y se fue por cuenta propia, obviamente — respondió Gina en ese momento —. ¿Acaso el cerebro no te da para ver lo obvio? — Creo que he formulado mal, la pregunta — dijo. Su intención era clara, y obviamente deseaba q
Un viaje muy largo, para llegar a un desierto, con varios tinglados, y contenedores. La mente de la joven médica, ya se imaginaba lo que habría dentro de ellos; sin embargo, lo que no esperaba, fue encontrar una celda con personas encadenadas, como reos. Ni siquiera aquellos animales vivían en estados tan deplorables como ese lugar. Su corazón se partió un poco más, luego de ver de cerca lo que es ese mundo oscuro, contra el cual su esposo luchaba. Es entonces que pudo comprender más de cerca, lo que él vivió. Volteó y vio una celda, llena de niños, y corrió hacia ellos. Cubrió sus labios y un sollozo soltó sin querer, a ver sus rostros. ¿Cómo podía ser fuerte ante tal situación? Eran seres inocentes que no podían estar allí. — Eres un monstruo. — Sus palabras salieron en un susurro, casi rota e inaudible. Estaba consternada, rota y desesperada por hacer algo; pero débil e inútil, por no saber cómo. Sus manos estaban hechos puños, mientras intentaba calmar su respiración —. ¿Cómo p