Ese día, fue brutalmente caótico. Participó en dos cirugías, luego de que la interrogaran sobre su salud. Ella se sentía cómoda, aunque había notado cierto respeto hacia ella; especialmente por parte de su ex mejor amiga, quien trabajaba allí como enfermera. — Se supone que estás de reposo — dice su amigo Paulo, con el ceño levemente fruncido, y los ojos entrecerrados —. Escapaste, ¿no es así? — No soy una niña, Paulo. Estoy bien. Médicamente lo estoy, he revisado mis estudios, y no equivalía a un reposo de un mes — dice en su defensa —. Además, quería escapar de esa casa. — ¿Pasó algo? — pregunta, al notar a su compañera un tanto decaída. — ¿Crees que soy una niña mimada, incapaz de salir adelante sola? — Su pregunta lo desconcertó un poco, pues creía que esa parte de su vida ya lo había superado. Paulo conocía el trauma de su amiga, por querer ser fuerte y demostrar que todo lo que tiene es por mérito propio, y comprendía su dolor, su inseguridad menta; pues en muchos casos, la
— ¿Qué has logrado encontrar? — pregunta Denis a su empleado. Se encuentra sentado, fumándose un cigarrillo, mientras la música de su club, retumba al otro lado de la habitación.— No hay mucha información al respecto. Es como si sus datos hayan sido eliminados. Solo encontramos que es una de las mejores estudiantes de medicina, haciendo su residencia en su propio hospital — explica el hombre.— ¿Y el hermano? ¿algún familiar? ¿Quiénes son sus padres? Es imposible que no haya datos de ellos. — Denis estaba frustrado. Hacía una semana que volvió de Londres a solucionar algunos problemas, y desde entonces ha intentado rastrear su vida; pero no ha obtenido nada.— Se ha hecho una compra, según me acaban de informar, ella no se encuentra viviendo en la mansión Dankworth, sino en una cabaña en las afueras de la ciudad. La casa está completamente resguardada — informa, lo que hace que el hombre sonría.— ¿Su esposo la ha dejado sola?— Está en Estados Unidos — avisa, mientras su jefe se que
Los días comenzaron a pasar, y muy pronto pasaron dos semanas. Al principio Holly prefirió darle su espacio; sin embargo, al tercer día, tomó la opción de llamarlo. Ella no se consideraba una mala persona para dejarlo solo con esos pensamientos erróneas; pero él no contestaba ninguna de sus llamadas, ningún mensaje y mucho menos, ninguna respuesta de parte de Luis. Continuó con su rutina diaria, atendiendo a sus pacientes con dedicación; sin embargo, los últimos dos días, su mente comenzaba a estar en cualquier otro lugar, menos en su trabajo. — Ven — dice Paulo, tomándola del codo, y alejándola —. ¿Dónde estás? — En frente tuyo, Pau — responde, volteando a ver a Georgina, atendiendo a su paciente. — No. no estás aquí, no estás enfocada. Tu mente está en otro lugar, y necesito que vuelvas con urgencia. ¿Qué ha pasado? — Holly suelta un suspiro pesado, y lo enfrenta. — No he sabido nada de Ezekiel desde hace dos semanas — confiesa finalmente. — Pelearon y está bien. Todos los matr
Las cosas comenzaron a fluir mejor entre ambos, pero, Raúl Brusquetti no paraba de meterse en problemas con la gente mala. Después del enfrentamiento en el restaurante con uno de los capos más peligrosos de la mafia italiana, seguía debiendo dinero. Al principio se había desaparecido, pero ahora había vuelto, y no solo eso, había conocido a alguien que realmente le gustaba. Era la primera vez que una mujer despertaba ese tipo de sentimientos románticos en él, por lo que anhelaba conocerla, y al saber que trabajaba en el mismo hospital que su hermana, solo ella podía responder sus preguntas. Se encontraba esperándola en frente de su trabajo, cuando el auto de su cuñado se estacionó al lado del suyo, y de él descendió Ezekiel, observándolo curioso. — Holly no me ha avisado nada al respecto — comenta, recostando su cuerpo sobre su coche. — No le he dicho que venía. Necesito preguntarle algunas cosas — responde, mirando hacia la entrada, ansioso por que salga. — Entiendo — responde, m
Enzo se encontraba al borde del colapso sexual, apunto de llenar la garganta de su bella Holly; y, ciertamente no deseaba hacerlo; pero al parecer, ella, no pretendía parar hasta vaciarlo por completo. — No aguantaré por mucho tiempo — mascullo, en un ronco gemido. — No estoy esperando que lo hagas — musito ella, mirándolo desde abajo, con una sonrisa traviesa que despertó cada célula del cuerpo de su esposo. Estaba sorprendido por su hazaña, que, apenas logró articula una mísera palabra; mientras los ojos de su esposa, estaban fijos en él. — No aguanto más — Ella simplemente sonrió, y volvió a atragantarse con la hombría de su hombre. Una de las manos de Ezekiel, apretó el cabello de la mujer hasta que, no pudo resistirse más, y se descargó. Sin perder tiempo, la levantó en sus brazos y fue su turno de apoyarla en la pared, mientras ella, con una sonrisa traviesa, se limpiaba el resto de su orgasmo de los labios. — ¿Sucede algo? — preguntó de forma inocente. Una de las manos de
Eran exactamente las seis de la noche; y Georgina se encontraba saliendo del hospital, mucho antes que sus compañeros. Afuera ya estaba esperándola Raúl, y a lo lejos, un Ezekiel sonriente los observaba, como si mostrarse fuese un delito. Raúl tenía el corazón acelerado; esta era su primera cita y quería más que nada, que todo saliera bien; sin embargo, temía a que los nervios le ganen. Ante sus ojos, aquella mujer que se acercaba a él, era la más hermosa que alguna vez, haya visto. Dibujaba en sus labios, una sonrisa que iluminaba todo, con cada paso que daba. Era radiante. Era elegante. Georgina, sintió una punzada de placer en el pecho; pues era la primera que la miraban como ese niño la miraba. Se sintió hermosa, se sintió cálida y excitada. Sonrió más ampliamente por sus pensamientos; pues, había cosas que no cambiaban, y el sexo ella lo quería; solo que no imaginó desearlo tanto con alguien como él. — Hola — saludó ella, con las mejillas rosaditas —. ¿Cómo estás? Era la pregu
Todo era triste, la preocupación en los rostros de las personas, especialmente de los padres de Raúl, que ciertamente, estaban consternados por enterarse recién de las cosas. Aunque, nuevamente, omitieron la información real, creyendo de que todo era por la mafia de la familia.—¿Alguna información? — preguntó de forma autoritaria, Arturo. Todos estaban sentados en la sala, esperando alguna señal de Raúl, pero nada que llamaban.—No hay nada, señor.—Me quiere a mí, padre. Cuando crea que es momento, volverá a sonar mi celular — Apenas terminó de hablar, el celular de Holly comenzó a sonar, haciendo que su cuerpo se tense.Todos estaban expectantes de que contestaran, mientras los de servicios especiales los rodeaban, para dar con la ubicación. En una esquina, se encontraba Georgina, silenciosa y solitaria, mirando todo el panorama, esperando una respuesta. Su corazón latía a una velocidad que podría considerarse taquicardia. Estaba ansiosa por saber cómo estaba, y con el terror de qu
— No hubo formas de agarrarlos. Cuando los alcanzamos, ellos ya se habían quitado la vida — informa Luis, a su jefe —. Esa es una de las políticas de ese mundo. — ¡Maldita sea! Ellos estaban ahí — maldice Ezekiel. Camina de vuelta hacia su auto, donde es interceptado por el padre de su esposa, y lo toma de las solapas de su saco. — ¿En mierdas te has metido? — ¿Qué? — inquiere, completamente sorprendido. — ¿Qué? Esa no es la respuesta que esperaba, Dankworth — comenta Arturo, su suegro, completamente furioso — ¿Ella siquiera sabes que estás metido en todo esto? Ezekiel se estaba conteniendo, no quería sacar esa faceta loca que tenía oculta bajo la manga. No deseaba que nadie más lo viera, a excepción de sus enemigos; pero este hombre estaba presionando aquel botón. Luis se había dado cuenta, por lo que corrió hacia él, para poder ayudarlo. — No sé exactamente de lo que está hablando, señor Brusquetti — siseo en lugar de enfrentarlo. — Pues yo si lo sé. No dudo de tu cariño hacia