Raúl es un joven muy rebelde, incluso mucho más que su hermana; sin embargo, esta vez era consciente de que se había pasado de la raya, y que la gente con quien apostó y perdió, no eran iguales a los que suelen estar presentes en esas carreras.— Responde, Raúl. Ezekiel hiso una pregunta — musita su hermana. Ella se dio cuenta de que su hermano estaba nervioso, y eso, era algo poco común en él, salvo que en verdad lo necesite —. Hablaré con nuestra madre y le pediré hasta mañana. Pero debes prometerme que no volverás a involucrarte en nada peligroso.— En las carreras no fue — explica Ezekiel —. Acaban de informarme que no hubo apuestas de esa cantidad.Ezekiel sabía que su cuñado se había metido en algo turbio, y ahora estaba en problemas. Solo era cuestión de tiempo para que sus abuelos se enteraran.— Si fue en las carreras — Se defiende en joven —. Fue con un hombre misterioso, me quiso ver correr, aposté a que ganaría, pero lamentablemente perdí. Sabía mi nombre y se comportaba c
La vida de Holly estaba en peligro, y al parecer, Ezekiel aún no tenía la intención de decirle la verdad. Era tan testarudo, que, pese a su temor a perderla, estaba llevándola justo en la boca del lobo. Sin embargo, ella no era tonta, sabía lo que conllevaba ese enfrentamiento, y sabía que, lo único que logró fue despertar el interés en ellos dos.Ezekiel estaba sentado en el salón, mientras Holly ingresaba. Raúl se había marchado para su casa, mientras ella, se quedaría en su nuevo hogar, para descansar y enfrentar al día siguiente la vida real.— ¿De dónde vienes? — pregunto el hombre, oculto en una esquina. Holly lo buscó con la mirada, hasta que dio con él, y suspiró.— ¿Por qué preguntas si ya lo sabes? — contraataco. Ezekiel sonrió de forma irónica y negó.Bajó su vaso y se puso de pie. En ese momento, la joven médica, sintió un escalofrío correrle el cuerpo entero; y, a medida en que se acercaba a ella, su cabeza se inclinaba para poder enfocarlo en la cara. Era demasiado alto,
Ese día, fue brutalmente caótico. Participó en dos cirugías, luego de que la interrogaran sobre su salud. Ella se sentía cómoda, aunque había notado cierto respeto hacia ella; especialmente por parte de su ex mejor amiga, quien trabajaba allí como enfermera. — Se supone que estás de reposo — dice su amigo Paulo, con el ceño levemente fruncido, y los ojos entrecerrados —. Escapaste, ¿no es así? — No soy una niña, Paulo. Estoy bien. Médicamente lo estoy, he revisado mis estudios, y no equivalía a un reposo de un mes — dice en su defensa —. Además, quería escapar de esa casa. — ¿Pasó algo? — pregunta, al notar a su compañera un tanto decaída. — ¿Crees que soy una niña mimada, incapaz de salir adelante sola? — Su pregunta lo desconcertó un poco, pues creía que esa parte de su vida ya lo había superado. Paulo conocía el trauma de su amiga, por querer ser fuerte y demostrar que todo lo que tiene es por mérito propio, y comprendía su dolor, su inseguridad menta; pues en muchos casos, la
— ¿Qué has logrado encontrar? — pregunta Denis a su empleado. Se encuentra sentado, fumándose un cigarrillo, mientras la música de su club, retumba al otro lado de la habitación.— No hay mucha información al respecto. Es como si sus datos hayan sido eliminados. Solo encontramos que es una de las mejores estudiantes de medicina, haciendo su residencia en su propio hospital — explica el hombre.— ¿Y el hermano? ¿algún familiar? ¿Quiénes son sus padres? Es imposible que no haya datos de ellos. — Denis estaba frustrado. Hacía una semana que volvió de Londres a solucionar algunos problemas, y desde entonces ha intentado rastrear su vida; pero no ha obtenido nada.— Se ha hecho una compra, según me acaban de informar, ella no se encuentra viviendo en la mansión Dankworth, sino en una cabaña en las afueras de la ciudad. La casa está completamente resguardada — informa, lo que hace que el hombre sonría.— ¿Su esposo la ha dejado sola?— Está en Estados Unidos — avisa, mientras su jefe se que
Los días comenzaron a pasar, y muy pronto pasaron dos semanas. Al principio Holly prefirió darle su espacio; sin embargo, al tercer día, tomó la opción de llamarlo. Ella no se consideraba una mala persona para dejarlo solo con esos pensamientos erróneas; pero él no contestaba ninguna de sus llamadas, ningún mensaje y mucho menos, ninguna respuesta de parte de Luis. Continuó con su rutina diaria, atendiendo a sus pacientes con dedicación; sin embargo, los últimos dos días, su mente comenzaba a estar en cualquier otro lugar, menos en su trabajo. — Ven — dice Paulo, tomándola del codo, y alejándola —. ¿Dónde estás? — En frente tuyo, Pau — responde, volteando a ver a Georgina, atendiendo a su paciente. — No. no estás aquí, no estás enfocada. Tu mente está en otro lugar, y necesito que vuelvas con urgencia. ¿Qué ha pasado? — Holly suelta un suspiro pesado, y lo enfrenta. — No he sabido nada de Ezekiel desde hace dos semanas — confiesa finalmente. — Pelearon y está bien. Todos los matr
Las cosas comenzaron a fluir mejor entre ambos, pero, Raúl Brusquetti no paraba de meterse en problemas con la gente mala. Después del enfrentamiento en el restaurante con uno de los capos más peligrosos de la mafia italiana, seguía debiendo dinero. Al principio se había desaparecido, pero ahora había vuelto, y no solo eso, había conocido a alguien que realmente le gustaba. Era la primera vez que una mujer despertaba ese tipo de sentimientos románticos en él, por lo que anhelaba conocerla, y al saber que trabajaba en el mismo hospital que su hermana, solo ella podía responder sus preguntas. Se encontraba esperándola en frente de su trabajo, cuando el auto de su cuñado se estacionó al lado del suyo, y de él descendió Ezekiel, observándolo curioso. — Holly no me ha avisado nada al respecto — comenta, recostando su cuerpo sobre su coche. — No le he dicho que venía. Necesito preguntarle algunas cosas — responde, mirando hacia la entrada, ansioso por que salga. — Entiendo — responde, m
Enzo se encontraba al borde del colapso sexual, apunto de llenar la garganta de su bella Holly; y, ciertamente no deseaba hacerlo; pero al parecer, ella, no pretendía parar hasta vaciarlo por completo. — No aguantaré por mucho tiempo — mascullo, en un ronco gemido. — No estoy esperando que lo hagas — musito ella, mirándolo desde abajo, con una sonrisa traviesa que despertó cada célula del cuerpo de su esposo. Estaba sorprendido por su hazaña, que, apenas logró articula una mísera palabra; mientras los ojos de su esposa, estaban fijos en él. — No aguanto más — Ella simplemente sonrió, y volvió a atragantarse con la hombría de su hombre. Una de las manos de Ezekiel, apretó el cabello de la mujer hasta que, no pudo resistirse más, y se descargó. Sin perder tiempo, la levantó en sus brazos y fue su turno de apoyarla en la pared, mientras ella, con una sonrisa traviesa, se limpiaba el resto de su orgasmo de los labios. — ¿Sucede algo? — preguntó de forma inocente. Una de las manos de
Eran exactamente las seis de la noche; y Georgina se encontraba saliendo del hospital, mucho antes que sus compañeros. Afuera ya estaba esperándola Raúl, y a lo lejos, un Ezekiel sonriente los observaba, como si mostrarse fuese un delito. Raúl tenía el corazón acelerado; esta era su primera cita y quería más que nada, que todo saliera bien; sin embargo, temía a que los nervios le ganen. Ante sus ojos, aquella mujer que se acercaba a él, era la más hermosa que alguna vez, haya visto. Dibujaba en sus labios, una sonrisa que iluminaba todo, con cada paso que daba. Era radiante. Era elegante. Georgina, sintió una punzada de placer en el pecho; pues era la primera que la miraban como ese niño la miraba. Se sintió hermosa, se sintió cálida y excitada. Sonrió más ampliamente por sus pensamientos; pues, había cosas que no cambiaban, y el sexo ella lo quería; solo que no imaginó desearlo tanto con alguien como él. — Hola — saludó ella, con las mejillas rosaditas —. ¿Cómo estás? Era la pregu