Estoy nervioso desde que dejé ir a Bella. No sé si he hecho bien al dejar que saliera de la celda en la que pensaba meterla, pero desde luego, si mañana no aparece por aquí con la información que me ha prometido, no voy a dejar ni una sola casa de Ennisburgh sin registrar. A fin de cuentas es una ciudad de lobos, y de amigos de lobos.Salgo de la sala en la que me he encerrado todo el día, y me dirijo al único lugar que me permite relajarme un poco, la celda ciento dieciseis. Umm, solo con imaginar la cara de pánico de Vera, ya me calmo un poco.Pasó a la zona restringida, bajo la escalera, y en cuanto abro la puerta de su celda, escucho como se arrastra hacia la zona más oscura, en dirección a la pared. Como si eso le fuera a servir de algo.- Bueno, Vera, ¿qué tal estás? Llevaba unos días sin poder prestarte atención.- Déjame, cerdo. No tienes derecho a tocarme, ¿por qué no me matas y acabas con ésto?- Porque si te mato, ya no puedo divertirme, no me van esas cosas raras. La verda
Acabo de salir del cuartel de los cazadores, y mis manos aún tiemblan, por lo que decido meterlas en los bolsillos de la sudadera que llevo puesta hoy. He sido capaz de llevar a cabo el plan, he mentido con convicción, y he entregado datos falsos a Beau sobre el informe Anders.Me subo en el coche con decisión, y arranco el motor deseando llegar a casa. Si, he dicho casa, porque así es como me siento cuando imagino que voy a regresar con Alfa Michel.Sé que él tampoco es perfecto, me ha mentido sobre lo de mi madre, es cierto que no estaba en peligro real, pero comienzo a darme cuenta de que tiene razón con respecto a los cazadores. Al menos, sobre Beau y los otros líderes, esta gente no es buena, hay algo en ellos que no me gusta, y cuanto más tiempo paso alejada de este sitio, más cuenta me doy.He indagado un poco por mi cuenta, y he descubierto que Beau ha estado implicado en unas cuantas desapariciones de mujeres que se han producido desde que él asumió el cargo de líder de los c
He dormido mal, hay algo que no anda bien con Bella desde hace unos días. Desde esa noche en la que me esperó con la cena preparada, y me preguntó todo lo que la atormentaba, hay algo que le preocupa lo sé, lo veo en sus palabras, en su forma de moverse, y en como me mira. Ni siquiera hemos vuelto a pasar la noche juntos, en parte por mi estúpido orgullo de Alfa, que me impide preguntarle que ocurre, y porqué no quiere estar conmigo.Hay una parte estúpida de mi que teme que la respuesta si pregunto sea que ella no está preparada para pasar la vida entera conmigo, y que lo que quiere es que rompamos nuestro vínculo de compañeros destinados. Si, se puede romper el vínculo, aunque supongo que ella no lo sabe, y no deseo que lo descubra, ¿y si es eso lo que quiere? Me haría pedazos perder una compañera, he visto otros casos, sé como es perder a tu compañera, y haré lo que sea por evitarlo.Durante estos días nuestra rutina ha seguido un patrón, hemos hablado de la información que iba a l
Beau acaba de llegar, y me mira como si hubiera conquistado el mundo durante el día de hoy. ¡Cómo odio a este estúpido hombre! ¡Y pensar que hubo un momento en el que me parecía guapo, y en el que creía que era perfecto!- En fin, Bella, ¿cómo estás hoy? ¿Más dispuesta a cortarme detalles sobre los lobitos?- Beau, ya te he dicho que no voy a contarte nada, y te aseguro que cuando venga Alfa Michel vas a arrepentirte por el modo en el que me estás tratando.Se ríe con enormes carcajadas, y hay algo en esa risa que me da miedo. Me he dado cuenta de que Beau es un psicópata, pero desde luego, no es un idiota. ¿Por qué está tan convencido de que Alfa Michel no vendrá a buscarme?- ¡Ay, querida! Se me había olvidado lo estúpida que eres y lo fácil que es convencerte de algo. Alfa Michel no va a ven
Hoy he quedado con Michel, y me apetece mucho visitar la ciudad. Considerando que vivo escondida durante el tiempo que paso sola, o ahora con el falso marido que me ha mandado Michel para que me proteja, estos días son los mejores.Sé que es muy peligroso salir, y que si los cazadores me encuentran me capaturarán sin pensarlo dos veces, pero aún así, los días en los que puedo venir a la ciudad, comer con Michel y recorrer algunas tiendas, son mis preferidos.Llego al restaurante de siempre, al Sant’Angelos, e incluso antes de sentarme a la mesa, sé que algo no va bien. Michel está con una copa en la mano, y eso que él nunca bebe hasta después de salir de trabajar.- Empezamos fuerte la mañana, ¿eh?Él se gira, me mira, y parece no verme. No me he equivocado, definitivamente, algo no marcha bien aquí.- ¿Te refieres a ésto?- dice se&
Los días en esta celda se hacen eternos. No sé cuando es de día, ni cuando es de noche, ni cuanto tiempo ha pasado en realidad. La única medida del tiempo son los platos de puré de sobre que dejan en la puerta, y las botellas de agua que me traen de vez en cundo. A juzgar por la cantidad de comidas, y contando que solo traen comida una vez al día (o eso creo), debo de llevar encerrada más de dos semanas.Beau se fue, y nunca volvió, y lo que al principio me hacía respirar tranquila, ahora me asusta, ¿cuándo va a volver? Si no ha vuelto ya, es porque planea algo, pero ¿qué puede llevarle tanto tiempo como para tenerme aquí dos semanas sin interrogarme?La chica de la celda de al lado
Llevamos más de la mitad del camino recorrido, y no creo que vaya a servir de nada, he perdido la esperanza que tenía cuando salí de casa.Cathy me ha convencido para que recorramos en coche el mismo trayecto que cada día hacía Bella,y que un día ya no volvió a hacer. Me duele con tan solo recordar como me ha dejado plantado, y en especial, me duele pensar que he sido tan idiota como para creer que ella también me quería, está claro que no se puede confiar en Bella.De pronto, mientras yo sigo sumido en mis deprimentes pensamientos, veo como Cathy da un volantazo y dando media vuelta comienza a avanzar en sentido contrario al que íbamos hace un momento.- Pero, pero ¿tú quieres que nos matemos hoy? No sé como he podido dejar que conduzcas tú, estás completamente loca, y nunca debieron concederte el carnet de conducir.- Michel, a veces me recuerdas a mi abuela, que conduce a la misma velocidad que tú, y se quejá igual que tú. Si dejaras de ir mirando por la ventanilla, con ese aire me
- Beau.- le digo cargada de valentía, a pesar de que sea tan solo su prisionera.- si te atreves a quitarme algo de ropa, te vas a arrepentir.Beau se ríe, con un tono de desprecio que me hiela el alma, y me mira como si fuera un insecto en su camisa.- Querida, ¿qué podrías hacerme tú? Llevas aquí cautiva más de una semana, y ni siquiera has intentado escapar. No peleas mejor que yo, no tienes más fuerza que yo, y desde luego,no eres más inteligente que yo. Así que, tú has querido que hagamos esto por las malas.Avanza hacia mi, con pasos lentos, como si quisiera hacerme sufrir más dilatando el momento, y cuando me alcanza, agarra el bajo de mi camiseta, y me la arranca tirando con fuerza. La tela, al rasgarse me hace daño, pero reprimo el grito de dolor. Ha debido de golpear alguna de las heridas que aún no se han curado del accidente. Beau se ríe más fuerte, creyendo que me he quedado paralizada, y cuando eleva una de sus sucias manos, con intención de agarrar uno de mis pechos, mi