FIESTA DE COMPROMISO 🥳
Xavier
El salón estaba impecable. Cada detalle de la decoración era exactamente como lo había ordenado. El aroma a flores frescas impregnaba el aire, y las luces cuidadosamente instaladas creaban una atmósfera cálida y elegante. Era el día de mi compromiso con Josean, la mujer que, aunque no había logrado despertar en mí un amor profundo, me había cautivado con su delicadeza, su inteligencia y su impecable gusto. Todo en ella era distinto, y por eso quería hacerla sentir especial, única. Quería que este día quedara grabado en su memoria como uno de los más hermosos de su vida.
Me detuve un momento frente al enorme pastel que estaban decorando. Margarita, una de las empleadas más dedicadas, se esmeraba en colocar cada flor de azúcar con precisión.
—¿Todo va según lo que pedí, Margarita? —pregunté.
—Sí, señor Xavier. Todo estará listo tal como lo pidió.
—Perfecto, muchas gracias. —Le dediqué una sonrisa y me dirigí hacia el jardín.
Afuera, los jardineros trabajaban con rapidez y cuidado, cortando hojas sobrantes y ajustando los arreglos florales. Las buganvilias y las rosas blancas brillaban bajo la suave luz del mediodía.
—Buenos días, ¿cómo va todo? —pregunté con un tono firme pero amable.
—Todo marcha según sus indicaciones, señor. No se preocupe, quedará perfecto.
—Eso espero. La señorita Josean es muy exigente con los detalles, y quiero que todo esté a su gusto.
Los trabajadores asintieron con una mezcla de respeto y confianza. Satisfecho con el progreso, regresé al salón y luego subí al despacho para revisar algunos asuntos pendientes. Al entrar, encontré a mi hermana Laria dibujando en su cuaderno. Tenía apenas 12 años, pero ya mostraba un talento impresionante para el arte.
—Hola, cariño, ¿qué haces? —le pregunté.
—Dibujando, obviamente —respondió con ese tono tan suyo, que mezclaba inocencia y madurez.
—Qué bueno, mi amor. Estoy seguro de que será un dibujo hermoso. ¿Cómo ves todo para la fiesta?
—Seguro será perfecto, como todo lo que haces —dijo, encogiéndose de hombros.
Laria no era particularmente efusiva, pero sabía que me apoyaba. Desde la muerte de nuestra madre, nuestra relación se había vuelto más estrecha, aunque no habláramos mucho. Para ella, mi hermano y yo éramos todo. Quería asegurarme de que también disfrutara de esta ocasión.
Mientras ella se sumergía en su mundo, yo encendí mi computadora y comencé a revisar los reportes de ventas de esta semana. Había dejado a mi personal de confianza encargado de la farmacéutica y a mi hermano como vicepresidente de la empresa, donde procesábamos las mejores pastillas gracias al trabajo impecable de médicos y enfermeros excepcionales. La farmacéutica crecía día a día, y ese crecimiento constante era fruto del esfuerzo conjunto de todos. Tras verificar que todo estuviera en orden, firmé los documentos necesarios en línea, cerré la computadora y la guardé con cuidado.
Al levantar la mirada, me detuve a observar a mi hermanita. Estaba completamente concentrada, dibujando con la pasión que siempre la caracterizaba. Su mundo giraba en torno a sus ilustraciones: animes, flores y diseños de ropa que plasmaba con una creatividad sin límites. Sus muñecas animadas cobraban vida en los bocetos que llenaban sus cuadernos. Era evidente que aquello la hacía feliz.
Sin embargo, detrás de su dedicación y alegría había una historia difícil. Hace cinco años, un accidente le arrebató parte de su infancia. Perdió su pie en aquel trágico episodio junto a nuestra madre y desde entonces lleva una prótesis. A pesar de ello, mi hermanita ha demostrado una fortaleza admirable. Ha aprendido a convivir con esa experiencia, enfrentando cada día con valentía y una sonrisa que nunca deja de inspirarme.
El camino no ha sido fácil. En su antiguo colegio, sufrió bullying por su prótesis. Aquello la afectó profundamente. Cuando me enteré, no dudé en hablar con la directora y advertirle que no toleraría más abusos. Durante un tiempo, la situación pareció mejorar, pero el daño ya estaba hecho. Mi hermana perdió el interés en volver a la escuela, y yo, respetando su decisión, opté por buscarle otra alternativa. Desde entonces, recibe clases en casa con una maestra profesional, donde puede aprender y desarrollarse sin miedo a ser juzgada.
Mientras la observaba dibujar, me sentí orgulloso de ella, de su determinación por seguir adelante y de su capacidad para encontrar belleza incluso en los momentos más oscuros.
—¿Qué te parece si vamos a la habitación para que Margarita te ayude a prepararte? Quiero que te veas preciosa esta noche.
—Está bien —respondió, cerrando su cuaderno y guardando los bocetos con cuidado.
Tomé su manita y la llevé hasta su habitación. Allí le pedí a Margarita que la atendiera y me aseguré de que todo estuviera en orden. Después de despedirme de Laria, regresé a mi cuarto para prepararme.
Antes de entrar a la ducha, marqué el número de mi novia. El tono sonó varias veces, pero no contestó. Sentí una punzada de inquietud. ¿Estaría ocupada con los preparativos? ¿O algo más sucedía? Sacudí la cabeza, recordándome que debía ser paciente. Era normal que estuviera ocupada.
Encendí la ducha y dejé que el agua tibia relajara mis músculos tensos. Mientras el vapor llenaba el baño, pensé en lo mucho que había cambiado mi vida desde que conocí a Josean. Había aprendido a planificar cada detalle, a cuidar cada aspecto, no solo por mí, sino por ella. Aunque mis sentimientos hacia ella no fueran arrebatadores, quería que este compromiso marcara el inicio de una vida en la que ella se sintiera amada, segura y valorada.
Salí de la ducha y me quedé un momento frente al espejo, me pregunté si mi novia estaría tan ansiosa como yo, si compartiría esa mezcla de emoción e incertidumbre. Pronto lo sabría. Hoy era nuestro día, y nada podía salir mal, todo debería ser perfecto...
Después de secarme, apliqué crema hidratante generosamente, como siempre lo hacía. Elegí unos bóxers de marca, esos que siempre me hacían sentir cómodo, y una camiseta ligera. Luego, deslicé mi traje, una obra de arte diseñada por uno de los mejores talentos del país. Al finalizar, me miré en el espejo y ajusté los detalles: una cadena de oro brillando en mi cuello y mi reloj de lujo en la muñeca. Todo estaba en su lugar. Para rematar, me rocié un poco de Sauvage, uno de mis perfumes favoritos. El aroma era perfecto, justo como me gustaba.
Bajé al salón y noté que todo estaba impecable, exactamente como lo había planeado. Consulté mi reloj: eran pasadas las cinco de la tarde. La fiesta de compromiso estaba a punto de comenzar. Tenía todo preparado. Los anillos, adquiridos de la prestigiosa empresa de los Ushas descansaban en su estuche junto con un juego de cadenas de diamantes. Nada podía estar fuera de lugar.
Los empleados corrían de un lado a otro, ultimando los detalles de los bocadillos y bebidas. Miré al fondo del salón y vi llegar a los jóvenes de la banda musical, "Ébano Nocturno". Eran impecables, y sabía que su música estaría a la altura de la ocasión.
Algunos invitados ya habían llegado, pero todavía faltaban los más importantes. Consulté mi reloj de nuevo; no había señales de ella. Marqué el número de Eros, mi hermano.
—¿Eros? —respondí cuando atendió.
—¿Vas a llegar temprano?
—Claro, ya voy en camino. Estoy terminando unos trámites, pero llegaré con mi novia pronto.
—Bien, te espero. Oye, ¿has sabido algo de mi novia? ¿Te ha llamado?
—No, pero seguro ya está en camino. Sabes cómo es ella.
—Está bien, nos vemos Hermano.
Suspiré y colgué. Lo único que me quedaba era tener paciencia... Eso era lo que debía aprender esta noche.
SERA UNA NOCHE INOLVIDABLE 🥰 Xavier.Josean finalmente había llegado, y mi corazón dio un vuelco al verla entrar. Vestía un deslumbrante vestido plateado que parecía capturar la luz y devolverla en forma de destellos. Pero lo que realmente captó mi atención fue la máscara que llevaba puesta: un complemento inesperado, misterioso y cautivador. Caminó hacia mí con una sonrisa que dejaba entrever su diversión. Se detuvo a mi lado y, con un gesto teatral, se quitó la máscara. —Quería verme radiante para ti. Es solo un jueguito… ¿Qué te parece?— Comentó sonriente. —Estás hermosa, mi amor. Impecable— le respondí sinceramente. Ella se inclinó para besarme, y al instante sentí como un torbellino de emociones me envolvía. No cabía duda de que estaba perdidamente enamorado Josean. Aunque nuestra relación apenas comenzaba a tomar forma, sentía que había encontrado a la persona con quien deseaba compartirlo todo. El salón comenzó a llenarse con los invitados. Pronto el murmullo de las c
¿QUE ESCONDÍA, JOSEAN?🤔Xavier.—Déjame así.No sé si fue el vino o el ambiente cargado de expectación, pero algo me desconcertaba y, al mismo tiempo, me hacía desearla más. Sus besos en mi cuello encendieron algo en mí. Me dejé llevar, acariciando su piel, sintiendo su cuerpo bajo el mío. Era más delgada de lo que recordaba, pero achacaba esa percepción al alcohol.La habitación estaba sumida en la penumbra. Apenas podía distinguir los contornos de los muebles, pero ahí estábamos, ella y yo, atrapados en el momento. Habíamos tomado unas copas, tal vez más de las necesarias, pero no quería que eso arruinara lo que sentía en ese instante. Su silencio me desconcertaba; no dijo nada cuando me acerqué, cuando mi mano rozó la suya y luego siguió el camino hacia su rostro.—¿Qué pasa, mi amor?— murmuré.—Nada—, respondió en un susurro apenas audible. Su voz era diferente, como si algo la contuviera, pero yo quería perderme en ella.Empecé a besarla, despacio al principio, dejando que nuest
Cometí una locura 😶 Aitiana.Suavemente, retiré las manos fuertes que rodeaban mi cuerpo y me levanté con cuidado, procurando no hacer ruido. Miré al hombre que dormía plácidamente en la cama y una punzada de culpa atravesó mi pecho. Jamás imaginé que perdería mi virginidad de esta manera, por un maldito contrato que no leí. Una vil trampa. Había cometido el peor error de mi vida y ya no había marcha atrás. Tampoco podía arrepentirme. Suspiré en silencio mientras apartaba las sábanas manchadas de sangre, sintiendo cómo la vergüenza se apoderaba de mí. Me vestí rápidamente, con el peso de la culpa clavado en mi corazón. Esto que había hecho no estaba bien. Salí de aquella hermosa habitación, tratando de dejar mi vergüenza atrás. Una vez fuera, tomé mi teléfono y llamé al señor Eros responsable de esto. —Señor, ya he cumplido con mi trabajo. Acabo de salir de la suite de su hermano.—Muy bien, Aitiana. Hasta luego. Colgué de inmediato, sin querer escuchar nada más. Cuando estaba
Caí en la trampa de mi prometida.😡XavierAbrí los ojos con dificultad, un dolor punzante se apoderaba de mi cabeza. El aire estaba pesado, como si cada respiración se resistiera a entrar en mis pulmones. Giré la cabeza y ahí estaba Josean, desnuda, con su cabello desordenado y su rostro plácido. Me acerqué y besé su mejilla; soltó un suspiro, casi dormida. Las sábanas estaban arrugadas y, al mirarlas, no pude evitar sonreír como un idiota al recordar la noche anterior.Me levanté con esfuerzo y entré en la ducha. El agua fría golpeó mi cuerpo, despertándome por completo. Entonces mi mente empezó a unir los hilos de lo sucedido. Salí rápidamente de la ducha, el corazón latiéndome con fuerza. Algo no cuadraba. Volví a la habitación y observé a Josean. Su cuerpo estaba ahí, perfecto como lo recordaba, pero faltaba algo. Mi mirada se posó en su cuello, sus hombros, su pecho. No había marcas. Ni un solo chupetón. Ayer los había dejado ahí. Estaba seguro.La zarandeé con suavidad, intentan
¿Será que me reconoce? 🫨AitianaLlegué a la empresa con los papeles en mano, decidida a dejar atrás ese maldito trabajo que solo me había traído problemas. A cada paso, sentía el peso del miedo y la incertidumbre en mi pecho. No podía evitar pensar que, si ese hombre llegaba a descubrir el cruel engaño, sería yo quien cargaría con la culpa de algo que jamás hice a propósito. Todo fue obra de esa mujer, una manipuladora que parecía estar involucrada tanto con mi jefe y que, para colmo, se jactaba que pronto sera la esposa de alguien con más poder. Pobre el Ceo de esta empresa, no tiene idea que su prometida tiene algo que ver con su hermano. A veces a los enemigos lo tenemos más cerca de lo que imaginamos.La verdad es que no me importaba. No quería saber en qué lío estaban metidos. Lo único que deseaba era encontrar una forma de salir de ahí sin que ese contrato, que firmé por estupidez o desesperación, terminara hundiéndome.Entré al edificio sintiendo que los muros se cerraban sob
Me parecia conocerla.🤔Xavier.Quedé atrapado en el maldito elevador de mi propia empresa. ¿Cómo era posible que nadie le diera mantenimiento a algo tan esencial? Miré a la chica que estaba allí conmigo. Nerviosa, casi temblando, parecía a punto de entrar en pánico. Me acerqué con cuidado, intentando calmarla. —No te preocupes, saldremos de esta —le dije con un tono firme pero tranquilo, aunque parecía que mi presencia la ponía aún más nerviosa. No pude evitar una sonrisa irónica ante su reacción. Sé que tengo un porte que llama la atención, pero en este caso, ella actuaba como si temiera que fuera a hacerle daño. Por supuesto que no soy capaz de algo así. —Mire, señorita, tranquilícese. Inhale, exhale. Intente olvidarse de este espacio pequeño, cierre los ojos y piense en algo que le guste —le sugerí. Ella asintió con la cabeza y se ubicó en una esquina, obediente pero aún nerviosa. Mientras tanto, revisé mi móvil buscando señales de respuesta de mantenimiento. Nada. Solté un g
Perdidas de medicamentos 😵AitianaLos nervios se apoderaron de mí en el instante en que vi al señor Xavier de pie en la bodega. Su mirada iba y venía entre las cajas y yo, como si buscara algo que no podía encontrar. Tragué saliva, intentando calmarme, y saqué la tableta donde tenía todo el registro. Caminé hacia él con la firmeza que mi temblorosa confianza me permitía.—Buenas tardes, señor —dije, extendiéndole el dispositivo.Él me observó en silencio antes de preguntar:—¿Es usted la encargada de este lugar?—Sí, señor. Aquí tengo todos los informes de entrega, de ventas, de lo que ha salido y lo que ha entrado.Xavier tomó la tableta, pero no miró los datos. En cambio, se la pasó al hombre que lo acompañaba.—Verifica que todo esté en orden —ordenó—. Y que sea ahora mismo, mientras yo estoy aquí con la señorita.—Claro que sí, señor —respondió el otro, desapareciendo rápidamente de la bodega.Entonces, quedamos solos. El aire se tornó pesado y mi mente me gritaba que corriera,
Injusticia 😔Aitiana.Mi corazón empezó a latir como una m*****a locomotora en mal estado. ¡Como era esto posible!—Déjeme ver —respondió El señor Xavier, tomando los documentos.Yo observaba en silencio, sintiendo cómo el aire en el almacén de medicamentos, se volvía más pesado con cada segundo. "¿Desaparecieron cajas?" Mi mente trataba de procesarlo, pero las palabras de Javier me sacaron del trance.—¿Qué me puedes decir sobre esto?—Se lo juro, señor, no sé nada de eso.—¿Con quién estás trabajando? —preguntó, su mirada clavada en mí como una daga.—No estoy trabajando con nadie. ¿Con quién voy a hacer esto? ¡No tengo tiempo para tocar lo ajeno!—¿Estás segura?—Estoy segura, señor.—Entonces, ¿cómo es posible que las cajas desaparecieran solas? No tienen pies ni alas. Esto no tiene sentido.Sus palabras eran como un martillo golpeando mi cabeza. ¿Cómo explicar algo que no entendía? Me quedé en silencio por un momento, antes de que él saliera de la oficina acompañado de su hombre