Capitulo 4

FIESTA DE COMPROMISO 🥳

Xavier 

El salón estaba impecable. Cada detalle de la decoración era exactamente como lo había ordenado. El aroma a flores frescas impregnaba el aire, y las luces cuidadosamente instaladas creaban una atmósfera cálida y elegante. Era el día de mi compromiso con Josean, la mujer que, aunque no había logrado despertar en mí un amor profundo, me había cautivado con su delicadeza, su inteligencia y su impecable gusto. Todo en ella era distinto, y por eso quería hacerla sentir especial, única. Quería que este día quedara grabado en su memoria como uno de los más hermosos de su vida.

Me detuve un momento frente al enorme pastel que estaban decorando. Margarita, una de las empleadas más dedicadas, se esmeraba en colocar cada flor de azúcar con precisión.  

—¿Todo va según lo que pedí, Margarita? —pregunté. 

—Sí, señor Xavier. Todo estará listo tal como lo pidió.  

—Perfecto, muchas gracias. —Le dediqué una sonrisa y me dirigí hacia el jardín.  

Afuera, los jardineros trabajaban con rapidez y cuidado, cortando hojas sobrantes y ajustando los arreglos florales. Las buganvilias y las rosas blancas brillaban bajo la suave luz del mediodía.  

—Buenos días, ¿cómo va todo? —pregunté con un tono firme pero amable. 

—Todo marcha según sus indicaciones, señor. No se preocupe, quedará perfecto.

  

—Eso espero. La señorita Josean es muy exigente con los detalles, y quiero que todo esté a su gusto.  

Los trabajadores asintieron con una mezcla de respeto y confianza. Satisfecho con el progreso, regresé al salón y luego subí al despacho para revisar algunos asuntos pendientes. Al entrar, encontré a mi hermana Laria dibujando en su cuaderno. Tenía apenas 12 años, pero ya mostraba un talento impresionante para el arte.  

—Hola, cariño, ¿qué haces? —le pregunté.  

—Dibujando, obviamente —respondió con ese tono tan suyo, que mezclaba inocencia y madurez. 

—Qué bueno, mi amor. Estoy seguro de que será un dibujo hermoso. ¿Cómo ves todo para la fiesta?  

—Seguro será perfecto, como todo lo que haces —dijo, encogiéndose de hombros.  

Laria no era particularmente efusiva, pero sabía que me apoyaba. Desde la muerte de nuestra madre, nuestra relación se había vuelto más estrecha, aunque no habláramos mucho. Para ella, mi hermano y yo éramos todo. Quería asegurarme de que también disfrutara de esta ocasión.  

Mientras ella se sumergía en su mundo, yo encendí mi computadora y comencé a revisar los reportes de ventas de esta semana. Había dejado a mi personal de confianza encargado de la farmacéutica y a mi hermano como vicepresidente de la empresa, donde procesábamos las mejores pastillas gracias al trabajo impecable de médicos y enfermeros excepcionales. La farmacéutica crecía día a día, y ese crecimiento constante era fruto del esfuerzo conjunto de todos. Tras verificar que todo estuviera en orden, firmé los documentos necesarios en línea, cerré la computadora y la guardé con cuidado.

Al levantar la mirada, me detuve a observar a mi hermanita. Estaba completamente concentrada, dibujando con la pasión que siempre la caracterizaba. Su mundo giraba en torno a sus ilustraciones: animes, flores y diseños de ropa que plasmaba con una creatividad sin límites. Sus muñecas animadas cobraban vida en los bocetos que llenaban sus cuadernos. Era evidente que aquello la hacía feliz.

Sin embargo, detrás de su dedicación y alegría había una historia difícil. Hace cinco años, un accidente le arrebató parte de su infancia. Perdió su pie en aquel trágico episodio junto a nuestra madre y desde entonces lleva una prótesis. A pesar de ello, mi hermanita ha demostrado una fortaleza admirable. Ha aprendido a convivir con esa experiencia, enfrentando cada día con valentía y una sonrisa que nunca deja de inspirarme.

El camino no ha sido fácil. En su antiguo colegio, sufrió bullying por su prótesis. Aquello la afectó profundamente. Cuando me enteré, no dudé en hablar con la directora y advertirle que no toleraría más abusos. Durante un tiempo, la situación pareció mejorar, pero el daño ya estaba hecho. Mi hermana perdió el interés en volver a la escuela, y yo, respetando su decisión, opté por buscarle otra alternativa. Desde entonces, recibe clases en casa con una maestra profesional, donde puede aprender y desarrollarse sin miedo a ser juzgada.

Mientras la observaba dibujar, me sentí orgulloso de ella, de su determinación por seguir adelante y de su capacidad para encontrar belleza incluso en los momentos más oscuros.

—¿Qué te parece si vamos a la habitación para que Margarita te ayude a prepararte? Quiero que te veas preciosa esta noche.

  

—Está bien —respondió, cerrando su cuaderno y guardando los bocetos con cuidado.  

Tomé su manita y la llevé hasta su habitación. Allí le pedí a Margarita que la atendiera y me aseguré de que todo estuviera en orden. Después de despedirme de Laria, regresé a mi cuarto para prepararme.  

Antes de entrar a la ducha, marqué el número de mi novia. El tono sonó varias veces, pero no contestó. Sentí una punzada de inquietud. ¿Estaría ocupada con los preparativos? ¿O algo más sucedía? Sacudí la cabeza, recordándome que debía ser paciente. Era normal que estuviera ocupada.  

Encendí la ducha y dejé que el agua tibia relajara mis músculos tensos. Mientras el vapor llenaba el baño, pensé en lo mucho que había cambiado mi vida desde que conocí a Josean. Había aprendido a planificar cada detalle, a cuidar cada aspecto, no solo por mí, sino por ella. Aunque mis sentimientos hacia ella no fueran arrebatadores, quería que este compromiso marcara el inicio de una vida en la que ella se sintiera amada, segura y valorada.  

Salí de la ducha y me quedé un momento frente al espejo, me pregunté si mi novia estaría tan ansiosa como yo, si compartiría esa mezcla de emoción e incertidumbre. Pronto lo sabría. Hoy era nuestro día, y nada podía salir mal, todo debería ser perfecto...

Después de secarme, apliqué crema hidratante generosamente, como siempre lo hacía. Elegí unos bóxers de marca, esos que siempre me hacían sentir cómodo, y una camiseta ligera. Luego, deslicé mi traje, una obra de arte diseñada por uno de los mejores talentos del país. Al finalizar, me miré en el espejo y ajusté los detalles: una cadena de oro brillando en mi cuello y mi reloj de lujo en la muñeca. Todo estaba en su lugar. Para rematar, me rocié un poco de Sauvage, uno de mis perfumes favoritos. El aroma era perfecto, justo como me gustaba.

Bajé al salón y noté que todo estaba impecable, exactamente como lo había planeado. Consulté mi reloj: eran pasadas las cinco de la tarde. La fiesta de compromiso estaba a punto de comenzar. Tenía todo preparado. Los anillos, adquiridos de la prestigiosa empresa de los Ushas descansaban en su estuche junto con un juego de cadenas de diamantes. Nada podía estar fuera de lugar.  

Los empleados corrían de un lado a otro, ultimando los detalles de los bocadillos y bebidas. Miré al fondo del salón y vi llegar a los jóvenes de la banda musical, "Ébano Nocturno". Eran impecables, y sabía que su música estaría a la altura de la ocasión.

Algunos invitados ya habían llegado, pero todavía faltaban los más importantes. Consulté mi reloj de nuevo; no había señales de ella. Marqué el número de Eros, mi hermano.  

—¿Eros? —respondí cuando atendió.  

—¿Vas a llegar temprano? 

—Claro, ya voy en camino. Estoy terminando unos trámites, pero llegaré con mi novia pronto. 

—Bien, te espero. Oye, ¿has sabido algo de mi novia? ¿Te ha llamado? 

—No, pero seguro ya está en camino. Sabes cómo es ella.  

—Está bien, nos vemos Hermano.

Suspiré y colgué. Lo único que me quedaba era tener paciencia... Eso era lo que debía aprender esta noche.

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