Capítulo 5: Sí, tiene un corazón

V

Le encantaba cuando el sudor se le deslizaba por el rostro y se quedaba atrapado en su barba. Luego, en ese movimiento, saltaba al pecho de ella que gemía sin cesar ante las embestidas.

Jerom era un amante voraz, el sí quería todo de una mujer. Que sus dedos recorrieran las curvas preciosas que cambiaban al son de sus arremetidas, cómo los senos de ella subían y bajaban cuando el aire entraba a sus pulmones, la forma en que su cuello se tensaba al sentir el placer, todo aquello era lo que más disfrutaba al hacer el amor.

Ahí, con esa dama de compañía, que era indiscutiblemente muy hermosa, teniendo sus piernas en los hombros, cayendo sobre su cuerpo, aun así, él daba el 100% para dejarla satisfecha, para que no tuviera que fingir nada, solo por el hecho de que le estuviera pagando.

—¡¡Ah!! ¡¡Peter!! —gritaba la joven de cuerpo perfecto, sintiendo que se moría.

Peter. Ese era su nombre nocturno, uno que tenía que llevar ahora para no levantas más habladurías. Además del hecho de que para saciar su deseo y consumar un poco su dolor, usaba el sexo salvaje con chicas de la noche, muy costosas, porque ninguna dama de la sociedad, antigua novia o amante, quería ya salir con él.

Le tenían un miedo estúpido, ya que se empezaba a especular que «barba Azul», hacía algo con sus esposas, entonces la leyenda de que quizás se deshacía de ellas cuando ya no las amaba, o que robaba su juventud como un vampiro, se hizo tan fuerte, que todas lo evitaban y de ser un buen partido, se convirtió en un viudo negro.

—Jerom… no puedo más… de verdad —jadeó la chica de esa noche, tendida, mientras él seguía embistiendo.

—Está bien… ya voy a terminar —dijo con voz gruesa, desatada de lujuria.

Ella vio ese rostro, de gesto primitivo que gozaba al terminar. Ese momento de éxtasis personal, en el que su cabeza no pensaba en nada, solo su cuerpo se desintegraba en placer y se volvía encajar en segundos, era lo que nadie podía quitarle.

—Maldita sea —dijo despreocupado, mirando el reloj de su muñeca. Debo irme, tengo una fiesta en mi casa.

—¿Y ahora lo dices? ¿Qué es? ¿Una reunión para buscar a una pareja? —ironizó la dama de la noche.

—No, yo jamás voy a volver a casarme.

—Peter… ¿Quién va a cuidar de ti entonces?

El CEO viró a ver a la chica desnuda y extasiada mientras se ponía la ropa. Luego vio a lo lejos y sonrió tranquilamente. A ella le quedó claro que pensaba en alguien.

—Ya me he encargado de eso. Sé quién me va a cuidar. Lo ha hecho bien.

Salió sin despedirse mucho, solo con un «hasta pronto». La mujer se sintió algo aliviada, parecía ser que ese corazón, comenzaba a dejarse derretir del hierro que lo cubría.

***

Amy escuchaba mucha algarabía y el entrar de varios autos. Se notaba que tendrían una fiesta, solo que estando encerrada en esa alcoba que lo tenía todo, no podía ver al exterior.

Ese era un tema que hablaría con Jerom. No le gustaba sentirse así, solo encerrada, quería ir por todas parte de esa casa, con la promesa de no salir de ahí. El jardín era muy hermoso, deseaba poder verlo y recordar tiempos mejores.

Ahora que lo pensaba, ella no tuvo tiempos mejores. Solo delirios de niña rica que nunca apreció nada, y ahora, después de tantos golpes, entendía la belleza que podía encerrarse en una simple flor.

—Señorita, su cena —se escuchó que dijo alguien al otro lado de la puerta.

Amy sonrió y esperó con paciencia a que la muy anciana sirvienta hallara la llave correcta y entrara con la bandeja de la comida. Era casi cruel que fuera ella quien llevara la comida de la mansión principal a la casa de huéspedes.

—Lolita, por favor, pídele a Jerom que no te haga esto —le dijo Amy al verla entrar. Ella recibió la bandeja de inmediato.

—Ah, es lo único de lo que ahora me encargo en la mansión, mi niña. Si no te atiendo, ya entonces iré directo a un asilo.

Amy solo sonrió y se sentó con ella a cenar, aunque la anciana no comía nada. Era un deleite, eso sí, el hecho de probar comida deliciosa y nutritiva, sin tener que recibir sobras de su trabajo o el de Marcia. Cada bocado la acercaba a la gloria.

—Así voy a subir mucho de peso —recalcó probando el postre.

—Pero mi niña, si estás en los huesos. Mañana habrá mucha comida, esos ricos engreídos casi ni la prueban. ¡Ah! Mira la hora, debo irme, quizás sirva de ayuda en esa fiesta.

Amy la vio levantarse y salir de ahí, con mucha dificultad. No quiso preguntar el motivo de aquella velada, de seguro se trataba de algún acuerdo comercial o el cierre de una importante sociedad.

Había un detalle que la joven no notó hasta que terminó de comer; Lolita había dejado la puerta abierta. Se filtraba la luz del exterior por la puerta y de inmediato sintió el impulso de abrir e irse de ahí. Aun así, ¿qué ganaría? No tenía un sitio al cual acudir, ni nada parecido. Estaba comiendo 3 veces al día, por bañar al “pequeño” de 33 años. Esa era su única tarea hasta ahora.

—Estoy en un secuestro muy cómodo —se dijo para sí, cerrando la puerta, aunque sin seguro.

Ella no tenía idea que estaba siendo observada en todo momento, por los ojos de Jerom. A pesar de saber sus movimientos en aquella habitación, no se atrevía a verla cuando se cambiaba de ropa o se duchaba. Él era un caballero.

—He escogido bien a la persona que va a cuidar de mí —dijo con una sonrisa, a la vez que terminaba de arreglar su corbata.

Un toque en la puerta de su habitación, le hizo cerrar la tapa de su laptop con rapidez.

—Señor, ya sus invitados lo esperan.

—Gracias, Lionel. No puedo creer que haga esto, a tan poco de morir mi esposa.

—No se sienta mal, señor —replicó el mayordomo alcanzando el saco a Jerom—. Es un negocio de mucho dinero. Además, la última señora amaba las fiestas.

Jerom tomó aire. El corazón se le estrujaba cada vez que escuchaba eso de “última señora” porque le recordaba que no había solo una esposa muerta. Sonrió, se vio al espejo y salió de su habitación, para hacer frente a los feroces cazadores que querían su cabeza.

***

Fin capítulo 5

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo