Karol:
Logan se adentró a la cocina mientras Teo nos sujetaba a ambas, una de cada lado aseguradas por su fuerte agarre de mano. Me sentí débil por primera vez en la vida, no es que fuese imponente o la típica guerrera valiente de las películas de acción, pero tampoco me doblegaba ante otros. Y ahí estaba yo, parada en el mismo sitio durante quince minutos que sentí interminables sin posibilidad de escape.
Una lágrima se me escapó y la limpié con el torso de mi mano derecha lo más rápido que pude, pensé que nadie lo notaría —pensé—, pero segundos posteriores una risa arrogante me hizo tropezar con el rostro divertido de Logan.
—¡Oh, vaya! La psicóloga está asustada ¿O no? —pronunció cada palabra con desprecio y sacó del refrigerador dos cervezas que destilaron hilos de humo frío.
Lamí mis labios y negué con la cabeza sin apartar la mirada de sus redondos ojos pardos.
—¿Asustada? Sí, un poco —solté intentando que mi voz no temblara tanto, fingiendo una fuerza interior que en aquel momento no tenía.
—Muy bien, así debe ser.
—Logan, deja a la chica en paz, es la segunda vez que te lo digo, no habrá tercera —intervino Frank sentado sobre el brazo de un sillón.
—Toma —le dijo Logan a Teo y le extendió una cerveza—, suéltalas y ve a por aquella soga —le indicó señalando una cuerda fina que colgaba del alsfeizar de una ventana.
—Todo lo tengo que hacer yo —agarró la bebida y se encaminó al objeto.
Parada junto a Helen presioné nuestras manos y le brindé apoyo en silencio. Ella bajó su cabeza asustada y redujo sus quejidos, sustituyéndolos por suspiros profundos. Teo regresó y con cuidado nos amarró las manos, ordenó que nos sentáramos en el piso y obedecimos.
—¿Podría alguno de ustedes ponerme las gafas? —pregunté. Mi cabello se había dispersado por parte de mi rostro y los lentes estaban resbalándose por mi nariz.
—Teo... —pronunció Logan.
—¡Haslo tú! —gritó Teo y le dió un sorbo a su cerveza.
Logan rodó sus ojos y los hoyuelos de su nariz se dilataron. Maldijo en voz baja y se levantó de su silla para ayudarme. Una vez frente a mi dobló sus rodillas y se tumbó a mi altura. Levantó sus manos para tomar mis gafas y antes de ejecutar mi pedido extendió sus labios en una sonrisa reluciente.
—¡¿Qué?! —escupí fastidiada.
—Shhh, ¿Por qué me alzas la voz, psicóloga? —musitó mientras recorría mi rostro con la vista.
—No... no soy psicóloga, deja de llamarme así.
—Ya sabemos que no tienes familia, aquí no tienes el control de nada —contestó, sujetó mis gafas en una de sus manos y con la otra comenzó a retirar los mechones de cabello que tenía pegados en la cara—. Te llamaré como me venga en gana —culminó y se puso de pie.
—Imbésil —dije entre dientes con la mirada en lo alto.
Al decir aquello me agarró por el cuello y me levantó con él. Un dolor asfixiante se instaló en mi garganta y escuché a Helen soltar un grito de horror ante mi sufrimiento.
—¡Imbécil suéltala! ¡¿Pero qué haces?! —intervino Teo a espaldas de mi atacante, pero este continuó mi castigo. Frank por su parte observó y rodó los ojos.
—Escúchame bien... —y diciendo esto presionó sus labios y soltó una carcajada. Quitó su mano de mi cuello y aproveché para tomar aire luego de caer de rodillas al suelo.
—¡Logan basta! —escandalizó el taxista.
—¿No viste su cara? Po... pobrecita —se burló un par de minutos y volvió a su silla. Yo mientras tanto intentaba sostener las lágrimas y calmar a mi amiga.
—Mis gafas... Las necesito —es lo único que salió de mi boca tras aquella broma de mal gusto.
—No.
—Son mías, dámelas.
—Cuando sepas quedarte callada te las daré.
La cabeza de Helen cayó sobre mi hombro izquierdo y noté su dolor. No fue gracioso asustarnos de esa manera, no lo fue. ¿Pero quién era yo en aquella época para reclamarle? ¿Qué posibilidades tenía de ser respetada por un trío de desconocidos armados? Y no fue hasta que entramos a "ese mundo" que comprendimos la realidad de quien habita en el misterio...
—Frank cuéntales de una vez, me estoy desesperando.
—Logan, lo haré cuando yo quiera ¿Entendido?
—¿Entendido? —repito tras el chofer en burla.
—Tú te callas, psicóloga retraída —me enfrenta el castaño.
—Amordázame si quieres mi silencio, "jefecito".
—¡¿Lo ves Frank?! Por eso se busca que la maltrate.
—Logan por Dios, deja de pelear con ella, ya la has asustado bastante.
—Tenemos sed —evadí fijando la vista en Logan y este me dedicó una mueca en respuesta.
Recuerdo cuánto me gustaba provocarlo. Pese a mi posición de estudiante recién graduada y el cartel de "asustada" que Logan había puesto en mi frente luego de tantas amenazas y crueldad, nunca dejé de ser la víctima más respondona y metiche de su vida.
Teo buscó agua para nosotras y continuaron con el maratón de palabrerías que no entendimos.
—¿Puedo agregar algo? —interrumpí y ambos me miraron atentos.
—¿Cómo no se nos ocurrió amordazarlas? ¿Por qué las dejamos con el poder de hablar chorradas? —parloteó Logan.
—Pues ahí está ¿No? Son pésimos en vuestro "trabajito". A penas saben hacer un maldito amarre —dije mostrándoles mis manos desatadas.
—¡¿No sabes hacer un simple nudo?! —el castaño le gritó a Teo y este se encogió de hombros.
—¡Lo hubieses hecho tú!
—¡Basta ya! —soltó Helen sin dejar de llorar.
Desde el asalto en la carretera hasta aquel momento no había parado de derramar lágrimas.
—Rapu...
—¡No! ¡Me tienen harta! ¿Quiénes son ustedes? ¡Esto tiene que ser una broma, verdad! —escandalizó y se puso de pie—, ¡Vamos! ¡Iluminen a este par de universitarias!
Entonces los tres se miraron a la vez y comenzaron a reír sin frenos. Rodé mis ojos ante la escena tan ridícula que se desarrollaba en la cabaña, me puse de pie junto a Helen y la ayudé a desamarrar sus manos.
—De acuerdo, ¿Les cuentas tú o yo? —Logan le preguntó a Frank y este se encogió de hombros.
Cruzada de brazos me mantuve hasta que el trío de idiotas decidieron dejar de reír. Helen bufó un par de veces, ella al igual que yo no entendía la gracia de la situación, que lejos de ser normal era ostinante.
—Eres idéntica a tu madre —dijo Frank con una media sonrisa y arrugué mi frente ante dicha locura.
—Yo no tengo madre —afirmé de inmediato.
—Todos tenemos madre, pequeña. —Sacó un pañuelo de su bolsillo y limpió el sudor que corría por su rostro. Caminó hacia la nevera y tomó una botella de cerveza que abrió al instante.
—He dicho que no tengo madre, nunca la tuve ni quiero tenerla —agregué y me encogí de hombros.
—Tan terca como ella —comentó a los muchachos y estos sonrieron.
—¿Saben qué? Basta de rodeos, ¿Nos van a contar que pintamos aquí o qué?
—¡Epa! Les voy a contar, sí, pero lo necesario.
Rodé mis ojos y asentí.
—Tu madre era mi hermana, que Dios la tenga en la gloria.—Miró al cielo al pronunciarlo con una mano sobre su pecho—. Ambos pertenecemos a una compañía algo secreta.
—¿Pueden dejar el juego de una vez? Esto no es gracioso —pedí molesta.
—Escúchalo, psicóloga —intervino Logan y me guiñó un ojo. Lo fulminé con la mirada y adopté por ignorarlo.
—Es la verdad, ya no tengo motivos para mentirles. Así que si me permites, voy a aclararte un par de cosas. Kayra, tu madre, se casó con Víctor, tu padre, cuando eran jóvenes, más menos de tu edad... Víctor pertenecía a una familia de criminales por así decirlo.
—Sus hermanos cumplían condena en aquel entonces por tráfico de drogas y asalto a mano armada, entre otros delitos ilegales —añadió Teo.
—Exacto —continuó Frank—, sin embargo, tu padre no era como ellos. De hecho, se graduó en una universidad pública y ejerció de policía al alcanzar la juventud.
—Espera un segundo, ¿Eres mi tío? —cuestioné en burla.
—¿Qué más sería si es hermano de tu madre? —contestó Logan. Desde que la conversación empezó no paró de intervenir para causarme molestias.
—No te pregunté a ti, jefesito.
—¿En serio tengo que cuidar de esta...? —preguntó entre muecas.
—¿Esta qué? Vamos, continúa. No te tengo miedo ¿Sabes? ¿Y qué es eso de cuidarme? ¿Cuándo piensan liberarnos? ¡La verdad no les creo nada! ¡Libérennos! —hablé tan rápido que me gané la mirada absorta de todos, incluso de Helen, está se alzó de puntillas y me preguntó si estaba bien. Me encogí de hombros, sacudí mi cabello con mis manos y caí sobre la alfombra derrotada.
—Sabemos que estás alterada, pero si prestaras atención a la historia resolverías todos tus problemas.
—Logan tiene razón —afirmó Teo y suspiró desde su silla...
Karol:Un silencio recorrió la mediana salita de la cabaña. Recorrí a los extraños que me hablaban cosas sin sentido y elevé la vista hacia mi amiga, le pedí que se sentara conmigo y obedeció cansada. Ya habían pasado un par de horas desde que llegamos al lugar y el apetito de Helen se podía comparar con el de un tiranosaurio. Por lo que deduje que su rostro solo reflejaba una cosa: hambre.—De acuerdo, escucharemos todo lo que tienen que decirnos.—Un día se armó una revuelta en Brookline —prosiguió Frank—. Habían sido atacadas un trío de jóvenes universitarias que celebraban San Valentín. No sé si has escuchado de ese suceso, pero lo nombraron como "El crimen de las flores rojas" —relató cuidadosamente sin escatimar detalle alguno.—¿Las mataron? ¿Por qué ese nombre? ¿Flores?—Las tres eran vírgenes. Se esperaba que fuesen las mejores estudiantes del año. Pero tras el incidente ninguna continuó los estudios, una porque murió esa noche y las otras dos... Se dice que cuando las encont
Karol:Entrecerré mis ojos agudizando la vista y me encontré con una patrulla en medio de la carretera. Claro, eso fue segundos antes de que una mano gigantesca agarrara la parte anterior de mi cuello y me hundiera entre mis rodillas. Me sobresalté cuando mi frente hizo contacto con el asiento dónde me hallaba sentada, pero me mantuve en silencio.—Teo no saques tu arma, déjame a mi —murmuró Frank mientras disminuía la velocidad del auto.—Es por precaución. —Sacó el arma y le quitó el seguro. Hasta aquel momento catalogaba a Logan como el típico líder sin escrúpulos y a Teo como el principiante que acataba órdenes. Pero al ver la agilidad con la que agarró su Luger 9mm y se posicionó apegado a la puerta del copiloto listo para salir, no tuve dudas de que detrás de ese rostro inofensivo se encontraba un joven preparado.—Voy a bajar. Les pido que no intenten pedir ayuda porque...Y sin permitirle continuar un grito interrumpió sus palabras.—¡Ayudaaaaa! ¡Policíaaaaaaa! ¡Ayu...! —Loga
Karol:Negué repetidas veces al escuchar aquello. —Listo, me rindo ¿Dónde están las cámaras ocultas? —pregunté con las manos sobre mis caderas desplazando la mirada por cada rostro presente.—Mira Karolina, las preguntas serán en otro momento, ahora solo escuchen y hablen lo necesario. Y sí, esta es tu casa, y por supuesto la de ella. Ahora les presentaré al director de la Compañía Foro "Foro's Company", que justamente es...—Mi hermano —intervino Teo con una sonrisa de labios juntos.—Hermano mayor de Teo —prosiguió Frank—, él les explicará que harán a partir de hoy en esta casona, a demás deben prestar mucha atención a "esas puertas" que no deben abrir o "esos asuntos" en los que no deben entrometerse ¿Entendido? —Sí Frank —contesté con una mueca y Helen asintió.—Puedes decirme Tío, sé que es incómodo porque no me conoces del todo, pero deberías intentarlo —me dijo Frank con una mirada sincera que me hizo bajar la guardia y apasiguar un poco el espíritu respondón con el que había
Karol:—¿Sabes que acosar con el pensamiento también es abuso no? Podría demandarte por las cosas que estás pensando. —¿Es en serio? —me crucé de brazos y lo miré ladeando mi cabeza—, y yo podría demandarte por robarte mis gafas.—He venido en son de paz, lo juro —dijo acercándose a pasos tentativamente lentos hacia mi—, pero solo te las devolveré si recibo algo a cambio —alzó sus cejas a la par unas tres veces con insinuaciones poco disimuladas y bufé.—¿Qué quieres Logan? —cuestioné teniéndolo frente a mi. Levanté la vista sintiéndome realmente pequeña junto a él y permanecí batallando contra los nervios y el temblor en mis piernas.—Tus gafas, a cambio de... —Pasó su mano por mi cintura y me apegó a él—, un beso. —Finalizó y lamió sus labios.—¿Por qué besaría a un desconocido? —me impuse con la barbilla en alto.—Primero porque es mi condición y necesitas tus gafas —hizo una pausa para ladear su labios en una sonrisa juguetona—, y segundo, porque te gusto, igual que tú a mi.—Sí
Karol:—Lo que quiero decir es que hemos investigado todo sobre ambas, eres lo más parecido a una familia en la vida de Karolina, no podíamos quitarle lo que más quiere en el mundo.—Ahí si me muero —susurré yo y Helen me observó sonriente.—De acuerdo, continúa —pidió Rapu y Thiago asintió.—Kayra, tu madre —me dijo—, fue una mujer imponente, luchadora, y demasiado valiente para ser mujer, y lo fue más después del crimen de las flores rojas, que según Frank ya les habló del tema.—Sí, pero desearía saber un poco más luego ¿puede ser?—Por supuesto Karolina, te explicaré lo que quieras, pero en otro momento.Cómo les decía, Kayra dedicó toda su juventud a ayudar a Víctor con sus casos. Juntos fundaron la Compañía gracias a un fondo procedente de la herencia de Kayra. Ella lo apoyó en todo, posiblemente fue más decidida y atrevida que su esposo. Al punto que quiero llegar es que cuando nos enteramos de que estabas viva decidimos ir a buscarte, se lo debemos a tus padres.—Será a mi pad
Karol:Desperté por segundo día en la habitación de la casona, me estiré sobre la cama y estrujé mi rostro para ponerme de pie y dirigirme al baño. Me duché con agua fría para animar las células de mi cuerpo y me permití cantar mientras me cambiaba de ropa. Desde que había llegado solo pensaba en lo mismo: ¿Cuál es mi propósito aquí? ¿Qué va a pasar? ¿Por qué todo es tan raro? ¿Qué hay tras de las puertas custodiadas? ¿Por qué debemos encerrarnos cuando llegue visita? ¿De dónde viene el sonido que he sentido varias veces en la madrugada? Sacudí mi cabello y me puse las gafas. Alisté mi vestido corto holgado color rosa pálido y bajé las escaleras luego de recoger a Helen para ir a desayunar. —¿Me puede decir señorita Rapu dónde estuvo usted en la noche? Entré a tu cuarto en busca de calor para dormir y me encontré con las almohadas disimulando un cuerpo.—No sé de qué me hablas —dijo restándole importancia untándole mantequilla a su panqueque. La miré entrecerrando los ojos y sonrió—
Karol:Fruncí el ceño sin entender nada y comencé a idear otro plan. Lo cual me tomó mucho tiempo, suficiente para pasarme alrededor de quince minutos escondida pensando idioteces.—¿Buscas algo?«Mierda». Pronuncié en mi conciencia. Mi pecho se aceleró y temí girarme para ver quién me había pillado. Esa voz era desconocida.—Señorita ¿Se esconde de algo o alguien? —insistió y me di la vuelta lentamente.Era un hombre mayor, de unos cincuenta y muchos años; con su cabello blancusio y unas arrugas poco pronunciadas en su rostro. Portaba un traje bastante formal y un reloj Chopard 201 «No pregunten cómo es que sé de relojes». Lo que indicaba que hasta el agua que bebía tenía pepitas de oro.—Emmm, yo... —musité. El señor me miró de arriba a bajo descaradamente. Me observé a mi misma y carajos, ¿Quién me manda a vestirme tan provocativa?—¿Eres familia de Thiago? —cuestionó ignorando mi nerviosismo, con una sonrisa ladeada que no me gustó ni un poco.—Bueno... —musité. Se me dió muy mal
Karol: «¿Qué-le-pasa?». Me pregunté cuando cerró la puerta de su habitación. Agarró su cabello con sus manos y lo despeinó frustrado. Lo miré en silencio sin saber que hacer y por impulso fui hasta él y lo abracé. Hundí mi rostro en su pecho y lo envolví entre mis brazos. «¿Pero qué haces Karolina? ¿De dónde sale tanto afecto? Hace poco más de un mes que lo conoces y ya andas de cariñosita». Aparté las preguntas de mi mente y lo apreté contra mi. Algo me decía que necesitaba un abrazo de los míos. Su respiración fue moderándose hasta dejar de ser pesada. Sentí su corazón latir acelerado y sonreí contra su pecho. —Shhh, solo respira —musité logrando calmarlo un poco—, mírame—. Llevé mi mano a su rostro y acaricié su mejilla. «¿De dónde salió eso?». Sus ojos hicieron contacto con los míos y su aspecto se fue relajando. —Tengo que decirte algo —me dijo juntando su frente con la mía—, pero primero escúchame, no te alteres hasta que acabe, por favor —susurró y asentí. Me tomó de la ma