Karol:
Un mundo de nuevas oportunidades nos esperaba allá afuera. Ya no más. No más profesores, no más tareas, no más becas, no más libros... Todo sería sustituido por jefes, trabajos fijos u ocasionales, posibilidad de independencia, papeles e impresoras. ¡Hablaba de nueva vida! Eso fue lo mejor de haberme graduado, y me sentí, en aquel entonces, terriblemente orgullosa de ello.
Preparé un destino premeditado por mi ambiciosa cabecita y mis ansias de ser la reconocida Karolina Montejo que autoidolatraba cada noche antes de dormir. Lo soñé tanto. Hice de mi deseo un propósito irrevocable y poco lejano. ¿Para qué? Ahora que lo recuerdo solo puedo sonreír. Porque no hay un jodido día que no evoque en silencio aquella mañana en que cambió TODO.
~Viernes, Junio~
Boston es una ciudad hermosa, pequeña pero encantadora. Capital del Estado de Massachusetts, en Estados Unidos. Es una de las ciudades más antiguas del país y está cargada de historia, cultura, deporte y sitios emblemáticos. Desde sus inicios se ha destacado como un crison de arte, enriqueciendo a millones de visitantes que viajan para deleitarse con tan preciada ciudad. Su economía se basa en las Universidades, centros de investigación, empresas farmacéuticas y de alta tecnología. Por lo que no podría faltar que en mencionada tierra se hallara una de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos: La Universidad de Boston.
Esta Instalación, al igual que otras cercanas como Harvard y el Instituto Tecnológico, atraen a miles de estudiantes de todo el mundo gracias a su vida universitaria, diversidad cultural que transmite y a sus excelentes oportunidades laborales una vez graduado. Y un detalle importante: es privada. Lo bueno es: que ofrece becas a estudiantes con recorridos brillantes y bajos ingresos monetarios, y eso nos incluye a mi y a Helen, mi hermana (no de sangre, pero sí de corazón).
Por lo que haber entrado a tal prestigio estudiantil fue más que un milagro, y habernos graduado ¡Por Dios! Obra de los más poderosos dioses.
* * *
La mañana comenzó fresca y oscura, —a juzgar por la hora aseguraría que aún era de noche—, por lo que seguramente llegaríamos a casa de día.
Al salir de la instalación, las maletas me obligaron a sacar una fuerza que dudaba tener, y yo, toda delgada, casi quiebro los huesos de mis brazos en un intento estúpido de levantarla.
—Permiteme ayudarte —se ofreció el conductor del taxi que nos llevaría a mi y a Helen a casa.
—Gracias. —Agradecí su amabilidad y busqué con la mirada a mi compañera.
La vi a lo lejos del campus caminando como loca mientras arrastraba una maleta y cargaba su bolsa de mano. Sonreí ante su típica actitud y me apresuré a alcanzarla.
—El taxi ha llegado hace diez minutos Rapu, ven déjame ayudarte —me ofrecí a tomar su bolso, el cual posiblemente pesaba más que yo.
—Le estamos pagando ¿no? Pues que espere —dijo aleteando su mano libre.
—Debiste haberte graduado de abogada, para todo tienes respuesta —alegué rodando mis ojos osando molestarla.
—Se te van a torcer los ojos y quedarás bizca si vuelves a hacer eso.
Solté una carcajada y la golpié con mi codo justo en una costilla. Emitió un ligero quejido y rió conmigo.
—¿Todo listo? —preguntó el chofer con sus manos sobre sus caderas.
—Listísimo, andando —contestó Helen y a largas zancadas caminó hasta abrir la puerta del taxi y se metió dentro. Hice lo mismo y finalmente salimos del lugar.
—Jumm frío en verano ¿quién ha visto cosa alguna?
—El clima ha variado Rapu, cosas de la naturaleza.
—Esperemos que este año no nos espere alguna tormenta tropical, ¿recuerdan el año pasado? —intervino el conductor.
—¡Oh catástrofe! Dios nos guarde de algo así —exclamé recordando el incidente.
—Con que no pase por Rhode Island tenemos —comentó Helen tecleando algo en su celular.
—Por Dios, y las demás personas que se mueran ¿verdad? —repliqué molesta por su comentario y el chofer negó con su cabeza.
—Solo decía...
—¿Qué año cursan? —cuestionó el señor sin apartar la vista de la carretera.
—Ayer nos graduamos —destaqué orgullosa.
Rebusqué en mi cartera y saqué un espejo. Pasé mi mano sobre mi cabello e hice una mueca al ver lo despeinada que estaba. No voy a exagerar tampoco, siempre he tenido el cabello corto, y, en esa época, lo tenía un poco más abajo de mi barbilla, así que unos cuantos pelos sueltos generalizó mi disgusto.
—Vaya, felicidades.
—Gracias —dijimos ambas a la vez.
—Karol...
—¿Qué quieres?
—Recostarme sobre ti, si te apoyas a la ventanilla y yo coloco mi cabeza sobre tus piernas ambas estaremos cómodas —explicó y me dedicó una sonrisa.
—No tenías que ser tan específica. Ven.
—Nos vamos a detener unos minutos, no bajen —nos indica el taxista con voz autoritaria y frunzo en entrecejo al cruzar miradas con Rapu.
Pasaron los minutos, unos cinco para ser más precisa, y el silencio se hizo inquietante. Me acerqué al asiento delantero y miré hacia afuera, donde se encontraban dos hombres conversando con el conductor. Agudicé mi visión con el propósito de entender la conversación y fue en vano. Para cuándo decidí agarrar mi celular y marcar a la policía ya se encontraban los tres hombres abriendo las puertas del auto. Los dos jóvenes se sentaron a mi lado y sin tiempo a siquiera chistar noté un arma en las manos del castaño. Levanté la vista a su rostro y me sonrió con una malicia que me hizo tragar en seco.
No podría explicar exactamente las mil ideas que atravesaron mi mente. Y aunque muchas parecieron buenas, no fuimos lo suficientemente valientes como para ejecutarlas. Primero por el miedo a fallar y morir en el intento; y segundo, porque el pánico inmovilizó nuestros huesos.
«Si cooperamos estaremos a salvo». Me dije a mi misma con el propósito de tranquilizarme y reunir las fuerzas para no estallar en llanto.
Y así, envueltas en un problema del cual, no teníamos ni idea, comenzó a derrumbarse nuestro soñado futuro como diseñadoras. En ese tiempo, cuanto más, seríamos secuestradas; torturadas; o en el peor de los casos, comida para gusanos...
—¿Qué... Qué hacemos Karol?
—Shhh, ni una palabra, mírame —acuné su rostro entre mis manos e hice contacto visual con sus ojos—. Haremos silencio, nos quedaremos quietas y... todo estará bien ¿vale?
—Pero... no...
—Pero nada Rapu... cooperaremos ¿ok? —le susurré y volví a abrazarla.
—Oh, vaya control ¿No? ¿Y si te dijera que ambas van a morir? —interviene el de la sonrisa amenazante y lo miro apesumbrada.
—Logan, deja a la chica en paz —le exige el chofer y él cumple.
Me entretuve por segundos con un largo mechón del cabello de Rapu y recé en silencio. No lo creí justo. ¿Por qué a nosotras? Trabajamos tanto por esto. Sin familia, sin dinero y sin posibilidad de trabajo. Pensé en cuánto estudiamos para conseguir una beca en la Universidad de Boston, algo que logramos, trabajamos noches enteras hasta conseguir el fondo suficiente para comprarnos un apartamento accesible al graduarnos.
«Lo planeamos todo, cumplimos cada deseo, ¿y ahora? Ahora todo se ha ido al retrete». Repliqué en mi mente, con las lágrimas ardiendo y el corazón en su máxima potencia.
—Teo, toma sus cosas y quítales todo aparato electrónico que carguen consigo —le ordenó esta vez al otro y el chico comenzó a revisar a Helen.
Un chillido se le escapó a ella y el tal Teo la apuntó con su pistola para que hiciese silencio. Me entrometí y la abracé tan fuerte como antes lo había hecho.
Unas fuertes manos me sujetaron y giré mi rostro para encontrarme con la mirada asesina de Logan, empuñó su arma en el centro de mi frente y pronunció un: ¡Shhh! Que me hizo acatar su orden.
Sentí que acabaría todo. Por un momento conté hasta tres esperando por un disparo que nunca llegó —al menos no esa mañana, no de esa forma ni tampoco por aquella persona—.
Sostener la mirada en sus ojos pardos fue mi primer reto desde que las garras del destino nos hicieron coincidir en la carretera. Busqué en ellos una pizca de compasión pero no la encontré.
En aquel instante temí por mi vida, pero más por la de Helen. Habíamos sido criadas en un ambiente poco afectivo, donde el único amor sincero que recibimos provino de nosotras mismas.
—¡Se callan todos ya! —exclama el chofer y Logan suelta una risita.
Frank puso en marcha el taxi y tomó las rutas menos transitadas. En el trayecto, Teo se ocupó de hacernos toda clase de preguntas mientras revisaba nuestros celulares.
Sin familia que nos buscara, amistades que valieran la pena, ni números telefónicos que no fueran los de nuestros profesores y otros útiles sin importancia, resultamos ser el objeto faltante de un mundo que esperaba nuestra inoportuna llegada...
Miré a través de la ventanilla y observé a lo lejos la claridad del sol saliente frente al mar. Unos cuantos árboles verdosos y floreados se humedecieron con el rocío matutino y en el extremo derecho de la carretera encontré una cabaña solitaria. La enmaderada estadía fue la primer parada del día. No negaré que un par de veces el absurdo pensamiento de agarrar a Helen y salir a correr me tentó. Pero habría sido estúpido considerando la densa arena bajo nuestros zapatos y la dichosa pistola de Logan. Por tanto, seguir sus indicaciones, fue nuestra única opción viable.
Bajamos del auto. Teo continuó guiándonos sin soltar nuestras manos y Frank mantuvo el liderazgo hasta llegar a la puerta de la cabaña. Helen zoyozaba por lo bajo y yo busqué la manera de tranquilizarla desde el otro lado de Teo. Varias veces lo logré, y otras, solo aumenté su llanto.
—Si no se calla le corto la lengua —dijo Logan mientras abría la cerradura—, oye tú, has que cierre la boca —me exigió y arropé a Rapu entre mis brazos.
—Shh, todo estará bien —susurré en su oído y la besé en lo alto de su frente consciente de lo poco que le gustaba.
—¿Lo... lo prometes Ka... Karol? —cuestionó entre quejidos.
—Lo prometo. Pero por favor te pido que me ayudes, sígueme y seamos una ¿recuerdas?
—Está... bien —lo aceptó al fin y le sonreí.
Volví a mi lugar y segundos después nos encontramos dentro de la casita. Aun recuerdo cada detalle y se me sigue haciendo difícil comprender la maldad de unas personas con un gusto tan exquisito y sencillo para la decoración.
Todo allí gritaba paz. Cada silla, mesa y fotografía colocada en las paredes producía admiración y deleite a la vista. Por un instante mi atención fue robada por los alrededores y mi mente dejó a un lado las circunstancias. Una vez más la vida me demostró que no tenía otras preocupaciones que no fuesen las mías propias y las de Helen. Dado esto, asumí la aparente gravedad de lo que ocurría, que para personas como nosotras (abandonadas por su propia sangre), no había posibilidad de rescate o búsqueda.
Me perdí en lo cierto y me encontré en la curiosidad de lo que pretendían ellos con su propuesta de vida. No pensé en lo malo, al contrario, visualicé lo bueno que podría ocurrir al entrar en lo desconocido. Y para nuestra suerte, fue un gusto haber caído en la profundidad del pecado.
Karol: Logan se adentró a la cocina mientras Teo nos sujetaba a ambas, una de cada lado aseguradas por su fuerte agarre de mano. Me sentí débil por primera vez en la vida, no es que fuese imponente o la típica guerrera valiente de las películas de acción, pero tampoco me doblegaba ante otros. Y ahí estaba yo, parada en el mismo sitio durante quince minutos que sentí interminables sin posibilidad de escape. Una lágrima se me escapó y la limpié con el torso de mi mano derecha lo más rápido que pude, pensé que nadie lo notaría —pensé—, pero segundos posteriores una risa arrogante me hizo tropezar con el rostro divertido de Logan. —¡Oh, vaya! La psicóloga está asustada ¿O no? —pronunció cada palabra con desprecio y sacó del refrigerador dos cervezas que destilaron hilos de humo frío. Lamí mis labios y negué con la cabeza sin apartar la mirada de sus redondos ojos pardos. —¿Asustada? Sí, un poco —solté intentando que mi voz no temblara tanto, fingiendo una fuerza interior que en aquel
Karol:Un silencio recorrió la mediana salita de la cabaña. Recorrí a los extraños que me hablaban cosas sin sentido y elevé la vista hacia mi amiga, le pedí que se sentara conmigo y obedeció cansada. Ya habían pasado un par de horas desde que llegamos al lugar y el apetito de Helen se podía comparar con el de un tiranosaurio. Por lo que deduje que su rostro solo reflejaba una cosa: hambre.—De acuerdo, escucharemos todo lo que tienen que decirnos.—Un día se armó una revuelta en Brookline —prosiguió Frank—. Habían sido atacadas un trío de jóvenes universitarias que celebraban San Valentín. No sé si has escuchado de ese suceso, pero lo nombraron como "El crimen de las flores rojas" —relató cuidadosamente sin escatimar detalle alguno.—¿Las mataron? ¿Por qué ese nombre? ¿Flores?—Las tres eran vírgenes. Se esperaba que fuesen las mejores estudiantes del año. Pero tras el incidente ninguna continuó los estudios, una porque murió esa noche y las otras dos... Se dice que cuando las encont
Karol:Entrecerré mis ojos agudizando la vista y me encontré con una patrulla en medio de la carretera. Claro, eso fue segundos antes de que una mano gigantesca agarrara la parte anterior de mi cuello y me hundiera entre mis rodillas. Me sobresalté cuando mi frente hizo contacto con el asiento dónde me hallaba sentada, pero me mantuve en silencio.—Teo no saques tu arma, déjame a mi —murmuró Frank mientras disminuía la velocidad del auto.—Es por precaución. —Sacó el arma y le quitó el seguro. Hasta aquel momento catalogaba a Logan como el típico líder sin escrúpulos y a Teo como el principiante que acataba órdenes. Pero al ver la agilidad con la que agarró su Luger 9mm y se posicionó apegado a la puerta del copiloto listo para salir, no tuve dudas de que detrás de ese rostro inofensivo se encontraba un joven preparado.—Voy a bajar. Les pido que no intenten pedir ayuda porque...Y sin permitirle continuar un grito interrumpió sus palabras.—¡Ayudaaaaa! ¡Policíaaaaaaa! ¡Ayu...! —Loga
Karol:Negué repetidas veces al escuchar aquello. —Listo, me rindo ¿Dónde están las cámaras ocultas? —pregunté con las manos sobre mis caderas desplazando la mirada por cada rostro presente.—Mira Karolina, las preguntas serán en otro momento, ahora solo escuchen y hablen lo necesario. Y sí, esta es tu casa, y por supuesto la de ella. Ahora les presentaré al director de la Compañía Foro "Foro's Company", que justamente es...—Mi hermano —intervino Teo con una sonrisa de labios juntos.—Hermano mayor de Teo —prosiguió Frank—, él les explicará que harán a partir de hoy en esta casona, a demás deben prestar mucha atención a "esas puertas" que no deben abrir o "esos asuntos" en los que no deben entrometerse ¿Entendido? —Sí Frank —contesté con una mueca y Helen asintió.—Puedes decirme Tío, sé que es incómodo porque no me conoces del todo, pero deberías intentarlo —me dijo Frank con una mirada sincera que me hizo bajar la guardia y apasiguar un poco el espíritu respondón con el que había
Karol:—¿Sabes que acosar con el pensamiento también es abuso no? Podría demandarte por las cosas que estás pensando. —¿Es en serio? —me crucé de brazos y lo miré ladeando mi cabeza—, y yo podría demandarte por robarte mis gafas.—He venido en son de paz, lo juro —dijo acercándose a pasos tentativamente lentos hacia mi—, pero solo te las devolveré si recibo algo a cambio —alzó sus cejas a la par unas tres veces con insinuaciones poco disimuladas y bufé.—¿Qué quieres Logan? —cuestioné teniéndolo frente a mi. Levanté la vista sintiéndome realmente pequeña junto a él y permanecí batallando contra los nervios y el temblor en mis piernas.—Tus gafas, a cambio de... —Pasó su mano por mi cintura y me apegó a él—, un beso. —Finalizó y lamió sus labios.—¿Por qué besaría a un desconocido? —me impuse con la barbilla en alto.—Primero porque es mi condición y necesitas tus gafas —hizo una pausa para ladear su labios en una sonrisa juguetona—, y segundo, porque te gusto, igual que tú a mi.—Sí
Karol:—Lo que quiero decir es que hemos investigado todo sobre ambas, eres lo más parecido a una familia en la vida de Karolina, no podíamos quitarle lo que más quiere en el mundo.—Ahí si me muero —susurré yo y Helen me observó sonriente.—De acuerdo, continúa —pidió Rapu y Thiago asintió.—Kayra, tu madre —me dijo—, fue una mujer imponente, luchadora, y demasiado valiente para ser mujer, y lo fue más después del crimen de las flores rojas, que según Frank ya les habló del tema.—Sí, pero desearía saber un poco más luego ¿puede ser?—Por supuesto Karolina, te explicaré lo que quieras, pero en otro momento.Cómo les decía, Kayra dedicó toda su juventud a ayudar a Víctor con sus casos. Juntos fundaron la Compañía gracias a un fondo procedente de la herencia de Kayra. Ella lo apoyó en todo, posiblemente fue más decidida y atrevida que su esposo. Al punto que quiero llegar es que cuando nos enteramos de que estabas viva decidimos ir a buscarte, se lo debemos a tus padres.—Será a mi pad
Karol:Desperté por segundo día en la habitación de la casona, me estiré sobre la cama y estrujé mi rostro para ponerme de pie y dirigirme al baño. Me duché con agua fría para animar las células de mi cuerpo y me permití cantar mientras me cambiaba de ropa. Desde que había llegado solo pensaba en lo mismo: ¿Cuál es mi propósito aquí? ¿Qué va a pasar? ¿Por qué todo es tan raro? ¿Qué hay tras de las puertas custodiadas? ¿Por qué debemos encerrarnos cuando llegue visita? ¿De dónde viene el sonido que he sentido varias veces en la madrugada? Sacudí mi cabello y me puse las gafas. Alisté mi vestido corto holgado color rosa pálido y bajé las escaleras luego de recoger a Helen para ir a desayunar. —¿Me puede decir señorita Rapu dónde estuvo usted en la noche? Entré a tu cuarto en busca de calor para dormir y me encontré con las almohadas disimulando un cuerpo.—No sé de qué me hablas —dijo restándole importancia untándole mantequilla a su panqueque. La miré entrecerrando los ojos y sonrió—
Karol:Fruncí el ceño sin entender nada y comencé a idear otro plan. Lo cual me tomó mucho tiempo, suficiente para pasarme alrededor de quince minutos escondida pensando idioteces.—¿Buscas algo?«Mierda». Pronuncié en mi conciencia. Mi pecho se aceleró y temí girarme para ver quién me había pillado. Esa voz era desconocida.—Señorita ¿Se esconde de algo o alguien? —insistió y me di la vuelta lentamente.Era un hombre mayor, de unos cincuenta y muchos años; con su cabello blancusio y unas arrugas poco pronunciadas en su rostro. Portaba un traje bastante formal y un reloj Chopard 201 «No pregunten cómo es que sé de relojes». Lo que indicaba que hasta el agua que bebía tenía pepitas de oro.—Emmm, yo... —musité. El señor me miró de arriba a bajo descaradamente. Me observé a mi misma y carajos, ¿Quién me manda a vestirme tan provocativa?—¿Eres familia de Thiago? —cuestionó ignorando mi nerviosismo, con una sonrisa ladeada que no me gustó ni un poco.—Bueno... —musité. Se me dió muy mal