La vida no es perfecta y no tiene intenciones de serla, muchas veces te va a lanzar un balde de agua helada, justo cuando crees que nada podría pasar.
Te lo digo yo, que siempre he sido una chica muy centrada. Con una familia de la cual no me puedo quejar en absoluto. Mi padre por amor a mi madre se vino a Venezuela donde crecimos mis hermanas, mi hermano y yo.
Todo era tan perfecto.
Crecí en una buena ciudad, estudiando en los mejores institutos, fui aceptada en una buena universidad.
Siempre mantuve mi vida tan planificada, me veía un futuro maravilloso junto a mi novio de toda la vida y el apoyo de las personas que me aman.
Pero no todo siempre sale como la planeamos, en muchas ocasiones la historia cambia.
Y esta es mi historia... La historia de cómo la vida me hace nadar en una piscina de agua helada y me hace ver cómo estar en tu zona de confort te hace daño.
Todo comienza esa noche...
Voy caminando directo a la entrada de aquella discoteca que conozco muy bien luego de recibir las fotos que me han hecho llegar hasta acá.
—Identificación—.me habla el guardia de seguridad.
Nota mi rostro menor a la verdadera edad que tengo.
Le entrego mi identificación y me deja pasar sin ningún problema, voy furiosa.
Mi estómago se remueve al ver la escena. Están Valeria y Matías besándose, están bailando y seguramente alcoholizados.
Camino hasta ellos.
Cuando los ojos de Valeria se topan con los míos se separa de él inmediatamente.
—Bella...—dice sin aliento.
—Tenías que estudiar—. murmuro con sarcasmo.
Matías se gira y me ve de pies a cabeza.
—Amor...—habla este.
—¡Amor las nalgas mías, mamaguevo! —grito por encima de la música llamando la atención!
Mis ojos se llenan de lágrimas, pero me rehúso a soltar alguna estando frente a este par de traidores. Doy la vuelta para poder salir del lugar, no creo que tengamos nada que decir.
—Bella...—vuelve a hablar la pelinegra siguiéndome.
No quiero estar más ahí, me quiero ir a casa.
Valeria era la única chica la cual confié y le di tantos años de amistad desde la primaria. Y conseguirla en un lugar como este besuqueándose con mi novio me ha roto el corazón de tantas formas.
Cuando estaba en casa y me llegó un W******p con fotos de ellos aquí y la dirección no lo quería creer, pero tomé mi auto y gracias al cielo vine a verificar con mis propios ojos.
—Bella—esta vez me llamaba el castaño.
—¿Saben qué? —me volteo para verlos—Váyanse a la m****a, hagan lo que quieran, no sé, cásense, pero no quiero saber más de ustedes, déjenme en paz. —las lágrimas salen de mis ojos sin permiso, me siento realmente traicionada.
Me monto en el auto y salgo de ahí a toda velocidad, dejando a una Valeria sumergida en lágrimas y un Matías realmente enfadado, pero la verdad ya no me importa.
Mañana seguramente todos en la universidad estarán halando de esto.
No me gusta manejar rápido, pero es la única forma que tengo de alejarme lo más pronto posible.
A veces es necesario escapar de los lugares que te hacen daño, y aunque yo tuve que escapar de él hace tiempo, como toda persona tonta, y que cree que está enamorada apenas abro realmente los ojos.
Necesito irme, volver a comenzar, volver a sentirme libre y conseguirme nuevamente.
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Hola, ¿Que tal? mi nombre es Patricia, pero pueden llamarme Paty con confianza. Bienvenidxs a mi primera historia en esta plataforma, espero les guste y si pueden RECOMENDARLA se los agradeceria muchisimo.
A mi lectorxs lxs llamo Vainillita, sientete bienvenidx.
Quiero invitarlxs a que me sigan en mis redes sociales. Intagram: Hopefulwriter_
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Hay un grupo de f******k exclusivo para mis lectores que lo pueden conseguir como: Lectores de Patricia.
¡Mil millones de gracias por llegar aqui, espero no te arrepientas!
¿Alguna vez se han sentido tan agobiadas que sienten que la única forma de salir del dolor es huyendo?Aunque, cada persona tiene su propia manera de salir del dolor, unas más prácticas que otras. Todos catalogan el irse de un lugar ser un cobarde. Yo opino que es la mejor decisión para sanar las heridas.Tiempo y distancia, eso sí sana las heridas.Pero teniendo en cuenta que son las nueve de la mañana de algún día de septiembre y creo que mis neuronas deberían estar dormidas, la verdad es que llevo cuatro semanas sin pegar un ojo.Estoy aún acostada pero no dormida, mi habitación está hecha un caos con algunas maletas, estoy a punto de transferirme a una nueva universidad, ya no quiero estar aquí, quiero irme y lo más lejos que puedo llegar es el pueblo de donde viene mi padre.Por mi mente solo pasa el recuerdo
lunes por la mañana, mi primer día de clases, en un nuevo lugar completamente desconocido para mí.Por momentos me siento un poco pérdida, pero teniendo en cuenta que el campus de esta universidad parece una ciudad entera, no es mala señal perderse, tal vez.Luego de ir a buscar mi horario y clases necesarias estoy caminando por una de las plazas. Estoy ya muy avanzada y si no es porque mi padre conoce al director de la universidad no me aceptarían, rompieron varias reglas solo por un favor que el señor le debía a mi padre.Es igual a esas universidades que vemos en las películas, chicas y chicos tratando de entrar a un club o fraternidad. Otras personas saludándose y contándose de sus veranos, personas riendo, otros estudiando, y algunos simplemente como yo, tratando de caminar pasando desapercibido y que nadie note su presencia.Mi primera clase de hoy
La primera semana ha sido agotadora, acostumbrarme a todo y manejar el idioma era más sencillo en mi mente.Por otra parte, Aria y América se han acercado mucho a mí, son unas chicas divertidas me rio demasiado con ellas y me hacen olvidar a Valeria y Matías, hacen que me distraiga de la razón por la cual estoy aquí. No quiero confiar mucho en ellas, no quiero que me suceda lo mismo, ellas aún no saben quién soy, no saben la razón por la cual estoy aquí y tampoco tengo muchos ánimos de decirles.Estoy preparando mi cena mientras escucho música cuando suena mi timbre, esta última semana no se siente tan raro escucharlo sé perfectamente quienes son.—Hola—sonríe América apenas abro la puerta. Esta chica es demasiado enérgica.—¿Qué harás hoy? — pregunta Aria.—Dormir—contesto c
Me alejo del chico por instinto. Él baja su mano y me extiende el pañuelo, no parece que acaba de salir de una pelea, está muy relajado y apenas le caen unas gotas de sudor por los lados de su rostro.De cerca parece un poco mas alto y las fracciones de su rostro son llamativas.—Gracias. — Tomo el pañuelo para seguir limpiando mi rostro y me giro a las chicas. —¿Nos podemos ir? —ambas asienten.—Las llevo. —habla Brian –Bella vive en el mismo edificio ¿no?—Sí, frente a nosotras—dice Aria.Caminamos al auto de Brian, ya que hemos llegado aquí en taxi.Miro atrás y veo al tatuado hablando algo con Thiago, pero sin quitarme la vista.Siento un escalofrío en mi espina, pero no es para nada desagradable.Cuando estamos dentro del auto, me percato que las personas a mi alrededor empie
—¿Se han ido? —pregunto alarmada.No puede ser, esto no se hace.—Relájate. — me sonríe Alan, es una sonrisa de lado que se le ve genial. —Yo te puedo llevar. —lo miro a los ojos. Alan a mí lado es muy alto e intimidante.Tampoco que medir 1.63 no me hace intimidante ya que eso es depende del porte, pero ese es el chiste, que su porte es muy “Soy el puto dueño del mundo” y eso me llena de desconfianza.—Yo... Yo no te conozco. —le digo con desconfianza mientras doy un paso atrás.—Oh vamos, Bella. —ríe y me toma de la mano hasta la mesa.—¿Qué? —pregunto—De verdad no te conozco, si hemos cruzado palabras tres veces creo que es mucho. —me suelto de su agarre.Aunque por cuestión de desconfianza no quiero estar a solas con él, la verdad no m
He dado tanta vuelta en la cama que ya estoy segura no voy a dormir más.Siento presión en el pecho y en la boca del estómago una angustia que no sé de dónde ha salido, se supone que ya estoy muy lejos de Matías, no debería de sentirme así.Ya he terminado las tareas pendientes y no tengo muchas ganas de ponerme a leer algo ahora, mi cabeza duele un poco.Miro la hora, son las cuatro de la mañana y no he dormido lo suficiente. Me levanto de la cama para ir hasta la cocina y poder prepararme algún té de esos que mamá dice que son buenos para relajarse.Coloco el agua en la ollita y saco una taza con el sobre de algún té que no me doy la molestia de saber que es.Me siento tan angustiada, mi pecho pesa y tengo un miedo irracional de que en algún momento pasara algo malo, así como siempre me sentía cuando estaba Matías cerca.
Son las seis de la tarde del domingo y estamos todos en el departamento de Aria y América, el cual es un poco más pequeño que el mío, pero igual de cómodo. Ellas tienen su plasma en la sala así que todos los domingos son noches de películas, al parecer ellos lo hacen desde el colegio.La semana pasó tan rápido que penas la note, y la verdad eso era lo que estaba buscando desde que llegue aquí, mantener mi mente lo más ocupada posible.—¿Dónde harás tu reportaje de prueba? —pregunta América cuando estamos en su cocina.—No lo sé.—contesto sirviendo un poco de jugo.—no he ni pensado de que tema lo voy hacer.—Estamos iguales.—suspira y caminamos hasta la sala donde están todos.—Aunque por lo menos yo tengo algunas cosas en mente.— Yo quería salir
A la hora del almuerzo mi estómago está pidiendo comida a gritos.Estoy con Alan en el parque donde nos encontramos unas horas antes, la entrevista con la chica lo ha dejado muy callado.—¿Tienes hambre? —preguntaél mirando al frente mientras caminamos.—Un poco.—La verdad es que si estoy muerta de hambre.—Vamos a comer a un cafetín que hay cerca por aquí.—me quedo parada mirándolo. Cuando él se percata se para y mira a mi dirección. Ahora estamos de frente, nos separan unos metros. —¿Qué pasa?.—pregunta.—¿Qué quieres? —pregunto sin más. Él sonríe.No le tengo confianza, o para ser sincera en estos momentos de mi vida no le tengo confianza a casi nadie y menos un hombre.—¿A qué te refieres? —coloca sus man