¿Alguna vez se han sentido tan agobiadas que sienten que la única forma de salir del dolor es huyendo?
Aunque, cada persona tiene su propia manera de salir del dolor, unas más prácticas que otras. Todos catalogan el irse de un lugar ser un cobarde. Yo opino que es la mejor decisión para sanar las heridas.
Tiempo y distancia, eso sí sana las heridas.
Pero teniendo en cuenta que son las nueve de la mañana de algún día de septiembre y creo que mis neuronas deberían estar dormidas, la verdad es que llevo cuatro semanas sin pegar un ojo.
Estoy aún acostada pero no dormida, mi habitación está hecha un caos con algunas maletas, estoy a punto de transferirme a una nueva universidad, ya no quiero estar aquí, quiero irme y lo más lejos que puedo llegar es el pueblo de donde viene mi padre.
Por mi mente solo pasa el recuerdo de hace cuatro sábados atrás, donde he visto a mi novio de hace seis años besándose con la única amiga que tengo desde la infancia.
—Hija. —mi madre toca la puerta.
—Ya estoy lista. —digo estirándome.
—Si claro, me imagino. —Entra mamá a la habitación y se sienta en mi cama. —Tienes los ojos hinchados. —Dice acariciándome el rostro.
Mi familia sabe solo un poco de todo lo que pasó.
—Estoy lista en menos de cinco minutos —me siento alado de ella y le beso la mejilla.
—Yo sé que no, tu padre y yo te vamos a llevar en dos horas —Me dice sonriendo con melancolía —, apúrate Mackenzie.
—Coño, mami, pero no me llames así—le reprocho.
—Déjame cambiar tu nombre de la partida de nacimiento entonces—dice sonriendo.
—Y después preguntas a quien salgo tan sarcástica—camino hasta mi baño y me encierro.
—Apúrate que tu vuelo sale a las doce.
Estoy parada en la puerta de la casa donde he vivido desde que nací con todas mis cosas ya en el auto de mi padre.
Por una parte, estoy triste, no quiero dejar mi hogar, es tan difícil desprenderse de lo único que conoces.
Mi madre a un lado lo único que hace es llorar.
—Por favor, mamá, es la cuarta hija que se te va—La abrazo tratando de amortiguar un poco la melancolía.
—Pero todos están aquí, cerquita, no a horas y horas de distancia.
—Vamos mujer—mi padre ya maneja bastante bien el español—es lo mejor para ella—abraza a mi madre. A pesar de tener tantos años casados, ellos aún se aman y se les nota en cómo se tratan y se miran.
—Esto es tu culpa—Le dice mi madre entre sollozos.
Mi padre y yo reímos.
—Mami, ha sido mi decisión, papi solo me ayudo—Los abrazo a ambos—Además es bueno conocer más de donde viene mi padre, desde hace mucho rato que no voy a Chapell Hill.
Y así mi vida se resume en veintiún años, de los cuales he estado llena de mucho amor por parte de mi familia. Mi padre, William Müller, es el dueño y director de la franquicia más importante de hoteles a nivel mundial. Nosotros vivimos en una ciudad muy importante de Venezuela.
¿Por qué no en la capital? No lo sé, se puede decir que no somos de clase humilde. Mientras que mamá, Regi Gonzales, también es una jueza bastante respetada a nivel nacional.
Estoy en un avión camino a los Estados Unidos, específicamente Chapel Hill, Carolina del Norte, con un cupo conseguido por mi padre de la universidad de dicha ciudad.
Admito que estoy nerviosa, he estado el pueblo, pero solo de visita, además hace algunos años que no regreso y hacerlo por esta razón me causa vuelco en el estómago.
Mi padre se ha encargado de alquilarme un departamento y un auto, aunque la residencia no queda tan lejos de la facultad, es bastante bonito, amueblado y lo suficientemente amplio para mí.
Tiene una sala de estar mediana con tres sillones, una barra que da a la cocina, un pasillo pequeño donde está el baño a un lado y la habitación al final.
La habitación solo esta amoblada con una cama de dos plazas, dos mesitas de noche y un closet.
Estoy terminando de arreglar algunas cosas.
Me pega más estar sola, recuerdo mucho y me carcome el saber todos los años que perdí con Matías, de verdad me duele, me siento muy traicionada, desde hace tiempo sé que debería irme de él, sabía que no era lo mejor para mí, luego de todo lo que me hizo pasar y lo tóxico que era, pero no lo hice por un supuesto amor que tenía, y resulta que la que no se amaba era yo, ya eso cambio, no volveré a dejar de quererme de esa forma.
Sumergida en mis pensamientos me fijo tres tonos después que mi timbre está sonando. Camino hasta la puerta con duda, no llevo ni tres días aquí, al abrir mi puerta me consigo con una rubia, un poco más alta que yo, bastante delgada con el cabello hasta la cadera dándome la espalda.
—Yo sé que no es el mejor momento—Empieza hablar apenas abro—pero necesito saber si—guarda silencio apenas me ve. Es una chica muy linda, tiene unos ojos color esmeralda muy brillantes. Le sonrío—Tú no eres Aria. —me dice.
—Y yo no te conozco—le alzo la mano en señal de saludo.
—Tampoco eres de por acá.
—¿Cómo? —pregunto extrañada.
—Tu acento—responde pasando su peso de un pie a otro—No eres de por acá—me sonríe—Oh lo siento, soy América—me extiende una mano y la tomo amistosamente—Este…—mira el número de mi puerta—no es mi departamento. Vivo ahí —, señala la puerta que esta frente a la mía—y he dejado las llaves ¿Tú cómo te llamas?
—Soy Bella—Le sonrío.
—Bella... ¿Cómo La Bella y La Bestia? —las dos reímos. —Yo tengo un amigo que le dicen la Bestia.
—Sí, como La Bella y La Bestia.
—¿América? —aparece una chica con el cabello negro hasta sus hombros del departamento del frente.
No es tan delgada, de hecho, es bastante rellenita, tiene unos ojos pardos color café, muy bonita y bastante cuchi.
—Aria—habla la rubia—tenemos nueva vecina.
—Sí, eso veo—me mira y sonríe. —Hola, soy Aria.
—Hola—le hablo. —Soy Bella.
—Como La Bella y la Bestia. — comenta la rubia.
Las tres reímos.
—Te ríes de las tonterías de América, me cae bien—Se dirige a la rubia—Ven, tengo que contarte algo. Lo siento y bienvenida, hasta luego, Bella.
—Hasta luego. —Las veo desaparecer por la puerta del frente.
Cierro la puerta sonriendo.
Ellas parecen las típicas chicas americanas que salen en la televisión, va a ser muy interesante mi estadía aquí.
lunes por la mañana, mi primer día de clases, en un nuevo lugar completamente desconocido para mí.Por momentos me siento un poco pérdida, pero teniendo en cuenta que el campus de esta universidad parece una ciudad entera, no es mala señal perderse, tal vez.Luego de ir a buscar mi horario y clases necesarias estoy caminando por una de las plazas. Estoy ya muy avanzada y si no es porque mi padre conoce al director de la universidad no me aceptarían, rompieron varias reglas solo por un favor que el señor le debía a mi padre.Es igual a esas universidades que vemos en las películas, chicas y chicos tratando de entrar a un club o fraternidad. Otras personas saludándose y contándose de sus veranos, personas riendo, otros estudiando, y algunos simplemente como yo, tratando de caminar pasando desapercibido y que nadie note su presencia.Mi primera clase de hoy
La primera semana ha sido agotadora, acostumbrarme a todo y manejar el idioma era más sencillo en mi mente.Por otra parte, Aria y América se han acercado mucho a mí, son unas chicas divertidas me rio demasiado con ellas y me hacen olvidar a Valeria y Matías, hacen que me distraiga de la razón por la cual estoy aquí. No quiero confiar mucho en ellas, no quiero que me suceda lo mismo, ellas aún no saben quién soy, no saben la razón por la cual estoy aquí y tampoco tengo muchos ánimos de decirles.Estoy preparando mi cena mientras escucho música cuando suena mi timbre, esta última semana no se siente tan raro escucharlo sé perfectamente quienes son.—Hola—sonríe América apenas abro la puerta. Esta chica es demasiado enérgica.—¿Qué harás hoy? — pregunta Aria.—Dormir—contesto c
Me alejo del chico por instinto. Él baja su mano y me extiende el pañuelo, no parece que acaba de salir de una pelea, está muy relajado y apenas le caen unas gotas de sudor por los lados de su rostro.De cerca parece un poco mas alto y las fracciones de su rostro son llamativas.—Gracias. — Tomo el pañuelo para seguir limpiando mi rostro y me giro a las chicas. —¿Nos podemos ir? —ambas asienten.—Las llevo. —habla Brian –Bella vive en el mismo edificio ¿no?—Sí, frente a nosotras—dice Aria.Caminamos al auto de Brian, ya que hemos llegado aquí en taxi.Miro atrás y veo al tatuado hablando algo con Thiago, pero sin quitarme la vista.Siento un escalofrío en mi espina, pero no es para nada desagradable.Cuando estamos dentro del auto, me percato que las personas a mi alrededor empie
—¿Se han ido? —pregunto alarmada.No puede ser, esto no se hace.—Relájate. — me sonríe Alan, es una sonrisa de lado que se le ve genial. —Yo te puedo llevar. —lo miro a los ojos. Alan a mí lado es muy alto e intimidante.Tampoco que medir 1.63 no me hace intimidante ya que eso es depende del porte, pero ese es el chiste, que su porte es muy “Soy el puto dueño del mundo” y eso me llena de desconfianza.—Yo... Yo no te conozco. —le digo con desconfianza mientras doy un paso atrás.—Oh vamos, Bella. —ríe y me toma de la mano hasta la mesa.—¿Qué? —pregunto—De verdad no te conozco, si hemos cruzado palabras tres veces creo que es mucho. —me suelto de su agarre.Aunque por cuestión de desconfianza no quiero estar a solas con él, la verdad no m
He dado tanta vuelta en la cama que ya estoy segura no voy a dormir más.Siento presión en el pecho y en la boca del estómago una angustia que no sé de dónde ha salido, se supone que ya estoy muy lejos de Matías, no debería de sentirme así.Ya he terminado las tareas pendientes y no tengo muchas ganas de ponerme a leer algo ahora, mi cabeza duele un poco.Miro la hora, son las cuatro de la mañana y no he dormido lo suficiente. Me levanto de la cama para ir hasta la cocina y poder prepararme algún té de esos que mamá dice que son buenos para relajarse.Coloco el agua en la ollita y saco una taza con el sobre de algún té que no me doy la molestia de saber que es.Me siento tan angustiada, mi pecho pesa y tengo un miedo irracional de que en algún momento pasara algo malo, así como siempre me sentía cuando estaba Matías cerca.
Son las seis de la tarde del domingo y estamos todos en el departamento de Aria y América, el cual es un poco más pequeño que el mío, pero igual de cómodo. Ellas tienen su plasma en la sala así que todos los domingos son noches de películas, al parecer ellos lo hacen desde el colegio.La semana pasó tan rápido que penas la note, y la verdad eso era lo que estaba buscando desde que llegue aquí, mantener mi mente lo más ocupada posible.—¿Dónde harás tu reportaje de prueba? —pregunta América cuando estamos en su cocina.—No lo sé.—contesto sirviendo un poco de jugo.—no he ni pensado de que tema lo voy hacer.—Estamos iguales.—suspira y caminamos hasta la sala donde están todos.—Aunque por lo menos yo tengo algunas cosas en mente.— Yo quería salir
A la hora del almuerzo mi estómago está pidiendo comida a gritos.Estoy con Alan en el parque donde nos encontramos unas horas antes, la entrevista con la chica lo ha dejado muy callado.—¿Tienes hambre? —preguntaél mirando al frente mientras caminamos.—Un poco.—La verdad es que si estoy muerta de hambre.—Vamos a comer a un cafetín que hay cerca por aquí.—me quedo parada mirándolo. Cuando él se percata se para y mira a mi dirección. Ahora estamos de frente, nos separan unos metros. —¿Qué pasa?.—pregunta.—¿Qué quieres? —pregunto sin más. Él sonríe.No le tengo confianza, o para ser sincera en estos momentos de mi vida no le tengo confianza a casi nadie y menos un hombre.—¿A qué te refieres? —coloca sus man
En la esquina para cruzar a la cuadra donde yo vivo para ir a buscar algunas cosas ya que me toca clases en un rato, Alan se va, al parecer vive cerca, en la residencia mixta ya que todo esto se divide en: los dormitorios del campus, donde hay muchísimas reglas y duermen hasta tres personas en un espacio. La residencia de chicas (que es donde yo vivo), ya no son solo habitaciones, si no pequeños departamentos y la mensualidad es más costosa, al igual que la residencia de chicos. Y por último la residencia mixta, ahí permiten que vivan tanto mujeres como hombres y no hay tantas reglas.Llego a mi departamento en la noche luego de clases, no quiero perder tiempo, tomo mi computadora y me siento en el buró de la cocina para prender la grabadora y mi libreta, tengo que editar y preparar todo, estoy tan emocionada, tengo un buen material.Pero escribiendo me percato de algo, no le he dado las gracias a Alan. Tomo mi telé