La mujer frente a mí me miró de arriba a abajo y pude haber pensado que no estaba juzgando mi atuendo, si no fuera por la mueca de apretar sus labios en una línea fina.
Lo sabía, me veía con reprobación a pesar de mi excelente currículum. —Bien, ha pasado la entrevista —carraspeó, mirando unos papeles—. Nos podremos en contacto con usted muy pronto.Eso bajó mis ánimos hasta el suelo, porque definitivamente era un eufemismo para decir que no me habían contratado y debía conseguir otro empleo.—Emm, muchas gracias —forcé una sonrisa y me levanté para irme de allí, sin que se me notaran mis ánimos.—Seguramente van a contratar a la chica que pasó antes que yo —murmuré para mí, mientras caminaba a la salida. Sentía la mirada de todos sobre mí, juzgándome, así que miré mis zapatos al caminar, para intentar no prestarles atención. Llegué al ascensor sana y salva, encontrándome con el chico de antes, el que no iba vestido de ejecutivo. Me ofreció una amable sonrisa que correspondí, sintiéndome ligeramente mejor.Quería iniciar una conversación pero no sabía cómo, así que seguí mirando mis zapatos y rogando por un milagro.Uno que no ocurrió. Salí desanimada de ese pequeño espacio, un poco deprimida porque sabía que no volvería a ver a ese chico tan simpático de nuevo, ni siquiera a deleitarme con el ogro al que le había echado mi café encima. ¿Ahora cómo le diría a Estela que seguía en las mismas? Seguramente me correría y tendría que vivir bajo un puente como los vagabundos, y con el frío que estaba haciendo…Estuve caminando por cualquiera lugar el resto de la mañana, pensando en lo que haría y en cómo sobreviviría otro mes, Estela vendría pronto y necesitaba salir a conseguir lo que sea.No me quedaba de otra que buscar otro empleo y ni siquiera sabía por dónde empezar, así que me fui al apartamento a almorzar. No tardé mucho porque solo me preparé unos sandwiches, no tenía mucha hambre en realidad. Estaba levantándome del sofá, cuando el teléfono de la casa sonó, haciéndome fruncir el ceño porque ese aparato rara vez se escuchaba en todo el día.—¿Diga?—¿Señorita Sara Johnson? —escuché la voz de una mujer del otro lado. —Soy yo, ¿qué se le ofrece? —pregunté con cautela, imaginándome que sería alguna deuda que no había pagado. Joder, con la mala suerte que siempre cargaba encima, no se me hacía nada extraño.—Somos de la compañía Norton & Brooks, la llamo respecto al trabajo de secretaría de vicepresidencia —me enderecé como una tabla de inmediato, ampliando la sonrisa poco a poco—. Lamento decirle que no ha conseguido el puesto.Por supuesto, mi sonrisa se fue desinflando poco a poco al escuchar sus últimas palabras. ¿Para que me llamaba entonces, para restregarme mis desgracias en la cara? No hacía falta para nada. —Oh, qué amable, muchas gracias —murmuré con ironía—. En fin, muchas gracias por avisar y que pase buenas…—Un momento, señorita —la mujer me detuvo el ademán para colgar el aparato—, todavía no he terminado.—¿Sí dígame? —espeté con irritación, desanimada.—Hay una vacante de asistente —me informó, haciendo que mirara el aparato como un ente extraño.—Pero no he aplicado para…—El señor Norton piensa que sus habilidades van más con el puesto de asistente —dijo la mujer con paciencia y tranquilidad, a pesar de mi tono de escepticismo y molestia.—¿La mamá de quién? —Solté sin pensar—. Disculpe, ¿quién dijo que piense que mis habilidades…? —hice una pausa.—El señor Norton —repitió la mujer—. Es el presidente de la compañía y me pidió expresamente que fuera usted su asistente.Aquello ya me estaba oliendo mal.¿Por qué un hombre al que le había manchado la camisa de café y le hablado despectivamente, quería una asistente como yo? Sobre todo porque no me sentía capaz de lidiar con un puesto de asistente y menos con un hombre como él.—¿Señorita? —llamó la mujer del otro lado—. ¿Acepta el cargo?Me permití dudarlo durante diez segundos, sintiéndome ligeramente asfixiada, como si un mal presentimiento de todo esto me pusiera alerta de no aceptar ese empleo por nada del mundo.—Lo acepto —dije rápidamente, antes de comenzar a arrepentirme.—Entonces la esperamos mañana a primera hora —dijo la mujer con tono cálido y amable—. Que tenga un buen día, señorita Johnson.—Igualmente… Ehmm…—Margaret —se apresuró a responder—. Hasta luego.—Hasta luego. Colgué el aparato y mordí mis labios, ahogando una sonrisa boba. ¿En verdad había conseguido el puesto de asistente del jefe?¡Los planetas debieron alinearse a mi favor por primera vez en muchos años! Admito que era ridículo, pero comencé a bailar, moviéndome por toda la habitación sin poder ocultar mi felicidad y desechando el extraño presentimiento que pude haber tenido antes."Ese ni siquiera debe acordarse de mí" —pensé tranquilamente—. Hay demasiadas personas en el mundo como para que se fije en alguien como yo.Por supuesto, cuando llegó Estela, le di la buena noticia y ella celebró conmigo, sacando una botella de vino que rehusé inmediatamente.—¡Pero tenemos que celebrar, Sara! —Se quejó mi amiga, haciendo un puchero adorable—. Fuiste por cargo de secretaria y terminaste siendo la asistente del mismísimo señor Norton.Fruncí el ceño de nuevo.—Lo extraño es que él me pidiera a mí expresamente —sacudí la cabeza, volviendo a tener esa sensación extraña—. En fin, no puedo tomar porque necesito estar completamente lúcida para mañana.—Pero solo un poco —Estela trató de alegar, pero alcé un dedo para detenerla.—No. Mañana entro a trabajar el primer día, ¿acaso quieres que llegue borracha? —La miré con reproche y ella puso los ojos en blanco.—Bien, está bien, pero este fin de semana vamos a celebrar quieras o no alzó un dedo y movió las cejas rápidamente de manera calculadora—. ¡Y espero que liguemos con un par de papasitos!—Siempre pensando en hombres —rodé de los ojos. —Algo en lo que tú deberías pensar, querida amiga —alzó una ceja, mirándome de arriba a abajo—. A menos, claro, que batees para el otro equipo.Abrí los ojos como platos.—¿Estás insinuando que me gustan las mujeres? —vi en su expresión que se aguantaba las ganas de reír—. Sólo porque no he tenido novio en dos años, no significa que no me gustan los hombres.—Entonces… —alargó y se acercó a mí, pasándome un brazo por los hombros—, el fin de semana vamos a embriagarnos como se debe, y vamos a conseguir un papasito rico con el cual celebrar.—Estás loca —le dije, pero no me opuse a sus planes, quizás era precisamente lo que necesitaba.Esa noche me acosté temprano como una señorita sensata, ya que tendría que levantarme muy temprano y debía estar de punta en blanco y puntual en la oficina.Incluso Estela me dijo que teníamos que salir de compras, ya que según sus propias palabras "mi vestidor es tan anticuado como su abuela". Apreté los labios para no insultarla, a ella y a todas sus generaciones pasadas, porque aunque me molestara, tenía algo de razón. Mi despertador sonó y me quejé, porque todavía tenía sueño y no quería despegarme de mis cómodas sábanas, pero mi mejor amiga las arrancó lejos de mi cuerpo, haciéndome abrir los ojos inmediatamente.—¡Levántate, es tu primer día de trabajo! —Regañó como una madre haría con su hija.—Cinco minutos más —coloqué mi almohada en la cara, pero también me fue arrebatada—. Ay, quiero seguir durmiendo.—Y yo quiero ser millonaria, para así dejar de trabajar —escuché la risita de Estela y sonreí—. Vamos, no puedes ser tan floja.Refunfuñé en un idioma que seguramente era mezcla de inglés y español, levantándome de manera pesada para usar el baño. Afortunadamente, mi amiga se me había adelantado y me dejó el espacio libre para hacer mis necesidades y arreglarme.Lo hice con esmero y desayuné lo necesario para que mi estómago no estuviera gruñendo cuál perro rabioso toda la mañana.—Bien, aquí vamos —tomé aire antes de salir.El atuendo lo había elegido Estela y me sentía bastante incómoda; enfundada en esa falda tubo, la blusa manga larga blanca y esa chaqueta a juego.No era yo, pero no era a mí y mi apariencia de pordiosera a la que querían en la empresa.Tomé un taxi y llegué rápidamente al edificio, cinco minutos antes de las 8 de la mañana. Solté un suspiro de alivio y me dirigí a la entrada cuando me esperaba en la misma recepcionista de antes.—Buenos días, señorita. Soy Sara Johnson…—Sí, la nueva asistente del jefe —me miró de arriba abajo y sonrió—. Espero que dures.—¿Disculpe? —fruncí el ceño. —Olvídelo —sacudió la cabeza, esbozando una nueva sonrisa—. Suba hasta el último piso donde fue su entrevista, la señora Escudero le indicará cuál es su oficina y sus obligaciones."Vaya, una oficina y todo, es impresionante", pensé, caminando hacia el ascensor. Cuando llegue arriba me dirigí a la misma oficina donde me habían entrevistado, encontrándome con la misma mujer del día anterior.—Felicidades por su cargo señorita Johnson, soy la jefa de personal, Paola Escudero —se quitó las gafas y me escudriñó de arriba abajo—. Su atuendo es bastante acertado, venga conmigo. Me mostró una amplia y elegante oficina que me dejó asombrada
—Al menos viste mejor que la vez pasada —habló sin siquiera mirarme.¿Acaso era una broma?—Señor Norton…—¿No le había pedido que se sentara?, no tengo mucho tiempo —espetó en tono irritado y me limité a obedecer, muy en contra de mi voluntad. Él llevaba ahora una camisa blanca, corbata y chaqueta gris, la corbata colgaba del respaldo de la silla. Su rostro era tan guapo, que podría competir con mucha ventaja con el David de Miguel Ángel. Sacó unos documentos de una carpeta y los estudió en silencio antes de mirarme.—Aquí dice que su nombre es Sara Aure… —¡No lo diga! —lo detuve.Él me observó con mucha molestia por haber levantado la voz. No quería que mencionara mi segundo nombre, lo detestaba más que el hígado encebollado.—¿Le he dado permiso de hablar? —miré mis manos—. Su nombre completo, y espero que no haya más interrupciones, es Sara Aureliana Johnson.No dije nada.—¿Es correcto? —repitió con sequedad.—Sí… señor —apreté los dientes y miré hacia un lado—, lo es.Él asin
Buscar, buscar, buscar.Está visto que por pulsar muchas veces la tecla Enter, no sirve si el internet dónde estás es un asco.Mire el techo haciendo todas las muecas posibles, el único sitio donde podía hacerlas sin que los demás me observaran como si yo fuese un alien camuflado entre la raza humana. La última vez me pasó en un transporte público, un niño comenzó a llorar corriendo hacia su madre y un anciano casi sufre un infarto del susto.¡Ni siquiera tenía que disfrazarme en Halloween!—¡Esteeelaaaaaa! — la llamé desde la comodidad de mi cama.—¿Sí? —su voz cantarina se escuchó del otro lado de la pared.—El internet volvió a fallar —exclamé y ella se asomó al cuarto lista para salir.—Ah, sí sobre eso… ya llamé al técnico, viene mañana —su boca estaba llena de ganchos para el cabello y se recogía con ellos algunos mechones—. Hasta entonces no hay internet —cerré mi portátil—. Si quieres puedes usar el mío, no necesita de la red para funcionar. ¿Qué buscabas, en todo caso? —se ac
Me tocaba presentarme en la oficina, entraba a las ocho, por lo que me levanté a las seis de la mañana para poder arreglarme.Me coloque una falda tubo negra con una camisilla blanca y un chaleco rojo mis tacones también eran del mismo color mi cabello Ya ves más lo dejé suelto con ondas abajo y mi maquillaje en tono muy natural.A las 7:30 de la mañana ya me encontraba en el bus, camino a la oficina. —Buenos días —dije a la recepcionista cuando llegué. —Tome su carné para que pueda subir por el elevador de los que trabajan aquí —dijo la mujer. Ya ni recordaba el nombre.—Gracias —dije con mi cara seria por como ella me miró.Volví a llamar al elevador como la primera vez, entré al que nadie se atrevía y ya sabía por quién era.—No pienso moverme de aquí —dije seria —Tampoco se lo he pedido —dijo él de igual manera. —Aquí tiene los documentos que me pidió —dije mientras se los pasaba. —¿Sabes que en el contrato hay una regla en donde usted no debe estar cerca de mí si no es llamad
Ya tenía mi maleta con la ropa que necesitaba para la fiesta y para el día. No sabía cuánto tiempo estaría, así que me lleve la ropa necesaria y si no, compraría.Me encontraba en frente de la oficina con Estela, quien se negaba a dejarme ahí sola.—Vete ya mismo, él va a llegar —dije sincera.—No quiero que me dejes sola —dijo abrazándome—. Miguel también se va unos días y me quedaré completamente abandonada.—Tranquila, espero regresar pronto —dije, mientras enredaba mis brazos en su cuello y le daba un beso en la mejilla.—Nos tenemos que ir —dijo la voz del ogro Norton.—Nos vemos —dije, mientras me despedía por última vez para subir en el hermoso auto el cual era carísimo, solo sabía eso, porque de autos no sabía absolutamente nada.—Pensé que tenía que ver una escena romántica enfrente de mi empresa —comentó sin ninguna expresión.¿Con mi amiga? ¿Qué carajos?Dios, cómo empezaba odiar ese tono suyo.—¿Su novia? —Volvió a interrumpir el silencio que se había generado en el auto.—
Después de estar una media hora duchándome, salí con una camisa que me queda bastante grande y solo me tapaba hasta la mitad de mi muslo. Mi senos no eran tan grandes, así que simplemente no me puse el sostén.Me hice un moño despeinado bastante alto y salí. Cuándo lo hice, no le presté atención a la mirada del señor Norton.Cuándo entró al baño, puse mi celular a cargar y me acosté en lo que sería mi lado de la cama.En menos de quince minutos, él ya estaba afuera, con su cabello mojado y solo tenía un pantalón largo de cuadritos y su pecho al descubierto, pero no era lo suficientemente atrevida como para mirar su rostro.—Buenas noches, señorita Johnson —dijo él, sin desechar un rato las formalidades.—Igual —dije dándole la espalda, pero no podía dormir. Cada dos minutos me movía de posición.—Deja de moverte, me estás irritando —dijo mi molesto jefe.—Lo siento, señor delicado —dije molesta de igual forma—. ¿Cuál era su nombre?—¿Para qué quieres saberlo? —dijo severo.—Bueno, no
El desayuno la pasé de lo más aburrido, ya que los hombres sólo hablaban del contrato y la Aysha esa no me hablaba para nada.—¿Qué opinas del contrato? —preguntó Harvey cuando estuvimos de vuelta en el hotel.—Está muy bien para nuestra empresa, pero eso sí, debes poner en el contrato cuánto sería tu ganancia anual o mensual —dije sin mirarlo.—¿Cuál es la diferencia? —preguntó, mientras se sacaba el saco.—Ven —dije sentándome en el sofá. Entre mis manos tomé el contrato, mientras que con un lápiz le mostraba.—Cuando es anual, puede que ganes menos dinero de lo que te pertenece, mientras que mensual recibirás el dinero neto de las ganancias —expliqué calmada. —¿O sea que en el anual me roban dinero? —Podía ver su rostro lleno de dudas y quería reírme, pero no sería tan mala con él.—No te roban dinero, simplemente después de que se saca lo que se debe pagar al país, te dan lo que sobra, por así decirlo, por lo que es una cifra mucho menor —dije segura de mis palabras.—Pues lo pe
Me quedé ahí sola unos minutos, hasta que decidí entrar por culpa del maldito frío.—Pero mira a quién veo aquí —comentó esa voz chillona de Anastasia.—Hola —dije sonriéndole.—Harvey no gusta de ti, sólo te tiene para pasar una noche de un buen polvo y ya —dijo ella, riéndose en mi cara.—Tranquila, si es así, me disfrutaré bien la noche y verás que aún seguiremos juntos, además, no será la primera vez que lo hagamos —dije tocando su orgullo.—Así como toda una cualquiera. ¿Ya pasaste por las sábanas de un motel?, porque recuerda que él no lleva nadie a su casa —comentó otra vez, riéndose de mí.—Cariño, te informo que nos pusieron una habitación para una sola persona y claramente, dos personas del sexo opuesto en una habitación, terminarán muy juntos —sonreí y vi su rostro enrojecer de la ira—. No te negaré que a pesar de las bajas temperaturas, hacía demasiado calor dentro y fuera de la habitación —sonreí con victoria, mientras me alejaba de ella.Sé que podía ganarme el odio de m