Podía sentir la respiración agitada de Harvey contra mi piel, y sus manos firmes sujetaban mis caderas con una fuerza que me dejaba sin aliento. El deseo entre nosotros era palpable, como una corriente eléctrica que nos envolvía, y cuando él se inclinó ligeramente para tomarme de las nalgas, supe que ya no había vuelta atrás.Me aferré a sus hombros, sintiendo cómo me elevaba con facilidad, mis piernas rodearon su cadera en un movimiento automático, instintivo. Harvey me presionó contra la pared nuevamente.—Tu es fait pour moi —susurró en mi oído, y esas palabras me recorrieron como un rayo. Me sentí al borde de la desesperación, incapaz de contener el deseo que me consumía.—Hazmelo, Harvey —pedí, mi voz rota por la urgencia. No podía esperar más, no quería esperar más.Él no necesitó que se lo repitiera. Con un solo movimiento, se introdujo en mí, arrancándome un jadeo que resonó en las paredes de mármol como un eco. La sensación de plenitud fue tan intensa que me arqueé contra
Termino de colocarme la toalla después de la ducha y me apresuré a salir del baño. El fresco roce del algodón en mi piel era una pequeña distracción, pero no podía evitar sentir la presión de la situación. Con un profundo suspiro, abrí la puerta y salí al dormitorio, donde lo vi sentado en la cama, con su mirada fija en mí. —Solo necesito… —comencé a decir, pero me detuve en seco al notar mi maleta abierta sobre la cama. Harvey asintió con una ligera inclinación de cabeza, pero no se movió ni me habló.Normalmente, no me preocupaba demasiado por mi cuerpo, pero ahora, con solo una toalla y él mirándome, me sentía extrañamente incómoda. Me apresuré a recoger algunas cosas y, sin mirar hacia atrás, regresé al baño para vestirme. Me puse una coleta con manos temblorosas, tratando de recuperar mi compostura.Pensé que sería mejor terminar de arreglarme más tarde. Tomé las llaves de la encimera y salí de la habitación, intentando calmar mis nervios. Noté que Harvey seguía inmóvil, sen
Harvey Me encontraba sentado en esa sala abarrotada de personas, rodeado de compañeros y desconocidos, mientras el sonido monótono del orador resonaba en el auditorio. Golpeaba rítmicamente mi bolígrafo contra la carpeta que tenía frente a mí. El seminario trataba sobre cambios anticipados en el mercado, un tema que normalmente me habría interesado bastante, pero hoy no podía concentrarme. Mi mente estaba en otro lugar, o más bien, en otra persona.Sara.No había escuchado una sola palabra de lo que decían en las últimas dos horas. Todos los números, gráficos y previsiones pasaban por mi cabeza sin dejar huella. Todo lo que podía pensar era en ella. “¿Cómo es posible que ella tenga tanto poder sobre mí?,” me pregunté con frustración.Del otro lado de la mesa estaba Sara sentada, aparentemente atenta a la presentación. Pero sabía que ella también estaba distraída. En ese instante, me di cuenta de que nuestros mundos fuera de la habitación del hotel eran diferentes. Dentro de esa
Apenas entré a mi habitación, el desorden de la cama parecía burlarse de mí. La había dejado así intencionalmente, como si hubiese pasado la noche allí, pero en realidad, cada noche desde que llegué al hotel la había pasado en la habitación de Sara. Sacudí la cabeza, intentando apartar el pensamiento de ella, y lancé las llaves y la billetera sobre la mesita. El sonido metálico de las llaves al golpear la superficie de madera resonó en el silencio, como un recordatorio de mi soledad. Suspiré y me dirigí al baño para tomar una ducha.Encendí el grifo y dejé que el agua caliente cayera sobre mis hombros, relajando los músculos tensos por los pensamientos que me acosaban. Mientras el vapor llenaba el pequeño espacio, no pude evitar que mi mente viajara a todas las veces que había compartido la ducha con Sara. Recordé la forma en que se reía cuando el agua caía sobre su rostro y cómo su piel brillaba bajo la luz tenue del baño. Cerré los ojos, dejando que las imágenes me envolvieran, p
SaraEl aire estaba cargado, no solo de calor, sino de algo más profundo, más denso. Harvey Norton estaba justo frente a mí, y por primera vez me sentía completamente fuera de control, algo que rara vez me ocurría.—Te deseo —susurré, mi voz temblaba ligeramente. Lo miré a los ojos, esperando cualquier tipo de respuesta.Vi cómo su cuerpo se tensaba por un instante. Era una respuesta sutil, pero el deseo que se apoderó de él era innegable. Me estremecí cuando su voz ronca rompió el silencio.—Ya me tienes —dijo, acercándose aún más, con esa intensidad que me hacía arder desde dentro. Volvió a besarme, con sus labios exigiendo más, como si el simple contacto no fuera suficiente.Era como si todo mi cuerpo ardiera. Sentía llamas a mi alrededor, envolviéndome, pero no era el calor de la noche, era el calor de su cuerpo, de sus manos firmes que me sujetaban. Me puse de puntillas, y mis labios atacaron los suyos, queriendo sentir más, más de él. Las manos de Harvey viajaron desde mi pech
Normalmente no era de esas mujeres que se alteraban y desesperaban por cosas triviales, cómo el deseo de conseguir un hombre o formar una familia.Era de las que iba por la vida sin apuros, que salía disfrutar del aire fresco en verano y se quedaba tomando un chocolate caliente y leyendo en su cuarto en el invierno, solo contemplando una rosa florecer o encontrando placer en ver una serie o película al final de la tarde.Pero hoy era diferente, necesitaba un nuevo trabajo y con urgencia.Había sido despedida de mi anterior empleo en un local de comida rápida. ¿El motivo?, arrojarle la comida y un refresco a uno de los clientes que pasó a recogerlo por la ventana del auto servicio. El muy maldito me había dicho que debía trabajar en algo más apropiado; cuando le pregunté a qué se refería, me dijo que con mi cara bonita no debía preparar salchichas, sino arrodillarme y comerlas. No pude evitarlo, era un anciano grasiento y desagradable, nadie me trataba así.Para mi mala suerte, mi jef
—¿Qué no va a disculparse? —Esta vez se cruzó de brazos, sacudiendo la cabeza con reprobación—. Niña torpe y engreída. Lo último lo dijo en inglés, pero lo entendí perfectamente. Estúpido millonario arrogante.—No soy ninguna torpe y mucho menos engreída, ha sido usted el que me ha dado miradas despectivas todo el tiempo —respondí en su idioma, dejándolo petrificado.—¿Hablas inglés? —Su tono de incredulidad, era incluso ofensivo.—¿Cree que en este país no hay gente capacitada para hablar su idioma? —exclamé con ironía, alzando una ceja.—No con su apariencia, señorita —me miró de arriba abajo y creí ver una chispa de burla en sus ojos azules.—Cabrón —hablé entre dientes, antes de darme media vuelta y alejarme definitivamente de allí. Ya me había hecho perder más tiempo de lo que ya había perdido y encima, me había insultado.—¡Taxi! —llamé rápidamente a uno, alzando un brazo. Se detuvo a pocos metros de mí y subí. Indiqué a dónde debía llevarme y en menos de 10 minutos, estaba
La mujer frente a mí me miró de arriba a abajo y pude haber pensado que no estaba juzgando mi atuendo, si no fuera por la mueca de apretar sus labios en una línea fina.Lo sabía, me veía con reprobación a pesar de mi excelente currículum. —Bien, ha pasado la entrevista —carraspeó, mirando unos papeles—. Nos podremos en contacto con usted muy pronto.Eso bajó mis ánimos hasta el suelo, porque definitivamente era un eufemismo para decir que no me habían contratado y debía conseguir otro empleo.—Emm, muchas gracias —forcé una sonrisa y me levanté para irme de allí, sin que se me notaran mis ánimos.—Seguramente van a contratar a la chica que pasó antes que yo —murmuré para mí, mientras caminaba a la salida. Sentía la mirada de todos sobre mí, juzgándome, así que miré mis zapatos al caminar, para intentar no prestarles atención. Llegué al ascensor sana y salva, encontrándome con el chico de antes, el que no iba vestido de ejecutivo. Me ofreció una amable sonrisa que correspondí, sinti