Tomé un taxi y llegué rápidamente al edificio, cinco minutos antes de las 8 de la mañana. Solté un suspiro de alivio y me dirigí a la entrada cuando me esperaba en la misma recepcionista de antes.
—Buenos días, señorita. Soy Sara Johnson…—Sí, la nueva asistente del jefe —me miró de arriba abajo y sonrió—. Espero que dures.—¿Disculpe? —fruncí el ceño.—Olvídelo —sacudió la cabeza, esbozando una nueva sonrisa—. Suba hasta el último piso donde fue su entrevista, la señora Escudero le indicará cuál es su oficina y sus obligaciones."Vaya, una oficina y todo, es impresionante", pensé, caminando hacia el ascensor.Cuando llegue arriba me dirigí a la misma oficina donde me habían entrevistado, encontrándome con la misma mujer del día anterior.—Felicidades por su cargo señorita Johnson, soy la jefa de personal, Paola Escudero —se quitó las gafas y me escudriñó de arriba abajo—. Su atuendo es bastante acertado, venga conmigo.Me mostró una amplia y elegante oficina que me dejó asombrada y un poco nerviosa. ¿Podría dar la talla con este trabajo? Esperaba que sí.La mujer delante de mí tenía los ojos color miel, era de apariencia mayor y muy amable; su piel era blanca y su cabello negro, era recogido en un moño pulido, con algunas canas en él.Me habló de mis obligaciones y estar siempre para el señor Norton, incluso para cosas fuera del horario laboral, siendo recompensada con un sueldo que superaría mis expectativas de una simple asistente de presidencia.—Sería su paga siete veces más que una secretaria común y cuatro veces más que una asistente —me miró fijamente—. El señor Norton es un hombre estricto, puntual y muy severo, pero un hombre justo y muy eficiente en lo que hace, por lo tanto, espera lo mismo de sus empleados.—Más bien egocéntrico y grosero —murmure para mí.—¿Disculpe? —La mujer alzó una ceja, borrando su semblante afable.—Hablaba de que estoy dispuesta a cumplir las expectativas del señor Norton y aún más —alcé la barbilla con determinación, plenamente convencida de que sería un trabajo como cualquier otro, que solamente necesitaba dedicación y paciencia.—Eso espero, señorita —dijo la mujer, revisando una agenda electrónica—. El señor llegará dentro de poco, así que esté lista y a disposición para lo que sea que necesite.—Bien —asentí con la cabeza y me dispuse a colocar mis cosas, revisando el lugar y esperando que el famoso personaje me dirigiera la palabra de nuevo.El sitio era amplio, bastante iluminado y muy agradable, contrastaba bastante con la arisca personalidad del jefe; que parecía más bien sacado de las peliculas animadas, donde era el monstruo o villano con un humor de perros.Un teléfono elegante sonó de pronto, y escuché la voz del mismísimo señor Norton, que necesitaba mi presencia en su oficina inmediatamente.La pregunta del millón era: ¿Dónde carajos era que quedaba su oficina?Seguramente la señora Paola me la había indicado, pero se me había olvidado, con tantas cosas rondando en mi mente.¿Debería preguntarle y quedar como la despistada asistente recién contratada?Ni hablar.Salí de mi oficina y tomé una bocanada de aire, tratando de recordar cuál era la puerta que me había señalado la mujer minutos atrás. No debía ser tan difícil, ¿cierto?Me dirigí a una que estaba segura, era la que me había señalado, pero erré, era la de la secretaria de vicepresidencia; la misma tarada que había criticado mi ropa el día anteriorEsta me apuñaló con la mirada al verme y me recorrió entera. Seguramente ya se había enterado que le había ganado un puesto mayor.Genial, ya tenía una colega enemiga.—Estoy… —carraspee incómoda—, buscando la oficina del señor Norton.Ni siquiera sabía por qué le informaba a ella, seguramente se burlaría o saldría con alguna palabra despectiva.—Es dos puertas más allá, perdida —murmuró con desdén, sin poder ocultar su desagrado—. Más te vale ponerte esas pilas, dicen que el Señor Norton es bastante exigente.—No es la primera vez que oigo eso —dije más para mí misma, pero logró escucharme—. Gracias por las indicaciones y felicitaciones por el cargo.Ella me dirigió una mirada cargada de desprecio, seguramente había tocado un punto débil.—No necesito de tus felicitaciones —acomodó un mechón de su cabello—. Ahora lárgate, que estorbas.Apreté los puños y mordí mi lengua para no cometer una barbaridad. La mujer era insufrible, pero yo no quería perder mi empleo y mucho menos el primer día, así que sonreí falsamente y ladeé un poco la cabeza.—No te preocupes, ya me voy —volví sobre mis pasos—. Te compadezco, imagino cómo te sientes de que una malvestida como yo se quede con un puesto aún mejor que el tuyo. Irónico, ¿cierto?La mujer parecía tener llamas en los ojos, apretó la superficie del escritorio y también su mandíbula, antes de atacarme.—Zorra ofrecida —fruncí el ceño por sus palabras—. Seguramente eso eres, porque de otra forma, no me explico por qué el señor Norton te contrató como su asistente.—¿Hablas por propia experiencia? Seguramente eres tú quien tiene pinta de ofrecida —sonreí sin siquiera inmutarme, viendo complacida que era su caso—. Me encantaría seguir charlando contigo, pero mi jefe, el señor Norton, me está esperando.Escuché sus gruñidos, pero no le presté atención y toqué la puerta que la arpía rubia me había indicado.Tomé aire para aplacar mis nervios y cuando escuché un firme "pase", tuve que hacer un enorme esfuerzo para rescatar mi estómago, que se había anclado al piso.Dos pares de ojos se levantaron a verme. Unos de mujer, del color de la cerveza y los otros de azul zafiro; los mismos que me habían visto con irritación y reproche en ese accidentado primer encuentro.El hombre estaba sentado delante del escritorio, la chica; que parecía muy joven, estaba inclinada hacia el señor Norton, enseñándole unos documentos o algo en su portátil.Aunque se pronunciado escote estaba invitando a otra cosa.Era una chica preciosa, elegantemente vestida y con el cabello rojizo cayéndole en los hombros y parte del pecho. Su acompañante no parecía reparar en sus pronunciados atributos, quizás hechos a base de dietas y mucho ejercicio… o cirugías.Me quedé allí de pie como una morsa, sin saber si entrar entablar una conversación profesional para la que no estaba lista ni tenía conocimiento, o fingir que me había equivocado de oficina de empleo y de edificio, para poder salir huyendo de allí sin mirar atrás.—¡Hola hola! —saludé alegremente, extendiendo los brazos y sonriendo como una demente.La señorita "miss pechugas", me miró asqueada, como si yo fuera un bicho en el limpiaparabrisas de su auto. Se acomodó por segunda vez sus pechos del tamaño de sandías enormes y miró a su acompañante.—¿Y esta quién es, Harvey?Él la ignoró por completo, más pendiente de su computadora y los papeles que se imprimían a un lado.Punto los documentos anotó algo y se los entregó.—Hasta luego, Vicky y gracias por tu interés —ella tomó las carpetas.—Pero, jefe… —habló casi un gemido lastimero, dándole vueltas un mechón de su cabello, coqueteándole abiertamente."Pero qué regalada", pensé con desagrado.—Gracias y adiós —espetó él de manera seca—. De ahora en adelante, cualquier información que necesite darme, puede llamar a mi asistente —me señaló y me sobresalté un poco—. Si es muy urgente, mande un correo.La mujer se dio por vencida en su intento de que le prestara atención y caminó hacia la salida como si no hubiera pasado nada.—¿Señorita? —Seguí con la mirada por dónde iba la chica—. ¡Señorita Johnson! —pegué un brinco ante el casi grito—, no tengo todo el día para esperar hasta que usted se decida entrar. Si en serio desea este empleo, haga el favor de pasar y cerrar la puerta.—Disculpe, señor —había un montón de insultos a punto de abandonar mi boca, pero no me permití exteriorizarlos.—Siéntese, no tengo todo el día —dijo en tono tajante.—Y paciencia tampoco —mascullé en voz baja.No pude callarme.—¿Algo más que tenga que decir? —alzó una ceja, implacable.Negué, tragándome mi ira y frustración.Definitivamente, el señor Norton era un dios griego, pero tenía el genio del mismísimo Grinch y eso era un problema desde ya, porque detestaba a la gente malhumorada con todo mi ser.Sólo esperaba tener la paciencia para lidiar con el ogro Norton, necesitaba mucho el empleo.—Al menos viste mejor que la vez pasada —habló sin siquiera mirarme.¿Acaso era una broma?—Señor Norton…—¿No le había pedido que se sentara?, no tengo mucho tiempo —espetó en tono irritado y me limité a obedecer, muy en contra de mi voluntad. Él llevaba ahora una camisa blanca, corbata y chaqueta gris, la corbata colgaba del respaldo de la silla. Su rostro era tan guapo, que podría competir con mucha ventaja con el David de Miguel Ángel. Sacó unos documentos de una carpeta y los estudió en silencio antes de mirarme.—Aquí dice que su nombre es Sara Aure… —¡No lo diga! —lo detuve.Él me observó con mucha molestia por haber levantado la voz. No quería que mencionara mi segundo nombre, lo detestaba más que el hígado encebollado.—¿Le he dado permiso de hablar? —miré mis manos—. Su nombre completo, y espero que no haya más interrupciones, es Sara Aureliana Johnson.No dije nada.—¿Es correcto? —repitió con sequedad.—Sí… señor —apreté los dientes y miré hacia un lado—, lo es.Él asin
Buscar, buscar, buscar.Está visto que por pulsar muchas veces la tecla Enter, no sirve si el internet dónde estás es un asco.Mire el techo haciendo todas las muecas posibles, el único sitio donde podía hacerlas sin que los demás me observaran como si yo fuese un alien camuflado entre la raza humana. La última vez me pasó en un transporte público, un niño comenzó a llorar corriendo hacia su madre y un anciano casi sufre un infarto del susto.¡Ni siquiera tenía que disfrazarme en Halloween!—¡Esteeelaaaaaa! — la llamé desde la comodidad de mi cama.—¿Sí? —su voz cantarina se escuchó del otro lado de la pared.—El internet volvió a fallar —exclamé y ella se asomó al cuarto lista para salir.—Ah, sí sobre eso… ya llamé al técnico, viene mañana —su boca estaba llena de ganchos para el cabello y se recogía con ellos algunos mechones—. Hasta entonces no hay internet —cerré mi portátil—. Si quieres puedes usar el mío, no necesita de la red para funcionar. ¿Qué buscabas, en todo caso? —se ac
Me tocaba presentarme en la oficina, entraba a las ocho, por lo que me levanté a las seis de la mañana para poder arreglarme.Me coloque una falda tubo negra con una camisilla blanca y un chaleco rojo mis tacones también eran del mismo color mi cabello Ya ves más lo dejé suelto con ondas abajo y mi maquillaje en tono muy natural.A las 7:30 de la mañana ya me encontraba en el bus, camino a la oficina. —Buenos días —dije a la recepcionista cuando llegué. —Tome su carné para que pueda subir por el elevador de los que trabajan aquí —dijo la mujer. Ya ni recordaba el nombre.—Gracias —dije con mi cara seria por como ella me miró.Volví a llamar al elevador como la primera vez, entré al que nadie se atrevía y ya sabía por quién era.—No pienso moverme de aquí —dije seria —Tampoco se lo he pedido —dijo él de igual manera. —Aquí tiene los documentos que me pidió —dije mientras se los pasaba. —¿Sabes que en el contrato hay una regla en donde usted no debe estar cerca de mí si no es llamad
Ya tenía mi maleta con la ropa que necesitaba para la fiesta y para el día. No sabía cuánto tiempo estaría, así que me lleve la ropa necesaria y si no, compraría.Me encontraba en frente de la oficina con Estela, quien se negaba a dejarme ahí sola.—Vete ya mismo, él va a llegar —dije sincera.—No quiero que me dejes sola —dijo abrazándome—. Miguel también se va unos días y me quedaré completamente abandonada.—Tranquila, espero regresar pronto —dije, mientras enredaba mis brazos en su cuello y le daba un beso en la mejilla.—Nos tenemos que ir —dijo la voz del ogro Norton.—Nos vemos —dije, mientras me despedía por última vez para subir en el hermoso auto el cual era carísimo, solo sabía eso, porque de autos no sabía absolutamente nada.—Pensé que tenía que ver una escena romántica enfrente de mi empresa —comentó sin ninguna expresión.¿Con mi amiga? ¿Qué carajos?Dios, cómo empezaba odiar ese tono suyo.—¿Su novia? —Volvió a interrumpir el silencio que se había generado en el auto.—
Después de estar una media hora duchándome, salí con una camisa que me queda bastante grande y solo me tapaba hasta la mitad de mi muslo. Mi senos no eran tan grandes, así que simplemente no me puse el sostén.Me hice un moño despeinado bastante alto y salí. Cuándo lo hice, no le presté atención a la mirada del señor Norton.Cuándo entró al baño, puse mi celular a cargar y me acosté en lo que sería mi lado de la cama.En menos de quince minutos, él ya estaba afuera, con su cabello mojado y solo tenía un pantalón largo de cuadritos y su pecho al descubierto, pero no era lo suficientemente atrevida como para mirar su rostro.—Buenas noches, señorita Johnson —dijo él, sin desechar un rato las formalidades.—Igual —dije dándole la espalda, pero no podía dormir. Cada dos minutos me movía de posición.—Deja de moverte, me estás irritando —dijo mi molesto jefe.—Lo siento, señor delicado —dije molesta de igual forma—. ¿Cuál era su nombre?—¿Para qué quieres saberlo? —dijo severo.—Bueno, no
El desayuno la pasé de lo más aburrido, ya que los hombres sólo hablaban del contrato y la Aysha esa no me hablaba para nada.—¿Qué opinas del contrato? —preguntó Harvey cuando estuvimos de vuelta en el hotel.—Está muy bien para nuestra empresa, pero eso sí, debes poner en el contrato cuánto sería tu ganancia anual o mensual —dije sin mirarlo.—¿Cuál es la diferencia? —preguntó, mientras se sacaba el saco.—Ven —dije sentándome en el sofá. Entre mis manos tomé el contrato, mientras que con un lápiz le mostraba.—Cuando es anual, puede que ganes menos dinero de lo que te pertenece, mientras que mensual recibirás el dinero neto de las ganancias —expliqué calmada. —¿O sea que en el anual me roban dinero? —Podía ver su rostro lleno de dudas y quería reírme, pero no sería tan mala con él.—No te roban dinero, simplemente después de que se saca lo que se debe pagar al país, te dan lo que sobra, por así decirlo, por lo que es una cifra mucho menor —dije segura de mis palabras.—Pues lo pe
Me quedé ahí sola unos minutos, hasta que decidí entrar por culpa del maldito frío.—Pero mira a quién veo aquí —comentó esa voz chillona de Anastasia.—Hola —dije sonriéndole.—Harvey no gusta de ti, sólo te tiene para pasar una noche de un buen polvo y ya —dijo ella, riéndose en mi cara.—Tranquila, si es así, me disfrutaré bien la noche y verás que aún seguiremos juntos, además, no será la primera vez que lo hagamos —dije tocando su orgullo.—Así como toda una cualquiera. ¿Ya pasaste por las sábanas de un motel?, porque recuerda que él no lleva nadie a su casa —comentó otra vez, riéndose de mí.—Cariño, te informo que nos pusieron una habitación para una sola persona y claramente, dos personas del sexo opuesto en una habitación, terminarán muy juntos —sonreí y vi su rostro enrojecer de la ira—. No te negaré que a pesar de las bajas temperaturas, hacía demasiado calor dentro y fuera de la habitación —sonreí con victoria, mientras me alejaba de ella.Sé que podía ganarme el odio de m
—Señorita Johnson, bienvenida —dijo Paola, una vez que las puertas del elevador se abrieron ante mí.—Gracias —le sonreí, caminando hacia mi oficina.Una vez sola, volví a mi rutina encerrada, organizando las citas del señor Norton; reuniones juntas, calendario y demás, eso era al menos hasta que el patán ese me llamara para cualquier cosa.Estaba un poco irritada porque al despertar, él plantó una vez más el muro de hierro entre nosotros, así que yo también lo pondría, por lo que el resto del viaje no hablamos de nada que no fuera del trabajo.Recibí una llamada de parte de mi jefe e hice una mueca. Me desagradaba el hecho de tener que verle a la cara luego de tratarme como un objeto que le aburrió, luego de pocas horas de uso.Al llegar a su planta, me dirigí directamente a su oficina, pero me detuve al ver a "Miss Pechugas" haciendo de celadora de su oficina, mirando mis pies como si fuera a quitarme los zapatos con la mirada.No estaba dispuesta a quitarme mis tacones favoritos.