Ya tenía mi maleta con la ropa que necesitaba para la fiesta y para el día. No sabía cuánto tiempo estaría, así que me lleve la ropa necesaria y si no, compraría.Me encontraba en frente de la oficina con Estela, quien se negaba a dejarme ahí sola.—Vete ya mismo, él va a llegar —dije sincera.—No quiero que me dejes sola —dijo abrazándome—. Miguel también se va unos días y me quedaré completamente abandonada.—Tranquila, espero regresar pronto —dije, mientras enredaba mis brazos en su cuello y le daba un beso en la mejilla.—Nos tenemos que ir —dijo la voz del ogro Norton.—Nos vemos —dije, mientras me despedía por última vez para subir en el hermoso auto el cual era carísimo, solo sabía eso, porque de autos no sabía absolutamente nada.—Pensé que tenía que ver una escena romántica enfrente de mi empresa —comentó sin ninguna expresión.¿Con mi amiga? ¿Qué carajos?Dios, cómo empezaba odiar ese tono suyo.—¿Su novia? —Volvió a interrumpir el silencio que se había generado en el auto.—
Después de estar una media hora duchándome, salí con una camisa que me queda bastante grande y solo me tapaba hasta la mitad de mi muslo. Mi senos no eran tan grandes, así que simplemente no me puse el sostén.Me hice un moño despeinado bastante alto y salí. Cuándo lo hice, no le presté atención a la mirada del señor Norton.Cuándo entró al baño, puse mi celular a cargar y me acosté en lo que sería mi lado de la cama.En menos de quince minutos, él ya estaba afuera, con su cabello mojado y solo tenía un pantalón largo de cuadritos y su pecho al descubierto, pero no era lo suficientemente atrevida como para mirar su rostro.—Buenas noches, señorita Johnson —dijo él, sin desechar un rato las formalidades.—Igual —dije dándole la espalda, pero no podía dormir. Cada dos minutos me movía de posición.—Deja de moverte, me estás irritando —dijo mi molesto jefe.—Lo siento, señor delicado —dije molesta de igual forma—. ¿Cuál era su nombre?—¿Para qué quieres saberlo? —dijo severo.—Bueno, no
El desayuno la pasé de lo más aburrido, ya que los hombres sólo hablaban del contrato y la Aysha esa no me hablaba para nada.—¿Qué opinas del contrato? —preguntó Harvey cuando estuvimos de vuelta en el hotel.—Está muy bien para nuestra empresa, pero eso sí, debes poner en el contrato cuánto sería tu ganancia anual o mensual —dije sin mirarlo.—¿Cuál es la diferencia? —preguntó, mientras se sacaba el saco.—Ven —dije sentándome en el sofá. Entre mis manos tomé el contrato, mientras que con un lápiz le mostraba.—Cuando es anual, puede que ganes menos dinero de lo que te pertenece, mientras que mensual recibirás el dinero neto de las ganancias —expliqué calmada. —¿O sea que en el anual me roban dinero? —Podía ver su rostro lleno de dudas y quería reírme, pero no sería tan mala con él.—No te roban dinero, simplemente después de que se saca lo que se debe pagar al país, te dan lo que sobra, por así decirlo, por lo que es una cifra mucho menor —dije segura de mis palabras.—Pues lo pe
Me quedé ahí sola unos minutos, hasta que decidí entrar por culpa del maldito frío.—Pero mira a quién veo aquí —comentó esa voz chillona de Anastasia.—Hola —dije sonriéndole.—Harvey no gusta de ti, sólo te tiene para pasar una noche de un buen polvo y ya —dijo ella, riéndose en mi cara.—Tranquila, si es así, me disfrutaré bien la noche y verás que aún seguiremos juntos, además, no será la primera vez que lo hagamos —dije tocando su orgullo.—Así como toda una cualquiera. ¿Ya pasaste por las sábanas de un motel?, porque recuerda que él no lleva nadie a su casa —comentó otra vez, riéndose de mí.—Cariño, te informo que nos pusieron una habitación para una sola persona y claramente, dos personas del sexo opuesto en una habitación, terminarán muy juntos —sonreí y vi su rostro enrojecer de la ira—. No te negaré que a pesar de las bajas temperaturas, hacía demasiado calor dentro y fuera de la habitación —sonreí con victoria, mientras me alejaba de ella.Sé que podía ganarme el odio de m
—Señorita Johnson, bienvenida —dijo Paola, una vez que las puertas del elevador se abrieron ante mí.—Gracias —le sonreí, caminando hacia mi oficina.Una vez sola, volví a mi rutina encerrada, organizando las citas del señor Norton; reuniones juntas, calendario y demás, eso era al menos hasta que el patán ese me llamara para cualquier cosa.Estaba un poco irritada porque al despertar, él plantó una vez más el muro de hierro entre nosotros, así que yo también lo pondría, por lo que el resto del viaje no hablamos de nada que no fuera del trabajo.Recibí una llamada de parte de mi jefe e hice una mueca. Me desagradaba el hecho de tener que verle a la cara luego de tratarme como un objeto que le aburrió, luego de pocas horas de uso.Al llegar a su planta, me dirigí directamente a su oficina, pero me detuve al ver a "Miss Pechugas" haciendo de celadora de su oficina, mirando mis pies como si fuera a quitarme los zapatos con la mirada.No estaba dispuesta a quitarme mis tacones favoritos.
—En serio ya me estoy cansando de que siempre llegas tarde para almorzar —espetó con hastío mi mejor amiga. Me acerqué a ella para saludarle y disculparme, pero se cruzó de brazos y me volteó el rostro. —Discúlpame, Estela, pero mi jefe… —tomé asiento, pero ella levantó su mano en señal de que no continuara con mi explicación. Se reincorporó, colocando ambos codos sobre la mesa y levantó una ceja. Por su expresión, estaba segura de que me diría algo que no sería agradable. —Tu jefe es un idiota —masculló rodando los ojos y dejándose caer sobre el respaldo de la silla. Suspiré con cansancio, llevándome una mano a mi frente. Ella tenía razón, mi jefe era un completo idiota, sin embargo, me había dado el aumento, firmaba mis cheques y cada vez que tenía un problema familiar, me permitía irme temprano del trabajo. Habían pasado unas semanas y no había vuelto a tocar el tema del beso ni de lo que había pasado en aquella cena importante, simplemente me había dedicado a acompañarlo co
Edward me tapó la boca, haciendo una mueca de dolor, quizás le lastimé los oídos.Qué delicado.Después me arrastró consigo hasta una esquina cerca de la sala de juntas y me pegó a la pared, arrinconándome con su cuerpo esbelto y más alto.En este piso se encontraban las oficinas del vicepresidente, el presidente de la compañía; contando con la sala de juntas y una que otra oficina de administración, también para eventos sumamente privados. Había también un cafetín privado para las secretarias, asistentes y jefes del resto todos los empleados se encontraban en los pisos de abajo en sus asuntos.Edward debería estar en la junta o cualquier otro lugar, me irritaba que fuera tan permisivo.—¿Qué estás haciendo aquí? —dije al momento de quitarme su mano de mis labios. El dejó de mirar hacia la sala de juntas y me observó.—Impedir que toda la furia del presidente caiga sobre ti —murmuró como si fuera lo más normal del mundo.Enarqué una ceja al tenerlo cerca, él entendió y se alejó, disc
Sentí que mi corazón latía en la garganta al verlo cada vez más cerca de mí, pensé que se lanzaría a besarme como un loco desquiciado, pero no.Harvey Norton era un imbécil y eso no se le quitaba ni volviendo a nacer.Cuando estuvo tan cerca de mí, que su aliento rozaba con el mío, cerré los ojos esperando sentir sus carnosos labios, pero él me quitó la mayoría de las servilletas de la mano, haciéndome abrir los ojos con brusquedad, desconcertada.Empezó a pasar las servilletas por su camisa, pero mientras más lo hacía, más se manchada y eso lo hacía cabrear más.—¡Demonios! —tiró la bolita de papel a un rincón de la estancia y luego me miró, con sus ojos inyectados de furia y disgusto—. ¿Qué estás haciendo ahí parada? Busca algo, haz algo —inquirió, apretando la mandíbula, pero evitando mirarme.Como me ordenó, me dispuse a buscar otra cosa para limpiar la camisa, conseguí más servilletas y abrí el grifo para empapar una mano, al girar mi cabeza para ver dónde estaba, él ya se encont