Sentí que mi corazón latía en la garganta al verlo cada vez más cerca de mí, pensé que se lanzaría a besarme como un loco desquiciado, pero no.Harvey Norton era un imbécil y eso no se le quitaba ni volviendo a nacer.Cuando estuvo tan cerca de mí, que su aliento rozaba con el mío, cerré los ojos esperando sentir sus carnosos labios, pero él me quitó la mayoría de las servilletas de la mano, haciéndome abrir los ojos con brusquedad, desconcertada.Empezó a pasar las servilletas por su camisa, pero mientras más lo hacía, más se manchada y eso lo hacía cabrear más.—¡Demonios! —tiró la bolita de papel a un rincón de la estancia y luego me miró, con sus ojos inyectados de furia y disgusto—. ¿Qué estás haciendo ahí parada? Busca algo, haz algo —inquirió, apretando la mandíbula, pero evitando mirarme.Como me ordenó, me dispuse a buscar otra cosa para limpiar la camisa, conseguí más servilletas y abrí el grifo para empapar una mano, al girar mi cabeza para ver dónde estaba, él ya se encont
Me enteré que el señor Norton había ordenado a Vicky ir a la tintorería qué se encargaba de la limpieza de sus trajes. Me sentía un poco mal, ya que por mi culpa, el señor Norton estaba de un humor insoportable e hizo que su secretaria abandonara sus deberes para encargarse de su traje. Claro, el jefe le ordenó a Miss pechugas que me entregara sus tareas, ahora tenía doble trabajo y un montón de papeles por chequear.—Terminé —solté un suspiro de alivio. Me había tocado releer el documento para verificar cualquier error, ya que tenía que enviar a un inversionista extranjero de suma importancia.Con el mouse di click para imprimir el documento, la impresora a mi lado emitió un sonido que me daba entender que ya estaría listo. Me levanté y lo tomé sin mirarlo, lo coloqué dentro de la carpeta amarilla que tenía en la mano y me dirigí a la oficina de mi jefe.Toqué un par de veces, hasta que escuché un "adelante" por parte del ogro. Respiré con calma y me adentré en la amplia oficina, q
Este hombre era insoportable, se parecía al Grinch en época de Navidad, todo amargado y remilgoso.¿Pensaba que era necesario dar portazos?Puse mis ojos en blanco y agarré la chaqueta de mi silla para ir hacia contabilidad. Cuando volví, llamé a la puerta del despacho pero no tuve respuesta y la puerta estaba cerrada con llave.El muy gilipollas probablemente había salido para ir a comer, mientras me dejaba a mí con sus tareas.Deslicé la carpeta a través de la rotura de correo en la puerta, esperando que los papeles se esparcieran y tuviera que recogerlos y clasificarlos el mismo. Estaría bien merecido.Después de pensarlo bien, esperaba que no fuera así. Conociéndolo, me llamaría de ese agujero infernal para ponerme a recogerlo yo misma, mientras él me observaba hacerlo, robándome más tiempo de mi ya imposible proyecto."¡Jode'r!", pensé para mí misma por enésima vez en la última hora.Me apuré por el oscuro pasillo del edificio ahora vacío, llevaba el material para la presentación
Sus ojos se cerraron y parecía que estaba teniendo la misma batalla interna que yo. Bajé la mirada hasta su regazo y pude ver su miembro duro, tensando la tela de su pantalón. Con sus ojos todavía cerrados, retiró su dedo y agarró la tela de mis bragas con la mano. Estaba temblando y me miró con furia y lujuria en sus ojos.Con un rápido movimiento, las arrancó de mi cuerpo. El sonido del desgarro rompió el silencio, alzó mis caderas bruscamente, elevándome hasta la fría mesa y abriendo mis piernas enfrente de él. Sentí cómo el calor invadía rápidamente mi cuerpo, y solté un gemido cuando sus dedos volvieron a acariciar mi clítoris. Despreciaba a este hombre y todo lo que tenía que ver con él, pero mi cuerpo me estaba traicionando; ansiaba que me tocara de la manera que lo estaba haciendo. No eran las mismas caricias suaves y amorosas a las que estaba acostumbrada, pero mi cuerpo sentía un frenesí bestial.Eché la cabeza hacia atrás y
—Sara… oye Sara, despierta… —Hmmm… ¿Quién me estaba hablando? ¿Estaba soñando? —¡Sara! —alguien gritó mi nombre tan fuerte, que desperté asustada. Lo primero que oí fueron las escandalosas risas de mi prima y otra mujer que ya había visto antes, su amiga Restregué mis ojos para enfocarlas mejor y las asesiné con la mirada. —¿Por qué ambas están en mi habitación? —les pregunté, sentándome en el borde de mi cama—. Diablos, ¿qué hora es? —me levanté a toda prisa para ir al baño. —No te preocupes por llegar tarde amiga, igual falta una hora para que entres a trabajar —la voz cantarina de Milena me hizo detenerme en el umbral de la puerta. —¿Y estaban aquí para despertarme? —automáticamente crucé mis brazos, observándolas con desconfianza. —Sí —habló Sofía, la amiga de mi prima—. Aunque nos sorprendimos mucho cuando te escuchamos hablar dormida —se tapó la boca para ocultar su risa y mirar de reojo a Milena. —¿De qué hablas? —no entendía a qué se refería, ya que no hablo dormida
Carraspee discretamente, tratando de salir de mi letargo. —Claro, señor Norton, estaré ahí de inmediato… —¡Sara! —Milena me sorprendió con unos golpes en la puerta, de inmediato salí para regañarla, pero ella siguió golpeando—. ¡Estás demorando mucho y tienes que bajar a desayunar! —iba a hablar, pero aún no cerraba la boca—. ¡¿Estás en el baño?! —preguntó gritando a propósito, solo hizo que me avergonzara un poco y mirara mi celular. —Milena, en un momento bajo, aún no estoy lista —le indiqué por lo bajo cubriendo la bocina del celular con mi mano. —¿Estás en el baño? ¿Por qué tu puerta tiene seguro? —comenzó a hacer preguntas tontas—. ¿Estás haciendo cosas indebidas por tu sueño, Sara? ¡Oh, Dios, mi jefe seguía en la llamada! —Cállate Milena, sólo lárgate —chillé, rechinando mis dientes, hasta había dado unos saltos de desesperación y ansiedad. —Okey —habló alargando la Y en tono burlesco—. Diviértete —volví a escuchar su risa. —Señor, ¿sigue ahí? —mi corazón estaba a punto
Sara —Señorita Johnson, ¿a dónde cree que va? —me llamó el ogro, una vez que la puerta que daba las escaleras se cerró. —Vamos a tomar café, señor Norton —hablé con tono despectivo, ya que había dicho mi nombre de la misma manera despectiva y venenosa de siempre—. Por eso estoy bajando las escaleras. No olvide su dosis de cafeína, señor. Escuché un bufido detrás de mí y de pronto lo sentí demasiado cerca. Él me alcanzó en el rellano y agarró mi brazo, empujándome contra la pared. Sus ojos me miraron despectivamente con los dientes apretados. Aproveché y le puse el recibo en la cara, mientras lo fulminaba con la mirada. —¿Qué coño es esto? —sacudí la cabeza sarcásticamente. —¿Sabe? Para ser un pomposo sabelotodo, a veces es bastante estúpido —espeté de mal humor—. ¿Qué m****a cree que es? Es un recibo, ya sabe, se lo dan siempre que compra algo. Lo vi gruñir y sonreí con satisfacción. —Si no fuera porque la necesito aquí, ahora mismo la estaría despidiendo —me miró con ojos en
El ogro Norton seguramente se dio cuenta en el momento en que me quedé sin palabras, además era inaudito su propuesta, no solo porque habíamos tenido sexo salvaje en la sala de conferencias, sino porque había intentado soborname y chantajearme con una información que obtuvo sobre mi estado financiero.Malditos riquillos, creen poder tener todo y que todos estén a sus pies.—No lo acepto, señor Norton —lo encaré, alzando el mentón. Cuando su ceño se frunció, no esperé nada más de su parte y salí de la oficina de manera apresurada. Por suerte, cuando estaba a punto de cerrar la puerta, Vicky apareció en mi campo de visión. Estaba arreglando sus cosas en su puesto de trabajo, parecía no percatarse de mi presencia, hasta que escuchó la puerta ser cerrada tras de mí.—Buenos días, señor Norton —se levantó, dándose la vuelta. Se quedó muda por un segundo, observándome, sacudió su cabeza riendo nerviosamente llevando una mano a su cabeza, después se acercó para saludarme.—¿Cómo estás, Sa