—¿Ya está mi cuñado aquí, Vicky? —preguntó el jefe, antes de llegar a la sala de juntas principal. —Así es, señor, de hecho, ya debería estar adentro —Vicky tomó la manilla de la puerta y abrió.El que entró primero fue mi jefe, después Vicky y yo fui quién cerró la puerta, no sabía por qué, pero sentía que algún par de ojos estaban puestos sobre mí, eso me daba escalofríos y un leve hormigueo en mi nuca.Me dirigí hacia el lugar de los asistentes y me senté al lado de Vicky.La que estaba de pie y al lado del vicepresidente de la compañía era Rose, por supuesto, era su asistente personal, además, llevaba varias carpetas en sus brazos.Le eché un vistazo al lugar y todo parecía tranquilo, hasta que me topé con el rostro del vicepresidente mirando nuestra dirección. Bajé la cabeza con disimulo como si fuera anotar algo en mi Ipad, no tenía la menor idea del por qué me miraba así, tan atento a lo que hiciera, ya que no apartaba la vista de mí, sin embargo, no podía podía ser tonta, er
Nunca antes había estado en una situación más incómoda que esa donde casi todos los presidentes estuvieron atentos a las acciones del presidente. Después de haberme dicho aquellas palabras, las cuales me dejaron pálida dudosa intrigada, todos se percataron de tan atrevido acercamiento conmigo.El vicepresidente era uno de los que no dejaba de lanzarme miradas dubitativas, aunque yo no lo comprendía, tal vez era por el descaro de su cuñado en presencia de sus socios.Todos salimos de la sala de juntas, Vicky va a mi lado con la mirada al frente, pero parecía tener su mente en otro lugar. El señor Norton era quién iba delante de nosotras, deteniéndose una que otra vez para atender alguna duda de sus empleados.—Vicky, ¿te ocurre algo? —toqué su hombro, haciendo que reaccionara.Ella agitó un poco su cabeza negando, después tocó su sien y sonrió viéndome.—Solo tengo un poco de dolor de cabeza, no es nada —explicó, aún masajeando su sien.—Creo que tengo algunas aspirinas en mi bolso, p
Nosotros obedecimos, Vicky fue la primera en salir y yo cerré la puerta, ella miró la hora en su reloj al sentarse, soltando un suspiro. —Ya será hora de almorzar, si quieres puedes adelantarte —propuso sin mirarme. —De acuerdo —la observe por un segundo, intentando comprender su actitud—. ¿Estás mejor de la cabeza? —inquirí, tomando mi bolso para buscar el frasco de píldoras. —Así es —revisaba algunos papeles como distracción. —Ten… —le extendí el frasco, con una sonrisa ladina en mis labios. —Gracias… —lo tomó, demostrando lo dudosa que estaba, me mostró una sonrisa de agradecimiento y siguió en lo suyo—. Puedes irte, Sara, que tengas buen provecho. —Estaré aquí antes de que termine la hora para comer, ¿de acuerdo? —me acerqué a ella, depositando un beso en su mejilla como despedida. Ella rió volviendo a ser la misma y asintió. —Adiós. Busqué mi teléfono en mi bolso para avisarle a Estela que estaré esperando en la cafetería que estaba a dos locales de aquí, sabía que era de
Afortunadamente el me soltó y retrocedí cuántos pasos, asegurándome de estar lo suficientemente lejos de ese sinvergüenza. Alfredo me miró por última vez, como si me estuviera advirtiendo de algún otro encuentro.Apreté la mandíbula, guardando algunos insultos, ya que un hombre se acercó a nosotros.—¿Hay algún problema? —el hombre se dedicó a vernos a los tres—. Señor Fajardo, ¿necesita algo? —se dirigió a Alfredo.Por supuesto tenía que ser algún siervo fiel que iba detrás de la chequera más grande de los tres. Alfredo tenía más dinero que Estela y yo juntas.—Oiga, señor, ¿acaso no vio cómo este hombre me trató y usted viene a lamerle los zapatos? —no podía quedarme de brazos cruzados, mientras el imbécil de mi ex me daba una sonrisita de suficiencia.—Señorita, más respeto, por favor —se atrevió a exigir el hombre, quién parecía ser plenamente fiel a su billetera.—¿Quiere respeto?, pues primero practíquelo con todos sus clientes y así se le dará respeto —atacó mi amiga, teniendo
—Oh, mierda —automáticamente oculte mis pechos con mis brazos, no me había percatado de que llevaba puesto las cositas especiales para los pezones.Maldición, ahora entiendo por qué el portero me miró extrañado y todo porque llevaba una camisa blanca, ¡sin sostén!—Sara —se carcajeó mi amiga antes de devolverme el sostén, lo metí en mi cartera—. S-se te había o-olvidad… —hablaba sin parar de reír, me coloqué mega roja y sólo me subí al taxi.Estela se despedía con la mano aún riendo un poco, yo solo mantenía mis brazos cruzados y la cabeza gacha ni siquiera era capaz de mirar por el retrovisor del taxista, para ver en sus ojos alguna especie de brillo.Asco.—¿A dónde quiere que la lleve, señorita?—A las empresas Norton & Brooks, por favor…El taxista no habló más, sólo se mantuvo en silencio al igual que yo.Cuando llegara a la empresa, debía de ir inmediatamente al baño para colocarme esa cosa.No demoré mucho en llegar a la oficina, fue un reto el tener que bajar del taxi sin que
Llevé las manos a mis pechos para taparlos, estaba completamente avergonzada. No demoró que yo sintiera el calor subir por mi cuello hasta mis mejillas, estaba completamente roja y era de entender, es que mi jefe, precisamente ese hombre, me había visto sin sostén. —Yo, no e-estoy buscando nada —cerré mis ojos, dándole la espalda. No sé por qué me atacaba el nerviosismo justo ahora, me sentía trastornada y temía que fuera por el hombre detrás de mí. El señor Norton no habló y lo agradecí, lo menos que quiero es que me diga algo que me haga sentir peor de lo que ya me siento. ¿De verdad pensó que estaba así por él? Por favor, yo no busco llamar la atención de los hombres, y menos lo haría de esta manera. Claro que lo que había pasado entre nosotros destruía completamente ese argumento, pero es que en verdad era algo que solamente me había pasado con él, con nadie más… y eso comenzaba a preocuparme. Intenté ignorar la situación y me dispuse a recoger los vidrios, pero antes de lev
—Sara, el señor Norton pregunta por ti —la voz de Vicky me hace detenerme de golpe. —¿Para qué? —Solté sin pensar, viendo en la expresión de mi compañera de trabajo, que había sido un comentario desacertado—. Quiero decir… ¿te dijo para qué me necesitaba? Ella se limitó a encogerse de hombros, aunque en la expresión de sus ojos había un ligero brillo que me hacía sentir bajo un maldito foco. ¿Estaría sospechando algo? —Gracias, iré a ver qué se le ofrece —mentí, porque cuando ella se alejó, me quedé en mi sitio, pensando en que no quería verlo de nuevo luego de la conversación que habíamos tenido. "Creí que no quería verme por el resto de la tarde. ¿Qué diablos pretende?" Encima que la cena con su familia era pronto y estaba más que nerviosa; su cercanía me tenía fuera de mis cabales, era como si no tuviera control de mí misma y no podía permitirme algo así y menos con él. —¿Qué hago ahora? —susurro para mí misma—. Si voy, de seguro va a reclamarme algo o peor… intentar acercars
Sara No podía entender cómo demonios podía bajar esas escaleras sin matarme. Estaba huyendo... simple y llanamente. Escapé de allí como si estuviera en llamas, dejando solo al señor Norton en el rellano, con la mandíbula tensa, la ropa descolocada y con los cabellos alborotados, como si hubiese sido abusado sexualmente. Llegué al último piso dando un saltito, lo que no era tarea fácil llevando estos jodidos zapatos. Empujé la puerta de metal y me apoyé en la pared, jadeando. ¿Qué coño acaba de pasar? ¿Acabo de follarme a mi jefe en las escaleras? ¿Se puso entre mis piernas? Ahogué un grito poniendo mi mano en la boca. ¿Se lo ordené? Oh, Dios.. ¿Qué demonios me pasaba? Aturdida, caminé de la pared hasta el baño más cercano, dando traspiés. La cafetería estaba en la planta de abajo así que, gracias a Dios, estaba bastante vacío. Hice una rápida comprobación a todos los puestos, y me aseguré de que no había nadie y cerré la puerta del baño con llave. A medida que me aproxima