Sara No podía entender cómo demonios podía bajar esas escaleras sin matarme. Estaba huyendo... simple y llanamente. Escapé de allí como si estuviera en llamas, dejando solo al señor Norton en el rellano, con la mandíbula tensa, la ropa descolocada y con los cabellos alborotados, como si hubiese sido abusado sexualmente. Llegué al último piso dando un saltito, lo que no era tarea fácil llevando estos jodidos zapatos. Empujé la puerta de metal y me apoyé en la pared, jadeando. ¿Qué coño acaba de pasar? ¿Acabo de follarme a mi jefe en las escaleras? ¿Se puso entre mis piernas? Ahogué un grito poniendo mi mano en la boca. ¿Se lo ordené? Oh, Dios.. ¿Qué demonios me pasaba? Aturdida, caminé de la pared hasta el baño más cercano, dando traspiés. La cafetería estaba en la planta de abajo así que, gracias a Dios, estaba bastante vacío. Hice una rápida comprobación a todos los puestos, y me aseguré de que no había nadie y cerré la puerta del baño con llave. A medida que me aproxima
Estaba parada frente al espejo, viviendo una verdadera crisis nerviosa… o quizás existencial. Iba a conocer a la familia de mi falso novio, mi propio jefe, con quien había tenido sexo ya dos veces y que no podía sacarme de la cabeza. ¿Cómo podría lidiar con todo eso?Ni siquiera Estela estaba para apoyarme y darme fuerzas, el maldito de su novio se la había llevado a un viaje sorpresa y había arruinado mi noche, porque sola no me sentía con las fuerzas de tomar el vestido y estar lista para ir con el señor Norton a ver a su familia. Me importaba medio comino si no les gustaba, es más, siempre me dio lo mismo la opinión de los riquillos, pero sí me preocupaba que me descubrieran en mi farsa de ser su novia y él… perdiera su puesto en la empresa.¿Pero por qué me preocupaba?Rodé los ojos al pensar en eso, tratando de concentrarme en mi maquillaje. No era asunto mío y no ayudaba para nada estar pensando en tonterías cuando tenía algo más importante en qué ocuparme. Maquillé sutilmente
—¿Rumores? —inquirió la madre de Harvey, mi "suegrita"—. ¿De qué rumores hablas, Anastasia?¿Conque así era que se llamaba la rubia tetona? La aludida parecía complacida de tener la atención de aquella mujer elegante y de mediana edad, se dirigió a ella con una enorme sonrisa, ignorando las protestas que comenzaban a salir de boca de mi jefe. —De que la asistente de Harvey era una arpía trepadora que sólo quería aprovecharse del dinero de tu hijo y por qué no… de la condición que su padre…—¡Anastasia! —gritó mi jefe con molestia, mirándola de manera severa—. No entiendo por qué estás aquí si esta es una reunión familiar. Y menos para decir esas tonterías. Auch, golpe bajo.—Pues tu madre me invitó —habló ella de manera aparentemente normal, pero con un dejo de resentimiento—. Lo que nosotros vivimos…—Eso quedó en el pasado —la cortó tajante, sin derecho a más réplicas—. Ahora, ¿en qué estábamos?—En que tu asistente es tu novia —el tono de voz de la señora Norton bien podría cort
Harvey Era incómodo y algo molesto ver las miradas de mi hermana y mi madre hacia Sa… la señorita… de acuerdo, Sara.Parecían analizarla y que a la primera equivocación, pudieran reprocharme su "poca clase" o alguna otra cosa, pero sabía que Daniel estaba de mi lado y que además, Sara no se dejaría amedrentar.Ni siquiera se dejaba conmigo y eso ya era decir demasiado. Daniel mantenía a raya a su esposa y yo le lanzaba miradas furtivas a mi madre para que dejara de mirar a mi asistente, parecía acoso ya. Estaba molesta y lo sabía, se había guardado su histeria para sí misma, pero estaba seguro que ahora hablaba exageradamente de manera afable con Anastasia a propósito solo para molestarnos."Quédate a mi lado", le había dicho, para asegurarme de que mi madre ni mi hermana le hicieran algo… o peor, mi ex.Ella estaba últimamente muy inquieta y la miré, esperando que me dijera lo que le ocurría, aunque parecía que su rostro se sonrojaba cada vez más, cosa que me dejaba confundido.—¿P
Sus caricias eran el cielo y hacían que mi cuerpo se estremeciera de una manera que hasta comenzaba a avergonzarme.¿Y qué si alguien nos veía en esa situación?Aunque quise oponerme a esto, no podía negar que sus besos dulces provocaban una especie de cortocircuito en mi cerebro, así que cuando metió su mano debajo de mi falda, supe que no habría marcha atrás.—Vamos a la cama —dijo entre susurros, mientras me levantaba cual si fuese una ligera pluma y me colocaba de manera delicada en el colchón. Sus ojos hipnóticos se quedaron clavados en los míos por unos segundos, los suficientes para provocar nuevamente esas malditas mariposas que no parecían querer abandonar mi panza.—¿Te encuentras bien… Sara? —habló muy cerca, su aliento me hizo cosquillas. Tuve que reprimir un jadeo, porque llamarme por mi nombre era algo afrodisíaco para mí, y no sabía si podía lidiar con tantas emociones y sensaciones a la vez.—S-sí —carraspee para salir de mi ensimismamiento—. Estoy bien… señor Norton
Traté de mantenerme firme en mi lugar ante semejante pregunta, sosteniendo su mirada y ocultando el nerviosismo que me hacía sentir su acercamiento.¿Debería decirle la verdad? No, ¿cuál era el punto de ello? De todas formas había decidido acabar con esto entre nosotros, ¿no? Claro, obviando el dichoso acuerdo. —¿Relación? —alcé una ceja y lo vi mirarme de la misma manera, viendo frustrada que no se tragaba mi mentira—. No tengo… por qué contarle cosas de mi vida personal…—Ya ha dicho lo suficiente —enderezó su espalda y su rostro se volvió prácticamente de piedra.—¿Disculpe? —Es obvio que no es mi asunto —dijo fríamente, mirando por la ventana—. No quiero involucrarme en su vida más de lo que debería, así que disculpe mi intromisión. Sus palabras fueron duras, pero necesarias en este momento en que mi cabeza daba vueltas y disputaba con mis deseos de contarle todo lo que me había hecho Alfredo, pero él había trazado nuevamente una línea entre nosotros que no planeaba cruzar.Me
Giré la esquina para entrar en la sala, y mis ojos se encontraron inmediatamente con los del señor Norton sentado en su silla con las manos tendidas enfrente de mí, seguramente seguía enfadado, podía intuirlo por la expresión de su cara. Pero mi atención se volvió rápidamente hacia la persona que estaba detrás de mí.—Déjame ayudarte con eso, Sara —dijo el señor Lockheed amablemente, mientras le daba a su amigo una mirada de reproche.—Gracias, señor Ajnabee —dije en agradecimiento, mientras tomaba la pesada caja de mis manos.—Sara —dijo, con una sincera sonrisa en su cara—. ¿Cuántas veces tengo que pedirte que me llames Lock? Puso la caja en la mesa de la sala, y se sentó junto a mi jefe.Lock era tan atractivo como el señor Norton. Alto y delgado, compartían las mismas facciones perfectas. Podría estar comprometido, pero seguía siendo uno de los hombres más guapos que había conocido.—Lo siento, Lock —respondí alegremente—. ¿Cómo está Bárbara?Una sonrisa iluminó su cara al pensar
"¿Cómo lo quieres ahora, estúpido? No es tan divertido jugar así, ¿no?"—Dios, soy tan patosa, señor Norton —dije mirándolo. Tenía los ojos cerrados y la cara colorada—. ¿Se encuentra bien, señor? Parece que tiene fiebre.Abrió los ojos para mirarme, y de repente me pregunté si esto era buena idea. Me aclaré la garganta y miré a mi alrededor, sólo había cinco personas en el ascensor con nosotros y faltaban dos pisos para llegar. La puerta se abrió de nuevo y las últimas personas salieron. Un piso más y podría salir huyendo de allí, dejándolo con su empalme letal.Tan pronto como las puertas se cerraron y el ascensor se comenzó a mover, escuché un gruñido detrás de mí y con un rápido movimiento, el señor Norton pulsó el botón de parada en el panel. Sus ojos se volvieron hacia mí, más profundos que nunca.—Mal movimiento, señorita Johnson —susurró, y con un fluido movimiento, su cuerpo se pegó al mío, aplastándome contra la pared del ascensor, y chocando sus labios contra los míos.Nues