Nicole miraba a Bryce, pero no se decidía a creerle. Él no dejaba de disculparse y de decirle que la amaba, pero hacía pocas semanas también estaba seguro de lo que sentía por ella, y de un momento a otro , la había dejado.—Y si Alexa, te hace la vida imposible y cumple todas esas amenazas? Nuevamente te hará dudar y esto pasará de nuevo...
—Eso no pasará. Le dejé muy claro lo que pienso de ella, y de sus chantajes. Pero lo cierto es que la razón por la que te dije que era mejor separarnos, fue porque ella no me dijo que estaba embarazada.
Nicole perdió todo color en su rostro— ¿está embarazada?
—Sí. Y me chantajeaba con decirle a la prensa y a todo el mundo que por mi romance con mi asistente, yo no quería estar al lado de ella y de mi hijo.
—Bryce, yo jamás podría interponerme entre tu hijo y t&uacut
Había pasado ya, un año y medio. El tiempo en verdad corría y para ella era como si fuera ayer, cuando Bryce había ido por ella a casa de su tía y se habían reconciliado.Le costó trabajo al principio volver a confiar en él, y no podía negar que tuvieron sus tropiezos. Sin embargo, él había sabido ganarse su confianza y le demostraba en cada detalle y cada día, lo mucho que la amaba y lo que valoraba su relación. Ya estaban lejos de aquella mujer odiosa que a punto estuvo de acabar con su amor, y en este momento, ella era historia.Poco a poco, ella también había aprendido a tomar su lugar en la vida de él, en su familia, y en la sociedad. Y donde antes la criticaron, actualmente, le invitaban a muchos eventos y hablaban de la linda pareja que hacían. Aunque ella tampoco se creía todo. Sabía que mucho era porque su esposo era un hombre poderoso y no les convenía estar mal con él o con su familia. Pero ella había aprendido a sacar garras y defenderse. Ya no era la misma de antes, que s
Nicole empezó a sacar las cartas de la impresora. Las repasó mientras intentaba no pensar en su pequeña sobrina Chloe y el problema que podría avecinarse, en especial cuando su situación económica era algo incierta.La puerta que conectaba con el despacho de al lado se abrió, y escuchó la voz de su jefe—Nicole ¿Has llamado a Londres para decirles que iré mañana?—Sí, señor Powell, he llamado y todo ha quedado aplazado.— ¿Y qué ha pasado con la nueva campaña de Calvin Klein?—Ya hablé con ellos y se ha podido solucionar el percance.Bryce cerró de nuevo la puerta y Nicole se levantó, alisándose la chaqueta negra que llevaba puesta, preparándose para ir a hablar con su jefe. Necesitaba pedirle que ya no buscara una persona que le ayudara en su casa, porque ella podía encarga
Bryce estaba solo ahora tomando otro trago y preguntándose ¿qué diablos había pasado hacía un momento? No podía olvidar aquella imagen de su asistente con aquella blusa empapada y esos grandes pechos en un diminuto sujetador color negro, amenazando con salir de su encierro. Obviamente las chaqueta un poco grande que usaba a diario, habían estado escondiendo sus encantos.Se removió incómodo y la imagen de ella gimiendo en su cama mientras la tomaba vino a su mente. Luego se reprendió por pervertido, esa chica no tenía más de veintidós años, y él era bastante mayor que ella. Por no hablar de que ya tenía una hija, y él no deseaba nada con mujeres que eran madres. Demasiado compromiso, se decía siempre.— ¿Puedo pasar?—escuchó la voz de Nicole.—Si, por supuesto—la vio aparecer con una blusa nueva
Nicole entró a la casa que estaba con la puerta abierta. Miró a todos lados y no vio a nadie, hasta que llegó al balcón donde lo vio admirando el paisaje. Fue hasta allí, y abrió la enorme puerta de vidrio para salir al exterior. Fue allí cuando Bryce se percató de su presencia.— ¡Nicole! Qué bueno que ya estés aquí. —Bryce estaba vestido informal; unos jeans y una camisa blanca. No llevaba zapatos elegantes sino unos tenis y ella casi no podía creer lo diferente que se veía, pero sobre todo lo relajado que parecía estar. No tenía ese gesto huraño y la frente arrugada como casi siempre que estaba en la oficina.—Buenas tardes, señor Powell. Sí, hace un buen rato llegamos, pero estaba instalándome y haciendo un biberón a la bebé.Ese fue el momento en el que Bryce reparó en Chloe,
Nicole ya había llegado hacía media hora a la casa, que estaba completamente en silencio. Se puso manos a la obra para preparar algo rápido pero que le gustara a su jefe. Así que se le ocurrió que unos raviolis con salsa de espárragos, acompañados de una ensalada y pan de ajo serian perfectos. No tenía más tiempo, pues se había quedado profundamente dormida en el momento en que puso la cabeza en la almohada, después de haberle dado su biberón a Chloe. La idea había sido solo descansar un poco del viaje, antes de ir a preparar la cena, pero estaba tan cansada, que cayó rendida.Colocó el pan de ajo en el horno antes de que llegara Bryce y se dirigió a la pequeña silla donde estaba su hija jugando con un pulpo de felpa que había encontrado entre los juguetes de la cabaña. Ella parecía estar de muy buen humor y es que ambas habían rep
Bryce se estiró un poco, y se levantó de la silla. Tenía al menos tres horas de estar trabajando, y ya eran las ocho y media. Había quedado con Nicole que desayunaría después de las ocho, o eso creía. “Bueno, en caso de que todavía no haya hecho el desayuno, comeré cualquier cosa, porque tengo mucha hambre” se dijo. Pero cuando subió el olor a café recién hecho y a huevos revueltos con tocino, se sentía por todo el lugar.—Buenos días, Nicole.—Buenos días, ella lo saludó—ya casi está el desayuno. Por favor tome asiento y en un minuto le sirvo.—Está bien— ¿Y cómo dormiste?—Muy bien. No puedo negar que sea maravilloso despertar y que lo primero que uno escuche sea el canto de los pájaros.—Sí, es cierto. De las mej
Nicole reía desenfada con su hija en brazos y se adentraba en el agua para que la niña moviera sus piernitas. La pequeña saltaba emocionada y reía. Su madre estaba absorta en el juego y no se dio cuenta de que él, las observaba. Al principio solo fue diversión, pero luego cuando Nicole salió de nuevo de la piscina, él quedó embobado al ver el pequeño vestido de baño que llevaba consigo y el cuerpo tan hermoso que tenía. Sus caderas amplias y su cintura pequeña la hacían ver como una sirena, y sus pechos eran perfectos, justo el tamaño para abarcarlos con sus manos y amasarlos suavemente. Sintió que una tienda de campaña se formaba en su entrepierna inmediatamente.Cuando ella se dio la vuelta para recoger una toalla, pudo ver su trasero, completamente redondo, y perfecto. Y más imágenes de ella en su cama, llegaron a su mente atorment&aacu
Por fin pudo salir a hurtadillas de la cabaña después de ver que Chloe dormía profundamente, y con monitor en una mano y teléfono en la otra se fue a un lugar cercano pero privado donde pudiera hablar bien con su amiga.—Hola bandida ¿cómo has estado?—la saludó con su tono risueño.— Bien pero… ¿Tú cómo estás? ¿Carol, ha pasado algo?—Por supuesto que no. ¿Acaso no puedo llamar a mi única y mejor amiga?—Claro que sí, pero por la hora, pensé que te había pasado algo.—No…es solo que me sentía sola, y sé que no estamos en los mejores términos, pero quería escucharte.Nicole se sintió trist