Estaban acostados en el hotel, cuando Keila recibió una llamada de Lorena.— Amiga, ¿cómo estás? — consultó.— Hola Kei, perdón que te moleste. Quería saber cómo estabas, es que no fui a verte — comentó su amiga.— Estoy bien, Enzo ha sido muy sobreprotector conmigo — respondió —. No me deja ni siquiera ir a la cocina por un vaso de agua.— Que exagerado, pero que feliz me pone, que te cuide — Keila notó, que la voz de su amiga, no era del todo alegre, como suele serlo.— ¿Qué sucede? — preguntó sin titubear.— Odio que me conozcas demasiado — respondió Lorena, y luego, se escuchó un sollozo.— Lo hago. Somos mejores amigas desde pequeñas, ahora cuéntame, ¿qué te tiene así?— Cristhian no volvió a la casa desde que estabas en el hospital. Lo llamo y no contesta, y no sé, juro que no sé dónde buscarlo — Sollozó —. No sé qué tiene y no quiere decírmelo. No lo entiendo amiga, juro que intento, pero no logro entenderlo.Keila se había percatado del comportamiento de Cristhian con ella, y,
Valentina no podía creer, lo que ese hombre le estaba pidiendo. Definitivamente, no estaba en sus planes, dejar que ese niño sobreviva. Debía eliminarse a como sea. — No me parece. Ellos han arruinado mi vida — masculló la mujer. augusto, soltó un suspiró, y miró hacia la empresa; al ver que ya no estaba, rodeó el vehículo e ingresó en su interior —. No te invité a quedarte. — Lo has hecho — responde, marcando nuevamente el número de Camila —. M*****a perra. — ¿A quién llamas? — consultó. — ¿Te importa? — Mejor bájate de mi auto — ordenó la chica. En un movimiento rápido, Augusto rodeo su mano en el blanco cuello de ella, impidiéndole que respire. — Harás lo que digo, ¿ok? — Ella asintió, sin decir ni una sola palabra —. No lastimarás a esa mujer y al niño. Aflojo su agarre, logrando liberarla. — ¿Qué te pasa, loco? Ni siquiera te conozco para que vengas a amenazarme… — Silencio. Valentina estaba petrificada como estaba siendo apuntada por un arma. Augusto se le estaba acaband
— ¿Qué has hecho? — indagó Valentina. Miró por la ventanilla, y luego el arma —. ¿Le disparaste?— Lo lesioné. Necesitaba sacarlo del camino, para realizar mi plan — contestó, jugando con el arma, apuntándola en ese tanto —. Igual, no me importaría si muere.— ¿Por qué no contrataste a alguien para que lo haga?— Eso no es asunto tuyo — respondió, serio. La verdad era, que no deseaba que supieran de que estaba solo en ese juego.Su padre le había dado la espalda, por lo que necesitaba un plan b, para salir del pozo. Valentina ingenuamente, comenzó a verlo con otros ojos, sin entender que solo sería una víctima más de juego macabro; sin embargo, el hombre había encontrado la forma de manipularla.Valentina nunca había recibido afecto, al menos por parte del que sea un hombre fuera de su familia. Tenía una familia que la adoraba, y próximamente sería la heredera del imperio de la misma. No obstante, la jovencita nunca recibió un afecto sincero de parte de los chicos que salían con ella,
» En el peor de los conceptos. «Pensó Keila en ese momento, mientras era transportada en el asiento trasero. No la lastimó, no la amarró las manos, como la última vez, ni amordazó su boca. Ella iba sentada a su lado, mientras él tarareaba una canción y conducía. — No confío en ti — respondió la mujer. — Un punto a tu favor — añadió. Se recostó sobre ella, y abrió el coche, para empujarla. Keila gritó fuerte, por la impresión, y luego sintió su cuerpo estrellarse sobre el pavimento, alejados de toda civilización. El primer acto de la mujer, fue proteger su vientre, mientras gemía de dolor. A lo lejos, vio el auto detenerse, y luego, moverse en reversa. De él, bajó augusto, con una sonrisa peculiar en su rostro. — ¡Uf! Fue sin querer — manifestó el hombre, después de detenerse a su lado. Estaba actuando justo como aquella vez, antes de aplicarle un sedante y meterla a un quirófano. — ¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué me lastimas? — gritó, desesperada. El hombre sacó su celular y
Los guardias de la mansión, se habían intentado comunicar con el señor Mondragón, pero no hubo respuestas, por lo que, su siguiente opción fue a su hermano menor. Éste, al enterarse del caso, miró con horror a Cristhian, y luego a su hermano; pues, se encontraban en ese momento, en el hospital.— ¿Estás seguro? — Volvió a preguntar Elías al hombre, y éste le aseguró que sí, u estaba llena de sangre y tenía algo en la mano —. Voy enseguida.— ¿Pasó algo a Keila? — preguntó Enzo.— Temo que no te hemos contado toda la historia — respondió.— Hijo, debes calmarte. El médico nos dijo…— A la mierda con el médico. ¿Dónde está Keila? — gruñó en respuesta. Enzo se puso de pie, y tomó el pantalón de su bolso.— En la mansión, pero debes entender que… — Guardó silenció instantáneamente. La mirada de su hermano era severa, y lo hizo tener miedo.— Solo dime que pasó — siseo. Elías miró a Cristhian y luego a su madre. ambos asintieron.— Fue secuestrada, luego de que fuiste internado aquí. Estab
Keila, intentaba marcharse de allí, para evitar problemas con esa mala mujer, pero al parecer, Valentina, no tenía intención alguna de dejarla pasar. Estaba completamente segura de que, debía lastimarla.Para la ex esposa de Enzo, Keila era una mujer excepcional, y eso la molestaba. Era buena en todo lo que hacía, por lo que comprendía el motivo que llevó al hombre a fijarse en ella, especialmente la obsesión enferma de Augusto; aunque, en el fondo, esperaba que él la tomara en serio, algún día.Enzo, por su parte, se encontraba en Grecia, escondido en una cabaña solitaria, pensando la situación por la que había pasado. Ni siquiera se había hecho cargo de la empresa de ese lugar, por lo que, estar en el bosque era su mejor escapatoria.— ¿Qué quieres? — preguntó al celular, cuando contestó.Su hermano Elías todos los días lo llamaba al igual que su mejor amigo. Ambos estaban muy preocupados por él; por su silencio y ausencia constante al mundo exterior.— Solo quería saber, cuando reg
Lo días transcurrían, como si nada hubiera pasado. Keila, parecía estar bien, pero en realidad, estaba cayendo en un abismo negro y solitario, donde la luz no filtraba. Su tristeza se iba intensificando; pero, no deseaba molestar a nadie con sus sentimientos. Lorena tenía problemas con su relación, y ella, estaba sola sin nadie a quien pedir algún consejo; y la persona, que le había prometido estar, simplemente se fue, en su momento más vulnerable. Para colmo de males, sus enemigos la rondaban, aunque, realmente no le importaban ellos. Ya no tenía nada más que perder. Estaba sentada, sola en un parque observando a mujeres con sus hijos corretear, y se imaginó a ella misma, con esa vida, pero, lamentablemente no era posible. Ni siquiera sabía si podría volver a concebir. Siente a alguien sentarse a su lado, pero ni siquiera gira a mirar de quien se trata. — La mente crea escenas donde uno puede ser feliz — inicia, con aquella asquerosa voz —. No debes dejarte engatusar por esas esc
Enzo la había seguido aquel día, y se sorprendió verla de rodillas allí, en frente de la lápida de su pequeño bebé. Él se había alejado, dejándola sola y sumida en su propio dolor, que no se imaginó, cuanto podría afectar aquello, que tenían. Comprendió, que recuperarla, sería la tarea más difícil por la que atravesaría, pues no solo debía volver a ganarse su confianza, sino tratar de apaciguar el peso del dolor de su pérdida. Quizás sea el mismo, pero él se encargó de irse lejos a sufrir en silencio, en vez de estar con ella. Keila sintió su presencia, por lo que, cuando levantó la mirada y lo vio, simplemente lo ignoró, y pasando por su lado, subió a su coche y condujo hasta la empresa. — Hola amiga, ¿cómo estás hoy? — preguntó Lorena, al verla entrar. — Bien, igual que todos los días — respondió mirándola seriamente —. No necesitas hacer esto siempre. — Claro que lo necesito, porque actúas como si nada hubiera pasado — respondió casi entrando en un colapso. Todos voltearon a m