Sarah no sabía dónde se encontraba, estaba cansada sus pies le dolían y sabía que Alan estaba sufriendo de dolor de espalda porque la llevaba cargada hace más de media hora.Nunca imagino que ese kilómetro fuera tan largo, ya no sabían cuánto tiempo llevaban caminando pero el cansancio en la cara de tos era palpable — pues bajarme Alan, no es necesario que me sigas cargando — el gruño negando.— no voy a dejar que te descompongas aquí, estamos muy cerca— eso es lo que has dicho hace más de media hora.— ahora si es verdad, créame. Al final del túnel se podía ver una luz, todos aspiraron de alivio, al final habían llegado, cuando llegaron al final del túnel en la entrada pudieron ver el mar, y en la orilla de el una embarcación pequeña.— ahí está Amir —dijo Alan ayudando a Sara a bajar de sus brazos y al final poder descansar del dolor en sus piernas, brazos y espaldas. —Lo siento, se que ahora peso demasiado —dijo ella con la voz baja. —No te preocupes por mi amor, estoy bien.
Sara observaba a la persona que tenia frente a ella, no podia creer que al final hubiera vuelto y de la manera en lo que estaba haciendo, Amira estaba frente a ella con su rostro sucio y su cuerpo lleno de morados y golpes. —Amira, ¿Que te ha pasado? —le pregunto, ella solo sollozo, estaba mal, en realidad, lo que necesita era ayuda. —Lo siento… no quería ir hasta donde mis hermnanos. —Ellos están a dos habitaciones de aquí —ella asintió aún sollozando. —Lo se, pero no quiero que me vean. Sara se hace a un lado para que ella pueda entrar y cuando lo hace cierra la puerta detrás de ella. —¿Como llegaste hasta aquí? —le pregunta Sara sorprendida. —Daria se contactó conmigo, ¿no puedo estar aquí? —dice ella sollozando de nuevo. —No, no es eso, no te preocupes, es solo que este lugar no lo conoce nadie, me sorprendió verte aquí. —No tengo a donde mas ir —dice sollozando de nuevo. —Está bien, ven, siéntate aquí, puedes hablar si quieres, te escucharé. Ella hace lo que Sara le di
Un mes después Las cosas con la familia de Sara estaban mucho mejor, los ataques estaban menguando, y la investigación en contra de Ronald y sus secuaces cada día mejoraba.Un poco de paz había llegado a ellos, algo que hacía que el corazón de Sara se mantuviera tranquilo por un momento. Sara acaricia su vientre mientras su pequeña y sus tíos juegan con ella en el pequeño lago que tiene el lugar. —¿Sigues adolorida? —le pregunta Alan a su lado. —Se mueven mucho, mis costillas terminaran vueltas nada —dice Sara con una pequeña sonrisa. —En un solo mes, han crecido mucho. —Son dos, Alan. El sonríe y mira al frente donde sus hermanos juegan con su pequeña niña. —¿Como sigue? —dice Sara observando a Amira, en este momento se han acercado mucho más y eso le alegra. —Las pesadillas ya menguaron, pero aún sigue culpándose de todo lo que paso. —Creo que con el tiempo las cosas mejorarán, lo importante Esque no se culpa de lo que él le hizo. Alan apretó la quijada con fuerza. Aún no
Los ojos de Sara observaban al hombre que tenía frente a ella. Su amante, su amor, aquel con quien había pasado los mejores momentos de su vida, pero quien en este momento estaba rompiendo su corazón con esa confección, ¿Cómo pudo hacerle eso?, ella aún no comprendía en que momento su vida había cambiado tanto y el hombre que le dio los mejores momentos y las noches más apasionadas, ahora mismo le estaba rompiendo el corazón. —¿Desde cuándo? —pregunto ella con las lágrimas descendiendo por sus mejillas sin parar. Él observaba a la mujer que amaba y a la cual debía dejar para no perder todo por lo que había luchado. —Desde que llegué aquí, siempre supe que esto iba a pasar —dijo con un nudo en la garganta y la rabia fluyendo por su cuerpo al sentirse como un cobarde y no luchar por la mujer que ama. —Me engañaste, jugaste conmigo todo este tiempo —exclamo ella sintiendo una rabia que consumía su cuerpo cada segundo más y más —. Como pudiste hacerme esto, te dije que te amaba y
Hace un tiempo atrás. Sara observaba la ventana de su oficina con frustración y nerviosismo. Hoy vendría el dueño de la empresa y quien había sido su jefe por más de seis años. Nunca lo había visto en persona, sus comunicaciones eran solo telefónicas o por correo, y en ese momento, recordó lo fuerte y gruesa que era su voz, le producía sensaciones que jamás ningún hombre logró, ni su ex prometido. Menea la cabeza para alejar esos pensamientos en el momento en que la puerta es tocada y la cabeza de su mejor amiga y secretaria, aparece por la puerta de su oficina. —Nena, es hora, la junta te espera —suspirando, se da la vuelta y camino hasta la puerta donde Mariana la espera. —¿Lo viste? —dice ella con un tono de desespero. —No, el hombre venía rodeado como por diez guardaespaldas y no pude verlo, es de la realeza, nena —ella asiente recordándose eso. Sara llevaba fantaseando con ese hombre por años, y eso no podía seguir permitiéndoselo. Él era un hombre imposible para ell
Sara observaba sus manos temblorosas, no sabía que esperar de la reunión que tendría en unos minutos con el jeque, ese hombre la intimidaba y el hecho de que llevará años fantaseando con él, la ponía en una situación un poco incómoda y que no le agradaba para nada. Se miro un par de segundos en el espejo de su baño privado y luego salió de él hacia la oficina del jeque, que la esperaba impaciente y con una furia que no podía controlar, paso la peor noche de su vida, no podía sacar de su cabeza a aquella pelirroja que lo estaba volviendo loco. Sara toco la puerta de Alan y cuando recibió el permiso para entrar, abrió la puerta sintiendo como la deliciosa fragancia que el hombre usaba la golpeaba con fuerza en el rostro. —Creo que le dije que la quería aquí a primera hora, lleva quince minutos de retraso —exclamó Alan, con las manos como puños y los dientes apretados. Sara tiemblo en su lugar y se acerco a una de las sillas que estaba frente a ella para tomar asiento allí. —Lo
Sara observó a Alan con una expresión que dejaba ver que sus palabras no le afectaban en nada, o eso es lo que ella quería hacerle creer, porque en realidad, si le dolieron, más de lo que creía, no entendía por qué el era tan cruel con ella. Sara enderezó sus hombros y levanto su mentón para que él no pudiera descifrar que sus palabras le habían producido algo. —No se preocupe señor, jamás imaginé que lo que había pasado con nosotros era algo importante, sé que soy una simple empleada y eso no lo he olvidado —él apretó la quijada porque no esperaba esas palabras de ella, imagino que herir su ego le serviría para que su empleada le diera lo que él quería, pero qué equivocado estaba, Alan asiente sin decir una sola palabra, porque sabe que si lo hace, enloquecerá frente a ella. — Bien, si dejamos eso claro, me gustaría saber para qué me llamo. —Necesito un reporte de los últimos años de la empresa —Sara lo observo con los ojos entrecerrados, no entendía para que él le estaba pidien
Sara movió sus manos de una manera exagerada mientras veía como su mejor amiga se burlaba de ella después de contarle todo lo que había pasado con aquel hombre que la desequilibraba de una manera que la ponía nerviosa. —¿En serio le dijiste eso? —pregunto la mujer frente a ella que la miraba con una gran sonrisa en el rostro y una ternura que la volvía loca. —¡¡Me dijo que era un payaso!!, no iba a permitir que él siguiera jugando conmigo como se le diera la gana, no estoy dispuesta a permitir eso —ella asintió sonriendo. —En eso, si tienes razón, no entiendo por qué ese hombre está tomando esa actitud contigo, ¿estás segura de que dijo que olvidaran lo que paso? —Sí, estoy muy segura, me hizo sentir como una tarada que pensaba que su amor platónico vendría a proponerle matrimonio — Mariana suspiro con fuerza al escuchar el dolor en las palabras de su mejor amiga, sabía lo ilusionada que estaba con ese hombre, a pesar de que siempre le dijo que era una ridiculez, ella no quiso