KYLE LYNCH
Me había quedado internado desde un día antes en el hospital y mi única distracción era ver el goteo de la intravenosa mientras esperaba. Estaba haciendo esto más por Tina que por mí, aunque… a veces pensaba que era una estupidez. Si tanto anhelaba estar con ella, ¿por qué no simplemente me dejaba morir? Vivir por los dos era pesado y doloroso.
—¿Estás listo? —preguntó Sally entrando a mi habitación. Dejó un arreglo floral en la mesa frente a mi cama y se acercó con cautela—. Héctor retomará las consultas en una semana, cuando te encuentres mejor.
—¿Viniste sola hasta acá? —inquirí sin levantar mi mirada hacia ella, entonces colocó su mano sobre la mía.
—No pensabas que te dejaría solo en estos momentos o ¿sí?… Como te dije, ya no soy la misma —contestó con media so
KYLE LYNCHPermanecí en silencio, observando. El viento tóxico y desagradable de Inglaterra volvía a acariciar mi rostro, haciéndome recordar que los irlandeses no éramos bienvenidos y aun así, aquí estaba, buscando a una inglesa.De pronto la vi pasar presurosa ante mis ojos, corriendo delante de ese modesto restaurante mientras se acomodaba el mandil en la cintura. Los años no habían pasado por ella ni arrancado su belleza, pero se veía cansada. ¿Qué era más agotador? ¿Trabajar como enfermera o como camarera?—Te lo dije… —dijo Beth a mi lado, cruzada de brazos—. Ella se quedó aquí, esperando. Lamento habértelo dicho tarde, tal vez hubieras querido enterarte antes de la operaci&oacu
TINA WILLIAMSComo me lo esperé, fuera del restaurante había un grupo de hombres que habían acompañado a mi padre. No eran como los que solían contratar la gente rica, con trajes negros, camisas blancas y una pistola con silenciador debajo de saco. En el caso de ellos, era algo más sencillo, rudimentario. Su atuendo casual y desaliñado de seguro escondía navajas, cuchillos y con suerte alguna pistola vieja.Me escabullí entre las sombras, como ya había acostumbrado en el pasado. Gracias a que esos hombres no eran expertos ni atentos en su trabajo, pude escapar. Bendita sea la pobreza de mi padre que no le alcanzó para algo mejor.Llegué corriendo al departamento, me puse cada pequeña maleta al hombro, revisé los papeles necesario
KYLE LYNCH—Creí que querrías vender o desmantelar todo esto… —dijo Finn mientras caminaba a mi lado, viendo con atención cada mesa llena de apuestas y gente poderosa.—Eso fue cuanto tenía intenciones de dejarle todo a Tina… —contesté con rencor. ¡Qué equivocado había estado!—. Ahora quiero retomar el negocio y sacarle el máximo provecho. —Este tipo de lugares nunca me han gustado. Por lo menos dime que serás más selectivo con la gente que entra aquí.—En mis casinos no discriminamos, hermano —contesté airado.—Kyle… Estás herido, lo sé, aunque intentes aparentar que no… y… Levanté mi mano para silenciarlo, no necesitaba de un sermón. —Estoy mejor que nunca. Creo que la terapia funcionó. —¿La terapia? —preguntó confundido.—Sí, ese psiquiatra me hizo ver la vida diferente… Te debería dar las gracias. —Kyle… En ese momento se acercó Sally, contoneándose con sensualidad. Era la misma mujer que había conocido dentro de mis casinos. Atrayendo la mirada de todos los caballeros, pero
TINA WILLIAMS—No… No lo soy… —contesté apesadumbrada, tirando de mi mano para liberarme del agarre de Beth.—¿Qué? —preguntó sorprendida y buscó una respuesta en el rostro de Finn que solo se limitó a levantar los hombros.—Felicidades por tu compromiso y… me alegró que estés caminando —dije en un susurro. Tenía cosas más importantes de qué preocuparme como para perder mi tiempo con él, o eso era lo que quería pensar para poder evadir el dolor de la noticia. —Tina… No mientas… Tú eres Paula, tú encontraste a ese doctor y suplicaste su ayuda, tú me diste ese papel y me pediste que…—Basta —pedí a Beth, no quería ahondar en el asunto.—Sí, mejor cállate si no sabes, niña —intervino una mujer hermosa, con un vestido rojo adherido a su cuerpo. Parecía una muñequita y se paró al lado de Kyle, apoyándose en su hombro mientras este la envolvía por la cintura—. Yo trabajé mucho para conseguir que ese doctor atendiera a Kyle, como para que otra mujer venga y me quiera quitar los créditos.—
TINA WILLIAMSComo si fuera una niña pequeña comencé a negar con la cabeza mientras mi corazón parecía atragantarse con mi propia sangre. —Por favor, ya déjame en paz… —supliqué.—Shhh… —Me vio con ternura y entonces me di cuenta de que estaba más cerca de lo que esperaba cuando sus manos se posaron en mis mejillas—. Tranquila, no te haré daño… pequeña. —De pronto levantó su mirada hacia Kyle, quien, apretando los puños parecía dispuesto a interrumpirnos—. Tranquilo amigo, pagaré todos los daños que te haya generado mi prometida. —¿Prometida? —preguntó Kyle colgando los hombres y viéndome con dolor.—Vamos, Tina… es tiempo de que hablemos —dijo el hombre tomándome de la mano—. A menos que tengas asuntos que resolver con este hombre. ¿Te está molestando?—No… No hay ningún asunto que atender —contesté con infinita tristeza. Siete años cuidé de él, pero me tomó menos tiempo que eso aprender a amarlo. Al verlo a los ojos podía recordar esos días que le cantaba con dulzura mientras él e
TINA WILLIAMSCuando la mujer volvió a dejarnos solos. Separé los labios, sentí la boca pastosa. —Pagaré todo. Me haré responsable de lo que hice y…—No quiero que pagues nada… —contestó con tranquilidad mientras tomaba uno de los bizcochos de la charola—. ¿Te gusta el chocolate? —Puso el pan sobre mi plato sin esperar una respuesta—. ¿Qué digo? A todas las mujeres les gusta—. Se limpió la mano con la impecable servilleta y entrecerró los ojos—. Necesito conseguirte un anillo.—¿Por qué quieres mantener el compromiso en pie? ¡Hui con tu dinero! ¡He escapado de ti todo este tiempo! ¡Déjame, por favor! —exclamé desesperada, aferrada con ambas manos a los descansabrazos. —No volverás a huir —dijo tranquilamente, bebiendo su café—. Cada aeropuerto, central de autobuses, caseta, aduana… Por cualquier lugar por el cual podrías escapar ya hay guardias notificados para detenerte en cuanto te vean. Te tendrán encerrada hasta que yo y solamente yo, pase por ti. —¡¿Por qué?! —grité asustada y
ELIZABETH REED —¿Hay alguien ahí? —preguntó Finn después de golpear la puerta—. Somos amigos de mamá. Pequeña, ábrenos —insistió preocupado, pero no se escuchaba absolutamente nada dentro del cuarto. —Bueno… ¿Ya podemos hacerlo a mi modo? —inquirí blandiendo mi ganzúa delante de él con orgullo. Con un resoplido, se alejó un par de pasos y me dio espacio para trabajar. En dos segundos, la puerta ya estaba abierta. Entramos con precaución y sigilo. Las sábanas sobre la cama estaban arrugadas y había boronas de galletas y un recipiente vacío que parecía que en algún momento había tenido helado. El control tenía huellas marcadas con dulce, eran pequeños deditos. Esta era la cacería más tierna que había hecho jamás en mi vida. Finn cerró la puerta detrás de él y empezó a inspeccionar el
ELIZABETH REED Tina había vuelto y nos veía desconcertada, al igual que nosotros a ella. Su cuello tan delgado como el de un cisne lucía moretones horribles, estaban dispuestos de forma que parecían una mano grande con dedos gruesos. Su boca no solo lucía un labio roto e inflamado, sino un moretón que estaba creciendo alrededor de la herida, un círculo que parecía anclarse a la comisura. —Tina… —La primera en dirigirse hacia ella fue Idris, para quien iba dedicado el mensaje en el teléfono de la enfermera y, por tanto, no dudé en llamarla mientras íbamos en camino hacia ese hotel. La estrechó con fuerza y noté en la mirada de Tina que estaba a punto de desmoronarse. —Hablen con ella afuera… Evan y yo nos quedaremos con la niña viendo caricaturas —susurré en el oído de Finn, quien de inmediato asintió y comprendió.