EVAN LYNCHLlevaba un par de días en esa celda y la oscuridad parecía haberse impregnado en mi piel, tenía la boca pastosa de tanto tiempo sin hablar, pero en mi cabeza, aún escuchaba la voz de Annie, así como en mis manos podía percibir su calor si me concentraba lo suficiente. ¿Qué estaba pasando? Era como si al tocarla, me hubiera contagiado con alguna enfermedad que me generaba urticaria y fiebre. Lo peor era que solo pensaba en volver a sentirla y, en mis noches más solitarias, me imaginaba lo que hubiera pasado si ese día en las escaleras nadie nos hubiera interrumpido, o si los barrotes de esta celda no me hubieran estorbado.De pronto escuché unos pasos causando eco por el pasillo. El silencio del resto de los criminales me decía que no era ninguna fémina a la cual arrojarle sus
IDRIS LYNCH—Estoy bien, solo es la tensión nerviosa que me está consumiendo —contesté pálida, ojerosa, sudando frío y con una punzada en la cabeza que amenazaba con convertirse en migraña.—¿Segura que es tensión nerviosa? —preguntó divertido mientras me acercaba un pedazo de papel y acariciaba mi espalda.No pude evitar sonreír con él, pese a lo cansado que era sobrevivir a los espasmos de mi estómago. Los dos pensábamos lo mismo. —Iré al doctor después de la boda —contesté posando mi mano en mi vientre.—¿Por qué no te haces una prueba de embarazo?—Quiero irme
LIAM BLAKE —Vete… Solo tengo que acomodar el velo y vamos para allá —me regañó Annie, empujándome por el corredor—. ¡Me estresas! —Tú te estresas sola… —contesté divertido antes de girar hacia ella y abrazarla con hosquedad. —¡Ya! ¡Suéltame! ¡Me asfixias! —exclamó revolviéndose entre mis brazos—. ¡Como te gusta perder el tiempo, tonto! ¡Vete! ¡Verte aquí me da ansiedad! —Gracias… —dije en un susurro antes de alejarme de ella un par de pasos. No solo había ayudado a Idris con el vestido, sino que se había convertido en su amiga y protectora. ¡Qué giros tan raros podía dar la vida! Me guiñó un ojo antes de dar media vuelta y regresar sobre sus pasos. Bajé las escaleras y me asomé al jar
LIAM BLAKEEl minutero en mi reloj de pulso dolía con cada uno de sus movimientos. La gente se impacientaba y los malos recuerdos abordaban mi mente, incluso mis hijos parecían preocupados.—Repites la misma historia… —dijo mi madre a un lado, sentada en su silla de ruedas mientras Allegra se mantenía con la mirada al frente y conservando la compostura—. ¿Qué esperabas de una mujer como ella? Era cuestión de tiempo para que te humillara.Decidido a no seguir escuchando a mi madre, me alejé del altar, directo hacia la puerta, apretando los puños y controlando mi enojo. ¿Qué era lo que había pasado? Idris parecía emocionada y no me sentía capaz de desconfiar de ella, pero los flashes de la prensa me abrumaban e ir
ANNIE TAYLORHice un esfuerzo sobrehumano para poder abrir mis párpados, era como si estuvieran adheridos con pegamento. Lo primero que vi fue el goteo del suero, cada vez que caía, era un estruendo para mis oídos. Podría escuchar un alfiler chocando con el suelo. Intenté enderezarme en la cama del hospital y entonces vi en el sillón de al lado a un hombre pelirrojo y maduro, de mirada profunda, escribiendo en su computadora con interés. Era Finn, el hermano mayor de Idris, parecía no haberse cambiado su atuendo de la boda, con la diferencia de que la corbata había desaparecido y el saco parecía arrugado.En cuanto alzó su mirada oscura hacia mí, me congeló, haciéndome sentir descubierta. —Por fin despertaste. —Su rostro frío tallado en mármol se suavizó, mostrándome una faceta dulce y comprensiva que no le creía. ¡Qué habilidad para mentir!—. ¿Cómo te sientes?—¿Qué pasó? ¿Dónde está Evan? —pregunté confundida, arrugando las sábanas sobre mis piernas y notando como su expresión se vo
IDRIS LYNCH—Déjame ir… —pedí en un susurro. —No puedo —contestó Evan sin alzar la voz y de pronto gritó—. ¡Te dije que comieras, eso es lo único que tendrás durante el día!Aunque sonaba molesto, su actitud era la de un perro arrepentido con la cola entre las patas. —¿Por qué me estás haciendo esto? —Odié que mi voz se quebrara, mostrándome más patética de lo que ya me sentía. —Era inevitable que ocurriera, pero por lo menos puedo detenerlo —agregó mientras tomaba mi mano y la acercaba a él. Entonces sacó una jeringa más grande de lo normal, de entre su saco—. Esto dolerá, pero podré saber en dónde estás en cada momento. —¿Cómo? —Tiré de mi mano, queriendo recuperar mi extremidad, pero él se aferró más a mi muñeca.—Escúchame bien, Idris, no lo voy a repetir —dijo entre dientes—. Esto no parará aquí, te llevarán lejos, te venderán en el lugar más recóndito donde nadie te pueda encontrar. La única manera en la que podrán encontrarte el idiota de Liam y los demás, es con este rastr
LIAM BLAKE—Recuperé ese collar el mismo día que se llevaron a Idris, supongo que no lo querían —contestó mi madre relajada, como si fuera algo obvio.—¡Claro! ¿Por qué no dejar olvidado un collar de 150 millones? —pregunté con ironía.—Liam, no tienes que ponerte a la defensiva —intervino Allegra, asomándose a la habitación—. No es culpa de tu madre que, quienes se llevaron a Idris, no le prestaran atención al collar. Parece que su objetivo era claro.—¿Por eso estás aquí, Liam? ¿Para reclamarme por un collar? ¿Para esculcar mis cosas como si yo fuera una criminal? —preguntó mi madre con rencor—. Es obvio que no estás aquí por mí y mi salud. —Fue un error haber venido —contesté. De primera instancia quería hablar con ella sobre la falsa muerte de mi padre, mostrarle la carta del abuelo y tal vez encontrar un poco de apoyo, pero… ni siquiera cuando era niño se mostró protectora y comprensiva. ¿Cómo podía esperar que cambiara ahora? Guardé el collar en mi bolsillo y pasé por su lado,
ANNIE TAYLORFinn levantó su mirada, tan profunda como oscura. Era extraño, tenía actitudes arrogantes y soberbias que pronto eran reemplazadas por sonrisas inocentes y un comportamiento dulce y comprensivo. Este hombre era el verdadero significado de lobo con piel de cordero. —Eres linda, ¿quién sabe? Con suerte un día podrías apellidarte: Lynch —dijo haciendo más grande su sonrisa antes de beber de su café. Eché un vistazo alrededor de la cafetería y le dediqué una mirada de completo desacuerdo antes de darle un manazo. —No —contesté tajante y ofendida.—No lo decía por mí —agregó poniéndose de pie y ofreciéndome su mano para ayudarme a levantar. Besó el dorso de mi mano con gentileza, logrando ruborizarme—. Si estás haciendo un gran esfuerzo por proteger a Evan, es por algo. Lo noto cada vez que hablamos de él, cuando estamos cerca de encontrarlo o cuando vuelve a desaparecer del mapa. »Algo me dice que… de recuperar a mi hermano, no llegará solo a la familia —contestó viéndome c