IDRIS LYNCH—Déjame ir… —pedí en un susurro. —No puedo —contestó Evan sin alzar la voz y de pronto gritó—. ¡Te dije que comieras, eso es lo único que tendrás durante el día!Aunque sonaba molesto, su actitud era la de un perro arrepentido con la cola entre las patas. —¿Por qué me estás haciendo esto? —Odié que mi voz se quebrara, mostrándome más patética de lo que ya me sentía. —Era inevitable que ocurriera, pero por lo menos puedo detenerlo —agregó mientras tomaba mi mano y la acercaba a él. Entonces sacó una jeringa más grande de lo normal, de entre su saco—. Esto dolerá, pero podré saber en dónde estás en cada momento. —¿Cómo? —Tiré de mi mano, queriendo recuperar mi extremidad, pero él se aferró más a mi muñeca.—Escúchame bien, Idris, no lo voy a repetir —dijo entre dientes—. Esto no parará aquí, te llevarán lejos, te venderán en el lugar más recóndito donde nadie te pueda encontrar. La única manera en la que podrán encontrarte el idiota de Liam y los demás, es con este rastr
LIAM BLAKE—Recuperé ese collar el mismo día que se llevaron a Idris, supongo que no lo querían —contestó mi madre relajada, como si fuera algo obvio.—¡Claro! ¿Por qué no dejar olvidado un collar de 150 millones? —pregunté con ironía.—Liam, no tienes que ponerte a la defensiva —intervino Allegra, asomándose a la habitación—. No es culpa de tu madre que, quienes se llevaron a Idris, no le prestaran atención al collar. Parece que su objetivo era claro.—¿Por eso estás aquí, Liam? ¿Para reclamarme por un collar? ¿Para esculcar mis cosas como si yo fuera una criminal? —preguntó mi madre con rencor—. Es obvio que no estás aquí por mí y mi salud. —Fue un error haber venido —contesté. De primera instancia quería hablar con ella sobre la falsa muerte de mi padre, mostrarle la carta del abuelo y tal vez encontrar un poco de apoyo, pero… ni siquiera cuando era niño se mostró protectora y comprensiva. ¿Cómo podía esperar que cambiara ahora? Guardé el collar en mi bolsillo y pasé por su lado,
ANNIE TAYLORFinn levantó su mirada, tan profunda como oscura. Era extraño, tenía actitudes arrogantes y soberbias que pronto eran reemplazadas por sonrisas inocentes y un comportamiento dulce y comprensivo. Este hombre era el verdadero significado de lobo con piel de cordero. —Eres linda, ¿quién sabe? Con suerte un día podrías apellidarte: Lynch —dijo haciendo más grande su sonrisa antes de beber de su café. Eché un vistazo alrededor de la cafetería y le dediqué una mirada de completo desacuerdo antes de darle un manazo. —No —contesté tajante y ofendida.—No lo decía por mí —agregó poniéndose de pie y ofreciéndome su mano para ayudarme a levantar. Besó el dorso de mi mano con gentileza, logrando ruborizarme—. Si estás haciendo un gran esfuerzo por proteger a Evan, es por algo. Lo noto cada vez que hablamos de él, cuando estamos cerca de encontrarlo o cuando vuelve a desaparecer del mapa. »Algo me dice que… de recuperar a mi hermano, no llegará solo a la familia —contestó viéndome c
LIAM BLAKELlegué cansado a casa, desesperado, furioso, y ver a mis niños tristes por la ausencia de su madre no mejoraba la situación.—¿Cuándo regresará mamita? La extraño mucho —dijo Lily subiéndose al sillón y acurrucándose sobre mi pecho mientras su voz se quebraba dolorosamente.—Pronto mi amor, la traeré de regreso, lo prometo.Oliver me dedicó una mirada turbia por las lágrimas que se acumulaban en el borde de sus párpados. Aunque la presencia de Zack les había ayudado un poco a distraerse, no era suficiente, y el pequeño rubio parecía cada vez más afectado por la tristeza de sus nuevos amigos. ANNIE TAYLORAllegra empujó a Evan, haciéndolo caer en la cama. —No es el momento… —dijo él removiéndose nervioso.—Evan… ¿Recuerdas lo que hicimos esa noche después de la fiesta, cuando Liam se llevó «heroicamente» a Idris en brazos? —preguntó Allegra mientras subía a la cama y se colocaba encima de él.Cubrí mi boca para que mi respiración no me delatara. Sus palabras me retorcieron el estómago. ¿Por qué debería de importarme lo que hicieron esa noche? ¿No fue la misma en la que nos encontramos Evan y yo en el edificio? La primera vez que me tocó.—Te encontré hirviendo en deseo, tus ojoCapítulo 96: ¿Señor Lynch?
ANNIE TAYLOREstaba ansiosa, lista y desesperada, pero al mismo tiempo… había algo que no… me soltaba. Recuerdos, música, luces, Ethan ofreciéndome más tragos y hablándome al oído. Sabía que no era lógico evocar esos recuerdos en ese momento, pero… ¿no había sido uno de los principales motivos por los cuales yo no había aceptado a otro hombre en mi vida? Incluso tenía miedo de tener intimidad, porque era una jodida mentira que no recordara todo lo que me hizo cuando me tuvo indefensa y comatosa en la cama.De pronto Evan se detuvo y me di cuenta de que había pesadas lágrimas colgando de mis párpados inferiores mientras mis labios temblaban. En cuanto abrí la boca, no pude emitir ninguna palabra, más bien un sollozo que se había esta
EVAN LYNCHDesesperado, la llevé directo a la cama y comencé a buscar mi lugar, acoplando mi cuerpo al de ella mientras mis manos buscaban con insistencia su calor. Mi boca migró de norte a sur, regocijándome al morder sus muslos y saborear su piel, torturando con mi lengua su feminidad, bebiendo de ella hasta escuchar su voz entrecortada suplicando, repitiendo mi nombre con insistencia.Mis noches eternas donde solo había pensado en ella, donde solo soñaba con poseerla, por fin se habían vuelto realidad. Durante la noche la había amado y consolado, la había convencido de ser mía y de que no habría un hombre más devoto a ella y a su corazón, pero justo ahora, lo único que quería era que se sintiera mujer, que sucumbiera ante el placer y satisfacerla. Quería que, de l
IDRIS LYNCHCon el cabello aún mojado y usando un camisón tan viejo como la casa, la señora me encerró en el cuarto de ese hombre. Sabía que huir sin ayuda no era la opción, además, si el pueblo era tan unido como dijo esa desconocida, no saldría tan fácil. Todos eran cómplices de estos monstruos.Paseé la mirada por cada mueble y animal disecado, y recordé mis tiempos en el orfanato. Aunque éramos puras mujeres no significaba que no hubiera criminales entre nosotras, y si no recordaba mal, siempre guardaban sus armas improvisadas debajo de la cama, en cajones con fondo falso… o tal vez debajo del piso. Cuando me acerqué hacia la cama, una de las tablas crujió, generando un sonido diferente en cuanto recibió mi peso.Último capítulo