IDRIS LYNCH
—Me enteré de que planeas irte… —dijo Liam en un susurro. Él sabía lo torpe que era para bailar ese tipo de melodías, así que con una facilidad que me sorprendió, me levantó, haciendo que mis pies apenas y tocaran el piso, lo que implicaba que nuestros cuerpos estuvieran adheridos y nuestros rostros lo suficientemente cerca para sentir nuestro aliento.
—Tengo que irme… —contesté con tristeza mientras me perdía en sus ojos—. Pensé que sería lo mínimo que podría hacer después de robar tu proyecto.
—Deja de culparte por las acciones de los demás, sabes que tú no fuiste —agregó frunciendo el ceño.
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ANNIE TAYLOREstaba supervisando el desmantelamiento del laboratorio principal y no pude evitar sentirme angustiada. Si la empresa regresaba a su país, ¿qué sería de mí? ¿Dónde encontraría un trabajo con tan buenas prestaciones? Si me invitaba Idris a ir con ella, ¿en verdad lo haría? ¿Podría abandonar esta ciudad y viajar hasta Dublín?Tantas preguntas en mente hicieron que no prestara mucha atención a mi entorno, después de todo me sentía segura pues ya se había ido el último trabajador, estaba completamente sola, no iba a desconfiar de los microscopios y las bolsas de sangre sintética que no llegarían a ver la luz del sol. Cuando más confiada estaba, sentí el frío filo de un cuchillo contra mi cuello, provocando que
IDRIS LYNCH—¡¿A dónde crees que vas, Liam?! —exclamó Helen una vez que Liam me tomó de la mano y comenzó a andar—. ¡Era tu abuelo! ¡¿Estás dándole la espalda por esta mujer?!—Esta mujer es la madre de mis hijos —contestó Liam en voz alta y con el rostro vuelto una mueca de odio contenido—. Esta mujer es mi mujer y no permitiré que le hables así. —¿Cómo puedes traicionar a la familia? —preguntó Helen con una mano sobre el corazón, impresionada por el comportamiento de su hijo.—No estoy traicionando a nadie. Además, mi abuelo ya no está, a lo que le estás llorando es al cascarón, el recipiente que contenía lo importante. Él se fue y ni todas tus lágrimas te traerán consuelo. Cada uno llora por el peso de la culpabilidad que carga en su pecho, así que tienes muchas lágrimas que pagar. De esa manera, Helen se quedó con los ojos bien abiertos y la boca temblorosa, sin las palabras indicadas para reclamar, mientras nos veía salir del hospital.ϔUna vez afuera, Liam me colocó contra la
IDRIS LYNCH—«Yo, Thomas Harrison, en pleno uso de mis facultades mentales…» —comenzó a hablar el abogado ante la tensión que contenía el salón de la mansión. Era la lectura del testamento y algo me decía que no debía de estar aquí, pero Liam había insistido— «…dejo como heredero de mi empresa a Oliver Doyle, siendo el principal y único beneficiado de las ganancias y quien tomará su control una vez que mi nieto, Liam Blake, lo crea capaz. Así mismo, para mi pequeña Lily Doyle, dejo a su nombre todas mis propiedades fuera y dentro del país, con excepción de la mansión Harrison, la cual se quedará en manos de Liam Blake en el justo momento que yo fallezca».Podía percibir el odio que comenzaban a destilar la mirada iracunda de Helen, clavada en mí, como si me lanzara cuchillos, intentando asesinarme con sus pensamientos.—«Para mi encantadora Idris Lynch…» —continuó el abogado empeorando la situación— «…como una muestra de mi agradecimiento por servirme con amor y dedicación, le entrego
IDRIS LYNCHMis caderas se comenzaron a mover, buscándolo mucho antes de que lo liberara de sus pantalones. Estaba enloqueciendo, suplicando por sentirlo apoderarse de mí. Quería derretirme en su cuerpo, ahogarme entre gemidos y placer. Estaba sedienta de él. Tal vez no era el momento, ni el lugar indicado, pero ya no aguantaba más, y sus gruñidos contra mi oído precedieron la suave presión entre mis piernas, era él, entrando suavemente en mí, torturándome centímetro a centímetro, consumiéndome en su calor, provocando que mis uñas se hundieran en su espalda, transmitiendo mi ardor y mi necesidad. Sus ojos se clavaron en mí y sonrió de esa manera pícara y soberbia, era esa sonrisa que solo usaba conmigo. Quería sostener su mirada, pero sus embestidas me enloquecían. Tomó mi rostro con una mano y se acercó lentamente a mi oído. —Gime para mí… Grita mi nombre, Idris, quiero oírte…Me abracé con fuerza a su cuerpo, pues sabía que la delicadeza desaparecería y me convertiría en una muñec
IDRIS LYNCHNi siquiera pude responder, cerré mis ojos con fuerza y cubrí mi boca mientras lloraba, luchando contra el dolor de mi garganta y los espasmos que sacudían mis hombros al no poder controlar mi llanto. Cuando me di cuenta, Liam me envolvió en un abrazo, consolándome con ternura y acariciando mi cabello.—Lo siento, no soy muy bueno intentando ser romántico —dijo en un susurro mientras limpiaba mis lágrimas con paciencia y dulzura. —Sí quiero —contesté abrazándome con más fuerza a su cuello.—¿Sí quieres? ¿Quieres ser mi esposa? ¿Quieres envejecer conmigo? ¿Quieres perdonar todos los errores que cometí y darme una segunda oportunidad? —Sí, sí… sí… Sí a todo —contesté con voz temblorosa y sorbiendo por la nariz, provocando una sonrisa tierna en sus labios. ϔNo estaba acostumbrada a cargar un anillo en mi dedo, además, el diamante tenía un tamaño considerable. No dejaba de darle vueltas y acariciarlo, era la muestra de que había aceptado unir mi vida a la de Liam y tenía l
EVAN LYNCH—¡¿Cómo puedes presentarte aquí, después de lo que hiciste?! —agregó Annie sorprendida—. ¡Eres un maldito embustero! ¡¿Dónde está la bolsa de sangre que te robaste?!—¿Puedo pasar? —Ignorando su histeria, la hice a un lado para entrar.—¡No! ¡No eres bienvenido a mi casa! ¡Me caes mal! ¡Eres odioso, insoportable, soberbio y me golpeaste en la cabeza!—Pero no te dejé caer al suelo… —contesté con una gran sonrisa, su enojo me daba gracia—. ¿No obtengo puntos a favor por eso?—Eres un hombre peligroso… —agregó en un susurro, prov
EVAN LYNCHApreté los dientes y los puños, tenía que salir de ahí, tenía que escapar de esa casa. Había sido un error ir a verla. Abandoné la habitación, encontrándome con la mirada atenta de Zack, quien me sonrió. —¿Terminamos de ver la película? ¡Le puse pausa para que no te perdieras de nada! —exclamó emocionado y mis pies se clavaron al suelo. ¿Cómo podía siquiera pensar en ser grosero con ese niño?Le ofrecí una sonrisa antes de cerrar la puerta de la habitación de Annie y me senté a su lado. Con el paso de los minutos, el niño se fue acercando a mí, compartiéndome de sus palomitas y hablando sin dejar de ver la televisión, hasta que el cansancio también llegó a él. Termin&o
ANNIE TAYLOR—¿Cómo esperas que te crea? —pregunté indignada. ¿Quería verme la cara de estúpida?—. ¡Robaste esa sangre y terminó en las venas del señor Thomas! ¡Eso fue lo que lo mató!—¿Sabes lo que me espera si me declaran culpable?Agaché la mirada mientras Evan colgaba sus brazos cómodamente entre los barrotes. Sabía la respuesta, pero no quería decirla.—Moriré… —contestó como si le diera gracia—. ¿No fuiste tú quien dijo que tenía una vida por delante?—Pero te esmeraste en mandar todo a la mierda —agregué molesta.