EVAN LYNCH—¡¿Cómo puedes presentarte aquí, después de lo que hiciste?! —agregó Annie sorprendida—. ¡Eres un maldito embustero! ¡¿Dónde está la bolsa de sangre que te robaste?!—¿Puedo pasar? —Ignorando su histeria, la hice a un lado para entrar.—¡No! ¡No eres bienvenido a mi casa! ¡Me caes mal! ¡Eres odioso, insoportable, soberbio y me golpeaste en la cabeza!—Pero no te dejé caer al suelo… —contesté con una gran sonrisa, su enojo me daba gracia—. ¿No obtengo puntos a favor por eso?—Eres un hombre peligroso… —agregó en un susurro, prov
EVAN LYNCHApreté los dientes y los puños, tenía que salir de ahí, tenía que escapar de esa casa. Había sido un error ir a verla. Abandoné la habitación, encontrándome con la mirada atenta de Zack, quien me sonrió. —¿Terminamos de ver la película? ¡Le puse pausa para que no te perdieras de nada! —exclamó emocionado y mis pies se clavaron al suelo. ¿Cómo podía siquiera pensar en ser grosero con ese niño?Le ofrecí una sonrisa antes de cerrar la puerta de la habitación de Annie y me senté a su lado. Con el paso de los minutos, el niño se fue acercando a mí, compartiéndome de sus palomitas y hablando sin dejar de ver la televisión, hasta que el cansancio también llegó a él. Termin&o
ANNIE TAYLOR—¿Cómo esperas que te crea? —pregunté indignada. ¿Quería verme la cara de estúpida?—. ¡Robaste esa sangre y terminó en las venas del señor Thomas! ¡Eso fue lo que lo mató!—¿Sabes lo que me espera si me declaran culpable?Agaché la mirada mientras Evan colgaba sus brazos cómodamente entre los barrotes. Sabía la respuesta, pero no quería decirla.—Moriré… —contestó como si le diera gracia—. ¿No fuiste tú quien dijo que tenía una vida por delante?—Pero te esmeraste en mandar todo a la mierda —agregué molesta.
LIAM BLAKE—No puedes estar aquí… No eres familia, largo —dije una vez que arrastré a Allegra hasta el pasillo, iracundo por su presencia.—¡No soy familia! ¡Lo sé! —exclamó sacudiéndose de mi agarre—, pero estoy aquí porque para mi padre, Helen es importante y no pienso dejarla sola. Así de sencillo. Tienes dos opciones, «señor no confío en nadie», dejas tu comportamiento infantil y me permites cuidar de ella, ya que mi padre no puede, o le explicas a tu madre que me corriste de aquí. Ella está muy débil y tus caprichos la pueden alterar.Tenía razón y eso me molestaba. Si mi madre quería que Allegra cuidara de ella, ¿cómo podía alejarla del hospital sin que su salud empeorara?—Liam… nuestros asuntos son punto y aparte de esto. No los mezcles.—No tenemos ningún asunto tú y yo —contesté tajante.—Sabes que sí —agregó guiñándome un ojo, divertida—. ¿Ya no necesitas ayuda con tu empresa? ¿Se te acabaron las ganas de pedir dinero a la familia Grant? —De hecho, sí —contesté imitando su
EVAN LYNCHLlevaba un par de días en esa celda y la oscuridad parecía haberse impregnado en mi piel, tenía la boca pastosa de tanto tiempo sin hablar, pero en mi cabeza, aún escuchaba la voz de Annie, así como en mis manos podía percibir su calor si me concentraba lo suficiente. ¿Qué estaba pasando? Era como si al tocarla, me hubiera contagiado con alguna enfermedad que me generaba urticaria y fiebre. Lo peor era que solo pensaba en volver a sentirla y, en mis noches más solitarias, me imaginaba lo que hubiera pasado si ese día en las escaleras nadie nos hubiera interrumpido, o si los barrotes de esta celda no me hubieran estorbado.De pronto escuché unos pasos causando eco por el pasillo. El silencio del resto de los criminales me decía que no era ninguna fémina a la cual arrojarle sus
IDRIS LYNCH—Estoy bien, solo es la tensión nerviosa que me está consumiendo —contesté pálida, ojerosa, sudando frío y con una punzada en la cabeza que amenazaba con convertirse en migraña.—¿Segura que es tensión nerviosa? —preguntó divertido mientras me acercaba un pedazo de papel y acariciaba mi espalda.No pude evitar sonreír con él, pese a lo cansado que era sobrevivir a los espasmos de mi estómago. Los dos pensábamos lo mismo. —Iré al doctor después de la boda —contesté posando mi mano en mi vientre.—¿Por qué no te haces una prueba de embarazo?—Quiero irme
LIAM BLAKE —Vete… Solo tengo que acomodar el velo y vamos para allá —me regañó Annie, empujándome por el corredor—. ¡Me estresas! —Tú te estresas sola… —contesté divertido antes de girar hacia ella y abrazarla con hosquedad. —¡Ya! ¡Suéltame! ¡Me asfixias! —exclamó revolviéndose entre mis brazos—. ¡Como te gusta perder el tiempo, tonto! ¡Vete! ¡Verte aquí me da ansiedad! —Gracias… —dije en un susurro antes de alejarme de ella un par de pasos. No solo había ayudado a Idris con el vestido, sino que se había convertido en su amiga y protectora. ¡Qué giros tan raros podía dar la vida! Me guiñó un ojo antes de dar media vuelta y regresar sobre sus pasos. Bajé las escaleras y me asomé al jar
LIAM BLAKEEl minutero en mi reloj de pulso dolía con cada uno de sus movimientos. La gente se impacientaba y los malos recuerdos abordaban mi mente, incluso mis hijos parecían preocupados.—Repites la misma historia… —dijo mi madre a un lado, sentada en su silla de ruedas mientras Allegra se mantenía con la mirada al frente y conservando la compostura—. ¿Qué esperabas de una mujer como ella? Era cuestión de tiempo para que te humillara.Decidido a no seguir escuchando a mi madre, me alejé del altar, directo hacia la puerta, apretando los puños y controlando mi enojo. ¿Qué era lo que había pasado? Idris parecía emocionada y no me sentía capaz de desconfiar de ella, pero los flashes de la prensa me abrumaban e ir