LIAM BLAKE
Esperé paciente al lado de la directora hasta que vi a Oliver caminar hacia nosotros, llevaba de la mano a la pequeña Lily, a la que se le iluminó la mirada en cuanto me vio. Alzó su manita, saludándome mientras me sonreía.
—¡Señor triste! —exclamó con gran alegría, dando saltitos a mi alrededor como un pequeño conejito pelirrojo.
—¿Señor Blake? —preguntó Oliver, confundido, pero con una sonrisa.
—Has crecido bastante, Oliver… —contesté posando mi mano en su hombro. Conforme crecía se parecía tanto a mí, por lo menos físicamente.
—Señ
LIAM BLAKE—¿Mi papá? —preguntó Lily sentada en el sillón, balanceando sus pies mientras parecía intentar comprender la noticia—. ¿Qué hace un papá?—Es como tener otra mamá… supongo —contestó Oliver frunciendo el ceño.—Tienes mucho trabajo que hacer —agregó mi abuelo dándome un par de palmadas en el brazo.—Me gustaría explicarles lo que es un buen padre, pero para mi mala suerte, yo tampoco sé qué es eso. —No mentía. Mi padre solo se la pasaba viajando y cuando estaba en casa, parecía que yo no existía a menos que tuviera ganas de darme una lección dolorosa que me traumara de por
IDRIS LYNCH—Soy hija de Tabata Lynch y la dueña de esa farmacéutica —dije con la frente en alto, queriendo mostrarme fuerte, como nunca me mostré frente a él—, y vine por mis hijos.—Son también mis hijos —contestó viéndome directo a los ojos, como si no me conociera.—¿También son tus hijos? —No pude evitar sonreír—. ¿Desde cuándo? ¿Tuve que morir para que te dieras cuenta de que también te necesitaban?Apretó las mandíbulas, conteniendo su furia. No estaba acostumbrado a que le hablaran así, y aunque me dolía el corazón, no estaba dispuesta a ceder. LIAM BLAKE—He decidido tomarme el día… —dije sentándome en el borde de la cama, junto a Oliver—. ¿Qué quieres hacer?Era un padre primerizo con un niño de diez y una niña de cinco. Mi contacto con niños pequeños había sido nulo y sinceramente no entendía muy bien qué más debía de hacer, aparte de cubrir sus necesidades básicas como comida, ropa y un techo.—¿Cuándo vendrá mamá? ¿Viviremos todos juntos? ¿Seremos una familia normal? —Con cada pregunta sus ojos se abrían cada vez más, así como mi boca se cerraba—. Eso es lo que quieres, ¿verdad?«Una familia normal&raquCapítulo 62: Un padre primerizo
IDRIS LYNCHLlegamos al jardín y me quedé sin palabras. Liam corría detrás de Oliver, alcanzándolo y alzándolo mientras le hacía cosquillas. Ambos reían divertidos hasta que mi pequeña Lily los alcanzó. No usaba los usuales vestidos que le solía poner, llevaba un overol de mezclilla que la dejaba hacer piruetas. Estaba llena de lodo y no dudó en aferrarse a la pierna de su padre, ensuciándolo, pero eso no le importó a Liam que de inmediato puso su atención en ella. Pegando un grito agudo, Lily salió corriendo, huyendo de él, pero sin éxito, pues en un par de pasos, Liam la capturó y comenzó a hacerle trompetillas en la mejilla.—Te dije que había cambiado… —dijo el abuelo con una sonrisa al ver la imagen ante noso
IDRIS LYNCHEsposaron a Liam, pero este no se mostraba perturbado, por el contrario, su mirada era la de un depredador, cada vez más molesto. Cuando pasó al lado de Evan, le dedicó una mirada profunda y una sonrisa salida del infierno. —Te prometo que tendremos tiempo de sobra para ajustar cuentas.—Si Idris no quiere ser contundente contigo y hacerte pagar con sangre y dolor todo lo que hiciste, yo sí —contestó Evan furioso, sosteniendo su mirada.—Evan, ¡¿qué estás haciendo?! —exclamé.—Recuperando a los niños —contestó sin dejar de ver fijamente a los ojos a Liam.—Es su padre… —dije en un s
LIAM BLAKEUn labio roto y un ojo morado era lo que me había costado ganarme el respeto dentro de la celda que compartía con el resto de los malvivientes. Estaba en una cárcel preventiva mientras esperaba que comenzara el proceso legal. Aunque los hombres que me rodeaban no eran la peor escoria que podría encontrarme, el hecho de que supieran quién era yo pareció despertar un instinto violento, creyendo que sería su víctima fácil. En quince minutos los policías tuvieron que sacarme de la celda compartida para ponerlos a salvo. Mientras veía mis nudillos enrojecidos, escuché los murmullos que se convirtieron en alaridos y vulgaridades. Todos estaban alebrestados como animales, parecía un jodido zoológico. No tuve intenciones de asomarme, pero sabía que quien recorría el largo pasillo era una mujer, lo supe por ese taconeo nervioso pero constante, después su aroma fue lo que llamó mi atención, era conocido, fresco, a rocío de primavera y dulce sin llegar a ser empalagoso. Era el aroma
ANNIE TAYLOR—Ella estaba en peligro de muerte y él accedió a buscarte —continué—, silencié la llamada y te mentí. Salió mejor de lo que esperaba, pues los mandaste a la mierda antes de pedirme colgar. No fui consciente de lo que hice hasta que noté que no estabas en casa y empecé con la labor de parto. Te llamé y no contestaste. Me sentí tan sola como Idris podría sentirse en ese momento, aunque ella la estaba pasando peor. Tal vez creyó que eran sus últimos momentos en la tierra y quería verte, quería… no sé, tal vez despedirse de ti, pero… yo lo evité. —Todo fue tu culpa —dijo con una mueca de dolor. No era el hombre violento e iracundo, más bien el chico melancólico y sensible que conocí—. ¡Ese día creí que la había perdido para siempre! ¡Por cinco años fui el hombre más miserable! Si… en verdad Idris hubiera muerto…—Decir que lo siento, no es suficiente, pues… ambos sabemos lo complicado que se volvió el asunto. —Ahora ella me odia —contestó en un susurro—. Cree que la dejé so
IDRIS LYNCH Sentada en el borde de la cama, mantuve aquel cheque que me dio Liam hacía años. Cada vez que quería justificar sus acciones, cuando el paso del tiempo me hacía pensar que no era tan malo como lo había sido, tomaba el cheque y lo veía fijamente, repasando cada cifra anotada y la manera en la que me lo dejó, abandonándome esa noche en el hotel de mi propia familia. Era la manera más fácil de envenenarme, como tomar por iniciativa propia un frasco con arsénico. En toda mi vida, nunca fui una mujer que buscara venganza o confrontara a otras personas, prefería perdonar y avanzar, y eso me hizo ganar el abuso de muchas dentro del orfanato, creyéndome débil. ¿Qué era más difícil, perdonar y seguir, o cobrar venganza? Siempre me dije que mi corazón era más fuerte que el de todas esas compañeras criticonas y fanfarrona