LIAM BLAKE
—No me haré responsable, porque no es mío. No pienso cuidar al hijo de otro hombre y hacerme cargo de una mujer traidora a la cual no amo —contesté tajante sin ocultar mi disgusto.
—¿Qué pasó con el sentimiento que albergabas por ella tiempo atrás? ¿Me dirás que te olvidaste de él y de todo lo que vivieron juntos? No pudo simplemente haber desaparecido. —Sus ojos se llenaron de lágrimas y supe que no lloraba por mí.
—El abuelo me contó lo que ocurrió entre tú y el padre de Annie —dije en un susurro, tomándola por sorpresa—. Al ser una persona que dejó escapar al amor de su vida, creí que sentirías más empatía por mi caso. El hombre que amaba
IDRIS DOYLEEl señor Thomas me acercó una servilleta de tela mientras sus ojos parecían atónitos, recorriendo mi rostro afligido. —No… Imposible… —dijo en un susurro—. No tiene sentido.—Tiene más sentido de lo que cree… —contesté intentando sonreír, aunque mis labios siguieran temblando—. Sabía que él nunca me correspondería, así lo había sentenciado, pero… tuve la esperanza de que podría cambiar eso. Fue una pérdida de tiempo y solo he logrado sufrir. Quiero ser libre, quiero… poder tener un día completo sin llorar, sin sentir pena de mí misma, sin ser víctima del peso de cada humillación que me hizo. Hasta aquí llegué. IDRIS LYNCHDurante esos cansados y arduos cinco años, comprendí a qué se referían con que sería difícil levantar una empresa que apenas pudiera ser competencia para la farmacéutica de Liam. No por nada el señor Thomas dedicó cada uno de sus días por casi sesenta años a levantar ese imperio. ¿Cómo planeaba hacer lo mismo en menos de una décima parte del tiempo que él invirtió? Con el dinero de la familia Lynch pude acercarme bastante a mi objetivo, así como mi experiencia como asistente de Liam y la experiencia de Tina, quien supo cómo orientarme con lo que sabía sobre el área médica. Después de cinco años me sentí capaz de regresar al país. Supe gracias a los contactos de Evan, que Liam tenía planeado un viaje de negocios que le tomaría un par de meses, lo que me daría tiempo suficiente para comenzar a construir un laboratorio en la ciudad. Ya había conseguido los permisos y el equipo de químicos estaban por arribar. Era extraño estar en una oficina tan grande y ser yo la… ¿CEO? ¿ECapítulo 51: Aprendiendo a ser CEO
IDRIS LYNCHAnnie retrocedió un par de pasos, estaba aterrada y desconcertada, pero supe de inmediato que se desmayaría en cuanto sus rodillas temblaron y su mirada comenzó a perderse. —¡Evan! —exclamé llamando su atención en cuanto Annie se desplomó al suelo. Se plantó a su lado y la vio como si se tratara de un ratón muerto sobre la alfombra.—¿No es Annie Taylor? —preguntó antes de beber su café.—Sí… ¡Ese es el problema! —contesté perdiendo la cabeza.Antes de que la gente llamara a una ambulancia, le pedí a Evan que tomara en brazos a Annie y la llevara a mi oficina. Sabía que era algo muy extraño y todos los trabajadores parecían desconcertados, pero no me importó. —Nadie puede saber que sigo viva, nadie puede saber que soy la CEO de esta empresa… —dije tomando del brazo a Evan, obligándolo a verme directo a los ojos. —¿Qué planeas que hagamos? ¿La desaparecemos?—¡No! ¡¿Cómo que desaparecerla?!—Te has convertido en la CEO de una empresa que pertenece a las grandes mafias de
EVAN LYNCHLlegué más temprano que otros días y cuando atravesé la oficina me encontré a Idris con la mirada clavada en la ventana, disfrutando de la vista, mientras yo disfrutaba de verla a ella. Esa cascada de fuego que componía su melena caía con elegancia por su espalda hasta su cintura en retorcidos quiebres que brillaban cuando la luz los acariciaba. Sus ojos azules eran tan claros que parecían volverse grises y ese cutis de porcelana era adornado por esas pecas sutiles y encantadoras que le daban un aspecto inocente.En cuanto volteó hacia mí, sonrió de esa manera que me desarmaba y mi cuerpo perdió sus fuerzas. Después del momento incómodo de ayer, había salido hecho una furia de aquí. ¿Cómo podía hacer que esos ojos de zafiro me vieran c
LIAM BLAKE—¡Gracias! —contestó Lily con euforia antes de colgarse a mi cuello. Su calor me rompió. Había algo en ella que no sabía cómo describir, pero que me derrumbaba y me consumía. Me generaba tristeza y al mismo tiempo esperanza, y su olor… había algo en su olor que me era tan familiar y me desesperaba no poder identificarlo. —¡Lily! ¡¿Dónde carajos estás?! —exclamó furiosa la sirvienta, haciendo que la niña dejara de abrazarme y se preocupara. —¡Me tengo que ir! —exclamó cubriendo su boquita con ambas manos.—Ve… —contesté motivándola a salir de detrás de la jardinera. Con una última sonrisa, me dejó ahí, escondido como si fuera un infante. —¿Señor? —preguntó Clark al encontrarme en esa situación tan extraña—. ¿De quién se esconde? Me levanté de inmediato y sacudí mi ropa, queriendo recuperar la compostura. —¿Ves a esa niña? —pregunté, haciendo que Clark posara su atención en la pequeña Lily—. Necesito saberlo todo sobre ella. No quiero que dejes pasar ningún detalle. —Ah…
IDRIS LYNCH—No me digas la misma estupidez que dicen todos —dijo Annie antes de sacudirse mi mano de su hombro—. Un «lo siento» no significa nada, no mejora nada, no me hace sentir mejor, no me hace olvidar lo que me hizo Ethan, no me quita las pesadillas de tenerlo encima de mí, jadeando como un animal, mientras lloro y peleo por escapar.»¡No hay nada en este jodido mundo que puedas decir que mejore las cosas! ¡Solo déjame en paz! ¡Disfruta de estar arriba, puedes vengarte por todo lo que te hice! ¡Este es tu momento, Idris! Ten por seguro que no pienso renunciar, me hagas lo que me hagas. Necesito ese dinero, necesito… cuidar de Zack.Con mano temblorosa busqué en mi bolso y saqué mi chequera, antes de que pudiera escribir una cifra q
EVAN LYNCH—¿No se supone que ella y tú son hermanos? ¿No los crió la misma madre? —preguntó Annie antes de lanzarme la USB que me había quitado.—No compartimos la misma sangre —contesté entre dientes.—Pues… legalmente son hermanos… ¿Cuánto tardarás en convencer al mundo de que su unión no es producto del incesto? Afectarías no solo a ella y su reputación, también a tus sobrinos. ¿Qué crees que les digan en la escuela? Esto no solo se trata de ti y tu obsesión enfermiza por ella, hay más personas a las que podrías lastimar.—Daño colateral… Un pequeño precio que no tengo problema en p
LIAM BLAKELo qué más temía era que la competencia robara el proyecto. No me importaba tener el reconocimiento, pero sí que esa sangre fuera gratuita de la misma manera en la que yo planeaba distribuirla. Si alguien decidía hacer dinero con ella, todos mis esfuerzos se irían a la mierda.—¡¿Cómo es eso posible?! ¡¿No estoy pagando por una seguridad impecable en todos nuestros sistemas?! —exclamé iracundo, tirando los papeles del escritorio—. ¿Cómo lograron evadir los candados?—Al parecer la información salió de una computadora de la compañía —agregó Clark con voz tenue, modulando su tono para no hacerme enojar más.