LIAM BLAKE
—Vete a tu cuarto y déjame en paz —exigí en un susurro de advertencia. Durante la luna de miel y ahora en nuestra vida de casados, dormíamos en cuartos separados, no iba a ponerle un dedo encima ni dejar que ella se acercara a mí. Lo nuestro era meramente un negocio.
En cuanto cerró la puerta detrás de ella, mi teléfono volvió a sonar. Estaba dispuesto a contestar y blasfemar en contra de Evan cuando me di cuenta de que se trataba de Clark.
—¿Qué ocurre? —pregunté confundido. No era normal que llamara después del trabajo a menos que fuera importante.
—Señor, encontré a la señorita Idris…
LIAM BLAKE El día que regresó Annie a casa, con el bebé recién nacido, yo estaba en el cementerio, viendo a lo lejos el entierro de Idris. No vi a mis hijos por ningún lado, pero lo comprendí, podía ser bastante traumático ver partir a su madre. Cuando todos se fueron, me acerqué hasta su tumba que estaba llena de flores. Dejé el ramo que le había llevado y me sentí arrepentido por no haberle regalado más flores en vida. Ese hombre tenía razón, el arrepentimiento era el sentimiento más jodido que podía existir, porque justo ahora pensé en todo lo que pude hacer por ella y no hice. —No me dejes, Idris… —pedí acariciando su lápida—. Regresa… aunque sea para torturarme, me lo merezco. No puedo estar sin ti, me está matando tu ausencia. Las fotos que había enviado Clark daba
IDRIS DOYLE—Pues… está rara —dijo Oliver—, solo sabe babear.—Es una bebé, corazón —agregó mi madre con ternura—. Es tu hermanita y cuando sea grande, podrá jugar contigo. Verás que será tu mejor amiga.—No lo sé… —contestó Oliver con desconfianza—. Parece tontita.En ese momento Finn echó el café por la nariz antes de reír a carcajadas. —Lo mismo pensé cuando vi por primera vez a tu madre…—Y no te equivocaste… —agregó Evan torciendo los ojos—. Oliver, tendrás que cuidarla, a veces las hermanas menores crecen y no se les quita lo tontas.&
TINA WILLIAMS—Su recuperación ha sido bastante exitosa —intervino el doctor con media sonrisa—. Al parecer los cantos de su enfermera surtieron efecto.—Entonces… ¿por qué no puedo mover las piernas? —preguntó Kyle apretándose los muslos por encima de la sábana.—Doctor… ¿Es posible que…? —La señora Lynch no era capaz de terminar su pregunta cuando se sentó al lado de su hijo y lo abrazó de manera protectora.—Es posible que no vuelva a caminar —contestó el doctor apenado.La señora Lynch se soltó a llorar mientras los tres hermanos guardaban silencio, incluso Oliver pare
LIAM BLAKE—No me haré responsable, porque no es mío. No pienso cuidar al hijo de otro hombre y hacerme cargo de una mujer traidora a la cual no amo —contesté tajante sin ocultar mi disgusto.—¿Qué pasó con el sentimiento que albergabas por ella tiempo atrás? ¿Me dirás que te olvidaste de él y de todo lo que vivieron juntos? No pudo simplemente haber desaparecido. —Sus ojos se llenaron de lágrimas y supe que no lloraba por mí.—El abuelo me contó lo que ocurrió entre tú y el padre de Annie —dije en un susurro, tomándola por sorpresa—. Al ser una persona que dejó escapar al amor de su vida, creí que sentirías más empatía por mi caso. El hombre que amaba
IDRIS DOYLEEl señor Thomas me acercó una servilleta de tela mientras sus ojos parecían atónitos, recorriendo mi rostro afligido. —No… Imposible… —dijo en un susurro—. No tiene sentido.—Tiene más sentido de lo que cree… —contesté intentando sonreír, aunque mis labios siguieran temblando—. Sabía que él nunca me correspondería, así lo había sentenciado, pero… tuve la esperanza de que podría cambiar eso. Fue una pérdida de tiempo y solo he logrado sufrir. Quiero ser libre, quiero… poder tener un día completo sin llorar, sin sentir pena de mí misma, sin ser víctima del peso de cada humillación que me hizo. Hasta aquí llegué. IDRIS LYNCHDurante esos cansados y arduos cinco años, comprendí a qué se referían con que sería difícil levantar una empresa que apenas pudiera ser competencia para la farmacéutica de Liam. No por nada el señor Thomas dedicó cada uno de sus días por casi sesenta años a levantar ese imperio. ¿Cómo planeaba hacer lo mismo en menos de una décima parte del tiempo que él invirtió? Con el dinero de la familia Lynch pude acercarme bastante a mi objetivo, así como mi experiencia como asistente de Liam y la experiencia de Tina, quien supo cómo orientarme con lo que sabía sobre el área médica. Después de cinco años me sentí capaz de regresar al país. Supe gracias a los contactos de Evan, que Liam tenía planeado un viaje de negocios que le tomaría un par de meses, lo que me daría tiempo suficiente para comenzar a construir un laboratorio en la ciudad. Ya había conseguido los permisos y el equipo de químicos estaban por arribar. Era extraño estar en una oficina tan grande y ser yo la… ¿CEO? ¿ECapítulo 51: Aprendiendo a ser CEO
IDRIS LYNCHAnnie retrocedió un par de pasos, estaba aterrada y desconcertada, pero supe de inmediato que se desmayaría en cuanto sus rodillas temblaron y su mirada comenzó a perderse. —¡Evan! —exclamé llamando su atención en cuanto Annie se desplomó al suelo. Se plantó a su lado y la vio como si se tratara de un ratón muerto sobre la alfombra.—¿No es Annie Taylor? —preguntó antes de beber su café.—Sí… ¡Ese es el problema! —contesté perdiendo la cabeza.Antes de que la gente llamara a una ambulancia, le pedí a Evan que tomara en brazos a Annie y la llevara a mi oficina. Sabía que era algo muy extraño y todos los trabajadores parecían desconcertados, pero no me importó. —Nadie puede saber que sigo viva, nadie puede saber que soy la CEO de esta empresa… —dije tomando del brazo a Evan, obligándolo a verme directo a los ojos. —¿Qué planeas que hagamos? ¿La desaparecemos?—¡No! ¡¿Cómo que desaparecerla?!—Te has convertido en la CEO de una empresa que pertenece a las grandes mafias de
EVAN LYNCHLlegué más temprano que otros días y cuando atravesé la oficina me encontré a Idris con la mirada clavada en la ventana, disfrutando de la vista, mientras yo disfrutaba de verla a ella. Esa cascada de fuego que componía su melena caía con elegancia por su espalda hasta su cintura en retorcidos quiebres que brillaban cuando la luz los acariciaba. Sus ojos azules eran tan claros que parecían volverse grises y ese cutis de porcelana era adornado por esas pecas sutiles y encantadoras que le daban un aspecto inocente.En cuanto volteó hacia mí, sonrió de esa manera que me desarmaba y mi cuerpo perdió sus fuerzas. Después del momento incómodo de ayer, había salido hecho una furia de aquí. ¿Cómo podía hacer que esos ojos de zafiro me vieran c