LIAM BLAKE¡No lo podía creer! Todo lo que habían dicho mi madre y Annie era cierto. ¿En verdad Idris había tenido una aventura con este hombre cuando parecía que nuestra relación comenzaba a estrecharse? ¿Su recompensa había sido esa caja que cargaba con recelo?—No se preocupe, señor Blake, yo acompañaré a Idris por el niño, si eso es lo que le molesta —contestó Evan poniéndose entre los dos, queriendo protegerla. —Evan, por favor… Déjame hablar a solas con Liam —pidió Idris haciéndolo a un lado con gentileza—. Yo puedo arreglar esto.—No, ya no… Ahora me tienes a mí —dijo en un susurro mientras sus ojos se clavaban en la pelirroja. ¡Era el colmo del cinismo!, pero todos tenían razón, ¿qué me podía esperar de ella? Así como aceptó ser mi amante por tanto tiempo, ¿por qué me sorprendía que ahora fuera la amante de alguien más? Tomé mi teléfono y marqué. —¿Clark? Ve al hospital y pasa por mi hijo, no lo hagas esperar más de lo que su propia madre lo hizo. —Liam… Escúchame, por favo
LIAM BLAKE—No te quise lastimar… —dije arrepentido en un susurro directo en su oído antes de besar su cuello, justo en donde la había mordido. No mentía, pero no había podido controlar mi resentimiento hacia ella.—Lo sé… —contestó con ternura, besando mi mejilla y estrechándome con más fuerza, acariciando mi espalda y queriendo reconfórtame, como si yo fuera la víctima aquí—. Te amo, Liam, créeme. Sus palabras me hirieron, porque sabía que eran mentira. —Te amo, Idris. —Por fin admití después de casi nueve años, aunque como bien sabía, no podría tenerla a mi lado como ella deseaba, no después de por fin comprender que solo me había usado, como cada mujer que se había acercado a mí desde que me volví el CEO de la farmacéutica. Me dolía admitir que mi padre tenía razón, el amor te hace débil y provoca que todos quieran aprovecharse de esa debilidad, Idris no era la excepción. Así que el resto de la noche le di gusto a mi corazón y la amé como quería, besando cada enrojecimiento en
IDRIS DOYLESalimos de los límites de la ciudad y me sorprendió que, aunque la propiedad estaba tan lejos, llegáramos tan rápido. Era una villa hermosa y lujosa, ya nos esperaba Evan en el pórtico, con los brazos cruzados y el ceño fruncido.—Juro que lo mato… —dijo en cuanto me vio bajar del auto, mientras cubría mi ropa rota con el saco de Finn—. ¡Te dije que no fueras con él! ¡Si te hubieras quedado a mi lado, nada de esto hubiera pasado!—Evan… —Finn lo reprendió—. No es momento.—Las mujeres son tan estúpidas. Cuando se apasionan por un hombre se dejan pisotear hasta el cansancio —agregó Evan entrando a la casa—. Ese imb&
LIAM BLAKEEn cuanto sentí las manos de Annie sobre mi brazo, me sacudí, asqueado. —No porque ahora te necesite, significa que te voy a tocar y haré como si cada injuria contra mí desapareciera. Criticas a Idris, pero tú también eres un asco como mujer. Tus palabras cargadas de arrepentimiento no significan nada para mí.»El compromiso sigue en pie y el préstamo a tu padre se efectuará, pero no esperes que te desee como mujer. Siéntete feliz de saber que podrás presumir que eres mi esposa y nada más. —Le dediqué una mirada cargada de desprecio antes de dirigirme hacia la salida. Necesitaba dormir, necesitaba tal vez algo de alcohol, tenía que encontrar la manera de poder desintoxicarme de todo ese rencor que palpitaba dentro de mi pecho y me estaba envenenando.&n
IDRIS DOYLE—¡Largo de mi oficina si no quieres que te eche yo mismo! —exclamó Liam furioso, golpeando el escritorio con fuerza. Di media vuelta después de ofrecerle mi mejor sonrisa. Él había buscado en mí una mujer fría y sin sentimientos, así que se la daría, la tonta enamorada había muerto. Cuando posé mi mano sobre la puerta, me sujetó con fuerza del brazo, deteniéndome y poniéndome de frente a él, presionando su cuerpo contra el mío, apresándome, con esa misma rabia con la que me había tomado en el hotel, pero ahora ya no le tenía miedo y no dudé en dedicarle una mirada iracunda mientras lo empujaba por el pecho.—Irás directo a la mansión Harrison y ahí te quedarás. No quiero que hagas ninguna estupidez —dijo entre dientes y giré el rostro, rehusándome a que su aliento me volviera a envenenar. Busqué la manija a mi espalda y abrí la puerta, saliendo de la oficina y dejándolo solo con su rencor.ϔLlegué a la mansión Harrison con miedo, pero tanto Finn como Evan me flanqueaban,
IDRIS DOYLEVeía pasear frente a los arbustos con flores a mi pequeño Oliver, reconociendo el nuevo jardín con la mirada perdida en el pasado, de seguro pensando en el señor Thomas y por supuesto, en Liam. —Quiero apostar contigo… —dijo Evan caminando a mi paso.—¿Apostar?—Sé perfectamente que, si el imbécil de Liam llega suplicando tu perdón, te olvidarás de todo y lo volverás a aceptar —agregó con coraje—. El amor te vacía el cerebro y te llena de humo la cabeza. Te vuelve estúpido.Recordé lo que el padre de Liam sostenía: «El amor te hace débil». Por mucho que Evan odiara a Liam, pensaban igual con respecto a ese sentimiento, tuvieran razón o no.—Liam no regresará… Ni siquiera intentará buscarme —contesté con melancolía.—Hoy no, tampoco mañana… Lo hará cuando se dé cuenta de que cometió un error, pero eso no significa que no vaya a seguir cometiendo más errores.Volteé hacia Evan, con el ceño fruncido. —¿Qué es lo que quieres? —pregunté recargándome en el barandal del pórtico.
IDRIS DOYLELiam y Annie salían de una iglesia ante la algarabía de la familia. Ella lucía un hermoso vestido de novia que disimulaba su embarazo y él se veía gallardo y varonil, con esa mirada tan profunda que tanto me encantaba. Llevaba a Annie de la mano y antes de entrar al convertible que los llevaría a la fiesta privada en la mansión Harrison, se dieron un beso.Liam sonreía, parecía lleno de vida, lo que jamás logré en todo ese tiempo a su lado, pero era obvio, Annie era la chica con la que siempre soñó, yo solo era la tonta que aceptó ser su amante.En ese momento Oliver tomó el control y apagó la pantalla, como si supiera que todas esas imágenes me estaban matando. —Te quiero mucho, mami —dijo
IDRIS DOYLEContra su voluntad, mi madre tuvo que salir de la habitación. En cuanto se abrió la puerta, me encontré con la mirada de Evan, que esperaba paciente en el pasillo. Sus ojos reflejaron el rojo de las sábanas, como si estuviera sumergida en un mar de sangre. Antes de que la puerta se cerrara, entró como un vendaval.—¡No puede entrar! —dijo la enfermera sin saber cómo sacarlo.Evan me tomó en brazos ante la sorpresa de todos. —Agárrate fuerte… —pidió mientras me llevaba hacia afuera del cuarto.—¡¿Qué haces, Evan?! —exclamó nuestra madre sorprendida, pero Finn lo comprendió de inmediato. El tiempo avanzaba y esperar una ambulancia se