HAKON Caminamos con antorchas por las orillas de una laguna estancada y de aguas turbias en esta pequeña isla, delante de mis ojos, la enorme y estrecha gruta que me lleva a la cueva subterránea. — Quédense acá afuera como siempre, cualquier cosa, listos y alertas – les ordeno a los veinte guerreros y asienten haciendo una formación de defensa, pero que apunta a la cueva. Aquí no es cuidarse de lo que pueda entrar, sino de lo que pueda salir. Solo Carlisse y yo nos adentramos en ese sitio oscuro, húmedo y asfixiante. El aire es pesado y difícil de respirar. Nos movemos sigilosos y con prisas hasta llegar a una galería más abierta que se divide en dos oscuras cuevas como bocas de lobo. Me dirijo a la derecha sin dudarlo y un poco más adentro la veo. Una enorme pared de hielo grueso en el fondo de esta gruta, un escudo que nos protege de lo que hay más allá. — Carlisse maldici0n, esto está peor que nunca, ¿por qué demoraste tanto en avisarme? – miro preocupado las grietas prof
RAVEN No sé cuánto tiempo he dormido, creo que al menos una hora, sin embargo, mi cuerpo se siente sin gota de energía. El peso en mi vientre persiste, donde mi poder se concentra y se fortalece, pero hay otra sensación dulce y pegajosa que recorre mi piel. Bajo mi mano para tocar con amor el largo cabello platino de mi hombre, abro mis ojos, acostumbrándome a la tenue luz que entra por las cortinas y lo veo acariciando y besando mi vientre, susurrando palabras de aliento, calentando mi corazón. — ¿Qué haces mi amado Alfa? – le pregunto con la voz adormilada. — Raven, ¡ya la puedo oler! – se incorpora y los orbes azules le brillan emocionados — Me concentré mucho y ahora que sé de su existencia pude oler a nuestra cachorra, ¡huele a talquito! Casi me rio a carcajadas en su cara de tonto embelesado y eso que a penas y se forma nuestra hija, pero en eso, un mareo me hace fruncir el ceño. — ¿Te sientes mal? Ven, ven amor, aliméntate un poco más de mi sangre. Se acerca acarician
NARRADORA — ¿Qué hago?, la Reina y el Rey están recluidos en sus aposentos y pidieron no ser molestados. La Beta no se siente bien y la Sacerdotisa está encerrada también haciendo magia en su Santuario – una guerrera Centuria le decía a la otra con el ceño fruncido. — ¿Qué sucede? – de repente la voz enérgica de Anastasia las hizo girarse asombradas. — Be…Beta creímos que estaría recuperándose… — Ya estoy bien, dime que sucede – y Anastasia escuchó el informe, de que había casi que una rebelión a la salida de las puertas del castillo. Eran las manadas de los hombres prisioneros. Los rehenes que sobrevivieron a la barbarie de la bruja oscura. Ahora venían a pedir clemencia por sus familiares, diciendo que ellos lo hicieron obligados, para protegerlos, que no era justo ser ejecutados. — Pásenlos a todos a la plaza central del castillo, no los maltraten, no importa qué, pero tampoco se les permite hacer nada incorrecto – les ordenó y las Centurias se fueron a cumplir con su trabaj
Raven anunció y el corazón de los presentes se apretó en un puño. — Ayudarnos a reparar los daños que ocasionó la batalla en las afueras del castillo y un impuesto especial de alimentos al palacio por seis meses. Toda la escena se quedó en pausa. ¿Habían escuchado bien? ¿No serían asesinados? ¿Solo ese castigo tan benévolo? El primer grito que rajó los cielos dio paso al segundo, al tercero y a otros cientos. El cerco de Centurias se hizo a un lado y el reencuentro entre lágrimas y abrazos fue inevitable. — Cedrick, ¿crees que de verdad nos acepten en sus corazones? – Raven le preguntó mirando a sus guerreras con su Beta delante de ellas. — Este es el primer paso, sé que lo harán, ustedes las Centurias son maravillosas, un tesoro de nuestra raza, solo necesitan una oportunidad para recomenzar – Cedrick apretó su mano. Estaba decidido a restaurar la gloria de su reino y esta vez, de la manera correcta y al lado de la Reina, que siempre quiso para él. — ¡Vuelvan a sus manadas, l
NARRADORA «Llamas rojas arrasando la tierra, fuego y destrucción a su paso, cadenas que apresaban la magia fría y consumían el invierno» «Un grupo, de como cincuenta hombres, corrían desesperados por la niebla y en la noche, cazados y perseguidos como animales salvajes, internándose en un peligroso territorio mortal» «… ¡Jonás agárrate de la rama, no te desesperes o te hundes más deprisa!… ¡No lo suelten!… ¡Aahhh!… ¡El Druida ha caído también a la ciénaga! … ¡Diosa, hasta cuándo este calvario, apiádate de nosotros!» «Unos hombres fuertes y salvajes salieron de las tinieblas del pantano y los ayudaron a sobrevivir» «…solo lo puedo amparar un tiempo, no quiero problema con las Centurias, lo lamento… » «Sin embargo, una noche, mientras todos dormían, un rugido ajeno a este mundo hizo retumbar de miedo sus corazones» «“¡Rápido, despierten! ¡Defendamos la manada!”» «Sangre y lucha, masacre de los más débiles» «Los cuerpos mutilados de las mujeres y los cachorros hundiéndose en el
ANASTASIACamino por la orilla del riachuelo y miro hacia la pequeña cascada. Recuerdos vívidos de todas las cosas que sucedieron aquí asaltan mi mente.Me pregunto qué hago como masoquista poniéndome yo misma la punta de la daga y empujándola a mi corazón.Me levanto dispuesta a regresar, a ver si puedo dormir algo antes del amanecer, pero una presencia hace que me tense.Comienzo a dar pasos de prisas, casi escapándome. ¿Qué hace aquí en las tierras del castillo?¿Cómo fue que no lo detecté antes?Estoy pensando seriamente en convertirme en mi loba y huir cuando unos fuertes brazos me apresan desde atrás y un enorme cuerpo masculino se pega al mío, tan apretado, que casi me corta la respiración.— Ana, por favor, no huyas más de mí Una súplica hace cosquillas en mi oído de esa ronca y sexy voz que conozco muy bien.— Hakon, ya suéltame. Sabes que no eres bienvenido aquí. No eres aliado del reino, tú…— No soy tu enemigo, Anastasia, no lo soy. Nunca me ha interesado asociarme con
NARRADORA — Es una visión profética del pasado— sentenció Dalila. Raven se quedó descansando con Aidan, que no había querido soltarla desde que se despertó, aún medio traumado. Dalila fue a verlo y con su magia, pudo reconocer el contenido del sueño. — Una visión demasiado fuerte para un cachorro tan pequeño, pero bueno, son las consecuencias de tener demasiado poder— Dalila suspiró. — Entonces, según esa visión, parece ser que los Hombres de Invierno escapando de las Centurias se refugiaron en el pantano. — Unas criaturas que no conocemos, aparecieron de la nada y atacaron la manada del pantano. Para contenerlas, el Alfa hizo un pacto con el Druida de los Hombres de Invierno. Vincent resumió. — Exacto y Aidan vio como una especie de caverna que estaba siendo sellada. El sueño terminó muy abrupto, cuando una sombra oscura atacó al Druida. — La verdad es que los sueños proféticos no son fieles al cien por ciento, en ocasiones se funde realidad con imaginación, no sé, cuánto de
NARRADORA El Beta quería moverse para escapar, las centurias estaban con ganas de saltar en llamas por todos lados, pero se hundían cada vez más. Sin poder mover ninguna extremidad y el sentimiento de asfixia, estaba llenando de pánico el corazón. — ¡Libéralas a ellas, al menos, son Centurias, sabes las pocas que quedan! Hazlo por tu pareja, ella no te lo perdonará… — ¡No me digas lo que tengo que hacer, Beta y menos menciones a mi mate! – Hakon le habló entre dientes Con la misma, lanzó una afilada rama del árbol, por el aire, encajándola de a lleno en la resbaladiza serpiente que escapó herida. — No morirás ahora a pesar de haber invadido mi territorio, pero de que sobrevivas o no en el futuro, depende de tu Rey ¡Sáquenlos! Ordenó y enseguida sus guerreros se pusieron a “pescar” los nuevos rehenes y llevarlos a tierra firme. — Si intentan usar su magia de fuego, adiós a su Beta – les advirtió a las Centurias descubriendo sus pensamientos internos. Las mujeres miraron la dag