Capítulo 5.

Los cómplices.

Naín.

Subí al auto y pedí que me llevarán al apartamento de Yaren no tengo contemplado regresar a la manada hasta dar con los otros dos humanos que estuvieron de cómplice con el lobo traidor, de sólo pensar me dan ganas de revivirlo y destrozarle la cabeza y echárselo a los buitres carroñeros, pero ni eso merece el maldito desgraciado, él era casi la mano derecha de mi padre.

—Maldito infeliz hijo perra—. Masculló más que molesta.

—Hemos llegado Alpha.

—Gracias estén pendientes —Salgo del auto y subo al ascensor.

Tendré que hacer una revisión exhaustiva de todo mi personal de trabajo.

No tengo que tocar la puerta por qué está abre de una vez. 

—Por la diosa Naín tienes sangre.

—Por eso te pedí que prepararas la ducha.

—¿Lo mataste con tus propias manos?

—Si Yaren, lo maté yo.

—Alguien más no pudo hacerlo.

—No, soy la líder la que planea y ejecuta.

—Ven, necesitas deshacerte de ese peso que llevas encima.

—Si hubiera sido hombre no hubieras dicho eso, ¿verdad?

—No, pero creo que no necesitas demostrar que eres capaz de ser una buena líder.

—En un mundo machista estoy segura que sí debo —Me deshago de mi ropa. —Este mundo está dominado por hombres Yaren, y eso lo sabes bien, sabías que habían obligado a mi padre a buscar una bruja de magia negra para que hiciera un hechizo y pudiera tener un hijo varón para que él tomara su lugar cuando ya no pudiera más —digo con tristeza.

—No, no lo sabía y tu padre lo hizo.

—No, por qué ni con magia se puede concebir hijo con otra persona —Me meto a la bañera.

Yaren, se mete conmigo después de un buen masaje descargo toda la furia, impotencia que tengo encima. Término agitada encima de Yaren.

—Me encanta nuestros encuentros de meses, siento que todo lo que tenías atravesado lo descargas convirtiéndote en una fiera.

—Aun tengo mucho que sacar Yaren —Lo beso con hambre y nos envolvemos en un desenfrenado encuentro...

Al día siguiente me levanto temprano para revisar los vídeos con más calma, tengo que dar con los demás infiltrados.

—Buenos días mi alpha.

—Buenos días.. gracias —digo al recibir el desayuno.

—Lo preparé especialmente para ti —Sonrió, mientras desayuno miro el vídeo. —¿Qué buscas?

—Los cómplices del cobarde que ayudó al supuesto amigo de mi padre.

—Era alguien cercano a ti.

—Sí, pero no creo que actuará por cuenta propia —Se que hay alguien detrás de todo esto.

—Espero des con los culpables pronto, no me gusta verte en este estado, te quiero Naín, pueda que en algún momento encuentres a tu destinado o tal vez yo la encuentre primero, pero siempre estaré para ti —Tomó su mano.

 —Y contarás conmigo igual como ahora —Aunque somos amantes le tengo aprecio a Yaren, claro que mientras ninguno de los dos encuentre a su pareja podemos divertirnos no está prohibido.

Sonrió al dar con los dos hombres que actuaron junto al traidor. 

—Esa sonrisa me dice que diste con ellos —Tomó el móvil y le mando la descripción de los hombres a Edril, para que me los lleve al mismo lugar de anoche. —Son humanos no es así.

—Sí, pero ellos sabían a lo que se enfrentaban supongo —Terminó el desayuno y tomó una ducha, me visto. —Nos vemos Yaren —me despido.

—Ten cuidado Naín —dice dándome un abrazo.

—Siempre trato de tenerlo —Le doy un beso con sabor a deseo, pero el deber llama.

Salgo del apartamento, subo al auto y este me lleva al mismo paraje de anoche.

—¿Alpha qué piensa hacer con ellos?

—Sacarle información y si no funciona darle el susto de sus vidas.

—La apoyo Alpha, ya estoy harto de todo esto —Dice mi beta.

Entró al almacén solitario y olvidado, los miro a ambos. 

—Me dirán lo que quiero saber o sufrirán la mayor tortura que han imaginado —Pongo el estuche de pinzas en la mesa.

—¿Por qué estamos aquí señora? —pregunta uno.

—Aquí yo hago las preguntas y ustedes responden, estamos, asientan si entendieron—.

—No puede obligarnos a decir nada, usted no puede hacer nada —Sonrió.

—No voy a perder mi tiempo con dos humanos cobardes —Le hago la seña a Edril para que de inicio a la tortura.

Mi padre nos enseñó el arte de tortura japonesa y rusa, esas torturas milenarias que utilizaban hace siglos.

Edril toma una pequeña pinza, toma la mano de uno de los hombres. 

—Por cada respuesta mal dada perderás uno de tus preciados dedos —Edril pone la pinza en el dedo meñique y la aprieta, el dedo es cortado, el hombre grita de dolor. —El próximo será él tuyo —dice señalando al otro hombre.

—Siguiente pregunta ¿quién los contrató?

—No lo sabemos, el señor solo nos dio indicaciones —Dice uno.

—En qué consistía su trabajo.

—No lo sabemos.

—Respuesta equivocada —Es obvio que sí lo sabían.

Edril agarra otra pinza y toma la mano del otro hombre, este me mira con súplica. 

—Hablen ya mi paciencia se agota.

—Lo diré todo, pero quiero que ayude a mi familia por favor ellos nos van a matar.

—Bien, hablen dependiendo de la información ofreceré mi ayuda a su familia —Tomó asiento frente a ellos.

—El señor Lamier, llegó con nosotros, como somos los cargueros nos ofreció dinero para poner las cajas en el contenedor, según lo que contenía era inofensivo, no sabemos quién fue el que dio la orden, nosotros solo recibimos órdenes del señor Lamier se lo juro por mi vida.

—Tu le crees Deka—.

—Sí, su sangre huele a miedo.

—Ya lo creo debemos actuar con su familia.

—Nunca vieron a alguien más además del señor Lamier —Niegan. —Vieron que no fue tan difícil.

—Mi familia.

—Ya van por ellos, saldrán esta noche, donde me enteré de otras cosas los busco y yo misma los mato —Mi mano se convierte en garra. —No querrán esto atravesando su pecho —Me levantó y salgo de ahí.

Voy a la naviera, en la noche como lo prometí hago que los hombres y su familia se marchen a otro país.

—Este enemigo tiene mucho alcance Alpha Naín.

—Ya lo sé Edril, no nos enfrentamos a solo unos perros desertores y vampiros sin escrúpulos, esos solo son señuelos —Regresamos a la manada.

Los días siguientes estuve investigando cualquier indicio para dar con las personas que me quieren hacer daño, pero nada, no tenemos nada, no me queda de otra que seguir con mis obligaciones de la manada y las empresas.

—Naín, escúchame debes delegar tus obligaciones a un hombre que pueda lidiar con este problema, luego que la tormenta pase vuelves a retomar tu papel de Alpha.

—No, ya te he dicho mil veces que un tonto matrimonio no es la solución.

—Si lo es Naín, piensa bien las cosas, puedes casarte con algún Alpha, uno que esté soltero claro que solo sería por un tiempo.

—Todos los buenos Alpha ya están casados y no creo que ninguno acepte un convenio de separación de bienes y más si se trata de la naviera más importante del mundo.

—Eso solo son minimises Naín, hay varios Alpha fuertes que aún no han encontrado sus destinadas y son buenos partidos.

Si mi tío no deja de insinuar que la solución sería contraer matrimonio con un lobo fuerte o mejor dicho un Alpha.

—Que no, no me voy a casar con un lobo y menos un Alpha, y menos si no es mi mate...

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