La luz del sol se dejaba sentir aquella ajetreada mañana, el cielo medio nublado decía que por ese día, no habría lluvia por lo menos unas horas, el basto desayuno había sido delicioso y abundante, Nicoleta, feliz con la llegada de Maurizio, se había pulido en la cocina, era domingo, día de descanso de Isobel, y, aunque lo único que realmente deseaba era correr hacia la vieja abadía, por ese día no podría hacerlo, le debía a su querido amigo un tour por el pueblo y una explicación mas a fondo de lo que venia ocurriendo en aquel lugar, Maurizio ya había repasado todas las notas de internet y locales sobre los extraños eventos, y el joven, siempre creyente de los temas paranormales, quería comprobar por si mismo si todo aquello era real o solo el producto de la histeria colectiva, el asunto lo tenía completamente emocionado y por supuesto, Isobel solo sonreía a
La media luz de la vela parpadeaba por el viento ocasional que se colaba por las ventanas, la oscuridad de la noche comenzaba a descender en el ocaso para cubrirlo todo con su manto de tinieblas, ojos verdes como esmeraldas, escudriñaban cada párrafo leyendo hoja por hoja aquel tan antiguo registro, dándose prisa, Jenica Petre tomaba aquellos tan viejos documentos que había descubierto y que se habían salvado, de alguna manera, del deterioro del paso de los años, apagando aquella luz, la monja salía de aquel pequeño espacio, mirando hacia todas partes esperando no ser observada, una vez confirmado que no había nadie más, salía presurosa hacia los pasillos mas concurridos del hospital, se había excusado por el día argumentando un malestar, debía salir de allí cuanto antes para lograr indagar más sobre lo recién descubierto en la privacidad de su hogar.Apresur
La luz de la luna bañaba con su luz cada árbol y pino en el bosque, el silencio vagamente interrumpido por el sonido de la fauna y el silbar del viento entre las hojas, reinaba en los bosques de aquel misterioso y hermoso condenado, Isobel admiraba la belleza de aquel claro que se hallaba junto a un precioso lago de agua cristalina, que reflejaba a la luna en todo su esplendor, sin embargo, un escalofrió la recorría de manera repentina al admirar la belleza plateada reflejada en las aguas de aquel lago…Dragos Albescu, no había pedido a Vasile llevarla a dar un placentero paseo nocturno…tenia que decirle, decirle que aquel ser que la llamaba por otro nombre la había visitado, contarle el gran temor que tenia de algo terrible terminara ocurriendo.– Te ves hermosa, allí, admirando la belleza de la luna – dijo repentinamente Vasile.Isobel observo a aquel hermoso conde, aquel al que amaba a un a pe
La mañana se sentía fría, anunciando un demasiado anticipado invierno, el sol no lograba calentar, el viento frio golpeaba las ventanas con fuerza y el cielo gris amenazaba querer derramar su lluvia de un momento a otro, Jenica caminaba en las calles no demasiado pobladas, cada vez anochecía más temprano y con ello, las personas en el pueblo procuraban abastecerse y encerrarse para no exponerse al peligro que traía consigo el manto nocturno.Sus hermosos ojos verdes miraban con nostalgia hacia la vieja abadía en los bosques, aquella charla que sostuvo con el Conde que la habitaba había sido demasiado triste, un alma vieja, demasiado vieja, aquel dolor que debía haber sido perder a su amada, la tristeza reflejada en aquellos hermosos ojos color oro…no podía evitar preguntarse cuanto dolor debía haber visto un ser tan antiguo…tan solitario…una eternidad de mera existencia sin un pr
El cielo gris dejaba car una lluvia atroz sobre el pueblo de Sibiu, la luz de los poderosos relámpagos rompía con la oscuridad que comenzaba a reinar, el manto de la noche caía sobre todo el valle, quizás, demasiado temprano por la tormenta que se había desatado, Jenica y Emmeran se observaban sin atreverse a hablar primero sobre lo que ambos ya sabían, la visita del misterioso Conde de la vieja abadía a la monja que creía en la ciencia. El silencio cada vez mas incomodo lograba ponerlos de los nervios a ambos, sin embargo, la repentina llegada de Isobel Bennet interrumpió aquel momento. – Hola, no los vi en toda la mañana, estuve ocupada con el niño Wilson, no recibió muy bien el tratamiento – saludaba la hermosa castaña notando que algo estaba ocurriendo. – Hola Isobel, lamento no haber podido ayudarte – se disculpo Jenica con sinceridad. Isobel noto las miradas incomodad y el ambiente pesado, definitivamente algo estaba ocurriendo. – ¿Suced
– Tú puedes, mantén tu vista al frente – decía Velkan Bennet al pequeño Stefan que fijaba su vista hacia su objetivo.– Esta demasiado lejos, no creo poder disparar – respondía el pequeño con sinceridad.– Apunta, apoya la culata firmemente contra el hombro del lado del que vas a disparar – decía el anciano con su ceño fruncido.Con la vista fija en el maniquí que estaba a unos metros, Stefan colocaba su pequeño dedo sobre el gatillo, respirando hondo, recordaba aquellos momentos en que lo perdió todo, cuando aquel ser de blanca apariencia los ataco, asesinando a su padre y secuestrando a su madre, recordaba las sonrisas de su progenitor, recordaba a su madre, sus mimos y caricias, al hermano o hermana que nunca pudo conocer y que su madre llevo en su vientre hasta el momento en que fue transformada en vampiro, recordaba a sus abuelos, quienes tambi&e
El cielo de nuevo estaba nublado, tan gris y desolado tal cual era el animo que Isobel estaba experimentando, Jenica limpiaba la vieja casona de Ferka, quien, en un gesto generoso, se las había cedido al no serle ya de utilidad alguna a él, después de todo, ahora era un vampiro, la hermosa monja, había decidido que lo mejor era ocultarse de la vista de los cazadores en lo que las cosas volvían a la calma, y la casona donde se hallaban era el lugar perfecto para ello, aparentemente abandonada y a las afueras del pueblo, no había más casas alrededor y nadie pasaba ya por allí, Isobel, se sentía completamente desanimada, de un momento a otro había perdido su empleo y su hogar, solo trayendo con ella pocas de sus pertenencias, las mas importantes, mirando fuera de la ventana, sentía que el mundo poco a poco comenzaba a absorberla, en medio de mil cosas que habían ocurrido ya desde su llegada al pueblo.
El sol matutino se asomaba detrás de las montañas, los cálidos rayos de luz dorada anunciaban el comienzo de un nuevo día, un día más que Maurizio permanecía en el pueblo de Sibiu, había salido sigiloso a caminar entre las empedradas calles, meditando sobre todo lo ocurrido hasta ese momento, buscaba comida para llevar, sabía que Isobel despertaría en cualquier momento, aunque, quizás, no demasiado temprano, la hermosa castaña había pasado la noche junto al llamado Conde de Bourgh.Mirando en dirección a la vieja abadía, el moreno suspiraba en resignación, jamás podría competir contra aquel hombre, no era una pelea justa por los afectos de la joven, el ser al que había conocido era demasiado hermoso, demasiado perfecto…demasiado inhumano.Aún no podía terminar de creer ni entender lo que estaba ocurriendo, toda su vid
La noche había caído una vez mas sobre Sibiu y el valle, Vasile observaba fijamente a la luna sobre el techo de la casona Lacob, actual refugio de Isobel y compañía, las palabras de el hombre de apariencia extrajera lo habían dejado pensando, era imposible hasta donde su conocimiento le permitía saber, que vampiros caminaran a la luz de día, hacerlo suponía un dolor más allá de los límites y la extinción de ellos, incluso los príncipes no podían desafiar aquello, todos los maldecidos, estaban condenados a permanecer permanente ocultos en las penumbras, el único que sabía, podía caminar a la luz dorada, era el primer maldecido, su padre, Caín.Caín, sin embargo, había desaparecido hacia ya muchos siglos, después de crear a Nicholas, solo estuvo acompañándolo durante un tiempo, y nunca más se le volvió a v