El llanto perdido

Abría los ojos poco a poco recuperándose del estado de inconsciencia en el que había caído, ojos de oro la miraban con sincera preocupación, aquellas horridas imágenes llegaban hasta ella de nuevo, Jenica, su amada Jenica, no estaba más, la había perdido, a aquella mejor amiga, la primera que había tenido, nuevamente las lágrimas resbalaron desde sus ojos celestes, abrazándose del conde que la arropaba, lloro una vez más por la pérdida de aquella monja que usaba hábitos de novicia y había sido la única que la había realmente comprendido.

– Se ha ido, la perdimos Vasile, la perdimos – dijo Isobel sabiendo bien que Vasile debía estar sufriendo igual que ella, Jenica también se había convertido en su amiga.

Vasile no respondió, no sabría que decirle, sabia bien lo que su hermano menor haría, la convert

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