La tarde había caído, su larga jornada en el hospital había terminado, las calles lucían hermosas, totalmente decoradas y vestidas de flores y vividos colores verdes, todos en el pueblo estaban vestidos de blanco y caminaban en dirección a la vieja catedral ortodoxa de la Santísima Trinidad que se hallaba justo al centro de la gran plaza, todas las personas, incluidos los niños, llevaban una vela aun sin encender en sus manos, sintiéndose fuera de foco, Isobel se coloco de nuevo su blanca bata de medico sobre sus ropas para caminar junto a los pobladores hasta ese lugar, aquello parecía mas un ritual algo aterrador que una fiesta, sin embargo, escuchaba las amenas charlas de todos que hablaban sobre el nuevo cazador que se había elegido, los más jóvenes y los turistas, no tomaban en serio aquello como tampoco ella lo hacía, pero todos concordaban en que era bastante entretenido llevar a cabo e
“Yo, Emmeran Antonescu, juro solemne que cumpliré con mi destino, seré la espada de la santa trinidad y castigare en su nombre a las pestes de la larga noche, escuchaos mis palabras y sean todos testigos de mi juramento, soy la luz de dios en la noche eterna de los condenados, soy aquel al que las plagas temen, al que rehúye la niebla y el que castiga a los que roban lo que cristo, nuestro señor, derramo de su costado cuando aquella lanza de Longinos lo atravesó, juro que por esta noche y todas las que están por venir veré que la voluntad de nuestro padre divino se cumpla y arrojare a los brazos del eterno olvido a los que no son dignos de su perdón divino ni del paraíso que en la muerte a todos nos es prometido…yo soy Emmeran Antonescu el cazador divino de la santa trinidad y acepto mi destino”El sol de mediodía se posaba en lo alto del cielo, la temperatura se se
– Eres…eres tú – dijo Isobel mirando de nuevo a aquellos ojos de oro.– Me alegra verle visitando mi hogar, bella Isobel – dijo aquel hombre cuya belleza asemejaba a la de adonis.Isobel se quedo paralizada, aquel rostro hermoso de alabastro pulido en verdad era un poema a la belleza, su cabello negro, tan negro como el ébano y la noche mas oscura, se hacia notar incluso en las penumbras que los rodeaban dentro de la vieja abadía, sus labios, rojos como el carmín, realzaban aun mas la asombrosa belleza de su rostro con rasgos aristocráticos, sus ojos…brillantes piedras de ámbar que semejaban al oro fundido…era hermoso, completamente bello…completamente perfecto…completamente familiar a sus ojos celestes…un rostro que ya conocía, aunque no sabía de dónde.– No bromees conmigo…este lugar es una ruina, no puede ser tu hogar&h
El sol de medio día se posaba solemne sobre el hermoso cielo celeste, nubes blancas se desplazaban lentamente surcando los cielos, el viento permanecía casi en calma, pasmoso, era un día precioso, sin embargo, muy atareado, el vaivén de las enfermeras no se había detenido desde muy tempranas horas de la mañana, se rumoraba en los pasillos que un grupo de turistas que se habían aventurado en lo profundo de los bosques de los Cárpatos, había sido atacado por aquel animal salvaje dejándolos en tan mal estado que se debatían entre la vida y la muerte, uno de ellos se encontraba aun desaparecido y la policía local esperaba que alguno de ellos mostrara mejoría para que pudiese declarar al respecto, la búsqueda de aquel infortunado excursionista aún se mantenía activa, sin embargo, se rumoraba también que era muy seguro que esta se suspendiera al llegar la noche ya que aqu
La mañana saludaba desde el enorme balcón en los aposentos de Velkan Bennet, el sol comenzaba a asomarse tras las viejas montañas que guardaban mil horrores y leyendas pintando con sus cálidos rayos de luz cada árbol y pino de aquellos bastos e inhóspitos bosques…cualquiera que mirara aquellos verdes parajes, podría jurar que eran inofensivos, incluso solemnes, la belleza de los Cárpatos no tenia comparación…sin embargo, no había tierras mas peligrosas, todos los que conocían bien las viejas leyendas y habían vivido el tiempo suficiente para encararlas, sabia que aquellos hermosos bosques eran igual que los seres que los habitaban…provistos de inigualable belleza y encanto, que atraían a insospechados ignorantes hasta sus fauces para luego devorarlos…toda aquella hermosura, no era mas que la fachada que ocultaba a la muerte misma detrás de un rostro angelical
El cielo nublado indicaba que posiblemente seria un día lluvioso, el viento soplaba con mas fuerza de lo normal, las copas de los arboles y los bellos pinos que rodeaban a la vieja abadía, se mecían a la voluntad de las ventiscas, haciendo parecer que danzaban al son de una música no escuchada, las personas en el pueblo lucían nerviosas, fatigadas, eran ya un sinfín de reportes que hablaban de los ataques que algunos aventurados turistas o jóvenes de la región, habían sufrido en manos de lo que llamaban “el animal salvaje de los Cárpatos”, se había levantado un toque de queda en Sibiu y se rumoraba que también en Brasov, aquellos ataques se volvían cada vez un poco mas cercanos y ya había rumores que de que era mas de una bestia la que rondaba a los infortunados turistas o a los viajeros que hacían sus travesías en auto de un poblado a otro, también se h
La tarde caía con su manto de colores rojizos sobre el valle, el cielo se apreciaba tan hermoso que parecía una pintura renacentista, admirando con sus ojos celestes la hermosura a su alrededor, Isobel meditaba en silencio sobre los hechos recientes, la gente en el pueblo comenzaba ya a guardarse dentro de sus hogares, las madres, de nueva cuenta, apresuraban a sus pequeños hijos a ingresar con premura a sus casas, los locatarios bajaban las pesadas cortinas de sus locales insistiendo a los turistas en recogerse temprano de las calles, tan solo el dueño del pub que se hallaba en pleno centro del pueblo, frente a la hermosa y antigua catedral, permanecía abierto para recibir a los aventurados que se atrevían a salir por las noches, aunque, por supuesto, armado hasta los dientes, además, cada entrada al recinto estaba cubierta con flores de ajos y afiches religiosos que habían sido bendecidos por el sacerdote del pueblo, tambi&ea
“Papá, tengo miedo… ¿En dónde estás papito? Tengo mucho miedo”“Tranquila, no temas pequeña Isobel, no temas, estaré aquí para protegerte hasta que lleguen a encontrarte…no temas, yo te protegeré”Celeste y oro se miraban fijamente, perdidos en el mirar del otro, el silencio sepulcral los rodeaba, no había ya una sola alma aventurada en las calles, estaban solos, completamente solos, Vasile de Bourgh e Isobel Bennet sostenían su mirar sin perder detalle.– Yo ya te conocía…por eso es que sabes mi nombre…yo…me perdí, me perdí en el bosque de la abadía hace muchos años, cuando aun era una niña muy pequeña – dijo Isobel mas para si misma que para el apuesto conde frente a ella.Vasile observo la inquietud dibujándose en los
La noche había llegado a su fin, y con ella, las pesadillas, Isobel despertaba de su letargo, sintiendo un pequeño bultito entre sus sabanas.– ¡Ahhh! – grito completamente aterrada, después de lo que había presenciado la noche anterior no se sentía bien con las sorpresas inesperadas, saltando de su cama, pudo ver al menor de los niños, Anthony Dogaru, que se había colado a su habitación en algún momento de la madrugada, seguramente buscando consuelo.Abriendo sus ojitos verdes, el niño se rascaba la carita intentando despertar completamente.– Lo siento, no quise asustarte doctora Isobel – se disculpo el pequeño.Mirando los ojitos cansados e hinchados del infante, la castaña sintió su corazón dolerse al entender que el pequeño había pasado la noche en vela llorando.– Oh cariño, no te disculpes