La primera tormenta invernal había llegado, azotando al pueblo de Sibiu sin piedad, las calles lucían desiertas aun cuando apenas eran las once de la mañana, el frio que se sentía calaba profundamente en los huesos, la hermana Jenica preparaba chocolate caliente para todos, los pequeños hermanos Dogaru, se acurrucaban junto a Isobel y Maurizio, intentando tomar algo más de calor bajo las gruesas cobijas que había en la casona Lacob, Ferka se encontraba a fuera, a la luz del día que lucía más como un anochecer ante la espesa negrura de las nubes, Vasile le había ordenado cuidar de su viejo hogar y sus nuevos ocupantes ante la cercanía de los hijos de Dragos, todos en el pueblo estaban nerviosos, y se había desatado una búsqueda de ellos, solo era cuestión de tiempo para que Velkan Bennet y Emmeran Antonescu hicieran su aparición en el lugar para intentar llevarlos por la fu
La nieva cubría todo lo que se alcanzaba a ver a la vista brillando como la plata ante la luz de la luna, pisadas marcadas en la nieve se desvanecían poco ante el poder del viento, lejos de los Cárpatos, Senka caminaba en los también nevados montes Pirineos, acompañada únicamente de su compañero de eternidad, aquel al que amaba y con el que estaría siempre.– Es hermosa, Isobel Bennet en verdad es hermosa, creo que Vasile se ha enamorado de una buena humana, pero supongo que ya es algo de familia – decía Senka a su callado compañero que le sonreía en respuesta.Ojos celestes miraron a los ojos de oro de la hermosa vampiresa de cabellos de plata, acariciando el rostro de la mujer inmortal, los colmillos de aquel hombre se asomaban en una sonrisa gentil.– Isobel siempre fue enérgica y valiente, desde que era solo una niña, aunque en ese tiempo nunca imagin
El sol de la mañana lucia apagado, como si estuviese triste, el frio que se sentía seguía calando en los huesos, la nieve había dejado de caer por ese momento, pero las nubes negras presagiaban otra tormenta más, Emmeran miraba sin emoción alguna expresada en sus ojos grises, el panorama nevado que reinaba en las calle de Sibiu, las personas se apresuraban en hacer sus necesarias compras, se había decretado un toque de queda por el gobernador que era demasiado cobarde para asomarse en público ante su ineptitud para detener a aquello que los acechaba desde siempre, como cada gobernador que el pueblo había tenido antes, sus pensamientos se enfocaban únicamente en Isobel Bennet, no se sentía el mismo, como si todo aquello para lo que lo habían preparado siempre, de pronto lo hubiera absorbido, hasta antes de aquella noche en que se juro a dios como un cazador, su vida era otra, sus sueños eran ot
La tarde había dado comienzo marcando en el reloj las 1 pm, aquel reportero les había advertido con rapidez sobre lo que Emmeran y su abuelo estaban planeando, Isobel, esperando que no fuese demasiado tarde, caminaba apresurada junto a Jenica y Maurizio a la vieja abadía, no lo deseaba, no quería ver un rio de sangre desatado entre humanos y vampiros, nadie tendría porque sufrir si tan solo viesen las cosas de la misma manera en que las veía ella, Vasile le había demostrado que no todos aquellos seres eran realmente perversos, si tan solo lo demás lo entendieran, nada malo tendría que ocurrir.Jenica meditaba en silencio caminando detrás de Isobel y Maurizio, todo aquello era extraño, aun cuando siempre supieron de la existencia de un vampiro en la vieja abadía, nunca antes tuvieron el valor de enfrentarle directamente, ¿Por qué ahora? Era bien sabido por todos aquellos que
El sol estaba en su máximo esplendor aquella fría tarde, las imponentes ruinas de la vieja abadía lucían solemnes en medio de aquellos espesos bosques de hermosos y vetustos pinos, el silencio reinaba en el sitio, no había aves, no había fauna alguna que emitiera algún sonido, nada que delatara la presencia de vida en las cercanías, como si los propios animales rehuyeran al mortal peligro que se escondía detrás de aquellos viejos muros.Con paso firme, Emmeran y Velkan avanzaban a la cabeza de aquella turba iracunda que los seguía por detrás, cruzando aquel pequeño y viejo puente, único acceso al interior de la vieja abadía, Emmeran observo con desprecio aquella plazoleta de hermosa vista y muchas flores, el lugar lucia sumamente cuidado, como si con cariño lo mantuvieran preservado en el tiempo, aquel sitio, era donde la novicia Izebel se había enamorado del
Aquel horror ante sus ojos los hacia retroceder, ¿Podrían hacerlo? ¿Acabar con aquellos seres atrapados en sus figuras infantiles? Hacia poco tiempo aquellos mismos habían sido únicamente niños…niños inocentes que cayeron en las manos de un cruel depredador, tragando duro Emmeran repasaba la situación, tenían además otro problema más grave aún, aquellos seres horripilantes estaban caminando bajo la luz del sol sin recibir daño alguno ¿Cómo era posible? Eran los llamamos maldecidos de la eterna noche por su incapacidad de caminar bajo el abrigo de la luz, aquello era una pesadilla que ni en sus más terribles noches habría creído posible, mirando a su alrededor pudo notar como el temple de sus valientes hombres flaqueaba, ninguno de los allí presentes estaba realmente preparado para aquello, un horror más allá de la imaginació
Abría los ojos poco a poco recuperándose del estado de inconsciencia en el que había caído, ojos de oro la miraban con sincera preocupación, aquellas horridas imágenes llegaban hasta ella de nuevo, Jenica, su amada Jenica, no estaba más, la había perdido, a aquella mejor amiga, la primera que había tenido, nuevamente las lágrimas resbalaron desde sus ojos celestes, abrazándose del conde que la arropaba, lloro una vez más por la pérdida de aquella monja que usaba hábitos de novicia y había sido la única que la había realmente comprendido.– Se ha ido, la perdimos Vasile, la perdimos – dijo Isobel sabiendo bien que Vasile debía estar sufriendo igual que ella, Jenica también se había convertido en su amiga.Vasile no respondió, no sabría que decirle, sabia bien lo que su hermano menor haría, la convert
El cielo gris dejaba caer su nieve con pesadumbre, con una lentitud tal que el tiempo parecía avanzar más lento, la fina capa de nieve cubría las empedradas y vacías calles de Sibiu, se respiraba un ambiente de suma tristeza, todo en el pueblo conocían ya el cruel destino de la amable monja que usaba hábitos prístinos, se habían realizado oraciones por el eterno descanso de su alma, Isobel miraba con expresión nula la pasmosa nieve cayendo fuera de su ventana, era de día, aunque, eso no tenía ninguna importancia ya, vampiros enemigos podían moverse ante la luz del sol sin consecuencias por ello, las personas, aun a riesgo de ser atacados, habían huido en su mayoría lejos de los Cárpatos, tomado incluso el vuelo hacia otros países, todos lo sabían, de un momento a otro el verdadero caos se desataría en aquel pintoresco pueblito rodeado de hermosos bosques y montañas, sus ojos celestes estaban perdidos en la lenta y constante caída de la nieve, no había palabra que pudiesen decirle qu
Tres semanas habían transcurrido desde que el cuarto príncipe se había llevado a la muy querida hermana Jenica, el pueblo de Sibiu, sumergido en el luto de aquella tan irreparable pérdida, se sentía demasiado silencioso, después de aquel evento tan terrible, muchos fueron los que se decidieron a finalmente abandonar aquellas hermosas tierras al pie de los Cárpatos, vampiros por las noches, vampiros por el día, ya no había salida, aquel lugar se había vuelto inhabitable, sin embargo y a pesar de ello, aun habían algunas familias que se rehusaban a marchar, aquellas que habían nacido junto al pueblo y se negaban a abandonarlo, aun en medio de su mucho y justificado temor, no concebían la idea de abandonar aquel lugar que los vio crecer a ellos y a las generaciones anteriores, las pocas personas que aun quedaban, se reunían cada mañana para elevar sus oraciones al cielo pidiendo por