La mañana saludaba desde el enorme balcón en los aposentos de Velkan Bennet, el sol comenzaba a asomarse tras las viejas montañas que guardaban mil horrores y leyendas pintando con sus cálidos rayos de luz cada árbol y pino de aquellos bastos e inhóspitos bosques…cualquiera que mirara aquellos verdes parajes, podría jurar que eran inofensivos, incluso solemnes, la belleza de los Cárpatos no tenia comparación…sin embargo, no había tierras mas peligrosas, todos los que conocían bien las viejas leyendas y habían vivido el tiempo suficiente para encararlas, sabia que aquellos hermosos bosques eran igual que los seres que los habitaban…provistos de inigualable belleza y encanto, que atraían a insospechados ignorantes hasta sus fauces para luego devorarlos…toda aquella hermosura, no era mas que la fachada que ocultaba a la muerte misma detrás de un rostro angelical
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El cielo nublado indicaba que posiblemente seria un día lluvioso, el viento soplaba con mas fuerza de lo normal, las copas de los arboles y los bellos pinos que rodeaban a la vieja abadía, se mecían a la voluntad de las ventiscas, haciendo parecer que danzaban al son de una música no escuchada, las personas en el pueblo lucían nerviosas, fatigadas, eran ya un sinfín de reportes que hablaban de los ataques que algunos aventurados turistas o jóvenes de la región, habían sufrido en manos de lo que llamaban “el animal salvaje de los Cárpatos”, se había levantado un toque de queda en Sibiu y se rumoraba que también en Brasov, aquellos ataques se volvían cada vez un poco mas cercanos y ya había rumores que de que era mas de una bestia la que rondaba a los infortunados turistas o a los viajeros que hacían sus travesías en auto de un poblado a otro, también se h
La tarde caía con su manto de colores rojizos sobre el valle, el cielo se apreciaba tan hermoso que parecía una pintura renacentista, admirando con sus ojos celestes la hermosura a su alrededor, Isobel meditaba en silencio sobre los hechos recientes, la gente en el pueblo comenzaba ya a guardarse dentro de sus hogares, las madres, de nueva cuenta, apresuraban a sus pequeños hijos a ingresar con premura a sus casas, los locatarios bajaban las pesadas cortinas de sus locales insistiendo a los turistas en recogerse temprano de las calles, tan solo el dueño del pub que se hallaba en pleno centro del pueblo, frente a la hermosa y antigua catedral, permanecía abierto para recibir a los aventurados que se atrevían a salir por las noches, aunque, por supuesto, armado hasta los dientes, además, cada entrada al recinto estaba cubierta con flores de ajos y afiches religiosos que habían sido bendecidos por el sacerdote del pueblo, tambi&ea
“Papá, tengo miedo… ¿En dónde estás papito? Tengo mucho miedo”“Tranquila, no temas pequeña Isobel, no temas, estaré aquí para protegerte hasta que lleguen a encontrarte…no temas, yo te protegeré”Celeste y oro se miraban fijamente, perdidos en el mirar del otro, el silencio sepulcral los rodeaba, no había ya una sola alma aventurada en las calles, estaban solos, completamente solos, Vasile de Bourgh e Isobel Bennet sostenían su mirar sin perder detalle.– Yo ya te conocía…por eso es que sabes mi nombre…yo…me perdí, me perdí en el bosque de la abadía hace muchos años, cuando aun era una niña muy pequeña – dijo Isobel mas para si misma que para el apuesto conde frente a ella.Vasile observo la inquietud dibujándose en los
La noche había llegado a su fin, y con ella, las pesadillas, Isobel despertaba de su letargo, sintiendo un pequeño bultito entre sus sabanas.– ¡Ahhh! – grito completamente aterrada, después de lo que había presenciado la noche anterior no se sentía bien con las sorpresas inesperadas, saltando de su cama, pudo ver al menor de los niños, Anthony Dogaru, que se había colado a su habitación en algún momento de la madrugada, seguramente buscando consuelo.Abriendo sus ojitos verdes, el niño se rascaba la carita intentando despertar completamente.– Lo siento, no quise asustarte doctora Isobel – se disculpo el pequeño.Mirando los ojitos cansados e hinchados del infante, la castaña sintió su corazón dolerse al entender que el pequeño había pasado la noche en vela llorando.– Oh cariño, no te disculpes
Las calles lucían medianamente vacías a esas horas de la mañana, nubes grises se apreciaban vaticinando, quizás, una lluvia en la próxima media hora, los amables locatarios comenzaban a levantar las pesadas cortinas en sus locales para comenzar la faena diaria, el olor a pan recién horneado inundaba poco a poco el aire fresco que se respiraba, Sibiu era, en realidad, un pueblito hermoso y bastante rustico, aun con la llegada de la modernidad que se hacía presente prácticamente en todas partes, aquel lugar conservaba su identidad propia, el misticismo y sus tradiciones, estaban plasmados en cada pared, en cada piedra…era como dar un paso atrás en el tiempo sin renunciar a la modernidad…realmente muy hermoso.Isobel caminaba admirando todo aquello, tenia ya, poco mas de un mes y medio que había llegado a vivir allí, sin embargo, nunca podría dejar de asombrarse por la belleza de aq
Eternidad...un terminó inventado por la raza humana, tan efímero, tan incierto...aquellas existencias inferiores cuya vida pasa en solo un instante, fugaces, débiles, tienen definiciones para casi todo, gobernados por su capacidad de razonamiento, y al mismo tiempo, tan sentimentales, viven sus cortas vidas explotando al máximo sus emociones…si, son totalmente emocionales, y nombran al amor como lo más grande que podían experimentar...pero no tienen idea de nada, nacen como niños y mueren como niños, ignorantes y arrogantes.Los cálidos rayos de luz dorada bañaban los hermosos bosques de los Cárpatos, el sol se erigía orgulloso reinando en los valles, obligando a los seres de la noche a resguardarse dentro de los viejos muros de la abadía y el viejo castillo en Brasov, los llamados hijos de dios salían a las calles, dirigiéndose a sus
La luz matutina se veía opacada por los nubarrones que el viento había arrastrado hasta Sibiu, el color grisáceo de ellas anunciaba una tormenta, el viento azotaba con fuerza las viejas ventanas de madera que se usaban para proteger los cristales, Jenica corría de una ventana a otra cerrando por fuera las mismas.El hospital estaba relativamente en calma, no se habían reportado incidentes extraños en por los menos un par de días, y eso era algo para agradecerse, in embargo, Isobel se hallaba muy seria y distraída, suspirando por los rincones como si estuviese enamorada…aunque, la había interrogado al respecto y en sus propias palabras aquella no era la razón de su estado, le echaba la culpa al cansancio que le provocaba cuidar a dos niños.– Me alegra mucho que Estefan y Anthony se hallan adaptado sin mayor problema a su nuevo hogar, los pobres ya han sufrido bastante – dijo
El cielo gris que las nubes tormentosas coloreaban, le daban un aspecto aun mas lúgubre a la larga noche, el sepulcral silencio era ocasionalmente interrumpido por el estruendoso y cada vez mas cercano sonido de algún rayo partiendo el cielo, las estrellas no se asomaban aquella noche, la luz de la luna se filtraba escasa entre las muchas y oscuras nubes que ya dejaban caer finas gotas de lluvia, lluvia que, Emmeran Antonescu, estaba seguro, se desatarían en una furiosa tormenta.No se habían suscitado nuevos ataques, sin embargo, no estaban para nada tranquilos con ello, en su lugar, algunos de sus jóvenes pobladores estaban desaparecidos, entre ellos su joven pasante de enfermería Ferka Lacob, si bien, el chico tenia poco tiempo de haber entrado a su equipo de trabajo en el hospital María Sanadora, se había ganado la estima y aprecio de todos, era un jovencito tranquilo y amigable, bastante amable y generoso…en