El cielo gris dejaba car una lluvia atroz sobre el pueblo de Sibiu, la luz de los poderosos relámpagos rompía con la oscuridad que comenzaba a reinar, el manto de la noche caía sobre todo el valle, quizás, demasiado temprano por la tormenta que se había desatado, Jenica y Emmeran se observaban sin atreverse a hablar primero sobre lo que ambos ya sabían, la visita del misterioso Conde de la vieja abadía a la monja que creía en la ciencia.
El silencio cada vez mas incomodo lograba ponerlos de los nervios a ambos, sin embargo, la repentina llegada de Isobel Bennet interrumpió aquel momento.
– Hola, no los vi en toda la mañana, estuve ocupada con el niño Wilson, no recibió muy bien el tratamiento – saludaba la hermosa castaña notando que algo estaba ocurriendo.
– Hola Isobel, lamento no haber podido ayudarte – se disculpo Jenica con sinceridad.
Isobel noto las miradas incomodad y el ambiente pesado, definitivamente algo estaba ocurriendo.
– ¿Suced
– Tú puedes, mantén tu vista al frente – decía Velkan Bennet al pequeño Stefan que fijaba su vista hacia su objetivo.– Esta demasiado lejos, no creo poder disparar – respondía el pequeño con sinceridad.– Apunta, apoya la culata firmemente contra el hombro del lado del que vas a disparar – decía el anciano con su ceño fruncido.Con la vista fija en el maniquí que estaba a unos metros, Stefan colocaba su pequeño dedo sobre el gatillo, respirando hondo, recordaba aquellos momentos en que lo perdió todo, cuando aquel ser de blanca apariencia los ataco, asesinando a su padre y secuestrando a su madre, recordaba las sonrisas de su progenitor, recordaba a su madre, sus mimos y caricias, al hermano o hermana que nunca pudo conocer y que su madre llevo en su vientre hasta el momento en que fue transformada en vampiro, recordaba a sus abuelos, quienes tambi&e
El cielo de nuevo estaba nublado, tan gris y desolado tal cual era el animo que Isobel estaba experimentando, Jenica limpiaba la vieja casona de Ferka, quien, en un gesto generoso, se las había cedido al no serle ya de utilidad alguna a él, después de todo, ahora era un vampiro, la hermosa monja, había decidido que lo mejor era ocultarse de la vista de los cazadores en lo que las cosas volvían a la calma, y la casona donde se hallaban era el lugar perfecto para ello, aparentemente abandonada y a las afueras del pueblo, no había más casas alrededor y nadie pasaba ya por allí, Isobel, se sentía completamente desanimada, de un momento a otro había perdido su empleo y su hogar, solo trayendo con ella pocas de sus pertenencias, las mas importantes, mirando fuera de la ventana, sentía que el mundo poco a poco comenzaba a absorberla, en medio de mil cosas que habían ocurrido ya desde su llegada al pueblo.
El sol matutino se asomaba detrás de las montañas, los cálidos rayos de luz dorada anunciaban el comienzo de un nuevo día, un día más que Maurizio permanecía en el pueblo de Sibiu, había salido sigiloso a caminar entre las empedradas calles, meditando sobre todo lo ocurrido hasta ese momento, buscaba comida para llevar, sabía que Isobel despertaría en cualquier momento, aunque, quizás, no demasiado temprano, la hermosa castaña había pasado la noche junto al llamado Conde de Bourgh.Mirando en dirección a la vieja abadía, el moreno suspiraba en resignación, jamás podría competir contra aquel hombre, no era una pelea justa por los afectos de la joven, el ser al que había conocido era demasiado hermoso, demasiado perfecto…demasiado inhumano.Aún no podía terminar de creer ni entender lo que estaba ocurriendo, toda su vid
La noche había caído una vez mas sobre Sibiu y el valle, Vasile observaba fijamente a la luna sobre el techo de la casona Lacob, actual refugio de Isobel y compañía, las palabras de el hombre de apariencia extrajera lo habían dejado pensando, era imposible hasta donde su conocimiento le permitía saber, que vampiros caminaran a la luz de día, hacerlo suponía un dolor más allá de los límites y la extinción de ellos, incluso los príncipes no podían desafiar aquello, todos los maldecidos, estaban condenados a permanecer permanente ocultos en las penumbras, el único que sabía, podía caminar a la luz dorada, era el primer maldecido, su padre, Caín.Caín, sin embargo, había desaparecido hacia ya muchos siglos, después de crear a Nicholas, solo estuvo acompañándolo durante un tiempo, y nunca más se le volvió a v
Pasos firmes en medio de la espesura de los bosques de los Cárpatos, tomaban rumbo a la ciudad de Sibiu sin que nadie supiese de ello, la blanca nieve caía en abundancia coloreando todo el panorama de blanco, las copas de los árboles se mecían a merced de la furia de la tormenta invernal que los asolaba, el invierno había llegado, quizás, demasiado pronto, como presagiando lo que estaba a punto de pasar, el sol no asomaba a través de aquellas nubes oscuras, el frio era francamente insoportable, imposible de tolerar para un humano, sin embargo, aquellos seres que caminaban en medio de los bosques, dejando huellas sobre la prístina nieve en el suelo, no eran humanos, su belleza sobrenatural, su piel pálida tan fría como la tormenta que los azotaba, los revelaba como aquellos a los que tanto temían, los inmortales que se alimentaban de la sangre caliente de aquellos que los reducían a meramente condenad
La primera tormenta invernal había llegado, azotando al pueblo de Sibiu sin piedad, las calles lucían desiertas aun cuando apenas eran las once de la mañana, el frio que se sentía calaba profundamente en los huesos, la hermana Jenica preparaba chocolate caliente para todos, los pequeños hermanos Dogaru, se acurrucaban junto a Isobel y Maurizio, intentando tomar algo más de calor bajo las gruesas cobijas que había en la casona Lacob, Ferka se encontraba a fuera, a la luz del día que lucía más como un anochecer ante la espesa negrura de las nubes, Vasile le había ordenado cuidar de su viejo hogar y sus nuevos ocupantes ante la cercanía de los hijos de Dragos, todos en el pueblo estaban nerviosos, y se había desatado una búsqueda de ellos, solo era cuestión de tiempo para que Velkan Bennet y Emmeran Antonescu hicieran su aparición en el lugar para intentar llevarlos por la fu
La nieva cubría todo lo que se alcanzaba a ver a la vista brillando como la plata ante la luz de la luna, pisadas marcadas en la nieve se desvanecían poco ante el poder del viento, lejos de los Cárpatos, Senka caminaba en los también nevados montes Pirineos, acompañada únicamente de su compañero de eternidad, aquel al que amaba y con el que estaría siempre.– Es hermosa, Isobel Bennet en verdad es hermosa, creo que Vasile se ha enamorado de una buena humana, pero supongo que ya es algo de familia – decía Senka a su callado compañero que le sonreía en respuesta.Ojos celestes miraron a los ojos de oro de la hermosa vampiresa de cabellos de plata, acariciando el rostro de la mujer inmortal, los colmillos de aquel hombre se asomaban en una sonrisa gentil.– Isobel siempre fue enérgica y valiente, desde que era solo una niña, aunque en ese tiempo nunca imagin
El sol de la mañana lucia apagado, como si estuviese triste, el frio que se sentía seguía calando en los huesos, la nieve había dejado de caer por ese momento, pero las nubes negras presagiaban otra tormenta más, Emmeran miraba sin emoción alguna expresada en sus ojos grises, el panorama nevado que reinaba en las calle de Sibiu, las personas se apresuraban en hacer sus necesarias compras, se había decretado un toque de queda por el gobernador que era demasiado cobarde para asomarse en público ante su ineptitud para detener a aquello que los acechaba desde siempre, como cada gobernador que el pueblo había tenido antes, sus pensamientos se enfocaban únicamente en Isobel Bennet, no se sentía el mismo, como si todo aquello para lo que lo habían preparado siempre, de pronto lo hubiera absorbido, hasta antes de aquella noche en que se juro a dios como un cazador, su vida era otra, sus sueños eran ot