Cuando ambos se habían tranquilizado Luciana se limpiaba las lágrimas que tenía aún marcadas en sus mejillas, al igual que Diego. —Estás tan increíblemente hermosa, los años te han sentado de maravilla. — él no podía dejar de mirarla. —No sabes cómo sufrí pensando que estabas muerto, Diego me sentía tan culpable, si yo no te hubiera puesto ese mensaje, tal vez nada hubiera pasado — Diego la miraba directamente a los ojos. —Pues yo me alegro que lo hayas hecho así, sabes bien que si me estaban siguiendo, tarde o temprano iba a pasar y puede si ese día no pasaba, hubiera sido un día que estuviera contigo y eso no hubiera podido soportarlo nunca. — Luciana no había pensado nunca en esa posibilidad. — ¿Por qué cancelaste la boda la noche antes? ¿No me amabas? ¿Estabas arrepentida? —Tenía miedo — dijo sincera — Papá siempre me decía que eras un gran hombre pero que no éramos el uno para el otro, que sí algún día llegaba la persona correcta, no íbamos a poder hacer nada, ya que estábamo
—¿Qué te pasa mamá? — Diego estaba más que molesto. —Ya le había dicho que no entrara, pero no me hizo caso — dijo Damián mirando a su hijo y luego miró a Luciana — Pensé que Santiago estaría aquí — ella se sorprendió al oírlo. —¿Santiago está aquí? — el hombre asintió. —Deberías de ir a buscarlo y largarte de una vez por todas. — Luciana se molestó al oírla, se levantó de la cama y la encaró. —Mire señora, no sé qué es lo que le pasa conmigo y para serle sincera, tampoco es que me interesa, así que le pido que me respete, y también le exijo que me diga que le pasa conmigo, porque lo que usted ha hecho no tiene perdón ni justificación. — Santiago llegó en ese momento al igual que Ronald, que se había quedado hablando con el doctor sobre la salud de Diego. —Mira niña, no creas que porque eres de clase y tienes dinero yo voy a querer que seas algo de Diego, ¿Crees que no me di cuenta de tus dudas? ¿Qué no lo querías?—¡Eso es mentira! — gritó ella llena de rabia e interrumpiéndola
Cuando Luciana vio a Santiago salir del hospital lo abrazó con fuerza, ese hombre era su ancla. —¿Cómo te sientes? — le preguntó él mientras la abrazaba con fuerza. —Liberada, es como si el peso que tenía en mi espalda hubiera desaparecido. — Luciana aspiró el perfume de su hombre. —Estoy muy feliz por ti cariño, ya liberaste esas cadenas que tenías del pasado y ahora empieza una nueva historia a mi lado por el resto de tu vida — Luciana lo miró con una gran sonrisa. Santiago la contempló por un momento, estaba tan enamorado de ella, que por un momento se puso en los zapatos de Diego y el solo pensar en que ella lo dejaba de amar y se iba con otro lo desesperaba, no sabía cómo Diego la había dejado ir, aunque el amor también era dejar libre a la persona que se ama, él realmente era un buen hombre.—A tu lado por toda la eternidad cariño mío — Santiago sonrió y besó su nariz. —Te amo — dijo sincero. —Y yo a ti, cariño. Vamos a casa, quiero ver a mi hija, ¿Por qué la enviaron con J
En la noche del día siguiente, Luciana se estaba despidiendo de su hija que se encontraba con Camille. —¿De verdad quieres quedarte? — Luciana no le gustaba estar dejando a su hija a cada rato, no había llegado a la vida de la niña para quitarle a su padre, sino para estar presente en su vida y ser una gran madre. —Sí mamá, de verdad, no pasa nada, yo los alcanzaré mañana por la tarde — Luciana abrazó a su hija con amor y pertenencia. —De acuerdo, pórtate bien, te amo — Luciana besó la frente de su hija, quién luego se despidió de su padre. Santiago le abrió la puerta a Luciana quién no sabía con exactitud para dónde iban. —Amor, esta noche iremos a un hotel, mañana temprano iremos a dónde quiero realmente llegar. — Luciana asintió al oírlo, sí así empezaba su sorpresa entonces ella aceptaría. —A ti cómo que te gusta dar sorpresas ¿No? — Santiago sonrió ante el comentario de su mujer. —En realidad amo darte sorpresas a ti y a Emily, te juro que ya sé, que ese es mi propósito en
Luciana no podía ocultar que estaba realmente nerviosa, no porque no confiara en Santiago, no, sino porque la ansiedad de saber que iba a pasar le ganaba. Sólo ese hombre podía hacer que sintiera tantas emociones tan fuertes—¿Te has dormido? — preguntó divertido al verla tan callada, ella también rió al oírlo y negó con la cabeza. —No, pero si estoy muy ansiosa, quiero saber ya, para dónde vamos exactamente, ya que si me has vendado los ojos es porque conozco el lugar, y me estoy matando en tratar de adivinar ya que hemos ido a muchos lugares, Santiago se carcajeó al oírla, él había decido irse por otro lado. —Jajaja, no te preocupes cariño, relájate, piensa en cosas bonitas, además déjame decirte que cuando lleguemos también tendrás que estar con los ojos vendados. — Luciana frunció el ceño y se cruzó de brazos. —¿Pero por qué? No es justo. —Por qué es parte de la sorpresa, ya relájate, es más voy a ponerte música. — Y así fue, Santiago le puso música que a ella le gustaba, pron
Santiago y Luciana estaban desesperados uno por el otro, él la besaba con desesperación, amaba sus labios, y ella le correspondía, Luciana se acomodó perfectamente entre las piernas de él y sus sexos se están tocando y eso los excitaba y hacía que se pusiera duro, ella lo nota porque suelta un gemido en la boca de Santiago. —¡Si no quieres que siga será mejor detenernos!, ¡porque sino no habrá vuelta atrás! — Santiago sabía que ella debía alimentarse, aunque ya hubieran comido algo no había cenado como debía y él podía esperar ya que había dado órdenes de que en la habitación tuviera alimentos. Pero aún así, se moría por hacerla suya, por hacerle el amor como nunca nadie se lo ha hecho, él siempre quería dejar una marca diferente en su ahora esposa. —¡Y quién ha dicho que quiero detenerme! No tengo hambre cariño, te lo juro. —Te deseo Luciana, deseo hacerte el amor, deseo hacerte mía.—Adelante, mi amor yo no te voy a detener.Y esas palabra son su detonante, la apretó fuertemente
Cuando Luciana abrió sus ojos, vio la enorme sonrisa de Santiago que tenía su mirada en ella. —Muy buenos días esposa mía — le dijo con todo el amor del mundo y la felicidad a punto de estallarle en el pecho. —Buenos días mi amor — respondió aún adormilada, pero con una gran sonrisa.—Estoy tan feliz de que seas mi esposa, gracias por haber llegado a mi vida. — Luciana lo abrazó y lo pegó a ella. —Te amo — Santiago estaba encantado con su esposa, por lo que no dudó un segundo en besar y así profesar todo el amor del mundo. —Desearía volver hacerte el amor, pero debemos irnos — fue en ese instante que Luviana notó que su marido estaba bañado y mudado. —¿A dónde vamos? —Primero a Canadá y luego a Londres, iremos a ver nuestros nuevos hogares, Camille y Emily ya están listas, vine a despertarte para que te fueras a bañar y así desayunar todos juntos. —Pero, no he hecho maletas. — Santiago sonrió con autosuficiencia. —Todo lo tengo listo cariño, incluso te dejé la ropa que puedes
Cuando llegaron al aeropuerto, ya Andrés se encontraba ahí, al igual que Daniels, ambos hombres estaban en lados opuestos del avión, cuando Andrés vio llegar a Camille, no pudo quitar su mirada de ella. Mientras que ella sólo lo miró por un momento y luego se fue directamente dónde Daniels, quién la recibió con una gran sonrisa. Para Andrés eso era como una puñalada en el estómago. —Tranquilo, verás que algún día todo pasará y serán muy felices — Andrés se giró a Luciana quién lo mira con una sonrisa, detrás de ella estaba Santiago quién traía a la pequeña Emily en brazos, ellos también lo miraban sonrientes y no pudo evitar ponerse algo incómodo. —Yo no he dicho nada — dijo Santiago al darse cuenta que Luciana sabía algo, su mujer se giró a mirarlo con los ojos entrecerrados. —Debería mandarte a dormír al sillón — Santiago la miró sorprendido. — Y no, mi amado esposo no me ha dicho nada, yo me he dado cuenta, y lo sabes Andrés — él asintió, ya que había visto en varias ocasiones