Santiago y Luciana estaban desesperados uno por el otro, él la besaba con desesperación, amaba sus labios, y ella le correspondía, Luciana se acomodó perfectamente entre las piernas de él y sus sexos se están tocando y eso los excitaba y hacía que se pusiera duro, ella lo nota porque suelta un gemido en la boca de Santiago. —¡Si no quieres que siga será mejor detenernos!, ¡porque sino no habrá vuelta atrás! — Santiago sabía que ella debía alimentarse, aunque ya hubieran comido algo no había cenado como debía y él podía esperar ya que había dado órdenes de que en la habitación tuviera alimentos. Pero aún así, se moría por hacerla suya, por hacerle el amor como nunca nadie se lo ha hecho, él siempre quería dejar una marca diferente en su ahora esposa. —¡Y quién ha dicho que quiero detenerme! No tengo hambre cariño, te lo juro. —Te deseo Luciana, deseo hacerte el amor, deseo hacerte mía.—Adelante, mi amor yo no te voy a detener.Y esas palabra son su detonante, la apretó fuertemente
Cuando Luciana abrió sus ojos, vio la enorme sonrisa de Santiago que tenía su mirada en ella. —Muy buenos días esposa mía — le dijo con todo el amor del mundo y la felicidad a punto de estallarle en el pecho. —Buenos días mi amor — respondió aún adormilada, pero con una gran sonrisa.—Estoy tan feliz de que seas mi esposa, gracias por haber llegado a mi vida. — Luciana lo abrazó y lo pegó a ella. —Te amo — Santiago estaba encantado con su esposa, por lo que no dudó un segundo en besar y así profesar todo el amor del mundo. —Desearía volver hacerte el amor, pero debemos irnos — fue en ese instante que Luviana notó que su marido estaba bañado y mudado. —¿A dónde vamos? —Primero a Canadá y luego a Londres, iremos a ver nuestros nuevos hogares, Camille y Emily ya están listas, vine a despertarte para que te fueras a bañar y así desayunar todos juntos. —Pero, no he hecho maletas. — Santiago sonrió con autosuficiencia. —Todo lo tengo listo cariño, incluso te dejé la ropa que puedes
Cuando llegaron al aeropuerto, ya Andrés se encontraba ahí, al igual que Daniels, ambos hombres estaban en lados opuestos del avión, cuando Andrés vio llegar a Camille, no pudo quitar su mirada de ella. Mientras que ella sólo lo miró por un momento y luego se fue directamente dónde Daniels, quién la recibió con una gran sonrisa. Para Andrés eso era como una puñalada en el estómago. —Tranquilo, verás que algún día todo pasará y serán muy felices — Andrés se giró a Luciana quién lo mira con una sonrisa, detrás de ella estaba Santiago quién traía a la pequeña Emily en brazos, ellos también lo miraban sonrientes y no pudo evitar ponerse algo incómodo. —Yo no he dicho nada — dijo Santiago al darse cuenta que Luciana sabía algo, su mujer se giró a mirarlo con los ojos entrecerrados. —Debería mandarte a dormír al sillón — Santiago la miró sorprendido. — Y no, mi amado esposo no me ha dicho nada, yo me he dado cuenta, y lo sabes Andrés — él asintió, ya que había visto en varias ocasiones
En cuánto llegaron a Canadá, ya los esperaban tres camionetas de lujo que los llevarían directamente al hotel Four Seasons en Toronto, cuando llegaron al hotel decidieron todos ir a descansar por un rato. La habitación de Santiago y Luciana era una suite doble, dónde también tenía una habitación para Emily, que había dormido en todo el vuelo, aún lado de ellos, estaba Irina y Saúl, al otro lado se encontraba Camille y Daniels y al lado de ellos un celoso Andrés, no podía soportar qué la mujer que amaba estuviera encerrada con un hombre que no fuera él. En la primera habitación, Santiago abrazaba a Luciana, mientras miraban la ciudad de Toronto desde el balcón. —¿En qué piensas? — preguntó él besando su cabeza. —Está ciudad es hermosa, me gusta. —¿Nunca habías venido? — ella suspiró con tristeza. —Sí, pero no la vi de esta manera, en ese entonces estaba aislada del mundo. —Bueno, me alegro de que ahora veas el mundo diferente. Dentro de un rato iremos a ver dos casas, en la noch
Luciana se veía al espejo, su cabello lo llevaba suelto su vestido era negro, largo con la espalda descubierta, llevaba unos zapatos de tacón altos, aunque a Santiago no le gustaba, decía que podía caerse, pero ella estaba muy acostumbrada, los usarías hasta que sus pies se hincharan su vientre se empezaba a notar y a ella le encantaba. En ese momento entró Santiago con su esmoquin y Luciana sintió como su corazón empezó a latir muy deprisa, se veía increíblemente atractivo. —Te ves realmente hermosa — Luciana se acercó a él. —Tú te ves, perfecto — Santiago sonrió al oírla y luego la besó. —¿Ya estás lista? Emily bajó con Camille — Luciana había ayudado a su hija a ponerla hermosa, una vez la niña estuvo lista, había ido a alistarse ella. — Sí, estoy lista mi amor — Santiago volvió a besarla y luego salieron de la habitación tomados de la mano y una gran sonrisa. Cuando llegaron al vestíbulo todos estaban vestidos tan elegantes que las personas a su alrededor los miraban, Andrés
—De verdad es un placer que hayan venido esta noche — comentó Andrew que en ese momento se despedía de Santiago y todos los demás, Gabriel y Gael también estaban con su hermano y esposas, todos se habían llevado de maravilla, las mujeres habían intercambiado número de teléfonos. —El placer y el honor fue nuestro, todo nos pareció increíble, mañana pasaré a tu empresa para que podamos hablar bien del contrato, estoy seguro que aunque no me vengamos a vivir a Canadá quiero hacer negocios con ustedes. —Que vivan aquí sería magnífico, convencí a mis hermanos de que se vinieran a vivir aquí en Canadá y ha sido maravilloso — Gabriel y Gael asintieron, Gabriel había abierto dos bancos en ese país y Gael un club dos veces más grande del que ya tenía, a los trillizos les iba de maravilla y por supuesto su madre se había también ido a vivir a Canadá. —Estoy un 85% segura de que viviremos aquí, pero igual quiero ver que tal Londres. —Londres es hermoso, cualquiera de los dos lugares que esco
En cuánto llegaron a Londres todos fueron directamente a la mansión O'Brien, dónde ya los esperaban, tanto los padres de Santiago, como el padre de Camille. —Abuela — dijo Emily corriendo hasta la elegante señora que los esperaba con una gran sonrisa, Luciana no pudo evitar sentirse nerviosa, cosa que Santiago notó, por lo que tomó su mano con más fuerza. —Descuida, estaré contigo mi amor, siempre. — dijo mirándola a los ojos. —Lo sé —Luciana sabía que Santiago no la dejaría nunca, pero ella simplemente no quería que volviera a alejarse de su familia como había pasado con Emma. —Abuela, abuelo, ella es mi mamá Luciana, ¿Verdad que es muy hermosa? — Luciana sonrió al oír a su hija. —La verdad sí es muy hermosa cariño, creo que mi hijo tiene muy buen gusto — dijo divertido el padre de Santiago. Luciana se sonrojó al oírlo. —Mi nombre es Adela O'Brien — dijo la mujer en tono serio, no confiaba en ninguna mujer luego de todo lo que había pasado su hijo, claro, ya la había investigad
—¿Pasa algo? — preguntó Luciana a Santiago en cuanto llegó a su lado, pudo observar su semblante molesto, él respondió muy profundo antes de sonreírle y negar con la cabeza. —No cariño, nada, es sólo que ya no deberías correr tanto, recuerda que estás embarazada. —No va a pasarme nada, no te preocupes — Emily en ese momento alzó sus pequeños brazos para que su padre la alzara y así lo hizo. Ella sabía que algo debió de pasar con los padres de Santiago, pero mejor no dijo nada, ya que no quería que se molestara más, lo hablarían después. —Quiero ir a caminar un rato por el Big Ben, ¿Vamos? — preguntó con algo nervioso mientras miraba a su mujer, Luciana sonrió al verlo así y no pudo evitar abrazarlo para luego besarlo. —Te amo, por supuesto quiero visitar la ciudad contigo. —¿Aunque ya la conozcas? Es más me gustaría ir a alguna ciudad que no hayas conocido ahí, para que sólo recuerdos conmigo tengas — dijo celoso al pensar que dónde había estado Luciana había sido con Diego, ese