― ¿Y entonces? ¿Como lo harán? ―Nos preguntó Olivia dándole un sorbo a su bebida.
― ¿A qué te refieres? ―Dije yo antes de tragar una gamba.
―A esto del matrimonio falso―Respondió ella con interés― ¿Cada quien estará por su lado? ¿Cuartos separados? ¿Vidas sexuales separadas?
―No será un matrimonio falso―La declaración de Matt calló tanto la respuesta de Louis como la mía.
―Si, ya Louis y yo habíamos llegado a esa conclusión―Respondí con tensión―Debemos lucir como una pareja en público...
―No sólo en público―Me interrumpió bajando la voz―Se supone que se casaron por amor, que la llegada de los niños no influyó en esta decisión.
―Entiendo...―Murmuré no muy segura de realmente hacerlo.
―No, Eva, no lo haces―Insistió él dejando su copa a un lado―Están adoptando, lo que significa que el estado estará sobre ustedes siempre que puedan, quizá envíen investigadores a sus sitios de trabajo y hagan preguntas a sus empleados y amigos... Lo
―Hmm. Estiré el brazo buscándola sin éxito pues su lado de la cama estaba vacío. ― ¿Eva? Miré la habitación en penumbra con los ojos entrecerrados por el sueño y me di cuenta de que estaba solo, lo que hizo que me levantara a buscar a mi recién estrenada esposa al ver que no eran siquiera las tres de la madrugada. Bendita mujer. Después del desenfreno sexual que habíamos vivido hasta media noche, hubiese pensado que no tendría fuerzas para levantarse, pero aparentemente estaba equivocado. Me restregué los ojos con fuerza con las palmas de las manos mientras recorría el pasillo hacia el salón y me detuve en seco apenas la vi. Ahí estaba ella, acostada a lo largo del sofá modular con su laptop apoyada en el estómago, luciendo concentrada en lo que sea que estuviese haciendo. Pero eso no era lo que me había detenido; Sansa se encontraba a su lado siendo acariciada por la mano libre de mi esposa. Me acerqué
―Eres hermosa―Murmuré tocándole una oreja. Ella sólo se dedicó a verme mientras la acariciaba con todo mi amor. ―Y esos ojazos, ¿Quién demonios tiene los ojos tan hermosos y expresivos? ―Como si me entendiera ella parpadeó dos veces y siguió esperando a que le dijera más―Y no hablemos de tus pestañas, tus largas y exquisitas pestañas. Sonreí cuando me miró expectante como si esperara a que yo le dijera algo más. ―Tu pelo es tan brillante y suave, tus orejitas naturales tan expresivas, ¿Y tus bigotes? ¿Qué chica lleva sus bigotes con tanto orgullo como tú? ―Si ya terminaste, creo que es hora de irnos. Tanto Sansa como yo giramos la cabeza hacia Eva, que nos veía desde la cocina con los brazos cruzados y una expresión de incomodidad en la cara. ―Y ella es una aguafiestas, ¿Cierto, pequeña? ―Rasqué su estómago haciendo que gimiera de placer y me regalara un lametón en la cara antes de bajarla de mi regazo y levantarme del sofá.
―Está bien, Aiden, Sansa no va a hacerte nada malo―Le explicó Eva al intentar alejarlo de su espalda. ― ¿Qué es eso? ―Preguntó él sin salir de su escondite, aunque siguiéndonos fuera del ascensor. ―Eso es un perro, y se llama Sansa―Respondí viendo que Milena veía con curiosidad a mi mascota por lo que me agaché para que la viera mejor. Al menos la niña estaba curiosa. ― ¡Aléjalo de ella! ―Exclamó Aiden quitándome la bebé de los brazos y haciendo que comenzara a llorar y que Sansa ladrara de nuevo creyendo que jugaban con ella. ¿Qué? Sabía reconocer los ladridos de mi perra. Miré a Eva sin saber qué demonios ocurría con el chico y callé a la perra con una señal, dejándonos sólo con Milena llorando y a Aiden respirando con fuerza mientras este caminaba de regreso al ascensor sin quitar la mirada de Sansa. ―Aiden, todo está bien, te lo prometo―Le dije sin saber qué hacer al ver lo asustado que el niño se encontraba―Sansa no les h
― ¿Qué ocurre, cariño? ―Preguntó Eva con ojos inquisitivos cuando nos giramos hacia él. ―Nada―Murmuró él serio antes de estirar sus brazos hacia la niña―Yo la baño, ese es mi trabajo. ― ¿Tu trabajo? ―Preguntó Eva confundida―Aiden, tu trabajo es salir bien en clases y mantener tu habitación limpia, los niños son el trabajo de los adultos, cariño. Aiden apartó la mirada tragando saliva antes de bajar los brazos. ―Elisa siempre dejó en claro que mi trabajo era cuidar de mi hermana―Murmuró él incómodo. ―Pues ya no tienes porqué encargarte de nada más que de ti, chico―Respondí yo palmeándole el hombro intentando quitarle peso al asunto― Qué te parece si vamos al baño y nos explicas cómo lo haces, ¿Sí? Él asintió tragando saliva y nos siguió al baño. Al entrar al baño que usarían ellos, cerramos y Aiden automáticamente fue a la bañera y comenzó a llenarla. ―A ella le gusta el agua tibia―Comenzó diciendo aun sin hacer contacto
Dios... Sentía que los números en la hoja de cálculos nunca cobrarían sentido alguno ¿Cuántas horas llevaba trabajando en las mismas columnas y cuántas veces me habían dado resultados diferentes? ¿Cuántas tazas de café mi cuerpo se podía permitir antes de que cayera al suelo por causa de una sobredosis de cafeína? ¿Cuántos días habían pasado desde que pudiera dormir más de dos horas seguidas en una misma noche? Ah, a esa pregunta si le tenía una respuesta; cinco putos días habían pasado desde que durmiera bien por última vez. Cinco días desde que mi vida se había vuelto totalmente caótica al hacerme con dos personas dependientes. Oh, bueno, había pensado que las semanas anteriores habían sido difíciles con todo el proceso de adopción y la mudanza y la conclusión de que no sólo mi vida había dado un giro de 180 grados el día que Elisa había muerto, sino que también debía ponerme las pantaletas de niña grande y afrontar el hecho de que d
― ¿Qué tal, doc? ―Preguntó Alex diez minutos después. ―Sus pupilas responden bien y el sangrado se ha detenido―Respondió el doctor que Alex había llamado apenas había visto lo que ocurría en la habitación cuando llegó. Cumpliendo su palabra, Alex había llegado unos minutos después ya que vivía un piso arriba de nosotros. La sorpresa de encontrarme a un lado de un muy pálido Louis y sosteniendo una toalla en la herida de su cabeza se había desvanecido a los pocos segundos y había procedido a llamar al doctor que ahora Evaluaba con atención dicha herida. Agradecía haber reaccionado a vestirme y arreglar la ropa interior de Louis antes de que nadie llegase, aunque Aiden no había corrido con la misma suerte ya que había visto cada parte tanto de Louis como de mí. ― Entonces, ¿Qué, doc? ¿Por qué no reacciona? ―Preguntó Alex mirando detenidamente al hombre inconsciente en la cama. ―Porque, aunque el golpe no fue lo suficientemente fuerte com
Hmm... Algo olía increíble. Aspiré profundamente y mis pulmones volvieron a llenarse del mismo aroma rico y seductor. Al moverme un poco mi cuerpo hizo contacto con otro y recordé a mi esposa. En algún momento de la noche habíamos cambiado posiciones y yo había terminado con la cara enterrada en su cuello y sus brazos abrazándome a ella. No quería moverme, estaba en el paraíso. ―Mi secreto es el suero de leche―Dijo una voz rompiendo mi momento de ensueño. ― ¿En serio? Louis nunca usa eso. ―Y chispas de chocolate. Los mejores panqueques llevan chispas de chocolate, sino no son panqueques. ―Entonces no sé qué me ha ofrecido Louis estos días. Iba a matar a Alex Hardy. ¿Qué demonios hacia ese infeliz en mi casa envenenándole la mente a Aiden? Comencé a levantarme cuando una fuerte punzada en mi cabeza me dejó congelado en el lugar, haciéndome recordar lo ocurrido la noche anterior. M****a, el
― ¿Un bote? ― Dijo Alex deteniéndose a mi lado unas horas después― Creo que tienes problemas de percepción, Anderson. ―Para mí es un bote― Respondí indiferente viendo la extensión de mar ante mí. ―Para mí es un puto yate de 24 metros de eslora con su propia tripulación― Espetó. ―No maldigas delante de la niña, imbécil― Dije mostrándole a la Milena que dormía en mi pecho luego de haber almorzadouna buena cantidad de salmón y papas al horno. ―Como sea― Respondió torciendo los ojos con ferocidad. Debía admitir que había sido divertido ver la expresión de shock y sorpresa de todos cuando al llegar al Lincoln harbor, les guie hacia lo que fuera mi casa hasta hace no más de dos semanas. Mi sunseeker 80 sport había sido mi hogar por más de cuatro años, pero lo que al principio había sido innovador y atractivo, fue perdiendo su brillo con la monotonía. Era como vivir en un hotel todo el tiempo, ya que la tripulación de cinco pers