―Está bien, Aiden, Sansa no va a hacerte nada malo―Le explicó Eva al intentar alejarlo de su espalda.
― ¿Qué es eso? ―Preguntó él sin salir de su escondite, aunque siguiéndonos fuera del ascensor.
―Eso es un perro, y se llama Sansa―Respondí viendo que Milena veía con curiosidad a mi mascota por lo que me agaché para que la viera mejor.
Al menos la niña estaba curiosa.
― ¡Aléjalo de ella! ―Exclamó Aiden quitándome la bebé de los brazos y haciendo que comenzara a llorar y que Sansa ladrara de nuevo creyendo que jugaban con ella.
¿Qué? Sabía reconocer los ladridos de mi perra.
Miré a Eva sin saber qué demonios ocurría con el chico y callé a la perra con una señal, dejándonos sólo con Milena llorando y a Aiden respirando con fuerza mientras este caminaba de regreso al ascensor sin quitar la mirada de Sansa.
―Aiden, todo está bien, te lo prometo―Le dije sin saber qué hacer al ver lo asustado que el niño se encontraba―Sansa no les h
― ¿Qué ocurre, cariño? ―Preguntó Eva con ojos inquisitivos cuando nos giramos hacia él. ―Nada―Murmuró él serio antes de estirar sus brazos hacia la niña―Yo la baño, ese es mi trabajo. ― ¿Tu trabajo? ―Preguntó Eva confundida―Aiden, tu trabajo es salir bien en clases y mantener tu habitación limpia, los niños son el trabajo de los adultos, cariño. Aiden apartó la mirada tragando saliva antes de bajar los brazos. ―Elisa siempre dejó en claro que mi trabajo era cuidar de mi hermana―Murmuró él incómodo. ―Pues ya no tienes porqué encargarte de nada más que de ti, chico―Respondí yo palmeándole el hombro intentando quitarle peso al asunto― Qué te parece si vamos al baño y nos explicas cómo lo haces, ¿Sí? Él asintió tragando saliva y nos siguió al baño. Al entrar al baño que usarían ellos, cerramos y Aiden automáticamente fue a la bañera y comenzó a llenarla. ―A ella le gusta el agua tibia―Comenzó diciendo aun sin hacer contacto
Dios... Sentía que los números en la hoja de cálculos nunca cobrarían sentido alguno ¿Cuántas horas llevaba trabajando en las mismas columnas y cuántas veces me habían dado resultados diferentes? ¿Cuántas tazas de café mi cuerpo se podía permitir antes de que cayera al suelo por causa de una sobredosis de cafeína? ¿Cuántos días habían pasado desde que pudiera dormir más de dos horas seguidas en una misma noche? Ah, a esa pregunta si le tenía una respuesta; cinco putos días habían pasado desde que durmiera bien por última vez. Cinco días desde que mi vida se había vuelto totalmente caótica al hacerme con dos personas dependientes. Oh, bueno, había pensado que las semanas anteriores habían sido difíciles con todo el proceso de adopción y la mudanza y la conclusión de que no sólo mi vida había dado un giro de 180 grados el día que Elisa había muerto, sino que también debía ponerme las pantaletas de niña grande y afrontar el hecho de que d
― ¿Qué tal, doc? ―Preguntó Alex diez minutos después. ―Sus pupilas responden bien y el sangrado se ha detenido―Respondió el doctor que Alex había llamado apenas había visto lo que ocurría en la habitación cuando llegó. Cumpliendo su palabra, Alex había llegado unos minutos después ya que vivía un piso arriba de nosotros. La sorpresa de encontrarme a un lado de un muy pálido Louis y sosteniendo una toalla en la herida de su cabeza se había desvanecido a los pocos segundos y había procedido a llamar al doctor que ahora Evaluaba con atención dicha herida. Agradecía haber reaccionado a vestirme y arreglar la ropa interior de Louis antes de que nadie llegase, aunque Aiden no había corrido con la misma suerte ya que había visto cada parte tanto de Louis como de mí. ― Entonces, ¿Qué, doc? ¿Por qué no reacciona? ―Preguntó Alex mirando detenidamente al hombre inconsciente en la cama. ―Porque, aunque el golpe no fue lo suficientemente fuerte com
Hmm... Algo olía increíble. Aspiré profundamente y mis pulmones volvieron a llenarse del mismo aroma rico y seductor. Al moverme un poco mi cuerpo hizo contacto con otro y recordé a mi esposa. En algún momento de la noche habíamos cambiado posiciones y yo había terminado con la cara enterrada en su cuello y sus brazos abrazándome a ella. No quería moverme, estaba en el paraíso. ―Mi secreto es el suero de leche―Dijo una voz rompiendo mi momento de ensueño. ― ¿En serio? Louis nunca usa eso. ―Y chispas de chocolate. Los mejores panqueques llevan chispas de chocolate, sino no son panqueques. ―Entonces no sé qué me ha ofrecido Louis estos días. Iba a matar a Alex Hardy. ¿Qué demonios hacia ese infeliz en mi casa envenenándole la mente a Aiden? Comencé a levantarme cuando una fuerte punzada en mi cabeza me dejó congelado en el lugar, haciéndome recordar lo ocurrido la noche anterior. M****a, el
― ¿Un bote? ― Dijo Alex deteniéndose a mi lado unas horas después― Creo que tienes problemas de percepción, Anderson. ―Para mí es un bote― Respondí indiferente viendo la extensión de mar ante mí. ―Para mí es un puto yate de 24 metros de eslora con su propia tripulación― Espetó. ―No maldigas delante de la niña, imbécil― Dije mostrándole a la Milena que dormía en mi pecho luego de haber almorzadouna buena cantidad de salmón y papas al horno. ―Como sea― Respondió torciendo los ojos con ferocidad. Debía admitir que había sido divertido ver la expresión de shock y sorpresa de todos cuando al llegar al Lincoln harbor, les guie hacia lo que fuera mi casa hasta hace no más de dos semanas. Mi sunseeker 80 sport había sido mi hogar por más de cuatro años, pero lo que al principio había sido innovador y atractivo, fue perdiendo su brillo con la monotonía. Era como vivir en un hotel todo el tiempo, ya que la tripulación de cinco pers
Yo sólo sé decir de nadaPor islas que traje del marNo ruegas jamás, nunca más, de nadaGenial es mi manera de servirDe nada, de nadaDe nada dudes ya... Lo que menos esperaba al abrirse las puertas del ascensor, fue encontrarme a Louis aun en su traje de chef, cantando y bailando por toda la sala, Sansa siguiéndolo por todos lados y Milena también disfrazada, pero de hawaiana aplaudiendo feliz con el espectáculo que mi ridículo esposo le regalaba. Yo sólo puedo decir de nadaPor el mundo especial que doyNo hay de qué agradecer, de nadaDe nada hablaré que ya me voyTe toca a ti decir de nada... Me encontré con la mirada brillante de Aiden, vestido en su ropa habitual de jeans y camiseta, sentado en el sofá al lado de su hermanita, divertido por lo ridículo de la situación. Me divertía ver a Milena vestida de aquella manera,
Le devolví el beso con la misma pasión, sintiéndome desbordada de deseo gracias a la conversación anterior. Comenzamos a quitarnos la ropa con desespero, quedando pronto en ropa interior, y yo siendo lanzada al sofá con poca delicadeza. Gemí cuando su boca se cerró sobre un pezón y comenzó a chuparlo y lamerlo con frenesí a la vez que su mano se adentraba en mi tanga para jugar con mi perforación. ―Te voy a follar con fuerza, nena―Murmuró con sus ojos verde encendidos, su acento haciéndose más evidente con cada segundo―Han sido tres semanas de lo más largas, Eva. Jamás he sentido tanto dolor como lo siento ahora. Se levantó hasta quedar arrodillado entre mis piernas, y, sin preguntar, sencillamente me arrancó el tanga y me abrió aún más para él. ―Mira eso―Murmuró lamiéndose los labios―Cuando lleguemos a casa, me daré un festín contigo. Pero por ahora... Se bajó el bóxer y su polla brincó libre y feliz de ser liberada de aquel confinami
― ¿Empacaste todo? ―Si, nena. ― ¿Seguro? ―Eva... ―Bien, iré a cambiar a Mile y nos vamos. Suspiré sin apartar la mirada de mi mujer mientras se diría a la habitación de la niña para quitarle el pijama y poder irnos a la fiesta. En un momento hablaremos de eso, pero por ahora, hablemos de lo siguiente: Le había mentido a mi esposa. Y casi me atraganto cuando lo hice. Pero, ¿Qué podía hacer? Había entrado en pánico al ver su propio pánico adueñándose de sus facciones. No quiero tu amor, nena. Por supuesto que lo quería, lo quería todo de ella. Deseaba con todas mis fuerzas que mi esposa me amara. Porque, ¿Lo más divertido? En algún momento desde que nos conocimos, yo había comenzado a enamorarme de ella. Me había enamorado de aquellos niños. Me había enamorado de la familia que nos habíamos convertido, la familia que nunca tuve y que jamás llegué a pensa