― ¡Mira, tía! ¡Estoy nadando!
― ¡Excelente, cariño! ¡Pero no te vayas a lo hondo! ―Grité divertida al ver que volvía a sumergir la cabeza en la piscina y comenzaba a nadar con ahínco.
Me tranquilizaba saber tanto Louis como Alex y Mark estaban en la piscina con los niños y que no les pasaría nada.
Yo me encontraba en una tumbona junto con Abbie, Olivia y Elizabeth, mientras que el resto del grupo se encontraba en otras actividades.
Jamás en mi vida pensé que estaría viviendo esta experiencia.
De encontrarme bebiendo una piña colada al borde de una piscina en un exquisito resort y sin poder despegar los ojos del hermoso cuerpo tatuado de mi esposo.
Puta madre.
Tenía un esposo.
―Oh, quiero saber más sobre ese suspiro―Dijo Olivia quedando de lado para mirarme.
―No suspiré.
―Definitivamente suspiraste―Asintió Abbie sentándose a los pies de mi tumbona―Y lo hiciste mientras le hacías ojitos a Louis.
Vi
Bien, ésta no era la manera que esperaba terminar mi primer día de regreso a Nueva York. ¿Cinco minutos atrás? Me había sentido en las nubes. No podía creer que el hombre que amaba me había hecho vivir la experiencia más hermosa de mi vida. Oh, sí. Cada vez se me hacía más fácil pensar en Louis de esa manera. Pasar dos semanas increíbles en Hawaii con tus amigos y familia sería algo difícil de superar. Días de tomar el sol ante una hermosa playa o en la piscina, pasear en bicicleta por caminos llenos de historia, ir de paseo por el camino de Hana y explorar cada cascada que había en el lugar. Hacer buceo, paddle board, visitar museos o, en el caso de Louis, nadar con tiburones (Sólo él se atrevió a hacerlo) mientras los demás lo veíamos desde el bote. ¿Y cuando todos se enteraron sobre el compromiso de Gena y Pierre? Si, la cosa se terminó de descontrolar. Mi cuerpo aún seguía recuperándose de tanto alcohol que ingerí e
Mi esposa me amaba. Puta madre, me sentía invencible en la vida gracias a esa mujer. Era Usain Bolt, Michael Phelps, Michael Jordan yBabe Ruth en un solo cuerpo. Literalmente, Eva no me había declarado su amor, pero, ¿El decir que no quería separarse de mí? Eso era suficiente declaración de amor para mí. Además... No pude evitar sonreír como un idiota. Mi esposa me estaba preparando una sorpresa, y yo no podía esperar a ver de qué se trataba. Dejé caer las llaves en el mesón de la cocina, y me dirigí hacia la sala para aprovechar el increíble silencio que había en el apartamento el día de hoy. Aiden había pedido permiso para ir a visitar a su amiga pelirroja y contarle sobre nuestro viaje a Hawaii y Eva se había llevado a Mile con ella al bar pues yo tuve que presentarme en unas reuniones importantes en la mañana. ¿Y Sansa? Sansa estaba siendo paseada por Alice en este preciso momento, ya que noté
Dios mío, me estaba volviendo loca. ¡Louis me estaba volviendo loca! ¿No se supone que debería estar escribiendo su nombre dentro de corazones? ¿O soñar despierta sobre cómo luciremos juntos dentro de veinte años? Pues no. En realidad, había comenzado una lista sobre cómo matar a mi esposo sin levantar sospechas y terminar en la cárcel. Habían pasado tres días desde que nos declaramos nuestro amor eterno y que él no me dejara por el hecho de que yo andaba por la vida sin útero, y desde entonces, él se había dedicado a mostrarme cada video sobre la fecundación in vitro que encontraba, o los especialistas más prominentes que el dinero pudiera comprar, o cada programa de subrogación que apareciera en G****e. Y quería matarlo. No me lo tomes a mal, me complacía y halagaba el hecho de que el hombre quisiera tener un hijo conmigo, pero, ¿Honestamente? Sentía que iba demasiado rápido. Apenas unos días atrás nos decíamos nuestr
― ¿Ves? Mi hijo es más inteligente que tu hija. ―Acabo de ver a tu hijo llevarse el dedo a la boca luego de tenerlo en la nariz, Alex. ¿De verdad piensas eso? Alex suspiró pesadamente. ―Nada es perfecto, Louis. Y yo debería saberlo. Me acomodé en mi butaca y seguí mirando a los niños jugando con Sansa y Erick. Esta había sido mi vida los dos últimos días pues ahora era un invitado en la casa Hardy ya que, aunque me había ido del apartamento, no había podido irme del edificio. Mi plan había sido regresar al bote, pero se me hacía imposible ir a ese lugar cuando todo me recordaba a mi mujer, y las veces que habíamos estado ahí nosotros dos o con el resto de la familia y amigos. ¿Y sólo? Menos. Antes contaba con Sansa para distraerme, pero ahora la perra ya no era mía, sino de Milena. ¿Cómo hacia para quitarle su peculiar oso de peluche a mi hija? Sencillamente no lo hacías. Por lo tanto, ha
Quién iba a pensar que aquella niña de trece años asustada con la vida, terminaría haciendo sus sueños realidad. Definitivamente yo no, y ahora quería llorar al ver uno de mis más grandes sueños haciéndose realidad. No sabía cómo manejar las emociones que atenazaban todo mi ser. Escuchaba como todos a mi alrededor brindaban y celebraban por la apertura del restaurante, pero yo no podía apartar la mirada del nombre ante mí. Luciese encontraba estaba escrito en cursiva, de manera pulcra y limpia sobre la fachada del edificio. Mi escritura. Escritura que no sabría que tenía si la dueña de ese nombre no me hubiese acogido veinticuatro años atrás. Si ella no me hubiese enseñado a escribir y a sumar o a restar. Si ella no me hubiese enseñado a luchar por lo que quería en la vida. Una noche estando en Hawaii, le comenté a Louis sobre mi deseo de hacerle honor a ella en el restaurant, y que mi idea inicial
Nueva York, tres años después. Los ojos azules de mi hijo me miraban con atención. Cómo si no fuesen las tres de la madrugada y yo no me estuviese muriendo de sueño. ― ¿Por qué no te duermes? ―Murmuré pesaroso notando que sus ojos brillaban con alegría ante mi miseria―No, Jake, no es hora de jugar, es hora de dormir. ―Tal vez si no lo dejaras dormir la siesta tan tarde, esto dejaría de pasar. El aire se me atascó en los pulmones al ver a mi espléndida esposa apoyada en el marco de la puerta. Mi diosa. ―A partir de mañana lo hago, nena. Te lo prometo. Pero ella solo se rio divertida antes de entrar a la habitación de nuestro hijo más pequeño y tomarlo en brazos. ―Llevas meses prometiendo lo mismo, corazón. A estas alturas sería un milagro que lo hicieras. Me maravillé una vez más de lo que increíble que mi mujer se veía con un bebé en brazos. Tal vez por eso seguíamos teniendo más
Nueva York, 10 años después del epilogo anterior. ―Y entonces fue cuando decidí a confiar en él y contarle las cosas que esas personas me habían hecho vivir, y vaya si no fue la mejor decisión que tomé en la vida, pequeña, porque me buscó la ayuda que necesitaba, ¿Y cuando me enfrenté a Daley? Increíble, ahí me sentí como el superhéroe más fuerte del mundo. ―Si te das cuenta de que está dormida, ¿No? Aparté la mirada de mi hija, que había nacido unas horas atrás, y la fijé en mi esposa, mi amante, y mi mejor amiga. Y quien justo ahora me miraba divertida desde la cama de hospital. No importaba lo cansada que luciera, Amanda siempre paraba mi respiración cuando posaba aquellos ojos verdes en mí. Aun cuando la conocí a los trece y posó su mirada triste y pesarosa por la cantidad de acoso que recibía por ser pelirroja y tímida. Acoso que yo había acabado al defenderla, y ese hecho, había ayudado
Ni la oscuridad de la noche, ni la lluvia helada me detendrían.No se veía nada al ser tan tarde, y la ropa que cargaba encima, lo único que cargaba conmigo aparte del pequeño bolso que mi hermana me había dado, comenzaba a empaparse y hacer que mi cuerpo se estremeciera por el agua helada que caía sobre mí en ese momento.Entonces mi llanto no pudo ser sostenido por más tiempo, y comencé a llorar por el miedo que me atenazaba, pero ya era muy tarde para regresar, porque de hacerlo, sabía lo que me esperaba en ese lugar.De pronto me detuve, pues las luces de un auto alumbraron mi frente, lo que hizo que mi respiración se detuviera.El auto hizo cambio de luces y cuando estuvo cerca de mí, me di cuenta que era un camión de carga y que era conducido por una mujer.― ¿Estás perdida, niña? ― Gritó la señora desde el otro lado d